Por Tomás Astelarra
Cuando llegue por primera vez a Bolivia me costaba mucho esa cuestión de que todas las mamitas me dijeran «gringo», sobre todo a mi que venia de una militancia anticonsumo, antiimperialismo, tratando de sacudirme el rock en ingles y meterme en el folklore latinoamericano, y sobre todo viendo el desprecio con que los que para mi eran los gringos es decir de Estados Unidos y Europa trataban a las mamitas y papachos, una arrogancia muy bruta, que viene de las guías de turismo y los manuales escolares donde dicen que los bolivianos son sucios, tramposos, cagadores, narcos y corruptos. Y si uno bucea sabe que el 85% de la cocaína la consumen los Estados Unidos y Europa que son el 15% de la población, y que la mayor parte de la corrupción de los gobiernos sudamericanos va a las arcas de multinacionales de allá y ese tipo de cosas que a medida que uno va caminando entra en contacto con diversas gentes y comunidades y realidades políticas que te das cuenta que los terroristas, los narcos, los ignorantes que están destruyendo el planeta son ellos. Pero después vas a la mesas de cualquier familia clase media argentina y te dicen: “En Europa es todo mas ordenado, en Europa funcionan los trenes, esto en Europa no pasaría…” etc. Y uno mas allá de su inquietud crece con eso, y llega a Bolivia y todo es un caos, pero después entendés ese caos y ves gente muy digna, muy generosa, muy culta y sabia al punto que no necesitan hospitales públicos porque saben como curarse, y no necesitan bancos porque tienen sistemas comunitarios de crédito, y muchas otras cuestiones que los hacen autosuficientes y por ende enormemente ricos. Mucho más rico que un chileno que tiene un empleo fijo de miles de horas que apenas le alcanza pa pagar el alquiler y su tarjeta de crédito y que le preguntas la hora en la calle con barba y no te responden o no se interesan por tu arte o artesanía porque esta en la calle. En cambio vas a un mercado de gente pobre en Bolivia y los tipos que son terribles folkloristas se interesan por los barbudos que tocan canciones de Pappo o chacareas mal tocadas. Situaciones del viaje que te hacen tomar distancia de una educación y una sociedad como la nuestra que es bastante gringa y consumista gracias a la generación del 80 que mirando a Europa en pos de un supuesto granero del mundo arrasó con toda nuestra ancestralidad y cultura, nuestra verdadera riqueza
Una vez hace cosa de 10 años fui a entrevistar al Culebrón Timbal en ese momento una agrupación de murga, rock, comi y teatro que venia de recorrer Sudamérica en un bondi de una linea de Moreno. Empezaron a tirar frases de un tal Principe Patagón y Oreste o comparar chicas con la bella Sonia. Como a las diez minutos no aguanté más y les confesé que no sabía de que estaban hablando, y nunca había leído a esos filósofos griegos o visto a esa modelo en la televisión. Los locos se asombraron y me preguntaron «¿No leíste Mascaró de Haroldo Conti? Entonces no creo que entiendas lo que hacemos, pero igual si querés seguimos la nota». Yo obediente, compré el libro, lo leí y volví varias veces, al centro cultural que regenteaban en la calle Niceto Vega, a otro que tomaron en Flores, a un corte de ruta en Isidro Casanova y otras situaciones que me abrieron la cabeza y que supongo que sumadas a la lectura de Mascaró me llevaron a renunciar a mi laburo en un diario de economía y salir a viajar con mi mochila y mi guitarra y bueno transformare de una manera increíble. Yo uso una cita casi fundacional de Conti en mis Andanzasenabarcas, un dialogo entre Oreste y el Principe Patagón sobre lo difícil que parece para muchos salir a recorrer el mundo, lo fácil y casi mágico que es, y lo difícil que es volver a la vida normal, o dejar de viajar, una especie de mito del héroe cachivache. Mascaró es para mi una de las mejores novelas que he leído, una alquimia perfecta entre viaje, arte, política, amor y belleza que son las cosas que más me gustan. Y te juro que cuando abría el libro en medio del viaje era como un I Ching, que al final también es pura sincronicidad, metafísica junguiana, a veces también uso de oráculo el libro Antiguos Cantos de la Tierra de Xuan Pablo Gonzalez, y se de algunos que usan de oráculo el Andanzasenabarcas o que se fueron de viaje gracias a leer mi libro o ir a algún show de la Domingo Quispe Ensamble. Todo es circularidad.///PACO