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Nuestra historia comienza el 6 de julio de 2013 en el MGM Grand Garden Arena. Anderson Silva, probablemente el mejor luchador del mundo, enfrenta a Chris Weidman, joven promesa del Ultimate Fighting Championship. Silva llega a la pelea de la mejor forma: hacía siete años y dieciséis peleas que no perdía. La situación de Weidman era bastante peor. Hacía un año que no peleaba por una lesión en un pie y además, pocos meses antes el huracán Sandy había destruido completamente su casa. Aunque Weidman no tenía una cantidad significativa de victorias como para enfrentar a Silva, el brasileño decide darle una oportunidad. La disparidad entre ambos luchadores recuerda esa película de Stallone en la que Rocky va a luchar a la Rusia comunista contra Iván Drago. Si Anderson Silva era Drago, entrenando bajo los flashes mediáticos, con ese aura asesina que distingue a los grandes campeones de la lucha, Weidman era Rocky preparándose en la estepa soviética, discreto y laborioso, un monje de las artes marciales mixtas.

La disparidad entre ambos luchadores recuerda esa película de Stallone en la que Rocky va a luchar a la Rusia comunista contra Iván Drago.

Tras un primer round bastante aburrido, Anderson Silva, como de costumbre, abre la guardia y empieza a provocar a Weidman. Le baila, le hace caras, lo provoca. Weidman saca un derechazo y descoloca a Silva, que queda orbitando. Weidman aprovecha, conecta un gancho en la mandíbula y Silva termina cayendo. Weidman se agacha, le empieza a pegar en el suelo. El árbitro termina la pelea. Anderson Silva, la Araña del Brasil, probablemente el mejor luchador del mundo, termina su record histórico de siete años sin perder una pelea y pierde su cinturón de peso mediano del UFC, que ostentaba desde 2006. Los especialistas señalan “el fin de una era” en las artes marciales mixtas.

UFC 162: Silva v Weidman

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La vida de Anderson Silva es la historia típica de un boxeador. Nacido en Curitiba en 1974, cuarto hijo de una familia pobre, con un talento innato para la lucha en general y para el jiujitsu en particular. En su autobiografía, lanzada en el 2012, cuenta que practicaba mirando a otros chicos entrenar porque su familia no podía pagarle las clases de jiujitsu. En los años posteriores se dedicó a perfeccionarse en cuanto arte marcial encontrara: se inició en tae kwon do, después capoeira y muay thai. Luego de convertirse en el luchador más importante de su país, Silva da el paso obvio: desembarca en el Ultimate Fighting Championship, el evento más importante de lucha en el mundo. Fundada en 1993 por luchadores devenidos en empresarios, UFC fue absorbiendo uno a uno a sus competidores (PRIDE, Strikeforce, World Extreme Cagefighting) hasta obtener un monopolio casi absoluto en la organización de peleas de artes marciales mixtas. Lo que distingue al UFC del resto es que engloba todos los estilos de lucha: del judo a la lucha libre, del boxeo al karate, se trata de encontrar el método más eficaz para derribar al rival. Por lo tanto, los ganadores de estas peleas son considerados los mejores luchadores del mundo.

En su autobiografía, lanzada en el 2012, cuenta que practicaba mirando a otros chicos entrenar porque su familia no podía pagarle las clases de jiujitsu.

Anderson Silva llega al UFC en el 2006. El 28 de junio pelea contra Chris Leben, un luchador potente, rudo. La pelea dura 49 segundos. Silva lo pasa literalmente por encima. A partir de ahí, Silva comienza una carrera impresionante, que lo corona campeón de peso mediano y semipesado en la UFC. Con un estilo de lucha extremadamente eficaz, que combina la agresividad del muay thai con la agilidad del capoeira, Silva se convierte en un ídolo absoluto de las artes marciales mixtas. En su autobiografía, se define a sí mismo como “la persona más mala y peligrosa del mundo”.

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Aunque en las entrevistas posteriores a su derrota Anderson Silva confiesa que es poco probable que busque la revancha, y hasta desliza la posibilidad de su retiro, el 28 de diciembre de 2013 vuelve a enfrentar a Chris Weidman para recuperar el cinturón de peso mediano. La previa muestra a un Silva motivado, que admite que la derrota lo devolvió a sus orígenes como peleador. En una conferencia de prensa previa a la pelea habla de la humildad, un valor que la UFC intenta promover, y que él mismo, a lo largo de su carrera, se encargó de desdeñar. Dentro y fuera del octágono, Silva compone el personaje de villano. Durante las luchas Silva baila y se burla de los rivales. Una vez que la pelea termina, los acusa de drogadictos o estafadores. La revancha se anuncia como “la noche más grande en la historia del UFC”. Al contrario de la primera pelea, Chris Weidman llegaba confiado. La victoria lo había transformado: de ser casi un principiante pasó a ser uno de los nombres más importantes de la lucha profesional.

