Cecil era el león estrella del Parque Natural Hwange de Zimbabue. Tenía 13 años y no les tenía miedo a los hombres. En internet hay muchos videos de él caminando, con esa calma que tienen los leones que se saben dueños de la selva. El rey era monitoreado por GPS desde 1999 y estudiado por la Universidad de Oxford. Los guardias del parque dijeron que era un animal muy querido, que no molestaba a nadie y que era incluso amigable. Uno de ellos explicó que Cecil era el líder de la manada; con él ahora muerto, Jericho, quién le sigue en jerarquía, va a matar a todos sus cachorros para que las hembras vuelvan a entrar en celo. Walter J. Palmer es un odontólogo de 55 años que vive en Minnesota. En internet se pueden encontrar numerosas fotos de él. Lo que más resaltan son sus dientes blancos y los cuerpos de animales muertos que lo acompañan. Es un cazador profesional que tiene el récord norteamericano de tiro con arco y flecha, según informa The New york Times.  A principio de julio de este año viajó a Zimbabwe y de buena fe, cómo indicó con sus palabras, contrató con dos cazadores locales un servicio para “tomar” a un león. Sus palabras fueron “tomar”, que en la jerga significa lo mismo que matar pero sin el peso de la responsabilidad. Por la caza del león, que es legal en Zimbabue bajo ciertos requerimientos, Palmer pagó US$ 55.000. Dado que Cecil vivía dentro del parque, no era posible que lo cazaran ahí. Los organizadores del safari, Theo Bronkhorst y Honest Ndlovu, habrían colocado una presa muerta atada a la parte trasera de su camioneta. La cacería se produjo durante la noche. Con este cebo habrían atraído a Cecil fuera de los márgenes del parque y luego entre ambos lo habrían iluminado con los faros mientras el odontólogo le disparaba con su arco y flecha. Cecil fue herido pero no muerto y pasaría 40 horas escapando de sus agresores. Cuando finalmente dieron con él, lo ultimaron de un tiro y lo despellejaron. Palmer quería la cabeza y la piel para colocarla en su casa y mostrársela a sus amigos. El resto del cuerpo del león fue abandonado donde lo alcanzó la última bala.

Walter J. Palmer (left) with one of his trophies. (man at right is unidentified) photo: facebook.

Walter J. Palmer (left) with one of his trophies. Photo: Facebook.

Palmer quería la cabeza y la piel para colocarla en su casa y mostrársela a sus amigos. El resto del cuerpo del león fue abandonado donde lo alcanzó la última bala.

Una verdadera shitstorm de proporciones bíblicas asota en estos momentos la vida pública y online del dentista Walter J. Palmer. ¿Qué es una shitstorm? La palabra en inglés significa tormenta de mierda. Tanto shit como mierda tienen en sus estructuras consonantes que suenan en el frente boca, permitiendo una pausa y una prolongación cuando se pronuncian, logrando así, como lo destacara Fontanarrosa, la verdadera fuerza de la palabra. El término, de todos modos, se usa en el sentido de “tormenta de indignación” y se refiere a los medios digitales. Fue propuesto por el filósofo coreano, de educación alemana, Byung-Chul Han en En el enjambre.  Según Han una shitstorm puede ser explicada por muchas causas pero lo que la posibilita es una cultura de la falta de respeto y la indiscreción. Han establece una diferencia entre la mirada del respeto y la mirada del espectáculo. Se refiere específicamente a las relaciones que posibilita la era digital. Para él, en una relación de simetría como la digital, el respeto implica una distancia que tiene que ver con lo privado, esto enfrentado al espectáculo, que es una mirada distinta, que espía y que está asociado a lo público. “La comunicación digital deshace, en general, las distancias”. Otro elemento que está unido al respeto es el nombre. “Anonimato y respeto se excluyen entre sí”. La shitstorm es ante todo un producto de la comunicación digital y solo el carisma como “expresión áurica” puede funcionar como escudo protector ante ella. “A una persona de respeto (poseedor de carisma) no la cubrimos con shitstorm”.

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La shitstorm es ante todo un producto de la comunicación digital y solo el carisma como “expresión áurica” puede funcionar como escudo protector ante ella.

El odontólogo Walter J. Palmer carece, por sobre todas las cosas, de carisma. Quizás lo peor y lo más imperdonable sean sus dientes. Tiene una blanquísima y perfecta sonrisa blanca en la que un perejil se detectaría desde la misma distancia que él podría matarnos con su arco y flecha. Su imagen de cazador y de odontólogo lo hacen doblemente detestable. Siguiendo el pensamiento de Han, a menor carisma menor posibilidad de frenar la avalancha de indignación. Mientras tanto el dentista contesta los miles de comentarios que le llegan a su cuenta de Google,a su Facebook o en el Yelp de su consultorio. En sus respuestas invita a sus agresores a conocer su arco y flecha, a morirse de hambre o a irse a la mierda. Además de indicar que tiene más dinero que muchos y que en realidad todos le parecen unos imbéciles. No deja de ser tentador aprovechar la avalancha y sumar una piedra. Más allá de que vamos al supermercado y compramos sin dudar el cadáver fraccionado de una vaca, un cerdo o un pollo, bien podemos insultar gratuitamente a este “yanqui” y divertirnos un rato con su respuesta. ¿Es comparable la muerte de una vaca con la de un león? Por belleza, salvajismo y costumbre, no lo es. Pese a que la vaca tiene una vida miserable y sólo se la alimenta con la intención de asesinarla, nada en la vida de un animal es comparable a la vida de otro. Al igual que hace poco quedó probado que no es lo mismo la muerte de una mujer que la muerte de un hombre, sobre todo si el asesino es un hombre.

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Palmer colocó en su muro se Facebook distintos reclamos por el hambre en África y tildó de hipócritas a quienes lo juzgan.

¿Por qué Palmer es más culpable que otros? La primer respuesta cae sobre todos los que no somos cazadores. Sin embargo, algo de lo que Han indica se esconde detrás de la reacción mundial. El anonimato es una de esas razones. Cualquier golpeador de mujeres puede firmar un petitorio para que se castigue a Palmer. ¿Pierde valor el reclamo? No parece que sea así. Sin embargo la masividad del odio mundial y lo sostenido del enojo deben hacernos reflexionar. El mismo Palmer colocó en su muro se Facebook distintos reclamos por el hambre en África y tildó de hipócritas a quienes lo juzgan. Mientras tanto en www.thepetitionsite.com (sitio que se dedica a la defensa de los derechos de los animales) ya firmaron casi un millón de personas a favor del encarcelamiento del cazador. La presión internacional racayó sobre el presidente de Zimbabue que pidió la extradición de Palmer, quien, según diarios norteamericanos, estaría desaparecido. Mientras que de Cecil existen varios videos y fotos de él caminando libre por la selva, de Palmer se acumulan horribles imágenes de su sonrisa con distintos animales “tomados” por su arco y flecha. Entre tanto se espera la respuesta al pedido de extradición, que los expertos dicen que no tendrá lugar. El doctor ha cerrado su consultorio, tiene apenas 15 me gusta en su página de Facebook y es tal vez la primer persona en recibir una shitstorm internacional/////////PACO