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Un mes antes del golpe militar de 1976, el destructor argentino Almirante Storni intercedió realizando disparos de advertencia ante la misión Shackleton que se encontraba investigando los recursos naturales en el Mar Argentino. El informe de la misión para la corona británica menciona el potencial pesquero y la posibilidad de la existencia de petróleo en la cuenca de Malvinas. 

Treinta y cuatro años después, en el 2010, se anunció el descubrimiento por exploración sísmica del yacimiento Sea Lion ubicado en la cuenca Norte de las Islas por parte de la empresa británica Rockhopper creada para la búsqueda y explotación hidrocaburífera en la zona. Las licencias para realizarlas fueron declaradas ilegales por la Argentina en varias oportunidades y todas las empresas que participan de estas maniobras recibieron sanciones del estado nacional. De esto surge una pregunta ¿Por qué más de treinta años después de Shackleton no se sacó un solo barril de petróleo de la cuenca de Malvinas?

Lo cierto es que varios de estos proyectos son vistos como inviables o muy costosos. Ya el informe de 1976 hablaba de que no había posibilidad de avanzar si no era con cooperación argentina. El año pasado, sin ir más lejos, la empresa Harbour Energy con sede en Edimburgo se retiró del proyecto dejando de lado las licencias de exploración que fueron adquiridas por la Israelí Navitas en abril de este año. Esta se hizo de un 65% de las mismas, mientras que el 35% restante quedo en manos de Rockhopper. El proyecto petrolífero en Malvinas fue relanzado muchas veces. En julio de este año Navitas volvió a la carga y las acciones de la empresa se recuperaron a niveles de abril (cuando se anunció su desembarco en el proyecto) luego de varios meses de caída, pero el crudo aun no aparece. 

La Secretaría de Malvinas de la Cancillería de la Nación sancionó a estas empresas, pero esto no impidió que sigan adelante con las maniobras. La invasión de la soberanía argentina por parte de empresas extranjeras con protección militar británica jamás recibió repudio de los organismos internacionales, que no sancionaron a un solo diplomático de estos países y mucho menos castigaron económicamente al invasor. 

Tampoco hubo mención del tema por parte de los sectores ecologistas e intelectuales progresistas. Quienes se oponen fervientemente a la explotación offshore en Buenos Aires y a la minería en Mendoza y Chubut, han optado por el silencio. Esta omisión tiene cierto sentido, el discurso del ambientalismo tipo Greenpeace es elaborado en los países donde están radicadas las empresas que son parte del proyecto. Además, Malvinas incomoda a los sectores progresistas. El liberalismo ha penetrado profundamente en las almas y conciencias y el principio de soberanía política y económica fue intercambiado por las banderas de derechos individuales y ecológicos. 

En cierto punto es lo que pasa con el escritor Martin Kohan que, en una entrevista con Infobae en mayo de este año, señala que hubiera sido una desgracia política ganar la guerra de 1982. Ejemplos de este estilo se repiten a diario. ¿No nos cruzamos cotidianamente movilizaciones en la Capital Federal contra la injerencia imperialista en los lugares más recónditos del mundo, teniendo una base de la OTAN ocupando nuestro territorio? Fernando Cangiano, ex soldado combatiente y miembro del Espacio de Reflexión “La Malvinidad de Argentina” sintetiza esto diciendo que en 1983 se constituyó una democracia sin liberación nacional, donde Malvinas no tenía lugar. Finalmente, las crisis posteriores dieron por tierra las ilusiones europeístas, pero el rechazo a Malvinas había quedado enraizado en las cabezas de la intelectualidad liberal, fundamentalmente porteña. 

Si es posible y viable la producción petrolífera en la cuenca de Malvinas aun es una incógnita. Si tomamos como verídicos, y no como una mera especulación bursátil, los estimados de producción de la empresa Rockhopper para Sea Lion son de más de 1.600 millones de barriles en total. Según ellos la posibilidad de extracción en una primera fase seria de 80 mil barriles diarios. Esta cifra es aproximadamente la mitad de la producción que se obtuvo de Vaca Muerta durante el 2021, que alcanzó en promedio 168.000 barriles cada día. Cabe recordar que el proyecto neuquino es una de las joyas energéticas del país. El precio del barril de petróleo Brent se encuentra alrededor de los 90 USD por lo cual el país podría producir 7.200.000 de USD diarios, nada despreciable si tenemos en cuenta el estado de las reservas del Banco Central y los problemas de una economía con fuerte dependencia de importaciones para la industria. En un año se podría producir más de 2 mil millones y medio de dólares. Además de impulsar industrias relacionadas, como proveedores de insumos y servicios.

 El déficit energético hizo perder reservas en dólares por importación de energía en el último periodo invernal, con la consiguiente repercusión en la devaluación de algunos de los tipos de cambios, empujando la inflación. Este dato no es menor, el país tuvo gastos por energía de alrededor de 4 mil millones de dólares. Parte de la discusión de la quita de subsidios en el gas y la luz tiene este origen y los aumentos en las tarifas de los servicios serán abonados por los consumidores. 

Estos datos son elocuentes siempre y cuando, claro está, los estimados sean ciertos y el proyecto realizable. En el año 2010 cuando se informó de Sea Lion por primera vez la acción de Rockhoopper valía 30 libras por unidad, dos meses después 374 y en ese momento llegó a tener picos de 452. Hoy día se acomodó alrededor de 14 libras. Es probable entonces que la movida sea puramente especulativa y que todo lo señalado anteriormente nunca suceda, pero no está de más hacer el ejercicio de pensar y calcular que pasaría si hubiese petróleo y que podríamos hacer con él los argentinos. Es importante señalar que muchas de las empresas con capacidades reales de llevar adelante las inversiones requeridas se mantienen alejadas porque no quieren entrar en conflicto con el gobierno argentino ya que operan, por ejemplo, en Vaca Muerta. 

También podemos imaginar que la acción que se multiplica por 10 es la de YPF, aunque no parezca ser una salida muy agraciada plantear que nos convirtamos nosotros en los especuladores. Hablar de soberanía es hacerlo sobre producción e industrias y no de valorización financiera, pero sería ingenuo dejar en manos de empresas multinacionales el lucro de la bicicleta, que existe más allá de nuestras intenciones. 

El General Enrique Mosconi, primer director general de YPF, decía que entregar nuestro petróleo es como entregar nuestra bandera. Le podemos agregar que tampoco debemos entregar la posibilidad de valorizar la compañía para financiar proyectos de expansión de la misma. 

¿Especulación bursátil, inviabilidad técnica, problema geopolítico? Lo sabremos definitivamente cuando el proyecto se pronuncie en castellano, las licencias sean de YPF y la bandera ondeante la celeste y blanca/////PACO

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