Todas las ideas están equivocadas
El único ganador del debate intelectual (no filosófico) del año fue el sonido con efectos y en doble pista (el que supieron usar Lennon o Charly García para darle más cuerpo a sus voces) del Sony Center de Toronto.
Como no se podían pegar entre ellos, Jordan Peterson abrió dándole duro y parejo a la momia naif, fracasada, recontra muerta y, sin embargo, estúpidamente zombi del Manifiesto Comunista. Destacó la bizarra ocurrencia de que algo bueno pudiese ocurrir a partir del fonema dictadura del proletariado y de poner a los menos preparados, las masas brutas, a cargo de lo que no tenían ni idea —gobernar el mayor territorio del planeta— y que fuesen, vía realismo mágico, moralmente superiores a la burguesía que reemplazaron a palazos. Ponderó al capitalismo como lo mejorcito en una paleta de sistemas feos y como una forma que genera desigualdad pero riqueza (wealth), mientras que el experimento marxista —el desgraciado acontecimiento de Badiou, el último filósofo maoísta—, cada vez que ocurre, solo genera desigualdad.
Žižek se mostró menos marxista que nunca, llegando a formular una pregunta no retórica, «¿Dónde están los marxistas?», cuya respuesta razonable hubiese sido «Ahí pibe, en la punta de tu tenedor». The enjoyable persona Žižek se vio en la necesidad de definirse más bien como alguien que retoma a Hegel desde Marx, el alemán verdaderamente picante en esta historia, y de contar los mejores chistes.
A falta de un verdadero clash en la arena política, Peterson, el orador menos carismático de la historia, pasó a aburrir con cierta moralina acerca de la felicidad (llegó a poner las cosas en términos del bien y el mal, wow), el otro tema original del debate, por lo que Žižek no tuvo ningún problema en pasarle el trapo, al menos desde el punto de vista del stand up, con pesimismo, afanos del psicoanálisis a discreción, un gran chiste esloveno y erres de villano de James Bond.
Quedan con mención honorable y medalla los siguientes fantasmas: 1) la heterodoxa China, el último milagro económico que combina totalitarismo, panóptico, represión maquinizada y burocracia de vieja escuela con competencia y libre mercado. 2) la isla de basura del tamaño de Texas en el Pacífico, la extinción de las especies, el calentamiento global, es decir, la posibilidad muy concreta de que todo se termine mal y pronto, bien correlacionada con el consumo histérico de la ideología «neoliberal». 3) el pisoteo de los elefantes de datos; tanto Z como P reconocieron, en varios puntos de la charla, no tener mucha idea de cómo leer el presente, mucho menos de cómo anticipar catástrofes futuras. ///PACO