I
Una ONG quiere prohibir la jineteada y la doma. Se llama Fundación Sin Estribos y sospechan que a los caballos que participan les aplican picanas para enojarlos al momento de salir a la pista. En la última edición del Festival Nacional de Jesús María, que terminó quince días atrás, dos yeguas murieron antes de competir, desnucadas en un accidente. Pocos días después, el accidente de un camión jaula donde murieron los 10 caballos que transportaban fue agregado a la lista de crímenes que este deporte criollo que existe desde siglo XVII en nuestra región del sur americano y que desde hace 50 años cuenta con importantes festivales sobre todo en las provincias del centro del país. Una lista, por cierto, bastante escueta, ya que en este tiempo, sólo se contabilizaron tres episodios mortales, los dos que ya contamos y la muerte de otras dos yeguas hace un año. ¿Alcanza esto para clausurar la doma y la jineteada en la Argentina?

II
Se trata de domar un caballo salvaje que corcovea e intenta zafarse de su jinete durante un lapso que va de los 6 a los 15 segundos. Hay diferentes tipos de doma y jineteada: de Crina Limpia, donde una pequeña lonja de cuero es toda la herramienta usada para el agarre, la Grupa Sureña, con cuero de oveja, y Basto con Encimera, en el cual mantener los estribos es el desafío. Los caballos son juzgados y puntuados al igual que los jinetes y entre más años tienen en las pistas, más prestigio acumulan, a diferencia de la corrida de toros en España, donde los animales se faenan luego del espectáculo. En todas las domas y jineteadas se utilizan espuelas, cuyo filo no es cortante sino que apenas sensibiliza la dura carne de los caballos, funcionando como un llamado de atención y no como un castigo corporal.

III
“El marco es complicado, porque hay una especie de tradición y cultura que empuja de fondo el evidente conflicto de leyes que se produce en esta situación que atrofia la mirada del jurista, diciendo hasta qué punto hay una monta y una manipulación lícita del animal y hasta cual se está infringiendo la ley penal argentina 14.436 que protege a los animales de la explotación”, explicó la abogada Andrea Heredia, titular de la Fundación Sin Estribos. De este modo, la dirigente ambientalista prefiere mirar con perplejidad la poderosa carga cultural del deporte, señalando su existencia como un “atrofiamiento” de la práctica jurídica. Esta misma ONG que impulsa la prohibición de este deporte busca también quitar los caballos a los carreros –es decir, cirujas y cartoneros que usan caballos de tiro- amparados en unos pocos videos sin fecha ni autor que difunden incansablemente en Facebook a través de las centenares de perfiles ambienta listas. Un solo video puede provocar el repudio de miles, que avalarán con comments de internet las acciones legales de la entidad, cuya titular fue acusada por los carreros de utilizar todo tipo de estrategias legales para que la policía y la justicia les quite los caballos, termine con su principal medio de vida, y de negarse a colaborar en la vigilancia y control de los carreros con respecto a sus animales. “Nosotros y la municipalidad le dijimos que venga a colaborar en las mesas de trabajo, pero nunca vino”, dicen los trabajadores del cartón que debieron protestar frente al Colegio de Abogados de Córdoba, ciudad donde la Fundación Sin Estribos parece centralizar sus acciones.

IV
«Siempre extremamos los cuidados para que no haya accidentes», explica a las radios el jefe comunal de Jesús María, un entusiasta de la doma y jineteada, principal atractivo de esta pequeña ciudad cordobesa, y opina: «ni en el polo ni en las carreras de caballo hay tantos controles como en el Festival». Mientras que en sitios como Change.org, en Facebook  pueden verse numerosas campañas en contra de la Doma y los carreros –inclusive un pésimo documental sin datos ni fuentes pero al que le sobran efectos narrativos e imágenes deprimentes sin fechar-, es prácticamente imposible encontrar alguna queja de los ambientalistas sobre las carreras hípicas, donde se registran doppings con cócteles de anabolizantes, analgésicos, antipiréticos, antiinflamatorios, citotóxicos, diuréticos, cortiscosteroides, hemostasia y hasta dosis de viagra en yeguas.  Inclusive los carreros de Córdoba aseguran públicamente que los caballos que les secuestran son vendidos luego para ser utilizados en el deporte, y que la titular de la Fundación Sin Estribos estaría vinculada a este tráfico, acusación que la abogada negó pero tampoco supo explicar adónde van los animales secuestrados por la justicia.

V
¿Será que el espectáculo barroso y anacrónico de la doma causa horror en las mentes blancas del progresismo citadino? ¿Qué los estridentes aullidos de los acordeones en los televisores durante la jineteada atosigan sus oídos? ¿O que las joyas brillando en las esposas de jokeys, en las tribunas de Palermo y en las crines de los caballos de carreras ciegan la mirada de los ambientalistas? Más allá de la legitimidad de las intenciones en los actores de esta puja, la prohibición aparece como una medida exagerada donde se canaliza la furia acumulada de un sector del progresismo caracterizado por el abuso permanente de la moralina, donde finalmente se ataca sólo a los sectores débiles que difícilmente puedan soportar por mucho tiempo el bombardeo de la indignación  y la corrección política. /// PACO