El 27 de julio de 2009 el periodista Juan Pablo Varsky escribió en La Nación una famosa columna titulada “A una década del pacto fantasma”. Esa columna empezaba con la siguiente frase: “En julio de 1999 el fútbol argentino estuvo cerca de una revolución”. Una frase muy buena, casi shakespereana, a tono con el barroco atildado de Varsky. La columna contaba la historia de un proceso fallido: el Plan de Modernización que elaboró la consultora Inmark y presentó a la AFA, a los clubes de primera y a los representantes del ascenso e interior un seguramente entrenado speaker del mundo corporativo. El plan era radical, imposible: preveía cambios estructurales en la organización formal y en la gestión económica del fútbol argentino con el objetivo de solucionar el problema de la deuda crónica que los clubes mantenían desde finales de los 80. Algo así como 40 millones de pesos/dólares. Una cifra que hoy parece casi chistosa, como la recompensa que pide Dr. Evil a los líderes mundiales en Austin Powers.
El plan era radical: preveía cambios estructurales en la organización formal y en la gestión económica del fútbol argentino con el objetivo de solucionar el problema de la deuda crónica de los clubes.
Por supuesto, nunca se llegó a implementar porque nunca se pensó en serio en implementarlo. Pero de esa reunión se creó el Tribunal de Cuentas de la AFA, un organismo totalmente incorruptible y nazi que preveía un férreo control de los balances anuales de los clubes para asegurar el saneamiento de las deudas, que nunca funcionó ni aplicó ninguna sanción. En 2009, cuando Varsky escribió la columna, la deuda de los clubes a la AFA era de 300 millones de pesos, que al tipo de cambio de ese momento da casi exactamente 80 millones de dólares. En esa reunión de 1999 hubo un reclamo sostenido de parte de los dirigentes: aumentar los honorarios por derechos de televisación. Eduardo López, entonces presidente de Newell´s, dijo: “Mientras los clubes europeos tienen como principal ingreso el dinero de la TV, nosotros dependemos de la venta de futbolistas”.
Es lo inevitable de tener una liga de mierda en el ocaso del desarrollismo argentino: canchas feas, clubes sin chapa, poca imaginación táctica y Gago como principal figura hacen que la Liga Axión Energy sea un espectáculo poco atractivo en el contexto ya consolidado de la “espectacularización” del deporte y, como dije en alguna otra oportunidad, llevan a que la Argentina sólo se inserte en el mercado global del fútbol como un exportador de materias primas. Incluso la MLS, una entidad infantil y posmodernista, resulta más atractiva como espectáculo que Arsenal – Olimpo. Aunque también probablemente haya habido a lo largo de la historia serias deficiencias para modernizar la mirada y la gestión de la liga. Por caso, la liga mexicana percibe casi diez veces más por los derechos de televisación que la argentina y, digamos la verdad, ¿quién carajo quiere ver la liga mexicana?
En 2009 el fútbol argentino tenía los mismos problemas que diez años antes y que diez años después: una crisis de liquidez y de deuda crónica.
Pero lo importante es que en 2009 el fútbol argentino tenía los mismos problemas que diez años antes y que diez años después: una crisis de liquidez y de deuda crónica. Esa crisis era a la vez la crisis del modelo de televisación codificada. Para demostrarlo, dos semanas después Varsky escribió otra famosa columna en La Nación que se llamaba “El verdadero problema del fútbol”. Esa empezaba con una cita de Julio Grondona que respondía al título: “El problema es que la televisión no pone más plata”. En realidad el “verdadero problema del fútbol” eran las administraciones falopa, la corrupción y la falta de visión, pero la discusión en ese momento estaba centrada en los derechos de TV. La AFA estaba presionando a Televisión Satelital Codificada (TSC), la empresa del Grupo Clarín que tenía los derechos del fútbol, para que aumente la porción de la torta que le tocaba al fútbol argentino a doce mangos por abonado, casi tres veces más de lo que pagaban hasta ese momento. El número no era caprichoso: con esa guita alcanzaba para cubrir en un año la totalidad del pasivo de los clubes (180 millones de dólares, 80 de los cuales eran a la AFA).
Los operadores de cable rechazaron totalmente la idea porque, lógicamente, no daban los márgenes de un negocio que había nacido en 1996 y estaba totalmente obturado y viejo. De hecho, en 2009 había 800 mil suscriptores al codificador, apenas el 15% del total de abonados de cable. El abono mensual por el deco (que creo que se llamaba “tramp” o algo así, me agarra SIDA de solo recordarlo) era de 11 mangos, pero para el año de la crisis estaba en 25, casi el 25% de un abono mensual de cable que ya de por sí era uno de los más caros del mundo en relación al PBI per cápita. Esta nueva crisis de financiamiento terminó generando las condiciones y el “clima social” para uno de los inventos más épicos de la historia de la república (me pongo de pie): el Fútbol para Todos, ese programa de la Secretaría de Comunicación Pública eterno en el corazón del pueblo, por el cual el Estado Argentino puso 600 millones de pesos (el triple de lo que pagaba TSC) y se llevaba los derechos de transmisión para la televisión abierta.
Se abrió así un período idílico que duró 8 años durante los cuales vimos descender a River, salir campeón a Arsenal, a Román retirarse en Argentinos y a Diego Latorre iniciar una carrera como periodista caviar.
