Género


#8M a través del cristal

 

Esta es una línea de tiempo con distintos eventos que orbitan alrededor del #8M. El contorno de cada uno de estos eventos le da forma a una pregunta. Esa pregunta permanece irresuelta e implica no solo una interrogación sobre el significado pleno de las muchas y distintas reivindicaciones del #8M sino también una pregunta sobre la figura de “mujer” que estas preguntas diseñan.

1. Los meñiques en alto de la CGT. A modo de reflexión sobre el Encuentro Nacional de Mujeres del 8, 9 y 10 de octubre del pasado año, Luciana Peker escribió en Las 12 una nota titulada “La CGT toma el té, las mujeres las calles”. Hay en el texto al menos dos ítems sobre los que la periodista trabaja y sobre los que vale la pena echar luz. En primer lugar, alega que la decisión de los grandes medios de no cubrir el encuentro anual realizado en Rosario no fue más que la demostración de su intención de minimizar o pormenorizar “el efecto político del mayor hecho político de Argentina”. Por otro lado, Peker ironiza sobre la flaccidez de carácter de los gordos de la CGT ante la necesidad imperiosa de hacer un paro en rechazo a la crecida alarmante en los números de desocupación y la precarización laboral. “Son las mujeres las que no se detienen ante nada, ni nadie. Las tacitas de té se las dejamos a las reinas o a los sindicalistas de sillón”. Este retrato de comedia victoriana sintetiza el cuadro de situación de género en la actualidad: hombres emasculados —en relaciones carnales con el macrismo— y mujeres empoderadas a través de la lente de los operadores políticos que son los medios.

Peker ironiza sobre la flaccidez de carácter de los gordos de la CGT ante la necesidad imperiosa de hacer un paro.

2. El femicidio de Lucía. Mientras en Rosario se realizaba el ENM, en Mar del Plata tres hombres violaban y empalaban hasta matar a Lucía Perez. Los datos que se daban a conocer a raíz de la investigación eran atroces y el estupor mediático se hizo total. Como respuesta reflejo a este acto brutal, el colectivo Ni Una Menos junto a otras organizaciones convocaron a un paro de mujeres para el miércoles 19 de octubre. Se la presentó como una iniciativa inédita en el país y se llamó al cese de actividades de 13 a 14 hs, a un ruidazo, a vestir de negro y a la movilización múltiple, masiva y federal para tomar el espacio público. Muy en contraste a la falta de cobertura al ENM al que Peker hacía alusión días antes, esta vez los medios de comunicación se explayaron sobre el asunto de modo superlativo y la visibilización fue absoluta. “Masiva marcha desde el Obelisco hasta Plaza de Mayo por #NiUnaMenos” tituló el portal de Clarín el mismo miércoles. El de La Nación: “Ni una menos: miles de mujeres marcharon contra los femicidios”, el de Página 12: “Contra los femicidios y la violencia machista”. El de La voz del Interior: “Córdoba, al grito de #NiUnaMenos”; el de Los Andes: “#NiUnaMenos: en paz, 7 mil mendocinas marcharon y se sumaron al #MiercolesNegro”. Entonces, ¿cuál se define, de acuerdo a los medios, como el “hecho político” de mayor relevancia nacional? ¿Cuál es la tendencia informativa y qué motivaciones tiene? Ante la aberrante posibilidad de que exista un provecho mediático ⏤es decir, de consumo⏤ detrás de los femicidios surge otra pregunta inevitable: ¿se “hace política” con ellos o se los utiliza justamente para no hacerla?

Detrás de los femicidios surge otra pregunta inevitable: ¿se “hace política” con ellos o se los utiliza justamente para no hacerla?

3. Señora Derrota. El 8 de noviembre Hillary Clinton perdió las elecciones presidenciales contra Donald Trump. En un contexto cultural devenido “inclusivo” tras ocho años de democracia obamista y sembrado ideal para hacer una marca profunda en la historia de Occidente, la primera candidata mujer a ocupar la Casa Blanca no pudo capitalizar esa oportunidad en las urnas, incluso ⏤y especialmente⏤ estando ante un oponente misógino, racista y homófobo. Los comienzos de la campaña, los debates, los discursos y la propia elección, estuvieron signados por los condimentos lógicos de un feminismo expectante y es por eso que la derrota fue leída en la misma clave. El binomio “mujeres contra hombres” decantó de manera sorpresiva y, ante la perplejidad, la gran porción del periodismo de razonamiento lineal decidió convertir el resultado en un asunto de género, es decir, en una derrota al feminismo. A pesar del apoyo bien pensante de los polos azules de Estados Unidos, Hillary no pudo ser la heroína que rompe “el techo de cristal” y las mujeres ⏤a quienes se le adjudicaba la capacidad de llevar a la demócrata a la banca más codiciada del mundo⏤ no pudieron dar su batacazo. Entonces, ¿cómo votó el electorado femenino estadounidense? Mientras que las negras, las hispánicas y de otras etnias votaron mayoritariamente a Clinton, fueron las blancas las que inclinaron la balanza hacia el lado republicano. Más de 29 millones de mujeres ⏤entre las cuales también hay feministas, por supuesto⏤ votaron en pos de un conjunto de intereses alejado del territorio de la sororidad sobre el que insiste el feminismo mainstream. El sueño de una potencia de Occidente en manos de una mujer quedó postergado.

