religión


Un Tinder judío de alta efectividad

////

Cualquiera que tenga un conocido de la religión judía sabe que, desde hace unos cuantos años, quienes pertenecen a ella tienen la posibilidad pasar unos días en la tierra de sus ancestros. Esto es posible gracias al programa Birthright, conocido popularmente como Bria, que se propone que toda persona que tenga alguna forma de demostrar que su familia es de esa religión nace con el derecho de conocer Israel. Es un viaje maratónico, de diez días de duración, pensado para jóvenes de entre 18 y 26 años, que, prácticamente, no tiene valor: uno paga doscientos cincuenta dólares y, una vez finalizado el viaje y ya de vuelta en el país, tiene la posibilidad de pedir que se los reembolsen. 

En noviembre de 2020 el Jewish Future Proyect (JFP), aprovechando que Birthright lleva veinte años funcionando, publicó un estudio que analiza qué impacto tiene el viaje en el futuro de la comunidad judía. El estudio está centrado en la comunidad estadounidense, pero, aun así, nos sugiere por qué razón la organización con financiamiento internacional (en la página web se aclara que reciben financiamiento del Gobierno israelí, de la Agencia Judía para la Tierra de Israel y de unos misteriosos filántropos judíos millonarios) sigue pagando unas vacaciones muy instructivas. 

La JFP construyó el estudio comparando las respuestas de personas que hicieron el viaje con las de personas que intentaron hacerlo, pero no tuvieron la suerte de pasar el proceso de selección. El foco no está puesto en las ideas políticas o religiosas que les dejó conocer un lugar que para muchas personas es de una importancia mayúscula, sino en si quienes viajaron pudieron construir una familia judía de distinta forma que los que no viajaron. La pregunta parecería ser qué tanto ayuda Birthright a hacer una comunidad con más integrantes.

Las 2477 personas analizadas (que viajaron y no viajaron) respondieron entre 2001 y 2009. Lo interesante del estudio es que diez años después, en 2019, los rastrearon y analizaron qué efecto había tenido Birthright en la construcción de una familia. Un 55 % de los participantes se casaron con parejas judías, mientras que solo el 39 % de los no participantes eligieron una pareja judía (es notorio que el estudio se centre solo en los casados; no les interesa las personas que no se casaron, pero están de novios o conviviendo). El impacto del programa es igual en quienes tienen un progenitor de religión judía que en quienes tienen dos progenitores de religión judía; y da mejores resultados en construir una familia judía si quienes viajaron se casan entre los 26 y los 32 años. Hay más: entre quienes hicieron el viaje, un 34 % volvieron a Israel por lo menos una vez y el 61 % participan en eventos de la comunidad judía; en cambio, de los que no fueron seleccionados solo el 21 % conocen Israel y solo el 51 % participan en eventos comunitarios. Concluyen que los números demuestran que las inversiones dan fruto a largo plazo. En otras palabras, que crearon un plan que funciona parecido a un Tinder judío de alta efectividad.

Viviendo en una época en la que ya varios fundamentalismos nos pasaron por encima, los números tan entusiastas generan una invitación a preguntarnos qué deja afuera esta idea estridente de algo que funciona bien. Lo que se encuentra es tan rico y jugoso como oscuro y difícil de digerir. Hace años que la organización Birthright viene recibiendo críticas que insisten con que vender un Israel donde no existen los conflictos de territorios con otros pueblos es mostrar solamente la parte más amable y poco compleja del país. Sin ir más lejos, en 2018 cinco adolescentes que estaban realizando el viaje, cansados de reclamar una forma de conocer Medio Oriente que no excluyera los conflictos sociales y políticos de la zona, decidieron alejarse, separarse del resto del grupo, entrar en los territorios palestinos ocupados que no formaban parte del tour, conocer el Israel que no querían que vieran y, ¿cuándo no?, hacer un streaming de todo esto. Las respuestas de Birthright, insistentes con que buscan construir una experiencia que no tenga contenido político y que el problema fue un grupo que quería generar conflictos, son otra invitación a preguntarse quiénes son los filántropos millonarios que financian el programa y encontrarse, por ejemplo, con que uno de los principales donantes es un tal Sheldon Adelson: un banquero dueño de casinos en Las Vegas, que está entre las veinte personas más ricas del mundo según la revista Forbes, gran socio comercial de Donald Trump y miembro del Partido Republicano. Un financista con mucho contenido político.

El viaje all inclusive –¿hace falta aclarar que quien escribe esta nota participó en uno de los grupos que salía desde Argentina?– tiene una serie de filtros. Primero, debés presentar algún tipo de certificado de judeidad, después te entrevistan con un psicólogo (algunos tuvimos que ir varias veces a hablar con ese psicólogo), y al final, te obligan a ir a una serie de reuniones informativas/recreativas (si uno llegaba tarde a una de esas reuniones, te dejaban afuera; y si faltabas a dos de esas reuniones, quedabas fuera del grupo que viajaba). Una vez pasadas estas carreras de postas, ya sos parte de un grupo de alrededor de treinta personas que recorrerá Israel a velocidad crucero, muchas veces haciendo de cuenta que están en un segundo viaje de egresados barilochense. En los micros que cortan los desiertos, nadando en el mar Muerto, mirando el Muro de los Lamentos o andando en camello, se deja esparcir el rumor de que si en uno de los grupos se forma una pareja que termina felizmente casada, los filántropos los premian pagándoles una luna de miel a Israel.  Ahora, años después, leyendo estos estudios y qué es lo que quieren lograr con quienes viajan, el rumor no parece tan descabellado////PACO

Si llegaste hasta acá esperamos que te haya gustado lo que leíste. A diferencia de los grandes medios, en #PACO apostamos por mantenernos independientes. No recibimos dinero ni publicidad de ninguna organización pública o privada. Nuestra única fuente de ingresos son ustedes, los lectores. Este es nuestro modelo. Si querés apoyarnos, te invitamos a suscribirte con la opción que más te convenga. Poco para vos, mucho para nosotros.