Es la primera baterista mujer de la Argentina. Compone, sesiona, produce y canta. Al año y medio de parir estaba tocando en el mítico show de Soda Stereo en Vélez. Transitó casi todos los escenarios del rock nacional. Fue una de las Viuda e hijas de Roque Enroll y tocó junto a Charly García, Divididos, Attaque 77, Los Tipitos, Los Rodriguez, Celeste Carballo, Los Brujos, Celia Cruz, Tito Puente y Patricia Sosa. Desde los noventa encaró proyectos propios. Lideró la banda Pulsomadre y lanzó tres álbumes y un EP como solista. No se come una. Con ustedes: Andrea Álvarez.
Cantás, tocás la batería, componés. ¿Qué sos más? ¿Te definís como baterista?
No. Yo me defino como “música”. La batería es por lo que me identifican los demás y, aunque parezca contradictorio, costó mucho esa identificación con la batería. Un poco porque hice percusión para Soda Stereo y quedé bastante asociada a eso. La percusión me abrió puertas y me llevó a niveles de profesionalismo muy altos. Pero después, cuando me largué sola, busqué imponerme como baterista. Hoy, todavía, muchos creen que mi banda es de percusión.
¿Cómo se eligieron la batería y vos? ¿Cómo se dio esa conexión?
No sé. No pensé en el instrumento. Pasó tan naturalmente que casi ni me acuerdo. Yo siempre estudié música. Empecé con la flauta y el clarinete. Estudié piano, guitarra, canto. Tal vez fue porque mis viejos nunca se opusieron.
Son muy pocas las bandas que pudieron establecer conexión con el exterior y ganaron la escena. Te nombraría a El Mató a un Policía Motorizado y alguna más.
¿Sos la primera baterista mujer del país, verdad?
Soy la primera que lo asumió a nivel profesional. Siempre hay una mujer que toca; y había una antes que yo. Estaba Liliana Vitale, por ejemplo. Pero ninguna lo asumía del todo. Se sentaban en la batería y tocaban, pero no hicieron de eso una carrera. Yo trabajé mucho para que me asociaran con la batería. En los video, o en los afiches, yo buscaba que se vieran en ese rol. Tanto hice, tanto hice, que ahora me ven a mí y ven solo la baterista. No ven una cantante, una compositora, una directora, o una productora. Ven solo una baterista.
¿Cómo es para una mina insertarse en el mundo del rock?
El rock argentino, bah, el rock mundial, es un mundo masculino. Aunque ahora está más “encubierto” todo, sigue siéndolo. El hecho de que haya un montón de chicas en la escena no quiere decir que las cosas hayan cambiado rotundamente.
¿Por qué decís “encubierto”?
Porque los procesos son lentos. Es como pensar que vivimos en un país que no es racista, o en el que no hay desigualdades. Eso es mentira. Yo creo que, más allá de que seas varón o mujer, hay un gran prejuicio sobre las personas que tienen determinación. No es una cuestión de género. Lo que estorba es la “determinación”. Y si encima sos mujer, bueno, peor. Te la mandan a guardar. Cuesta mucho entender que una mujer puede ser una banda de rock, como soy yo.
¿Te pasó algo a causa de tu “determinación”?
Bueno, cuando yo le abrí el show a Mötley Crüe, por ejemplo, armaron el afiche con los nombres de todas las bandas, Tommy Lee, toda la joda, y por ahí en alguna parte decía Andrea Álvarez. Todos le preguntaban a mi agente de prensa qué iba a hacer yo. Si iba a hacerle la percusión a Mötley Crüe. Nadie asumía que yo era una banda más cuando era obvio que yo iba a tocar con mi banda.
Cuando decís “te la hacen difícil” ¿en quién estás pensando? ¿En los productores? ¿En las discográficas?