¿Por qué las redes sociales funcionan como prótesis de la justicia? El contexto para que esto ocurra se da, a grosso modo, gracias a dos factores: fatiga judicial y «reputación» digital.

4. Silencios de cristal. El 20 de noviembre pasado el asunto de la violencia de género fue otra vez puesto en agenda a raíz de un texto titulado Colombia. En la crónica, publicada en La Nación, la guionista Carolina Aguirre relata los hechos de violencia a los que fue sometida en manos de su ex pareja y comparte los reproches, las preguntas y las dudas que la fueron asaltando en su proceso de recuperación. A pesar de haber mantenido tácita la identidad del agresor, el micro mundo de Twitter Argentina le puso nombre y apellido al personaje masculino de la historia hasta que el propio Mariano Feuer ⏤director creativo de Es Viral y, hasta ese momento, activista feminista allegado a la causa Ni Una Menos⏤ se hizo cargo de la acusación no como victimario sino como víctima de una “caza de brujas”. A raíz de este revuelo fueron varias las mujeres que callaron y otras tantas las que se animaron a hablar, algunas por primera vez y otras a las que en el pasado se las había desacreditado (posiblemente por carecer de “espalda mediática”). Esto condujo a la discusión inevitable: ¿por qué las redes sociales funcionan como prótesis de la justicia? El contexto para que esto ocurra se da, a grosso modo, gracias a dos factores: a una justicia argentina fatigada, negligente y sin estructura para contener las problemáticas de género y a una sociedad que crea a través de internet personas, personalidades y personajes de reputación. Conserva cierta lógica que se desestime la ineficiencia e ineficacia de las instituciones ⏤por ejemplificar, sólo el 3% de los femicidas son condenados⏤ y se apele al poder constructivo y destructivo que otorgan las mismas redes, situación que trae aparejada un nuevo tipo de preocupaciones.

Se diseñó una plataforma online de libre acceso en la que las mujeres podían contestar unas 186 preguntas sobre diversas formas de violencia.

5. Violencia machista. Apenas cinco días después, en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el colectivo Ni Una Menos dió a conocer el “Primer Índice Nacional de Violencia Machista”. Con la intención de relevar números sólidos y dimensionar la problemática de la violencia de género, imprescindibles para esbozar políticas públicas y estrategias que la mitiguen o erradiquen, se diseñó una plataforma online de libre acceso en la que las mujeres podían contestar unas 186 preguntas sobre diversas formas de violencia. La investigación condensó las respuestas de una población de casi 60 mil mujeres y los resultados fueron presentados en la Facultad de Derecho de la UBA por la decana Mónica Pinto, Diana Maffía (Directora del Observatorio de Género en la Justicia del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires) y Dora Barrancos (Directora del área de Ciencias Sociales del CONICET). El marco académico que se eligió para comunicar los índices desestimó los inconvenientes técnicos de la encuesta, que van desde los sesgos del muestreo y el interés previo en el tema hasta la imposibilidad de constatar el género de quienes en efecto respondieron. Este asunto puede estudiarse en detalle en “Una oportunidad malgastada”, un informe exhaustivo que la bioeticista Malena Rey escribió para El Bastión Digital, donde valoriza las intenciones y se pregunta sobre la validez técnica del proyecto. Ahora bien, si acordamos que la información es imprescindible para avanzar, ¿con qué expectativas se dan números imprecisos en el marco de una campaña de concientización? ¿Cuál es la matemática detrás de la toma de estas decisiones?

6. Alegría. En diciembre de 2016 Mauricio Macri cumplió un año en la presidencia. Tarifazos en los servicios de luz, agua, gas y en el transporte público. Disminución del consumo. Estanflación. Caída del PBI. 70 mil empleados del sector público y 162 mil del ámbito privado despedidos. Más toma de deuda. Más pobres. Recorte de presupuesto en áreas de Derechos Humanos y Ciencia y Técnica, subejecución presupuestaria en Salud y reducción abrupta de personal en el Programa de Salud Sexual y Reproductiva. Inmersos en un hervidero de políticas económicas neoliberales, ¿se pueden esperar avances en materia de género por parte del Estado? ¿Hay un correlato entre las medidas despiadadas tomadas el primer año de gobierno y el apoyo explícito del presidente Mauricio Macri a Ni Una Menos? Al cielo de la recesión, slogans motivacionales, brotes y demagogia. La crisis no discrimina: es para todos y todas.

