Otaru, Febrero, finales de invierno, 7:45 pm.
Después de una tormenta de nieve la temperatura se había estabilizado en -15°C. Las luces en la nieve se esparcen y reflejan. A lo lejos, delante nuestro (viajábamos con mi novio), se veía una pequeña puerta suavemente iluminada con varios colores de neón, amarillo, azul y verde. El aire seco del lugar hacía que el sonido no se propagara y el silencio era envolvente aunque estábamos a sólo una cuadra de la calle principal. Dimos vuelta a la esquina y las luces me volvieron a deslumbrar. Una tienda de cerámicas “Hatsu Hana” que ya había cerrado sus puertas, pues ¿quién iba a comprar cerámicas a estas horas?
A diferencia de lo que esperábamos los karaokes, éstos toman forma en cualquier tipo de situaciones.
Seguimos caminando sobre la nieve y mientras comenzamos a escuchar un murmullo. Eran voces, voces que cantaban. Nos acercamos más. También había música, música en forma de midi. Sí, era karaoke. A diferencia de lo que esperábamos, los karaokes toman forma en cualquier tipo de situaciones, en este caso detrás de una puerta iluminada de forma tenue. Abrimos la puerta y espiamos un poco. El lugar estaba iluminado por la pantalla del monitor de karaoke y algunas lámparas en la pared, dentro una bartender vestida con kimono tradicional animaba a su único cliente a seguir cantando. Cerramos la puerta para no romper el clima de intimidad y seguimos nuestro camino. Esa noche sentí que estaba un paso más cerca de entender a Japón.
Tokyo, Fines del Invierno, 2:00 pm
Hacía casi un mes que estábamos fuera de casa y a muchos kilómetros de distancia de mis dos principales adicciones: tomar mate y estar con mi gato. Fue entonces cuando nos pareció muy conveniente rentar un par de gatos. Miramos un poco alrededor y dimos con un lindo cartel que tenía el dibujo de un gato junto al kanji de tiempo. Entramos.
Hacía casi un mes que estábamos a muchos kilómetros, y fue entonces cuando nos pareció conveniente rentar un par de gatos.
Era un lugar donde no desperdiciaban ni un centímetro de espacio, como es costumbre nos pidieron que en el interior nos saquemos los zapatos, los entregamos y los introdujeron en una máquina que los acomodaba mientras que, por otro costado, salían unas pantuflas que podíamos usar dentro del salón. Nos explicaron que nos cobrarían por hora y que las gaseosas de las expendedoras, así como las bebidas calientes, eran libre, servicio muy común en este país. El clima era cálido y silencioso, había unos 5 o 6 gatos, algunos muy tímidos nos miraban desde arriba de unos estantes afelpados, otros más juguetones nos paseaban entre las piernas y otros dos saltaban sobre un hombre que estaba dormido en una esquina y se había puesto una alarma para despertar en unas horas. Nos dieron elementos para jugar con los gatos y una primer gaseosa. Yo fui feliz, al menos por dos horas.
Tokyo, fines del invierno, 2:00 pm
Tokyo es deslumbrante en muchos aspectos, uno de ellos es la magnitud de sus edificios y la cantidad de gente. Nos acercamos al barrio Sumida en búsqueda del famoso “Edificio del popó de oro”, o también conocido como la central de la mundialmente reconocida cerveza Asahi. Nos encontramos con torres de edificios tan altos que mirarlos mareaban. Me pregunté quiénes vivirían allí, ¿les costaría sentirse especiales? ¿Únicos? ¿Viven sin preguntárselo, como parte de una comunidad?
Kyoto, 21 de Marzo, Hana Matsuri (Festejo de la primavera)
Era 21 de marzo y durante todo el día nos cruzamos con festejos primaverales. Vimos que en el parque principal se estaban preparando unos músicos muy bien vestidos con hermosos instrumentos dorados y la gente se juntaba para disfrutar de la elegancia de movimientos de las jóvenes policías. Bailaron con banderas de colores brillantes mientras sonaban melodías de marcha. Siempre serviciales y con una gentil sonrisa, los policías buscan sostener la perfección metidos en sus trajes, en cada movimiento, en cada respiro y mirada.
Osaka, Principios de la primavera, 1:45 pm
Las barberías en Japón son lugares que me parecían mágicos. El tubo que ponen en la puerta con rayas azules y rojas que giran constantemente siempre me atrajeron (están para eso ¿no?). Cada vez que pasaba delante de una miraba hacia para ver qué estaban haciendo, en este caso fue una afeitada de frente.
Kyoto, Entrada la primavera, 4:50 pm.
El clima estaba hermoso y la ciudad de Kyoto acompaña muy bien con su florecimiento de ciruelos y cerezos. Pero Japón no es solo geishas y cerezos, templos y samurais. Luego de intentarlo varias veces creo que una buena forma de explicar Japón es contando que en este maravilloso país los íconos de tránsito están muy bien pensados. En este caso… en lugar de conos naranja insípidos, hay conejos.
Kyoto, Primavera total, 2:30 pm
Los día solados nos seguían el paso. Habíamos comido una cantidad innecesaria de comida en el almuerzo, sucede que la comida en Japón es muy accesible y cuando había alguna promoción no podíamos resistirnos. Salimos a caminar para hacer la digestión, hoy tenía ganas de detenerme a observar detalles.
El taxista usa guantes blancos y viste el interior de su coche con encajes.
Todo brillaba bajo el sol del mediodía. En Japón el taxi es un lugar casi de placer y sale más caro que el subte o el colectivo, como sucede en general en cualquier parte del mundo, aunque el taxista en Japón usa traje, guantes blancos y viste el interior de su coche con finos encajes. Uno de ellos se había estacionado frente a mí y me tenté//////PACO
Fotos de Sabrina Parel
En Instagram: @iamlightmaniac