Luego de su victoria, el Condado de Nassau, el lugar donde nació, declara el 17 de julio como el “Día de Chris Weidman”.

Luego de su victoria, el Condado de Nassau, el lugar donde nació, declara el 17 de julio como el “Día de Chris Weidman”. Además, consigue un entrenador de lujo: Georges St. Pierre, un ex luchador considerado un intelectual del deporte, un obsesivo de la técnica. El primer round muestra un Silva concentrado, que no subestima a Weidman. Cuando van dos minutos del segundo round, la pelea da un giro inesperado, que quedará como uno de los más brutales en la historia del UFC: Silva tira una patada y se quiebra la tibia. La cámara lenta, con su hiperrealismo habitual, muestra como la pierna izquierda de Silva choca contra la de Weidman y se dobla de una manera impresionante. La patada baja, el arma más poderosa de Anderson Silva, se le había vuelto en contra. Silva cae al piso y empieza a gritar. Mientras los médicos se lo llevan de urgencia a un hospital, Chris Weidman festeja con su equipo. El cinturón de peso mediano seguía siendo suyo. Los especialistas dictaminan “el fin de la gran carrera” de Anderson Silva.

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Luego de un par de días de operaciones, Anderson Silva vuelve a su casa. Jorge Guimaraes, su manager, comenta que el ex campeón está bien, pero “se encuentra triste y con mucho dolor”. Todo el mundo esperaba un alejamiento discreto y honorable: después de todo Anderson Silva ya tenía 39 años. Los blogueros especializados en artes marciales mixtas de todo el mundo lamentan la despedida abrupta del gran campeón. Pasan unos meses. En marzo del 2014, Silva sube a Instagram un video de él caminando despacio, con los pasos frágiles de paciente en rehabilitación. Varios luchadores de UFC saludan la noticia.

Silva sube un video golpeando un saco y luchando en el suelo. Su Instagram durante 2014 fue un registro diario de su recuperación.

Su regreso al octágono era una posibilidad remota, lejana. Sin embargo, un mes después, empieza a convertirse en una realidad: Silva sube un video golpeando un saco y luchando en el suelo. Su Instagram durante 2014 fue un registro diario de su recuperación. Cada semana del año subió un video que mostraba cómo iba evolucionando de su lesión. «Más fuerte, con más experiencia, más rápido… estoy volviendo», escribe en mayo, y muestra cómo levanta peso con las piernas. En septiembre lanza el primer capítulo de un reality sobre su vida, que lo muestra como un padre de familia cariñoso, que lleva a sus hijos a la escuela antes de ir a entrenar. Además, les anuncia a sus fanáticos que se preparen para una sorpresa. La noticia llega el 27 de octubre: Anderson Silva, con casi 40 años y recién recuperado de la lesión más grave de su carrera, firma un contrato con UFC por quince peleas. Si bien no se sabe en cuántas de estas podrá participar (parece más bien una movida para que Silva siga perteneciendo al universo de UFC una vez retirado) se anuncia la fecha de su regreso y su rival: sábado 31 de enero de 2015 contra Nick Diaz.

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Nick Díaz tiene 31 años y es, probablemente, el luchador más problemático de la historia de UFC. Famoso por sus peleas fuera del octágono, por amenazar a periodistas y por fumar marihuana, este californiano había anunciado su retiro en marzo del 2013, luego de sufrir dos derrotas consecutivas. Cuando se retiró, puso una condición para su regreso: una súper pelea. Parecía poco probable que lo consiguiera, pero la lesión de Silva y su posterior regreso hicieron que la UFC lo considerara un rival idóneo. Diaz es cinturón negro en jiujitsu brasileño, y su maestro fue Cesar Gracie, antiguo compañero de Anderson Silva. Camino a la que probablemente sea la pelea más importante de su vida, Nick Diaz actuó como siempre: en septiembre fue arrestado por manejar borracho, y en noviembre dijo que Anderson Silva “debe buscar alguien que le enseñe a dar golpes”. El campeón eligió no contestar, y continuar con su entrenamiento. El sábado regresa al octágono, y sabe que esta pelea definirá su vida: ni la UFC ni la gente toleran tres derrotas seguidas/////PACO