No, con las discográficas no tengo ningún tipo de contacto. Es algo dificil de decir porque enseguida te tildan de paranoica. En verdad es algo que está muy oculto. Que es como pasivo-agresivo. A ver. Te llaman, te invitan a tocar como “música invitada”, pero resulta que te quieren tener ahí arriba con las congas. Muchas veces digo que no a esas propuestas. Y menos cuando el que está cantando, por ahí, es un gilazo.
Y en aquel momento cuando te llamaba Soda, Divididos, Los Rodríguez… ¿Cómo se daba ese acuerdo para que tocaras?
Bueno, al principio yo era menos ofensiva, era más chica. Y para mí era como un juego. Después, ese personaje que aparecía en el escenario, que al principio era una novedad, pasó. Como pasa todo.También pasaba que nosotros éramos amigos. El varón del rock -me refiero a los compañeros músicos- no es el que tiene el prejuicio más grande. Yo formo parte de la escena desde siempre. Era amiga de todos y estaba como muy naturalizado que yo estuviera ahí circulando.
¿Qué te llevó a dar el paso hacia tu propia banda?
En 2001 -que fue la catástrofe mundial de la caída de las Torres Gemelas- yo me asumí como solista y grabé mi primer disco. Recién en Dormís, mi segundo álbum, comenzaron a decirme: “loca, comprate un celular”. Ahí sentí que me tenía que hacer cargo de que tenía una banda solista. Tuve más en claro que ésa era yo y me asumí. Metí toda mi energía en eso y al poco tiempo dejé el “sessionismo”. Hice algunas cosas muy puntuales, porque necesitaba trabajar, pero ya tenía más en claro todo.
¿Y creés que este paso tuyo hacia la banda propia tiene que ver con un cambio social? Lo digo pensando en las posibilidades de la web y el nuevo modelo del negocio discográfico.
Las redes en Argentina, como están planteadas, no funcionan como en otros países. La gente no quiere gastar tanto con tarjeta de crédito. No es mayoritario ese tipo de consumo. Los más chicos -que son los que en general compran música- no tienen tarjeta de crédito. Entonces se da el fenómeno por la mitad. Se bajan la música gratis, pero no compran. Son muy pocas las bandas que pudieron establecer conexión con el exterior y ganaron la escena. Te nombraría a El Mató a un Policía Motorizado y alguna más. Ellos tienen otra repercusión a nivel mundial, y les va bien. Pero en general, la mayoría, no tiene tanto alcance en la Argentina.
Sin embargo se te ve muy encima de las redes…
Sí, obvio. Yo trabajo mucho con las redes, las re uso y me re promociono. Pero me dan un resultado relativo. No es que viene más gente a los shows por un posteo. Si no te pasan el tema por la radio no existís realmente.
¿Necesitás una discográfica atrás?
No. No. Necesitás plata. Las discográficas no tienen tanto poder. Todavía acá en la Argentina Sony o Pop Art siguen copando los espacios. Pero eso se va a acabar, como en el resto del mundo. Hoy el poder es de las agencias que arman los shows.
En 2007 arreglaste tu álbum Doble A con Jim Diamond, en Detroit. ¿Cómo fue esa experiencia?
En 2007 yo quería trabajar con alguien del exterior y empecé a buscar gente y a hacer números. No eran muy locas las cuentas. Entonces hablé con Jim Diamond, que fue productor de White Stripes, pedí plata y lo traje. Grabamos el disco en Ion, lo ensayamos acá, en esta sala [Cucamonga], y nunca lo pasamos por una computadora. Yo compuse absolutamente todo. Después él se lo llevó a Detroit, porque a mí no me dieron la Visa, así que trabajó solo en la mezcla y me iba pasando el material por teléfono, o por internet. Así lo terminé. Fue un disco que realmente me dio muchas satisfacciones y que, considero, tiene un montón de hits y marcó tendencia. A veces en la radio me decían “no te lo podemos pasar porque suena muy raro”. Eso me gusta. Porque mi objetivo era hacer un disco lo menos argentino posible. El sonido de la “argentinidad del rock” siempre me pareció muy antiguo. Así que el disco suena totalmente distinto y eso es lo que está bien.