¿Hay un correlato entre las medidas despiadadas tomadas el primer año de gobierno y el apoyo explícito del presidente Mauricio Macri a Ni Una Menos?

7. Sexismo y después. El 2017 comenzó con una controversia que se viene repitiendo los últimos años de manera sistemática en diferentes ciudades del país. Esta vez, diversos grupos feministas marplatenses emitieron una petición para que no se lleve a cabo el tradicional certamen de elección de la Reina Nacional del Mar, bajo el pretexto de que es “sexista y misógino” y que promueve modelos de belleza “hegemónicos” que “cosifican” a las mujeres. Natalia Comuzzi, hoy ex reina embajadora turística de la ciudad, contestó a las acusaciones con solvencia, adjudicando demostraciones de “violencia de género” a las propias mujeres, por creerse con capacidad y derecho de clasificar a otra por sus elecciones personales. Si bien la intención es erradicar de base este tipo de atracciones populares, el evento se llevó a cabo atendiendo a las modificaciones de los últimos años que, por ejemplo, llevaron a eliminar la pasada en traje de baño de las participantes. El sector privado también lee los cambios en el paradigma de género y se adapta a las exigencias de los nuevos mercados más pegados a la corrección, como es el caso de la marca de indumentaria surfer y deportiva Reef que suspendió su clásico Miss Cola Reef, realizado desde el año 1993. Esta avanzada sobre la belleza —una tradición feminista que apela a las excusas proteccionistas de siempre— pretende la embestida de una serie de ideales de un sector de mujeres sobre los de otro, donde la censura y la abolición son consideradas herramientas legítimas para (intentar) modificar la realidad sociocultural. La coexistencia orgánica de agrupaciones con intereses que se repelen entre sí dan cuenta de las fisuras de un movimiento que, en plena ebullición, se debilita y se fortalece en movimientos de sístole y diástole a merced de sus incontables versiones o “modos” de aproximación a la causa. Y si es cierto que hay tantos feminismos como mujeres, entonces hay un desplazamiento hacia el orden de lo moral, donde se atrofia la posibilidad de articulación política.

8. Todxs contra Trump. Entre la indignación y el reproche ante un presidente electo que no las representa, se convocó de forma masiva al “Women’s March” en la ciudad de Washington. Por eso el 21 de enero Estados Unidos marchó en repudio homogéneo al enemigo: Donald Trump y a ese 53% del electorado femenino que votó en su favor. Este cuadro alumbra otra de las fracturas más radicalizadas del cuadro de género a nivel global. ¿Es hoy el feminismo el mayor movimiento que va en contra del sistema de opresión o es aquel que exige igualdad de oportunidades de acceso a él? ¿Es el de las mujeres que detentan posiciones de poder dentro de la máquina del capital de la que ya son engranajes vitales? Y si acaso es un tire y afloje permanente entre todos los frentes, ¿cuál es el modelo hegemónico? Las pancartas y los gorros rosas del feminismo mainstream —el de las notas de Slate, el de Lena Dunham, el de Beyoncé, Emma Watson, Meryl Streep y el de los premios Oscars— no le son fiel al leitmotiv subcutáneo de la mayoría democrática de los norteamericanos.

Si es cierto que hay tantos feminismos como mujeres, entonces hay un desplazamiento hacia el orden de lo moral, donde se atrofia la posibilidad de articulación política.

9. Las tetas en la calle. Tres chicas hicieron topless en las playas de Necochea y fueron instadas por más efectivos policiales a cubrirse o abandonar el lugar. En respuesta, diversas organizaciones feministas convocaron a un tetazo en diversos puntos del país como Rosario, Córdoba, la Costa Atlántica y Buenos Aires. El reclamo sobre “la soberanía de los cuerpos” se hizo muy visible, fueron muchos los medios cubrieron la manifestación casi con ironía y muchos los hombres que se apersonaron en las concentraciones con el mismo descaro machista que se intenta reeducar. Pocos días antes, la empresa Textil Neuquén S.R.L. ubicada en el Parque Industrial neuquino había sido vaciada en secreto por sus dueños Diego y Hernán Huerta, dejando a 36 jefas de hogar sin trabajo y sin indemnización. Pese al abandono mediático, la poca o prácticamente nula cobertura, hoy las trabajadoras textiles resisten unidas y organizadas en la fábrica. Sobre las prioridades de los medios ya nos hemos interrogado, pero ¿las tiene también el feminismo? Si es cierto que no hay luchas más importantes o urgentes que otras, ¿por qué el tetazo le impuso su estruendo al problema de las compañeras de Neuquén? ¿Por qué sobre este asunto el feminismo no se mostró solidario ni visibilizador ni siquiera en las redes sociales? Por esos días a la CGT no le quedaba otro camino que hacerse cargo de las presiones de los trabajadores de los diferentes sectores y anunciaba la movilización para el día 7 de marzo. La elección de la fecha fue considerada machista por un sector del feminismo porque opacaba la convocatoria internacional de las mujeres.

