Hace un par de semanas, Motherboard recogió en su versión norteamericana unas traducciones que los usuarios de Google Translate estaban compartiendo en Reddit y que anunciaban el Apocalipsis y el retorno de Jesús. Para llegar a la oscura traducción (la cual ha sido descontinuada) había que introducir 19 veces la palabra “dog” y setear la herramienta para que traduzca del maorí al inglés. No hacía falta terminar de escribir las 19 veces para que el mensaje comience a estructurarse en el recuadro derecho: “Doomsday Clock is three minutes at twelve, We are experiencing characters and a dramatic developments in the world, which indicate that we are increasingly approaching the end times and Jesus’ return”.

“Doomsday Clock is three minutes at twelve, We are experiencing characters and a dramatic developments in the world, which indicate that we are increasingly approaching the end times and Jesus’ return”.

No es la primera vez que el traductor de Google devuelve extraños textos religiosos. Otros ejemplos llegan a textos similares repitiendo la palabra “ag” varias veces desde el somalí al inglés, para encontrarse con alguna extraña referencia al nombre del Señor en el lenguaje hebreo o al número de descendientes de la tribu de Gersón. Las explicaciones para estas extrañas traducciones van desde el apoderamiento de la herramienta por fantasmas y demonios hasta algunas discusiones entre académicos acerca del procesamiento computacional del lenguaje y la naturaleza de los textos con los que Google entrena a la red neuronal que está detrás del traductor.

Ya había sucedido algo similar con el procesador neuronal de imágenes de Google hace un par de años, que devolvía extrañas y lisérgicas imágenes donde se confundían animales, genitales y texturas. Lo que hace una red neuronal, en este caso un traductor, es entrenarse con un gran número de textos (¿podríamos decir lecturas?) en un lenguaje y con la correspondiente traducción en otro para crear un modelo para moverse entre ambos. Cuando el input sale de la norma de lo esperado puede generar una precipitación en el sistema, al tratar de ajustar el input (caótico) a un output (un orden) posible, en este caso alucinatorio y paranoico. Sean Colbath, un científico del BBN Technologies que trabaja en traducción automática, cree que estos outputs extraños pueden deberse a que Google utiliza textos religiosos como la Biblia, el libro más traducido a todos los idiomas, para entrenar su modelo, resultando, así, en interpretaciones religiosas.

Sin importar realmente cuál sea la razón que dispara esas traducciones curiosas, tal vez pueda decirse que el sistema falló como traductor, pero sin dudas podemos afirmar que se trata de un buen lector. Para Martin Amis leer es una técnica para la que se necesita imaginación, memoria, diccionario y sentido artístico. Aunque podemos suponer que Martin Amis pensaba en un lector humano (tampoco podemos estar seguros), lo cierto es que, a pesar de tratarse de una red neuronal artificial, su objetivo es emular el funcionamiento de su par humana, y en este caso la red llegó al nivel de un lector profesional, mejor que muchos reseñistas caseros que pululan por redes sociales recomendando libros en tuits o historias de Instagram impulsados por el capricho del gusto pasatista.

No se puede negar que la máquina de Google, con sus traducciones apocalípticas), está cumpliendo todos los requisitos de una buena lectura que propone Martin Amis.

No se puede negar que la máquina de Google, con sus traducciones apocalípticas (posible automatización del método paranoico-crítico que pregonaba Dalí), está cumpliendo todos los requisitos de una buena lectura que propone Amis, y podríamos agregar un paso más: está haciendo un prolijo ejercicio de crítica. Como dice Nicolás Mavrakis en El sexo no es bueno, “la crítica literaria implica escribir no literalmente sobre la literatura”, y son justamente estas desviaciones de la literalidad de sus traducciones la que acercan a la máquina al crítico. Si, como todos sabemos, y aunque no todos lo practican, se escribe sobre lo que se lee, no puede sorprender a nadie que una máquina lectora de textos religiosos llegue a esas interpretaciones, y mucho menos que haya un sentido artístico (o una auténtica imaginación y una creatividad) en encontrar en 19 veces la palabra “dog” una referencia al reloj del Apocalipsis.////PACO