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«A mí no me gustan los actores»

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Marc Caellas (Barcelona, 1974) se define como director teatral, gestor de proyectos culturales y escritor. Basta una breve exploración de su trabajo para constatar qué significan verdaderamente esas categorías cuando cristalizan en una obra, en un proyecto o en libro. Carcelona (Melusina, 2011) podría leerse como una crónica más en Barcelona, si no fuera porque ha sido escrita por un barcelonés, cuya mirada coloca en acción una ácida paleta de cuestiones culturales y contemporáneas para asimilar lo real más allá de la mera constatación de su existencia. Adaptaciones teatrales como Entrevistas breves con escritores repulsivos (Buenos Aires, 2011) combinan una aproximación novedosa a la obra de un autor como el norteamericano David Foster Wallace, de la misma manera que la obra de Roberto Bolaño se transforma en “una mesa redonda convertida en un culebrón intelectual y sexual” en la obra Los críticos también lloran (Barcelona y Madrid, 2011).

I
Algunas veces me preguntan por qué no trabajo con actores profesionales. Nunca sé muy bien qué responder para justificarme así que el otro día me reí mucho con esta respuesta del cineasta Albert Serra a la misma pregunta. Dice Serra que “de la misma manera que hay muchas personas a las que no les gustan los curas, o hay mucha gente a la que no les gustan los militares, o los banqueros… a mí no me gustan los actores. Son la gente más estúpida de este mundo y me parece grotesco que se consideren a sí mismos un colectivo profesional. Es como si tocarte la lotería fuera una profesión… Para mí los actores no son nada más que materia, materia física, como el pigmento es la materia física del pintor. La prueba es que haces una fotografía a alguien y sin él hacer nada, resulta que es interesante, simplemente porque es fotogénico. Y otro queda fatal, pero tampoco ha hecho nada para quedar mal. Los actores son una estafa en toda regla y me sorprende que los gobiernos no hagan nada al respecto. Son la quintaesencia de los artista nocivos que Platón desterraba de la ciudad ideal. Para mí, en tanto que artista, son pura materia, como el bronce o el barro. Son como muñecos de trapo, con los que juegas».

II
Barcelona. Bogotá. Buenos Aires. Pareciera que soy adicto a las ciudades que empiezan por B. Me encantaría añadir Berlín a esa lista privilegiada pero el alemán es para mí una barrera infranqueable. Y sí, desde hace 10 años he ido tejiendo una red de complicidades que me parece que se ajusta a la idea de banda, tal como la formula Hakim Bey, o sea un modelo horizontal de relaciones, de afinidades, una respuesta al fracaso de la familia nuclear. La banda la forman amigos, ex-parejas y amantes, gente conocida en los trabajos, redes de afectos, etc. Con algunos integrantes de esta banda monto obras de teatro, con otros eventos literarios y con todos ellos bebo whisky Jameson o ron Aniversario, según los ánimos.

III
El mito más cierto que existe sobre los directores teatrales es que se creen más listos que el resto de mortales.

IV
No me creo el rollo de las grandes actrices, grandes damas del teatro sobreactuadas, intensas y apasionadas. Si pudiera conocerlas, si me las presentaran, tal vez me gustaría trabajar en un proyecto escénico con Kate Moss o con Rebeca Linares. Creo que están desaprovechadas como modelo y como actriz porno, respectivamente.