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Es sabido que, como método de defensa, Vlad Tepes usaba el empalamiento con una destreza singular, ya que introducía por el ano de sus víctimas la lanza de leña de modo que pasara por la espina sin dañar ningún nervio y estas continuaran vivas y gritando de dolor, para horror de los enemigos. “Vlad empalaba a cientos de enemigos y aterrorizaba al mismísimo sultán”, dice el padre Tanase, un sacerdote católico ortodoxo rumano con base en la parroquia del poblado de Valea Plopului y líder de una ONG bastante conocida en su país, Pro Vita, quizá una de las más grandes de Europa del Este a la hora de ofrecer ayuda integral para niños y ancianos. En la oficina principal, son tres mujeres las que están a la cabeza. Otra mujer no menos importante es la que está a la cabeza del comedor y de las viviendas.
La primera imagen de Nicolae Tanase surgió al verlo aparecer junto a dos adolescentes hermosas durante nuestra segunda visita a Valea Plopului, pues a la primera fui llevado sin saber nada sobre él. “Punto com”, dijo mirando su móvil de última generación y dando un golpecito gracioso con el dedo índice a la pantalla, luego de lo cual lo guardó en el bolsillo de su traje negro de sacerdote. Después dijo algo a las chicas y explotaron en risas. Recién entonces se acercó y nos auscultó: “Nu espik inglish”, dijo otra vez con su dedo índice regordete, moviéndolo de lado a lado frente a nuestro rostro. Mi acompañante tuvo que traducir mientras las chicas desaparecieron un tanto decepcionadas, tal vez porque esperaban a un galán solitario. El padre Tanase nos llevó entonces a un cementerio de las colinas y en medio del camposanto claroscuro, cerca de la puerta de la iglesia de madera, se levantó asustada por los ruidos una mujer que rezaba de rodillas con lágrimas en el rostro y que besó las manos del padre. Más tarde, nos llevó a dormir a su propio departamento de bloque comunista (donde el padre en ese entonces vivía) y por la mañana nos ofreció un café. Nos preguntó por el imperio incaico y nos llevó a su biblioteca, donde hizo lo que nos prometió, prolijamente, como un santo. Mucho tiempo después, caí en la cuenta de que Tanase usaba un método al estilo del Empalador. ¿Sería el último heredero de Vlad Tepes?
Hay que oír a su esposa: “Mientras Tanase construye y hace grandezas, yo tengo que trabajar duro y fuerte para mis niños y sacarlos adelante”. Está claro que sin la “Doamna Preoteasa”, como se llama a la esposa de Tanase, este no habría logrado todo lo que logró hasta ser respetado a nivel nacional por su defensa casi solitaria (como Vlad) de la vida de los niños en Rumania. “Es padre de cerca de 5000 niños, más nuestros 6 hijos y 22 nietos”, dice la esposa del padre Tanase, siempre tan precisa. Pro Vita es una asociación que nació para evitar el número alarmante de abortos, asunto que desde 2017, dice Tanase, representa en Rumania unos 400 casos por día en un país de alrededor de 19 millones de habitantes. Hay que decir que el aborto es legal en Rumania y que, por otro lado, no en balde es el país que ganó una Palma de Oro en el Festival de Cannes gracias a 4 meses, 3 semanas, 2 días, una película sobre un aborto clandestino ambientada en los meses finales del comunismo.
El padre Tanase dice que no fue una visión o una idea, simplemente fue su instinto cuidar a los niños no nacidos y nacidos, pues no solo sabe que al Estado no le interesa hacerlo, sino que la misma sociedad rumana considera que los niños (y las niñas) son lo menos importante. Visto desde un ojo extranjero, esto tiene mucho que ver con los deseos de grandeza y las pretensiones de los rumanos, cuyas vidas se tiñen con sueños de perfección y bienestar que los hacen desearlo todo o nada. Así surgió Pro Vita, con la que el padre hace lo que puede desde 1997. Para manejar su ONG, trabaja desde Valea Screzi y Valea Plopolui, dos pueblos contiguos protegidos por las hermosas colinas que anticipan los Cárpatos rumanos. Los dos lugares se ven muy hermosos, pero ya se sabe que los lugares hermosos también tienen historias tristes.