Se abrió así un período idílico que duró 8 años durante los cuales vimos descender a River, salir campeón a Arsenal, a Román retirarse en Argentinos y a Diego Latorre iniciar una carrera como periodista caviar bajo el intensísimo fuego de la batalla cultural que terminó arrasando con todo. Era obvio que algo tan hermoso estaba destinado a consumirse en el desastre: en 2015 el programa costaba más de 2 mil millones de pesos, un 330% más que seis años antes, crecimiento que aproximadamente duplicó al avance de la inflación en esos mismos años. Esa guita se usó para que los clubes siguieran reventándola y aunque globalmente hubo una pequeña mejora en dólares (hoy la deuda con la AFA es de aproximadamente 66 millones de USD), algunos clubes, en particular Independiente, Argentinos, Banfield o Quilmes, se deterioraron significativamente con deudas superiores a los 80 mil millones de pesos. En los días recientes el fútbol atravesó otra nueva crisis de financiamiento, con una medida de fuerza de Agremiados incluida. Esto se dio en el contexto del desmantelamiento del programa FPT por parte de la nueva administración de Cambiemos, que aprovechó los días de abstinencia y angustia para anunciar que la dupla Fox / Turner se iba a quedar con los derechos de televisación. La oferta fue buena: 3 mil millones de pesos por temporada más una llave de mil doscientos millones, por arriba de lo que el Estado estaba garpando. Pero además le dio una ayudita el Grupo Clarín, que había hecho pública su intención de dejar sin efecto un juicio megamillonario que tiene contra la AFA desde 2009 en caso de que ganara el tándem de empresas norteamericanas por alguna rosca galáctica vía Cablevisión.
A partir de ahí arrancaron las versiones, instalando cada vez con más fuerza que se estaba pensando en un abono de “entre 15 y 20 dólares” para la decodificación del fútbol argentino, entre un 25% y un 30% del abono básico de cable, tal como había sido hasta 2009. La idea parece brillante: volver a implementar un modelo de negocios que hace 8 años ya estaba ahogado y generaba muy poco interés cobrando lo mismo en términos relativos que hace 8 años. Estoy seguro que Rupert Murdoch lo aprobó. Sin embargo, incluso cuando el año que viene lo implementen y, digamos, con suerte, el mismo 15% de suscriptores que en 2009 se sumen al fútbol pago, teniendo en cuenta que hoy hay 8 millones y medio de abonados a la TV paga, la recaudación del programa sería de 3.811 millones de pesos, apenas un 25% por encima del costo anual, lo que ofrece un precario equilibrio financiero para la próxima crisis de guita del fútbol argentino, que va a venir seguramente en cinco años dada la dinámica de aceleración que parecería estar adoptando, cuando la AFA nuevamente reclame liquidez desesperada a los dueños de los derechos de TV.
El negocio de los pay-per-viewers será de entre el 5% y 7% de los abonados totales y Fox / Turner va a ir a pérdida. Las audiencias cambiamos entre 2009 y 2017 más que entre 1930 y 2009.
Esto en el escenario optimista. En otro más realista el negocio de los pay-per-viewers será de entre el 5% y 7% de los abonados totales y Fox / Turner va a ir a pérdida. Esto será así por un motivo fundamental: las audiencias cambiamos entre 2009 y 2017 más que entre 1930 y 2009. Consumimos on-demand en plataformas que producen o soportan una gran cantidad de contenido por un canon de suscripción muy bajo. El megaproductor de series medio pelo Netflix te ofrece su catálogo entero por 8 dólares y por 2,5 dólares puedo acceder a toda la fucking música grabada en la historia a través de Spotify. ¿Pero Fox / Turner me va a pedir 15 dólares para ver Patronato – Quilmes? Incluso parece caro por ver Boca y River en la previsiblemente misma puta transmisión de siempre, con el Pollo Vignolo o Mariano Closs junto a Latorre o el Chavo Fucks. No solo eso, sino que podemos ver todos los partidos de la Champions League con nuestro abono básico de cable. Incluso tenemos varios partidos de la BBVA, Serie A, Bundesliga y Premier todos los fines de semana en todos los horarios. Incluso ayer me vi el triunfo por 4 a 0 del Atlanta United de Martino. ¿Y voy a pagar 300 mangos por ver a Guiñazú tirarla por encima del travesaño en la cancha de Defensa y Justicia? I don’t think so.
¿Cuánto pasará hasta que un héroe anónimo arme un portal increíble en la web con los partidos en HD chupados de la transmisión de cable dejándome tirárselos a la tele con el Chromecast?
Nos acostumbramos a ver el fútbol gratis y, pregunto en serio, ¿cuánto tiempo pasará hasta que un héroe anónimo arme un portal increíble en la web donde se pasen los partidos en HD chupados de la transmisión de cable dejándome tirárselos a la tele con el Chromecast? Arriesgo: 3 días. El negocio de la televisación del fútbol codificado es, por ende, un buzón rojo. No funcionaba en 2009, menos va a funcionar hoy, con una audiencia ávida de innovaciones y empresarios que solo quieren tirar el contenido y sentarse a recibir guita sin pensar cómo venderlo. No solo eso: va a contribuir a la perpetua decadencia del fútbol argentino alimentando el prolongado proceso de bartolear guita al pedo sin jerarquizar la liga ni solucionar sus problemas estructurales. ¿Qué haría yo? Una plataforma web tipo TyC Play pero bien hecha, con inversión, al estilo de lo que armó DirecTV para el último mundial, donde haya una grilla de eventos deportivos en vivo para elegir y una biblioteca de partidos pasados, todo por un abono máximo de 10 dólares (160 pesos), apostando a la masividad. ¿Es posible? Muy. ¿Lo van a hacer? Ni en pedo//////PACO