¿Cuál es el recital que más (o mejor) recordás?
Muchos. No sé si me acuerdo todo de cada recital, pero, por ejemplo, recuerdo mucho la primera vez que toqué con Soda, la primera vez que toqué con Divididos, con Rouge, que fue mi primera banda en serio, cuando canté en el coro de Mía [la banda de Lito Vitale], la primera vez que hice un show sola. Todos son recuerdos importantes. Recuerdo también algunos shows porque pasaron cosas desagradables, como que no me dejaran poner la batería adelante, en el centro.
¿Fuiste a tocar y no te dejaron poner la batería adelante?
Claro. Me decían que la batería iba atrás. Pero yo soy la cantante de mi banda, y mi batería va conmigo. No puede quedar allá atrás. Ni yo voy a ir a cantar allá atrás. ¿Donde cantan los líderes de las bandas de rock? Adelante. Bueno, mi batería va adelante. Me peleé hasta el final y lo conseguí.
Yo creo que, más allá de que seas varón o mujer, hay un gran prejuicio sobre las personas que tienen determinación. No es una cuestión de género. Lo que estorba es la “determinación”.
¿Qué pasó en tu vida de baterista el día que pariste? ¿Cómo fue seguir adelante con tu carrera?
Yo en esa época tocaba con Los Brujos y me dedicaba mucho a dar clases. Daba clínicas, estudiaba mucho. En ese momento quedé embarazada y decidí ser madre. En verdad no paso nada. Estaba preparada para seguir con todo.
¿Pero no tenías la típica fobia femenina de “acá se corta todo”?
No. Porque ya había hecho muchas cosas. No tenía ese problema. Estaba lista para parar. No me importaba nada. Paré de tocar unos quince días antes de parir y un mes después estaba dando clases de nuevo, tomando clases, todo. Es más, el primer show donde toqué después de ser madre fue en el “gracias totales” de Soda Stereo. Un año y medio después de parir
¿Dabas la teta y al mismo tiempo tocabas la batería?
Sí. Me re dolia. Porque es la misma zona del cuerpo. Pero nada.
¿Te definirías como “feminista”? ¿Qué es para vos ser feminista?
Ser feminista es tener conciencia de género, pero yo no milito el feminismo. Porque no me gusta militar nada que no sea la música. No me pasa. No tengo esa necesidad. Todos mis pensamientos los expreso desde mi ser música. Sean políticos, religiosos, sociales. Yo estoy a favor de la legalización del aborto, obvio, y me preocupan los temas de género. También estoy atenta a todo tipo de comentario que se haga y no los dejo pasar. Pero no me va la militancia.
¿Tenemos que tender a la igualdad o a la diversidad?
Nadie es igual a nadie. Eso me pudre, que haya que andar explicando todo el tiempo que la mujer y el hombre no son iguales, que simplemente se trata de que exista la igualdad de derechos. ¿Cómo vamos a tender a la igualdad si ni siquiera dos mujeres son iguales? Muchas veces ya ni digo nada. Me pudre gastar energía en eso.
¿Cómo viene el disco que estás por grabar?
En verdad sólo me falta tener las reuniones que hagan falta para conseguir la plata, y luego de eso, concretarlo y tenerlo listo antes de fin de año. Porque es como un bebé que ya está ahí y hay que sacarlo. Se va a llamar Y lo dejamos venir. Eso creo. El disco habla de la toxicidad en los vínculos. Yo creo que se trata de la unión que necesitamos para buscar una salida alternativa ante lo que no nos gusta. Para mí eso es el rock. Lo que se genera para que la vida que nos quieren vender sea más linda. Yo no quiero ser una artista pasiva, funcional al sistema. No me interesa. Yo quiero cuestionarlo todo/////PACO