Volvamos a la bendición del padre Tanase. ¿En qué sentido es el heredero de Vlad Tepes un hombre que en vez de empalar vivos a sus enemigos protege a niños vulnerables? Así como Vlad Tepes resistió al Imperio Otomano aunque sabía que nunca los vencería, en sus prédicas el padre Tanase dice que “el problema no es vencer al pecado y al Diablo, sino descubrir cómo resistimos al pecado y al Diablo”. Para ello usa el mismo método del Empalador: la gente que está a su alrededor lo sabe, pues para liderar su ONG en un país tan corrupto (como en tiempos de Vlad), Tanase constantemente “empala” y persuade a sus enemigos, poniéndoles duras pruebas. Sin ir más lejos, puede llevarte a un cementerio alejado al empezar la noche mientras habla de la cabeza del Cristo del Corcovado de Brasil (“¡esculpido por un rumano!”, dice orgulloso) y también puede enviarte chicas irresistibles para probar la debilidad de tu carne, o puede espetarte en tu propia cara tus errores y luego enviarte por donde viniste. A Valea Screzii, por ejemplo, llegó un grupo de ecologistas con las narices muy respingadas y preguntó en el comedor por el padre Tanase. Una muchacha les dijo que no tardaría en llegar. Y, en efecto, Tanase llegó y los invitó a comer.
El líder del grupo de ecologistas, con pinta de “baby face”, dijo: “Padre, venimos en representación del príncipe Carlos de Inglaterra, quien está interesado en arborizar la zona, y por ello necesitamos de su ayuda”. El padre, después de saborear la primera cuchara de su sopa de pescado, le respondió: “¿Y qué de los niños? ¿Estás a favor del aborto?”. El chico puso cara confundida. “Nosotros somos ecologistas”, dijo. “¿De qué sirve arborizar si no hay vida humana?”, lo puso a prueba el padre. “¿Crees en la vida humana o no?”. “Padre, creo que esa es una decisión personal”. “Entonces dime tu opinión personal”. “Padre, yo soy ecologista”. “Déjate de eso de que representas al príncipe Carlos y tu ecologismo, ¡contesta!”. El muchacho quedó en silencio. Herido, quiso salirse de la estaca que el padre le puso sin dañar sus nervios, y como un último intento de salvar su orgullo ante su séquito de elegantes chicos ricos bucarestinos insistió: “¡Qué buena comida ofrece usted, padre! ¿De dónde recibe tanto dinero?”. El padre levantó sus ojos y los “achinó” un poco: “Tenemos buenos donantes. Por ejemplo, ese pollo que estás comiendo lo donó el mejor director de cine que tiene Rumania. En su última película mató unos pollos para una escena, así que le dije que me donara esos pollos para mis chicos pobres de Valea Screzii. ¿Tiene buen sabor verdad?” Ahí el muchacho se dio cuenta de que seguía empalado.
En tiempos del dictador Nicolae Ceucescu, el padre Tanase fue perseguido por construir una iglesia mientras el gobierno las destruía. Así nació su leyenda. En otra de esas persecuciones de la Securitate (el servicio de inteligencia comunista rumano), sufrió un horroroso accidente de auto. “El padre estaba muy mal, pero su esposa era una cosa pequeñita, porque los huesos de las piernas se le subieron a las axilas y tuve que repararla”, dice con frialdad el doctor que los visita de cuando en cuando, pues el galeno está afincado hace años en Canadá. Sin embargo, a pesar de las persecuciones, el padre Tanase concluyó la construcción de sus iglesias y las casas para los huérfanos y las madres abandonadas. Empezó de a poco. Primero en Valea Plopului (que significa “valle de los árboles salvajes”), donde quiso fundar una nueva sede de Pro Vita para los niños aunque las autoridades locales se resistían. Por lo tanto, la construyó de manera oculta, con cubiertas de polietileno, y cuando el alcalde vino a reclamarle, ya estaba todo hecho. Por la noche, finalmente, hizo el traslado de los niños a Valea Screzii, pues ahí hay un mejor acceso por la vía principal.
