La teta deserotizada que da de mamar no es ofensiva para los reguladores de las redes sociales que, mientras no se vea el pezón, consideran que no es más que la angelical y tierna imagen de una madre alimentando a su hijo. Con las barreras de la dignidad y de lo permitido en alza, la #brelfie no tardó en popularizarse. Se trata de un engendro nacido de la interacción de las palabras breastfeeding y selfie y se trata básicamente de imágenes de mujeres amamantando a sus niños.
En la carrera de reafirmación de la autoestima, imitar los buenos gestos de las celebrities rankea alto.
En el juego de las redes sociales los pudores no son un impedimento a la hora de conseguir likes y, en esta carrera de reafirmación de la autoestima, imitar los buenos gestos de las celebrities rankea más que alto. Ellas son las embajadoras de las tendencias y, si de desencasillarse de lugares estereotipados se trata, las modelos van a la cabeza. La brasilera recientemente retirada de las pasarelas, Gisele Bundchen, y la rusa ex pobre casada con un magnate, Natalia Vodianova, fueron las primeras en subir sus imágenes dando la teta a sus hijos. Los likes no tardaron en llegar: la tendencia se impuso. Dar la teta es un acto de amor, es una acción noble porque es dar lo mejor de vos: tu leche, tu tiempo, tu cuerpo. Dar la teta te convierte en mejor persona porque das a tu descendencia el alimento sagrado y te ponés al servicio como individuo en beneficio de otro. ¿Y quién más quiere ser considerada buena persona, noble y generosa que las celebrities?
La polémica que se desató tras la rápida popularización de las #brelfies fue la de si amamantar es un acto íntimo o susceptible de ser compartido socialmente, como si si hoy hubiera algo que no lo fuera. Después de la catarata de madres terroristas que compartieron fotos de sus hijos durmiendo plácidamente abrazados a un arma de fuego, las imágenes que retratan un acto de amor no pueden menos que resultar inofensivas.
¿Los que creen que los laboratorios se llenan de plata ignoran que las celebrities también?
Sin embargo, en las redes sociales el adjetivo inofensivo no encaja. Para amamantar a los hijos hay que poner el cuerpo y el tiempo al servicio de la libre demanda, un consejo que escupen con total impunidad los pediatras más cancheros de la cartilla médica. En este ring de boxeo de buenos y malos, el villano indiscutido de todos los personajes del cuento es la leche de fórmula, con un nombre que no permite que olvides que la fabrican los laboratorios. Si la leche de fórmula es la villana, el laboratorio sería el mismísimo Demian, vil personaje que quiere llenarse los bolsillos a costa de los tiernos cuerpitos de nuestros vástagos.
La tendencia que se viene imponiendo en la nueva generación de madres es un retorno a lo natural, a los partos hogareños y a libre demanda de teta, a la comida orgánica y a los pañales de tela, al rechazo a todo lo que provenga de una fábrica, de la ciencia, de la medicina, del hombre. Mientras tanto, compartimos todas nuestras ideologías revolucionarias en las redes sociales desde nuestros celulares. La imagen de hada de cuentos que construyen las famosas a través de sus redes sociales, donde se muestran ricas, flacas, bellas y buenas madres, ubicándose en un lugar cada vez más inalcanzable, les llena las cuentas bancarias de ceros mientras las que no somos ricas, ni bellas, ni flacas, ni madres perfectas, nos desvelamos creyendo que estamos haciendo lo mejor. ¿Los que creen que los laboratorios se llenan de plata ignoran que las celebrities también? Me pregunto si no suponen que, en la intimidad del hogar, los bebés de las famosas toman una lechita de fórmula para dormir. No vaya a ser que la modelo perfecta tenga que hacer una sesión de fotos con ojeras de oso panda y los ceros de las cuenta bancaria empiecen a descender/////PACO