Tengo algo horrible que confesar: soy runner.
Todo empezó hace 3 años, con una crisis de mediana edad. O quizás quería ir a algún lado y no sabía a dónde. Entonces me calcé las zapatillas y salí al Parque Sarmiento a correr en círculos. Si hay algo que nos caracteriza a los runners es que corremos en círculos. Nunca de un lugar a otro. Si hiciéramos eso seríamos otra cosa. Quizás milicianos, soldados, pero no runners. Siempre terminamos en el mismo lugar. Podemos correr durante 4 horas seguidas, sudar ríos, quemar 2 mil calorías y sin embargo ahí estamos, otra vez en el punto exacto donde empezamos.
Hay muchas ratas que hoy se bajan del barco runner. Niegan su pertenencia y se autodenominan pomposamente corredores. Como si jugaran al baloncesto o al balompié. Como si ser runner fuera lava. Salen a correr con regularidad, tienen zapatillas de running y cuentan sus kilómetros con aplicaciones, pero los miserables no son runners, son corredores, como Eliud Kipchoge o Usain Bolt.
Porque corredor se nace, runner se hace. El runner nunca sirvió para nada, ni para el fútbol, el tenis, el básquet o el ajedrez. Encontró en el running una válvula de escape para su inutilidad inmanente, mover las piernas repetitivamente y en círculos, sin ningún sentido. Pero midiendo cada instante porque todos podemos ser un segundo más rápidos, correr un metro más lejos.
El día que autorizaron volver a correr salí desaforado porque soy runner. En el medio, durante las aciagas primera y segunda cuarentena #CorríEnCasa. El día que cerró todo me faltaban tres semanas para correr mi segunda maratón. 500 km de entrenamiento encima, fondos de 30 km los domingos. Entonces seguí corriendo. En el living, el patio, las habitaciones y las escaleras.
Y ahora que anunciaron que el miércoles no vamos a salir más decidí correr cada uno de los días que quedan para cansarme bien del running. O ustedes creen que tiene algo de placentero dejar la casa calentita llena de harinas para cagarse de frío en un parque desbordado de la peor lacra de la nación: los runners.
¿Cuándo me di cuenta de que era runner? No estoy seguro. Cuando empecé a correr no lo quería aceptar. Algunos amigos se burlaban de mí y yo les llevaba la corriente: sí claro, soy runner, y a mucha honra les respondía sarcásticamente. Hacía cosas de runner, pensaba cosas de runner, corrí carreras de runners -inclusive una maratón-, me he sacado selfies corriendo, pero realmente no me consideraba runner.
Creo que el encierro me ayudó a tomar conciencia de este problema. Cuando empecé a correr en círculos en el living (o la “sala” si los ofenden las palabras en inglés). Y no solo eso, veía a mis chicos sentados todo el dia y sentía la necesidad de empujarlos a correr conmigo. Porque un runner necesita otros runners, la soledad absoluta espanta a su pobre identidad runner. El domingo pasado, Día del Padre, me levanté a las 7 y me fui a Palermo a encontrarme con otros runners. Éramos una pequeña aldea de iguales. Nos saludábamos entre nosotros. Ahí fue que me dije: Juan, me parece que tenés que aceptarlo, sos runner.
El runner es runner cuando ve a otro runner y piensa: qué buen pace. O si uno lo pasa muy rápido no se intimida porque sabe que está haciendo pasadas y que ya lo volverá a encontrar unos metros más adelante. O cuando es magnánimo y no condena al que corre lento porque seguramente está haciendo un regenerativo.
Consulto páginas de runners, sigo instagrams de runners, leo libros de running y posteo mis carreras en Strava, que es una red social de runners donde no nos ponemos like, nos damos kudos que es un vocablo extraño que conocí ahí y suena a aliento etíope. Tomá, amigo runner, este kudo va para vos.
Otro problema de runner que tengo es que cuando me entero que otre corre quiero saber todo sobre ele: cuánto corre, a qué velocidad, en cuánto hizo los 5k, 10k, los 21,097k y los 42,195k. Strava lo entiende y cada vez que entrás al perfil de otro runner te pone una tabla comparativa entre tus marcas y las suyas. Amo Strava.
Y así como Facebook me notifica si una persona que vi hace mil años y no me importa absolutamente nada de su vida, de hecho todo lo relacionado con su vida me da una fobia espantosa, subió una historia, Strava cada tanto me dice que la carrera de alguien que ni siquiera está entre mis contactos necesita kudos y ahí voy corriendo a darle mis kudos. Tomá, man, te los ganaste.
Porque para mí no hay nada más lindo que correr un buen fondo cerca o abajo de los 5 minutos por km y saber que otros runners lo saben y lo reconocen y te dan unos kudos por ese ritmo loco que le pusiste a tus Nike. O pensar todo en distancias: ¿Qué es esto, se puede correr? ¿Y esa distancia? Yo me la corría…
Otra cosa que hacía que no me autopercibiera runner es que siempre voté peronismo. Desde los 13 años cuando lo voté a Mariano Recalde presidente del centro de estudiantes, cada vez que fui al cuarto oscuro voté con los dedos en V. Quizás alguna vez corté boleta y metí a Luis Zamora, pero el voto a Zamora no se le niega a nadie. O en el 95, la primera vez que voté de verdad y voté al Frepaso. Bordón presidente, que terminó siendo funcionario de Macri. Pero acá hablamos de runners, no de garrochistas.
Tal vez con la mediana edad me pase como a esas personas que envejecen hacia la derecha y de golpe con mis Nike le dé una patada al armario y salga del closet del neoliberalismo.
Y ahora que miro retrospectivamente me doy cuenta de que a pesar de que hace 20 años que corro, pero con disciplina runner hace solo 3, no soy runner de alma: soy runner de piel. Una vez que me dije a mí mismo mientras corría casi escupiendo las entrañas: NO PAIN NO GAIN para alentarme. No sé ni de dónde lo saqué, lo habré visto estampado en una remera al pasar, pero la frase se quedó atascada en algún pliegue de mi cerebro y se activó en enero cuando corría pasadas en el parque Mujica con 30 grados a 4′ por kilómetro. Funcionó.
Esta semana angustiante cada vez que en la tele decían los runners levantaba la oreja como si me estuvieran hablando a mí, como si cuando Barilli, Cristina Pérez o Dieguito Leuco pronunciaban el vocablo runners en realidad estuvieran diciendo: escuchá esto, Juan. Y yo dejaba lo que estuviera haciendo (probablemente leyendo notas y tuits sobre runners), le pegaba un grito a los chicos para que se callaran y escuchaba atento, preocupado por mis garantías runners.
Sé que todos los que me conocen y quieren pensaban que yo era apenas un corredor, pero siento decirles que no es así. Soy runner. Los que se burlaban conmigo y no de mí, sepan que detrás del chiste se escondía la verdad. Mi familia me acompaña en este duro trance con tolerancia.
Después de esta confesión quizás me empiecen a señalar y decir ¡ahí va el runner! Y si la animosidad crece y pasa a mayores y alguno se pone temperamental físicamente sepan una cosa: si me persiguen no me van a alcanzar, losers////PACO
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