El padre sabe muy bien que los niños en Rumania son la última rueda del coche. Este “Empalador” contemporáneo, por lo tanto, lucha contra el tráfico de menores y mujeres (también en los tribunales) además de contra el aborto. Pro Vita está en toda Rumania y ofrece una asistencia integral, lo que permite decir que Tanase es un amante de su país, un amante de su rumanidad, y por ello cree en la vida de sus paisanos. Respecto a su carácter de cristiano ortodoxo, vale para muestra un botón: cierta vez, había un grupo de sacerdotes en la Patriarhia, el equivalente a la ciudad del Vaticano en Roma, decidiendo sobre un bautizo a realizarse en Bucarest, cuando de pronto, bajado de las montañas con su barba desgreñada cual pastor de cabras y ovejas, intervino Tanase ante un importante prelado. Sin que le importara la jerarquía, dijo: “¡No es posible que se realice un bautizo de medio cuerpo, tiene que ser de cuerpo entero!”. El sacerdote de la Patriarhia le comentó que él no podía decidir eso, pues era responsabilidad del párroco de la jurisdicción, “¿Y usted quién es?”, le preguntó con voz algo despectiva Tanase. El sacerdote respondió y Tanase, en un tono mucho más despectivo e irónico, comentó para todos: “¡Bah, un monje!”. Este episodio se condice con el documental de hace muchísimos años que hizo la BBC sobre la ortodoxia en Rumania. En el documental, el flemático inglés no evita destacar que en el país de Mircea Eliade, autor de Historia de las religiones, solo a un rumano se le hubiera ocurrido tal título, pues cualquier sacerdote ortodoxo lo trataba como a un pobre humano que no entendía nada de religión ortodoxa. Tanase no lo dice porque, en parte, debe ser diplomático para las donaciones, pero en sus actos piensa que cualquier católico es poco menos que un pobre humano que tampoco entiende nada de la ortodoxia. En la introducción del libro fundamental de la ortodoxia para el público de Occidente, La iglesia ortodoxa, de Kallistos Ware, dice: “Los ortodoxos enfocan la historia con otras perspectivas. Véanse, por ejemplo, las actitudes que suelen adoptar los ortodoxos frente a las controversias religiosas occidentales. En Occidente es usual considerar al catolicismo romano y al protestantismo como los extremos diametralmente opuestos de un eje; pero al ortodoxo le parecen las dos caras de una sola moneda”.
En una entrevista de la televisión rumana, Tanase le dijo a una periodista que no cree en la suerte y el destino, “cree en las oportunidades”. Y por eso, dice, les da oportunidades a los chicos, y quienes las aprovecharon llegaron lejos. Pero si Tanase es el heredero de Vlad Tepes, ¿está condenado a desaparecer como aquel héroe nacional? ¿Desaparecerá su cabeza, como literalmente hicieron los otomanos con Vlad Tepes? ¿Por qué todos sus allegados dicen que cuando él se vaya la ONG Pro Vita caerá? El padre nos ha llevado a una peregrinación por la zona de Moldavia. Esta vez, recalamos en la casa de un sacerdote ortodoxo radicado en Grecia. Viene a su casa de Moldavia, donde tiene una iglesia de madera y una casa de campo. Sus seis hijos, entre orgullosos y confundidos, ayudan en muchas cosas durante la liturgia. Una de las hijas toma las fotos y se mueve grácil como una diosa griega, y la madre, una rubia de pelo corto muy parecida a la actriz de Bajos instintos, la mira vigilante. El sacerdote solo mira con rostro cansado. Por momentos sentimos que la diosa griega toma fotos del visible sudamericano en esa liturgia católica ortodoxa en tierras moldavas, y entonces sentimos también la presencia de Tanase, poniéndonos a prueba. La diosa griega dispara y dispara su cámara y esboza una sonrisa de Afrodita. La madre rubia sigue vigilando. Tanase está con su lanza de leña, viendo en qué momento usarla para resistir ante el pecado////PACO
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