1_ ¿Positivismo en la Argentina del siglo XIX? La literatura nace en la Argentina con el romanticismo y ese origen condiciona toda su relación con lo moderno. El Matadero de Esteban Echeverría. El Facundo de Domingo Faustino Sarmiento. Civilización y barbarie, ¿ciencia y ficción? El sueño sarmientino nace en puja dialéctica con la desmesura. La admiración por lo que se quiere suprimir vuelve imposible el exterminio definitivo. La barbarie persiste como mito, como trasfondo explicativo de una modernización defectuosa. La civilización se define por medio de la barbarie y viceversa. No hay tercer momento hegeliano. ¿Cómo repercute este sistema sobre la literatura? Nos da, llegado el momento, un naturalismo melancólico y elitista. El progreso no es para todos.
2_ ¿Qué pasaba en el mundo? Las remanidas diferencias entre el fantástico y la ciencia ficción, ¿una relación en el borde? La Argentina la va a mantener, tematizar y saturar. Lo que parece más provechoso es el recuento de precursores. Horacio Kalibang o los autómatas de Eduardo Holmberg. Viajes a Marte y los hombres que no son hombres. Las fuerzas extrañas de Leopoldo Lugones. Caballos mutantes y lluvias de fuego, entre el castigo bíblico, las sociedades secretas, la vida política y el suicidio.
3_ Ya en el siglo XX, la hazaña de los locos de la azotea, pese a la pericia que sin dudas requirió su puesta en práctica, no fue tecnológica. El 27 de agosto de 1920, Enrique Susini, César Guerrico, Luis Romero Carranza y Miguel Mujica realizaron, desde el techo del Teatro Coliseo, la primera transmisión de radio en nuestro país. “Señoras y señores: la sociedad Radio Argentina les presenta hoy el festival sacro de Ricardo Wagner, Parsifal, con la actuación del tenor Maestri, la soprano argentina Sara César, todos bajo la dirección de Félix Von Weingarten, secundado por el coro y orquesta del teatro Constanzi de Roma” , dijo Enrique Telémaco Susini. Hay en ese apellido combinado más que un nombre. Lo italiano se cuela en lo griego, en la transmisión a distancia. Aunque estos argentinos no fueron los primeros en realizar una transmisión de radio, fueron sí los primeros en concebirla -y llevarla a cabo- como un medio de comunicación social. El primer fandom, o una posible sociedad secreta verniana, escondida, innovando, irradiando el orbe y a los que lo habitan. Y Parsifal nos lleva muy rápido a la space ópera y de ahí a la ópera rock. Escenografías, héroes, épicas y tragedia: lo grandilocuente y la pasión.
4_ Casi al mismo tiempo, Horacio Quiroga escribe Los perseguidos, donde la ciudad paranóica es la protagonista de un relato masculino de nombres propios. También el cine como la nueva tecnología en El espectro: una estrategia narrativa para barbarizar, para hacer agresiva y ominosa, la ciencia.
5_ Los siete locos es la novela de anticipación política más importante de la literatura argentina. El siglo XX toma la forma de una pesadilla sensual a partir de esa novela. Sus lectores son miles, millones. Se la lee sin saberlo, sin leerla, sin saber leer. Arlt es mejor que Ballard. Está a la altura de Philip K. Dick, pero en vez de operar en la segunda mitad del siglo XX, lo hace en la primera.
6_ El realismo social de Boedo impugna a la imaginación burguesa de Florida. Ambos movimientos son, sin embargo, extraños al género de la ficción científica. Uno expresa a una elite ilustrada, moderna y vanguardista, mientras que el otro narra sobre el fracaso de un proyecto de modernización. En el permanente intento de diferenciarse unos de otros, se diluye la posibilidad de una ciencia ficción clásica, más despreocupada y abiertamente especulativa, como la que nacía en Estados Unidos, cuya modernización no estaba sujeta -todavía- a disputas tan radicales. El futuro no era materia de discusión. De esta certeza nace la revista Amazing Stories. Nuestra imposibilidad nacional, sin embargo, dio lugar a una literatura que merodea los géneros -en especial la ficción especulativa anglosajona, el policial, la ciencia ficción- pero no se inscribe con facilidad en ninguno de ellos.