10. La transversalidad no implica la universalidad. En rechazo a la tramitación de la ley que preveía prohibir el aborto e imponer penas de cárcel a quienes lo practicaran ⏤avalada por Ley y Justicia, el partido nacionalista conservador que gobierna el país desde el 2015⏤, las mujeres de Polonia se manifestaron en el mes de octubre en la jornada llamada #LunesNegro. La magnitud de la movilización demostró ser eficiente y efectiva en tanto el mensaje y el interlocutor fueron unívocos: que el Estado frene la revisión de la ley. Este suceso extraordinario inspiró a mancomunar decenas de países en redes internacionales y se fijó el 8 de marzo como fecha para realizar un Paro Internacional de Mujeres.

Ahora bien, ¿es posible la postulación paro de mujeres donde el cese remite a la calidad de mujer? En otras palabras, ¿se puede “parar” de serlo?

Naturalmente la figura del paro es atractiva en tanto es la herramienta legítima y constitucional de los trabajadores para, mediante el cese de actividades, negociar sus intereses y defender sus derechos laborales. La historia demuestra su eficacia y ratifica año a año su vigencia, y los sindicatos, los gremios y las centrales de trabajadores son la prueba cabal de su funcionamiento en tanto respondan al trabajador. Por eso, cuando el Estado ofrece a los docentes en las instancias paritarias un porcentaje de aumento menor al de la inflación anual, el gremio docente se llama al paro. Es decir, los docentes (de la jurisdicción que corresponda) suspenden su actividad. Ahora bien, ¿es posible la postulación paro de mujeres donde el cese remite a la calidad de mujer? En otras palabras, ¿se puede “parar” de ser mujer? No valdría la pena detenerse en esto si no hubiera, desde la génesis misma de la movilización local, una insistencia contradictoria sobre este tecnicismo: trasvasar los límites gremiales apropiándose de su lenguaje. Esta “resignificación” de la huelga incorpora a trabajadoras cooperativistas, informales y domésticas, estén remuneradas o no. Pero, al mismo tiempo ⏤quizás por las dimensiones galácticas de gestión⏤, desestima la relevancia del apoyo síndico-gremial para que la puesta en práctica del paro sea viable para una gran parcela de trabajadoras. Por eso también se llama a manifestarse “como cada una pueda”, con paros activos, ruidazos, tuitazos, asambleas e incluso con indumentaria de un color. A pesar de la transversalidad y transculturalidad, el paro de mujeres busca homogeneizar una serie de reclamos tan justos como heterogéneos que incluso, en muchos casos, se posicionan de manera opuesta entre sí. Se manifiesta por la legalización del aborto, por la paridad salarial y el cupo femenino, contra la violencia de género, por libertad para Higui y Milagro Sala, contra la trata, por el reconocimiento de los derechos de las trabajadoras sexuales ⏤quienes, tras batallar contra las abolicionistas, lograron ser incluidas por primera vez en el manifiesto de la movilización⏤, por las trans, contra los recortes presupuestarios, contra el machismo y la discriminación, la violencia obstétrica y policial, por los femicidios ⏤que, pese a la visibilización de los últimos años, aumentaron de manera llamativa su frecuencia y brutalidad⏤, por un mundo más justo. Ahora bien, ¿quiénes son los receptores de estos reclamos de orden laboral, social, político y cultural? ¿El Estado? ¿Los sectores privados? ¿Los hombres? ¿Las propias mujeres? ¿La sociedad? ¿Todos a la vez? Pese a sus implicaciones y dificultades —y frente a la tentación de caer en la trampa de la pospolítica— sólo un mundo estrábico se animaría a ignorar la magnitud del movimiento de mujeres, que ya no se articula sólo de modo localizado. Lo hace a través de redes internacionales capaces de orquestar un grito en canon con una fuerza sin precedentes, en la que cada país idea sus propias manifestaciones. Hoy muchas mujeres paran, marchan, se movilizan y se manifiestan detrás de una consigna, de todas o de un puñado de ellas. Otras mujeres no: irán a la oficina, abrirán sus consultorios, cocinarán para sus hijos, ficharán en la fábrica como todos los días, sin que eso signifique necesariamente que carezcan de conciencia de género. Y ahí yace otro de los grandes desafíos feministas: en la desmonopolización del sentido y en el respeto de la diferencia que garantiza la vitalidad para la construcción de un movimiento íntegro, sin violencia y sin actos de extorsión moral sobre las suyas. Sí, por supuesto, vivas nos queremos, políticas también//////PACO