A comienzos de los setentas Gene Simmons y Paul Stanley se conocieron en Nueva York y tras un intento fallido de alcanzar el éxito con su primera banda, Wicked Lester, e inspirados por la teatralidad de Alice Cooper, fundaron un nuevo grupo llamado KISS, en una época en la que el rock aún luchaba por encontrar un lugar significativo en la sociedad y en la radio americana.
La astronómica popularidad alcanzada por su nuevo proyecto fue sin lugar a dudas adjudicable no solo a sus virtudes sonoras sino más bien a su espectacular puesta en escena que incluía pirotecnia, ocasionales llamaradas, guitarras con humo, la interpretación de un personaje por parte de cada uno de los músicos y, ciertamente, mucho maquillaje. Cuatro décadas más tarde, Simmons figuraría en los titulares de prensa alrededor del mundo por decretar el acta de defunción del rock. Su diagnóstico indica que el género no ha muerto de vejez: lo hemos matado nosotros (el público que ya no compra discos), internet y la piratería.
“Rock is deader than dead,
Shock is all in your head,
Your sex and your dope is all that we’re fed,
So fuck all your protests and put them to bed.
God is in the TV.”
Fragmento de Rock Is Dead, Marilyn Manson. Mechanical Animals (Interscope, 1998)
Ya sea en las palabras de un veterano pionero del hard rock como Simmons o en las casi nietzcheanas letras de las canciones de un rey de lo bizarre de una generación posterior como Marilyn Manson, la muerte del rock más que una afirmación se presenta como un lugar común y una discusión recurrente, tal vez inevitable. Casi al tiempo que salían a la luz las obituarias declaraciones de Simmons en su entrevista para Esquire, un trío de J-Pop/Heavy Metal (sí, eso mismo) conformado por chicas de entre los 13 y 16 años, conocido como BABYMETAL, acababa de dar su primer recital en suelo estadounidense con personalidades entre su público como Lady Gaga.
La historia detrás de BABYMETAL, al igual que su música, puede sonar tan extraña a los oídos del público occidental como tantos otros aspectos de la sociedad japonesa. A manera de resumen: el proyecto es gestado desde 2010 en Tokyo como un sub-grupo de Sakura Gakuin, una especie de grupo de ídolos pop pre-adolescentes (sus miembros deben abandonar el proyecto una vez culminados sus estudios de secundaria, alrededor de los 16 años). No obstante, debido al éxito que tuvo a nivel local BABYMETAL y su posible proyección internacional a Suzuka Nakamoto, ahora conocida como SU-METAL (cada una de las chicas desarrolla un personaje), le fue permitido continuar dentro del grupo pese a haber ya alcanzado el límite de edad y haberse recibido del secundario en 2013.
Para quienes hemos de alguna manera seguido de cerca la historia del metal parecería a primera vista que, como suele suceder con otros derivados del rock and roll, queda poco lugar para la innovación, o en otras palabras, ya todo se ha hecho. Heavy metal, trash metal, death metal, black metal, gothic metal, christian metal, metal core, nü-metal… y así hasta que ya hemos visto desfilar por sus escenarios desde sus más satánicos y brutales exponentes hasta un irreconocible Cristian Castro. Contra todo pronóstico, sin embargo, al ver por los menos durante unos segundos cualquier video de BABYMETAL sobrevienen con facilidad la incredulidad y el desconcierto.
Una mezcla entre lo Kawaii (lindo o adorable en japonés) y lo bestial de la variedad más pesada que el rock ha engendrado parece ilógica e improbable bajo nuestra óptica occidental pero no resulta nada difícil de surgir en un país como Japón en el que el ex guitarrista de Megadeth, Marty Friedman ha sido desde hace ya casi una década anfitrión de sus propios programas en televisión abierta Rock Fujiyama y Jukebox English con los que un amplio público, entre ellos el infantil, aprende vocabulario, letras de canciones y a vivir la cultura del rock pesado, a su manera, por supuesto.
Al margen de toda burla que pueda generar a primera vista el contraste de chicas en tutús bailando coquetas coreografías mientras suenan de fondo riffs infernales, en lugar de ello, visto a las luces de lo agotadas que se encuentran las fórmulas de los subgéneros en la producción de “rock pesado”, BABYMETAL puede resultar un suceso musical que bien valdría la pena considerar como renovador o al menos oxigenador. Aunque, como era previsible, gran parte de los fieros seguidores del true metal no quieran saber nada al respecto y puedan interpretarlo como un signo de inequívoco de decadencia, un argumento más para adherir a Simmons en eso de que hemos, de manera certera e infame, matado todo un género.
Nos encontremos de un lado o del otro en estas discusiones, sería en todo caso un acto de cinismo o de falsedad negar que canciones de Iron Maiden, Judas Priest e incluso KISS tuvieron un encanto y enganche pop que los hizo trascender y ocupar el trono desde el cual juzgan con desdén a los nuevos exponentes. En todo caso, también nos encontramos con personajes como Jeff Walker, vocalista y líder de los legendarios Carcass que expresa públicamente disfrutar de la música de BABYMETAL e inclusive invita a los “puristas” a ser menos reaccionarios y a tomarse a sí mismos un poco menos en serio, adoptando un enfoque más abierto y menos apocalíptico respecto del presente y el futuro de la música a la cual se ha dedicado por décadas.
Volviendo a lo de Simmons, puede ser que blasfeme al apuntar esto pero considerando su marcado antecedente de predilección por los vestuarios uniformados, el maquillaje, las coreografías y un show por fuera de habitual, ¿no suena BABYMETAL a un proyecto por el cual Simmons tal vez hubiese apostado como mentor o patrocinador? Si fue uno de los primeros en enseñarnos que a veces lo kitsch también rockea//////PACO