7_ Macedonio Fernández llegó a proponer la invención, o la lectura, del cosmos en un zapallo, parodiando décadas antes de su escritura a El Aleph de Borges. Boedo y Florida se aúnan en la imposibilidad de la ciencia ficción. Borges y Bioy comprenden que toda especulación técnica debe servir siempre para contar una historia de amor. A El Aleph se suman los hologramas masturbatorios de La invención de Morel. La ciencia ficción se transforma en una metáfora.
8_ (Ray Bradbury, resistido por personajes centrales de la ciencia ficción clásica como Isaac Asimov y el editor John Campbell, se consagra en Estados Unidos gracias a la película francesa Fahrenheit 451 y, de forma local, al prólogo que Borges le dedicó a Crónicas marcianas, primera novela publicada en Argentina por la editorial Minotauro.)
9_ Luego, El péndulo, de ediciones La Urraca, marca una nuevo rumbo, más irónico, y necesariamente progresista, frente a la épica propuesta por Columba. Así Robin Wood y los guionistas y artistas de Columba aparecen como antagonistas de las fuerzas estéticas alfonsinistas. Al mismo tiempo, El eternauta de Oesterheld comienza a señalarse como el nudo que superpone política y ciencia ficción. Bastantes años después Ciudad de Ricardo Barreiro, menos comentado, anticipa el mash-up de las series del siglo XXI, con guiños de todo tipo a la “cultura alta” y la inclusión final de Juan Salvo, personaje paradigmático de Oesterheld. Son dos maneras de entender la aventura, la historieta y la Argentina.
10_Un repaso por la ciencia-ficción que se escribe hoy. Estrógenos de Leticia Martin. Mapas terminales de Lucila Grossman. Cataratas de Hernán Vanoli. Los cuerpos del verano de Martín Castagnet. Nicolás Mavrakis y el ensayo paranóico sobre la serie social, la conectividad total y sus peligros. A ninguno de ellos parece importarles el género sí, más allá de una tradición de la que se pueden tomar algunas herramientas, nunca todas. La etiqueta perdió fuerza. Pero el género continúa.
11_ ¿Qué es la Ciencia Ficción? No es ciencia. Si es que alguna vez lo fue, ya no lo es. Y es ficción, aunque siempre tocando la realidad. En algún punto incluso modificándola. Sobre la ciencia podríamos decir que hay muchos prejuicios positivos. La ciencia sigue manteniendo una imagen en la sociedad que por un lado es vieja y por el otro se vuelve cada vez más irreal. ¿De qué imagen hablamos? Hablamos de una ciencia afirmativa, que avanza con el método experimental ordenando y perfeccionando nuestro conocimiento del mundo. Cualquier escritura que respalde estas ideas va a ser anacrónica y vacua.
12_Una hipótesis: El mundo de Asimov desapareció y triunfó el de Dick. Y de paso, el mundo de Pablo Capanna tampoco existe porque hoy esa ciencia ficción es mimética y prestigiante. Lo masivo, el pulp, hoy son las redes sociales. Al mismo tiempo, la militancia en la ciencia dura ya es tan obsoleta como la militancia por la incorporación a la alta literatura. Ambas de alguna manera operan relacionadas a la llegada de la web y la distorsión que genera en la realidad y en los procesos miméticos de las artes.
13_Nacida de una ingenuidad restrictiva que aun persiste -esto es ciencia ficción, esto no es ciencia ficción-, alumbrada con la misión de educar y entretener, devastadas en sus pretensiones por Hiroshima y Nagasaki, la ciencia ficción ya no es un género delimitable sino una forma de leer. Aquello que sea leído como parte de la ciencia-ficción será entonces ciencia-ficción. Hasta que podamos conectar nuestra cabeza a una máquina digital y así dejar de ser sujetos modernos, esta será la definición que mejor se adapta a nuestros tiempos.///PACO