1. En 1994, mi amigo Luis y yo teníamos doce años. Terminábamos la primaria y pasábamos a primer año. Nos habíamos conocido en la escuela; íbamos a grados diferentes pero en la nueva etapa nos tocó juntos y profundizamos el vínculo. Pero en realidad, no nos hicimos amigos en la escuela sino en la calle: ya desde chiquitos nos gustaba andar por las plazas, los videojuegos y los pools del barrio. En esa ansiedad absurda por vivir cosas que con el tiempo hubieran llegado de todos modos, inexorables, y con seguridad de forma más armoniosa, Luis y yo nos prendíamos nuestros primeros Marloboro 10, mirábamos de primera mano pasar los porros por delante nuestro, tomábamos vino blanco de cartón con jugo Tang de naranja a las cuatro de la tarde hasta la descompostura, íbamos a la salida de algunos bailes a agarrarnos a piñas con banditas enemigas, robábamos packs de latas de gaseosa de los camiones de coca cola, nos trepábamos a los camiones de Manliba para hacer dos cuadras sin caminar, etc. Como no podía ser de otra manera, en poco tiempo fuimos conociendo y trabando amistad con todo el malandraje de la zona. Todos pibes más grandes que nosotros.
2. En esa precisa y maravillosa etapa donde todo lo marginal, tribal, e ilegal me fascinaba y me convocaba sin límite, llegó a mi vida la música de 2 minutos.
3. Una tarde, el hermano de Luis, que tendría unos 18 años, nos hizo escuchar un disco que se llamaba Mentes Abiertas, un compilado de hardcore editado en 1991, que incluía canciones de bandas como NDI (no demuestra interés- buen nombre-), EDO (existencia de odio), y 2 minutos, entre otras. Había dos temas por banda. Los temas de 2 minutos en el compilado eran Arrebato y Ya no sos igual. Pero lo que a mi me atrajo zarpadamente la atención de Mentes Abiertas fueron los temas de 2 minutos.
4. Por algún inocente y prematuro nacionalismo cultural, en aquella época yo escuchaba música en español, argentina, básicamente. Venía de una primaria bastante maraca en cuanto a lo musical: Sui Generis, Fito con El amor después del amor, algún casette de Almendra que le rescaté a mi viejo, el disco de Tango Feroz, todo mezclado con los 40 principales, que era lo que en general escuchaban todos mis amigos.
5. Digresión: creo que lo que más me interesaba en esa búsqueda callejera era el lenguaje. Recuerdo con nitidez la sensación placentera de aprender palabras nuevas que me iban abriendo mundos con su sola enunciación.
6. El disco Valentín Alsina, editado en 1994, vendió mas de 50 mil copias, y 2 minutos fue elegida por el SI como la banda revelación de ese año. En los años siguientes se harían mundialmente conocidos teloneando a Motorhead en Vélez ante 45 mil monos y a los Ramones en River.
7. El disco es una joya, una obra maestra de bote a bote; no tiene desperdicio. Con temas que no superan los tres minutos en ningún caso, el recorrido de las canciones es una montaña rusa de emociones violentas:
Valentín Alsina: le da nombre al disco y propone una afirmación identitaria marcada sin eufemismos por el barrio de pertenencia, y por la condición de clase obrera de sus habitantes. También hay referencias al tango y a los ebrios.
Canción de amor: es un himno a la cerveza. Hay también referencias a la ginebra y al gancia. Su melodía y el truco de que el tema parece dedicado a una mujer pero finalmente es hacia la cerveza hacen de esta canción un momento muy simpático del rock nacional.
Qué mala suerte: gran tema basado en una anécdota común con la que puede identificarse cualquier pibe de barrio. Una mala noche que pintaba bien pero termina en una comisaría y sin coger. Palabras clave: escabio, roscazo, seccional, deliró.
Novedades: letra social y de protesta. Ya en 1994, 2 minutos, sin ninguna pose psicobolche mongoloide, denunciaba la política antiobrera y antinacional del gobierno menemista, y el tratamiento cómplice de los medios de comunicación masivos.
Odio laburar: su título lo dice todo.
Amor suicida: la banda toca nuevamente, en esta memorable canción, un tema muy sensible a la memoria obrera y popular de la nación. En una anécdota que sucede en una plaza, una chica que perdió a su novio en Malvinas toma coraje con ginebra bols y decide suicidarse.
Vos no confiaste: pinta con creatividad y descanso la historia tantas veces repetida del joven argentino que ante una crisis en el país no se queda a aguantar los trapos y decide huir a lavar pisos en Europa.
Barricada: un himno súper violento contra la yuta.
Otra mujer: gran tema que habla sobre un desamor urbano.
Caramelo de limón: agradable versión de un tema de Ricky Maravilla que en su sencillez nos enseña lo inconmensurable que es el amor.
Demasiado tarde (la marcha): anécdota apológica de la amistad, la cerveza y el odio a la yuta. Denuncia de las legendarias razzias contra los pibes en las esquinas. Palabras clave: descarte, tubos.
Pelea callejera: entramos en los tres mejores temas del disco. Esta es una canción que nunca será igualada por su contundencia y por la descripción perfecta de una situación social que se verifica día a día en nuestra ciudad y sus alrededores. Palabras clave: boqueó, “una 22”.
Arrebato: para mí el mejor tema del disco. Tiene partes indestructibles como “no vayas muy confiado por la calle/ porque de repente, puede pintar/ un arrebato en la noche/ un arrebato en la ciudad”.
Ya no sos igual: una verdadera obra maestra. Un tema que va de menor a mayor en su música y que te envuelve desde el primer al último acorde. Un auténtico hit, sin fisuras. Narra la historia de traición de un amigo que deja a su banda y a su barrio y se hace policía. Palabra clave: “una 9”.
Creo que el disco podría resumirse en el final de este tema cuando se modifica la estrofa y en cambio de repetir “por las noches patrulla la ciudad”, dice: “él sabe, muy bien, que una bala/ en la noche en la calle, espera por él”.///PACO