La película Historias Extraordinarias de Mariano Llinás (Argentina, 2008) es un monumental abanico de ejercicios genéricos y fílmicos. Así a lo largo de 4 horas el director recorre con 3 tramas narrativas todos los géneros cinematográficos conocidos. En la parte correspondiente al documental aparece la historia de un constructor oscuro, desconocido, megalónamo y, fundamentalmente, gran interventor estético del espacio público. El ingeniero arquitecto Francisco Salamone (Sicilia, 1897-Buenos Aires, 1959). Su obra decó futurista, diseminada por algunas provincias de la zona pampeana, que involucra plazas, sedes municipales, mataderos, puentes, edificios, cementerios, escuelas y alguna que otra casa, pareciera ser el diario de un artista que en vez de estar apuntado sobre algún tipo de encuadernación, se encuentra desparramado por la llanura. Su muerte quedó en el anonimato porque, anecdóticamente, sucedió el mismo día que el de una importante autoridad clerical, que, de hecho, era su amigo. La vida de Francisco Salamone es un misterio pero sus obras son, como la pirámide de Guiza, mensajes a las generaciones del futuro.
En la actualidad varias ciudades de Latinoamérica y el mundo, pero más específicamente la ciudad de Córdoba, son el espacio elegido por un gran constructor que, al igual que Francisco Salamone, convierte la geografía metropolitana en un diario de artista. Su nombre es Miguel Ángel Roca y a diferencia de Francisco Salamone sí conocemos su vida. No se trata solamente de un arquitecto con un estilo muy definido, también es un docente de trayectoria que fue decano de la Facultad de Arquitectura Urbanismo y Diseño de la Universidad Nacional de Córdoba, docente de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires y hasta ocupó los cargos públicos de arquitecto asesor de la Municipalidad de la Paz, Bolivia, Arquitecto asesor de la Ciudad de Buenos Aires, secretario de Obras Públicas y secretario de Desarrollo Urbano de la Ciudad de Córdoba durante diferentes gobiernos.
Roca nació en Córdoba en 1936 en el núcleo de una familia aristocrática dónde se respiraba arte, cultura y arquitectura. Su madre, la artista plástica de formación parisina Rosa Ferreyra, le enseñó desde que era un niño a familiarizarse con los materiales de la pintura. Su padre, el prestigioso arquitecto Jaime Roca, se formó en Michigan y construyó en Córdoba numerosos edificios públicos, bancos, hospitales, clubes y llevó a cabo la remodelación más significativa que tuvo el Colegio Nacional de Monserrat. Jaime Roca fue uno de los primeros modernistas argentinos. Cuenta la historia que el joven Miguel de 16 años vendió en una muestra todas las pinturas que había realizado hasta el momento, seguramente a amigos de sus padres, y con ese dinero se hizo de un pasaje de baja categoría en un transatlántico que lo llevó hasta Europa. De regreso a su ciudad, luego de varios meses dibujando sobre blocs de hojas los edificios históricos más importantes de las diferentes ciudades europeas, comenzó sus estudios en la Universidad Nacional de Córdoba y ni bien se recibió de arquitecto, en el año 1965, dio inicio a su diario público de artista por las inmediaciones de su barrio.
La obra de Miguel Ángel Roca se compone de más de 180 diseños desde el año 1968. 60 edificios o conjuntos habitacionales, entre los que figuran ciudades nuevas, hospitales, centros cívicos y político-administrativos, centros culturales, bancos, oficinas, sedes corporativas, hoteles, galerías comerciales, malls, iglesias, viviendas, plazas, circuitos peatonales, propuestas de diseño urbano, paisajismo y parques, trabajos de planificación en Argentina, Bolivia, África, China y Japón, entre otros lugares. Realizó obras de restauración y reciclaje de edificios históricos en Córdoba y en La Paz, Bolivia. Además escribió numerosos libros sobre arquitectura, paisajismo, urbanismo y planificación urbana.
Los diseños de Roca están atravesados, como los de Salamone, por una línea futurista. Aunque, a diferencia del ítaloargentino, el cordobés, se acerca a la arquitectura europea, americana y japonesa más moderna, con mucha línea recta y gran participación de las figuras geométricas. Mientras que Salamone trabajaba mucho la línea curva y usaba las figuras totémicas como un típico recurso la arquitectura fascista.
Las piezas más interesantes pueden verse en su ciudad natal. Por ejemplo la Plaza España. Construida en 1969, es una plaza circular ubicada en el barrio de Nueva Córdoba en el acceso a la Ciudad Universitaria que hace de rotonda para los vehículos que entran y salen. Su superficie es escalonada y da la impresión de ser un altar para rituales milenarios. Hay 2 cuadrados delimitados perimetralmente por una serie de tótems de concreto, y en el centro de la plaza hay un mini anfiteatro al aire libre con unas gradas que miran hacia el río Suquía.
Las obras más recientes son de la década pasada y fueron distintos pabellones, sedes y anfiteatros de la Universidad Nacional de Córdoba.
Los diseños más extraños son los de los 10 CPC (Centros de Participación Comunal) que construyó en distintos barrios de la ciudad durante la década de 1990. Algunos son un poco más diferentes que otros pero tienen en común una idea muy clara del espacio y del uso de las figuras geométricas. Lo más notable es el anfiteatro en forma de pirámide cónica que casi todos los CPC tienen y que guarda mucho parecido con el cono que construyó Francisco Salamone en la entrada del Cementerio de Laprida.
Pero su intervención más poética sobre la ciudad de Córdoba es el tratamiento que hizo sobre el solado de la peatonal con una serie de proyecciones de los perfiles de los edificios históricos. El cabildo, la catedral, la legislatura, el colegio Nacional de Mosarrát, entre otros tienen dibujados su silueta perimetral en espejo sobre la peatonal.
Una crítica y a su vez una virtud de la obra de Miguel Ángel Roca es que de la mejor forma que puede apreciarse es desde grandes alturas. Esta idea de construir paisaje para la vista aérea es una de las grandes preocupaciones milenarias de la civilización, que consiste, tal como lo hizo Francisco Salamone, en dejar señales para el futuro.////PACO