I

Esta es una historia de autosuperación. Pero como no involucra un cuerpo horripilante también debe quedar encuadrada en el casillero del sexismo. Por eso no la leyeron todavía en otro lado. ¿Es la corrección política finalmente un mecanismo de censura sobre la experiencia humana? Pregúntenlo en Google. Por ahora, la historia es la de Amanda Bisk. En 2011 le diagnosticaron fatiga crónica. Amanda acababa de representar a su país (Australia) en el salto con garrocha en los Delhi Commonwealth Games y el objetivo siguiente eran las Olimpiadas en Londres.

La fatiga crónica es un síndrome que en su peor forma involucra el degeneramiento de todo lo que se ocupa de hacer un esfuerzo biológico por vivir. En conclusión, la delicada Amanda Bisk, de 27 años, no iba a poder participar más en competencias de alto rendimiento. Pero Amanda Bisk —suspiren con preocupación, expiren con alivio— no se dio por vencida.

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La salvación de Amanda Bisk estaba en Oriente. O en la versión occidentalizada e inevitablemente licuada, hasta lograr la perfecta vacuidad espiritual, de Oriente en la forma del yoga. El yoga es muchísimas cosas pero en su forma más simple es una rutina de ejercicios físicos basados en el estiramiento muscular y el disciplinamiento cardiopulmonar. Para occidentalizar el asunto, Amanda Bisk sumó un elemento más: Instagram. El online mobile photo-sharing más exitoso del momento —más de 60 fotos subidas por segundo—, hoy bajo propiedad de Mark Zuckerberg. ¿La fealdad siempre quiere censurar y, por lo tanto, la belleza necesita carterizarse? Pregúntenlo en Facebook. En Instagram, Amanda Bisk descubrió que podía aprender yoga y motivación.

Entonces empezó a subir a Instagram sus fotos. El cuerpo debilitado empezó a fortalecerse, los síntomas de la fatiga crónica empezaron a disminuir. Amanda Bisk volvió del exilio en el país de los enfermos. Casi 100.000 personas empezaron a seguir sus imágenes. ¿Pero estas imágenes se corresponden con un proceso de sanación o son meras postales de belleza física y sensualidad femenina? Tal vez en lo más primitivo del cerebro una cosa sea inevitablemente representación de la otra.

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II
¿Quiénes siguen a Amanda Bisk en Instagram? ¿Y por qué lo hacen? La belleza no tiene consideración por la fealdad. No porque la belleza pueda sentirse ofendida por su absoluto opuesto y la ignore, sino porque la belleza ni siquiera percibe la existencia de la fealdad. La fealdad, en cambio… siempre se contamina como puede de belleza. La palabra clave es inspiración. Inspiración. De la clase que promueve el perfeccionamiento del cuerpo y la admiración de la belleza o la que se disuelve rápidamente entre masturbadores inspirados con un gusto especial por lo real. De todos modos, no importa. El novio de Amanda Bisk es uno de los más interesados en que Amanda Bisk comparta sus fotos en Instagram. Para compartir la experiencia.

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Amanda Bisk estirándose a orillas del mar. Amanda Bisk estirándose frente a las montañas. Amanda Bisk estirándose sobre un césped terráqueo. Amanda Bisk estirándose sobre un cielo astral. La clave, dice Amanda Biks, es la persistencia. Hoy los únicos que le disputan flexibilidad a Amanda Bisk en la web son los contorsionistas profesionales. Si es que son muchos los contorsionistas profesionales entre sus 100.000 seguidores en Instagram. La empresa Sport Le Moda —fabricante de los delicados trapitos que cubren a Amanda Bisk— sí la seguía y por eso decidió convertirse en su sponsor y a ella en su embajadora. Inspiración, persistencia y sponsoreo.

Con el éxito de su cuerpo en Instagram, Amanda Bisk transformó la fatiga crónica en la fundación de una comunidad global dedicada a la vida sana (BodySquad) y se mudó a la más conveniente ciudad de Paddington, en Australia. “Hay que ir paso por paso”, dice Amanda Bisk. “Aunque parezca que vas en caída y te saliste del camino, cada esfuerzo positivo va a edificarte”, dice Amanda Bisk. Bautizada Gurú de Instagram, hoy trabaja en lo que ella llama —suspiren con preocupación, expiren con alivio— una “pequeña granja de entrenamiento”////PACO

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