1. Entre las dos, las cuentas de Twitter @ClownSightings y @ClownSighting suman más de 400 mil seguidores. Cada una de ellas se ocupa de recopilar avistamientos de payasos siniestros. Los hay en todas partes: Curitiba, Metz, Houston y cientos de otras ciudades alrededor del mundo, incluso en Buenos Aires, pero la mayoría se produce en Estados Unidos. Los payasos aparecen con ropa colorida y en general una expresión de horror en la cara, en lugares poco transitados: bosques, túneles, cementerios. Algunos llevan cuchillos o armas de fuego. La última oleada de avistamientos parece haberse iniciado en agosto de este año y es tan fuerte que obligó a McDonald´s a retirar de circulación a su popular payaso emblema Ronald McDonald. Benjamin Radford, autor del libro Bad Clowns, sostiene que probablemente la ola disminuya después de Halloween, pero que nunca se extinguirá del todo. Sólo una pequeña parte de estos avistamientos son fotografiados o grabados con cámaras de celular. De otros tenemos los testimonios: un payaso armado con un cuchillo impidió a los pasajeros salir del subte en la estación Upper East Side de Manhattan. En Wyoming, una mujer afirmó que un payaso quiso atacarla sexualmente a la vera de un camino en el bosque. La mujer salió corriendo y el payaso la persiguió durante un largo trecho en la espesura. Luego desapareció sin dejar señales. En Esslingen, Alemania, una pareja de homosexuales denunció que un payaso con atuendo medieval los sorprendió en un túnel peatonal con tenazas de hierro al rojo vivo, al grito de “castración ya”. Son solo algunos ejemplos de los relatos que se multiplican en los portales de noticias y en las redes sociales. La pregunta por la veracidad de las anécdotas y las imágenes, que recuerdan a los avistamientos de ovnis de la primera mitad del siglo XX, es irrelevante. Los payasos son una aparición mucho más verosímil que los fantasmas o los extraterrestres. En los avistamientos no existe la sospecha de algún fenómeno sobrenatural. Asoma, en cambio, la certeza de que los payasos macabros son productos regurgitados y escupidos al mundo por la web. ¿Quién los representa y con qué propósito? ¿Hasta dónde serán capaces de llegar? Y sobre todo: ¿por qué nos inquietan tanto?
En los avistamientos no existe la sospecha de algún fenómeno sobrenatural. Asoma, en cambio, la certeza de que los payasos macabros son productos regurgitados por la web.
2. El miedo irracional a los payasos se llama “coulrofobia” y su existencia es tan antigua como su objeto. Según Wikipedia, los payasos formaban parte de la corte del faraón Dadkeri Assi durante la quinta dinastía egipcia, alrededor del año 2500 antes de Cristo. La antigua China, Grecia, Roma, las cortes europeas de la Edad Media, los circos ambulantes de los siglos XIX y XX son algunos puntos en la deriva de la figura del payaso, que en todos estos casos cumple la función de divertir y alegrar: es el bufón de la corte en épocas de monarquías y nobleza y el amo de la pista circense en tiempos plebeyos. Existen muchos payasos famosos. En Argentina hubo por lo menos cuatro, cada uno en su momento histórico: Pepino el 88, interpretado por el actor Pepe Podestá, el recientemente fallecido Plin Plin, protagonista de una popular canción infantil, el bizarro payaso tucumano Tapalín y por supuesto, el personaje teatral y televisivo Piñón Fijo. Quizás haya más, pero esos son los que recuerdo sin necesidad de recurrir a Google. A ellos se les suman los miles de payasos, anónimos o más o menos célebres, que animaron fiestas infantiles, cumpleaños y funciones de teatro y circo en los últimos doscientos años. Un breve recorrido fotográfico y pictórico alcanza para determinar la uniformidad de su apariencia: todos tienen la cara pintada de blanco, la vestimenta colorida, algunos la nariz roja. Unos sonríen y otros, la mayoría, exhiben una mueca de tristeza alrededor de los labios.
3. “-Ven aquí, Hop-Frog -mandó el rey, cuando el bufón y su amiga entraron en la sala-. Bébete esta copa a la salud de tus amigos ausentes… (Hop-Frog suspiró)… y veamos si eres capaz de inventar algo. Necesitamos personajes… personajes, ¿entiendes? Algo fuera de lo común, algo raro. Estamos cansados de hacer siempre lo mismo. ¡Ven, bebe! El vino te avivará el ingenio”. La cita pertenece a “Hop-Frog”, el último cuento publicado en vida por Edgar Allan Poe. Hop-Frog es el bufón de la corte, enano y tullido. El rey lo obliga a hacer bromas para divertirlo a él y a sus cortesanos. Una noche humillan a Tripetta, su amante, también enana. Para vengarse, Hop Frog convence al rey y a sus siete consejeros de disfrazarse de orangutanes durante un baile en la corte. Durante el evento, los encadena y les prende fuego. Luego escapa con Tripetta por los techos del palacio. En otro cuento de venganza de Poe, “El tonel de amontillado”, también aparece un personaje vestido de bufón, sólo que en este caso se trata de la víctima y no del victimario. Ambos cuentos parecen haber sido escritos a raíz de disputas más o menos literarias de su autor, que incluían a las esposas de algunos de sus colegas. No parece difícil ni tirado de los pelos sacar la conclusión de que el bufón, rendido al impulso asesino de su inconsciente, se parece bastante a la imagen que Poe se asignaba a sí mismo como escritor.
“Es hora de tranquilizarnos con los payasos. La mayoría son buenos, alegran a los chicos y hacen reír a la gente”. El tuit pertenece a Stephen King.
4. Entre 1972 y 1978, John Wayne Gacy Jr. violó y mató a por lo menos 33 menores de edad. Luego los descuartizó y los enterró en el sótano de su casa de Chicago, Illinois. Gacy era dueño de una empresa constructora y participaba como voluntario de todo tipo de actividades del partido Demócrata. La historia de su vida -como la de todos- es también la de su desintegración mental. Era un personaje conocido en su comunidad, especialmente bajo la identidad de Pogo el Payaso, con la cual animaba cumpleaños y fiestas, visitaba los pabellones infantiles de enfermos terminales y realizaba otros actos de beneficencia y de recaudación de fondos para el partido. No sabemos si usaba el disfraz a la hora de matar, pero no hace falta. Gacy fue ejecutado en 1994. Durante su estadía en la cárcel se dedicó a la pintura. La mayor parte de su obra está compuesta por retratos de payasos, cuya cotización está actualmente en alza. Los Redonditos de Ricota le dedicaron el tema “Pogo”. Pero me gusta más la canción que le escribió Sufjan Stevens y en especial el videoclip de YouTube, con esa melancolía ominosa, donde sólo vemos imágenes de películas educativas infantiles en Super 8 que advierten acerca del peligro de desobedecer las reglas o de conversar con extraños. El payaso no aparece pero, otra vez, su presencia no es necesaria, porque todos sabemos que el peligro es él.
5. “Es hora de tranquilizarnos con los payasos. La mayoría de ellos son buenos, alegran a los chicos y hacen reír a la gente”. El tuit, publicado el 3 de octubre pasado, pertenece a Stephen King, el escritor que más alimentó la mitología del payaso siniestro. En una entrevista de hace algunos años, King contaba con algo de perplejidad que el libro suyo que más se había vendido a lo largo del tiempo era, precisamente, It. La novela, publicada por primera vez en 1985, tiene una adaptación televisiva bastante mala realizada en 1990, que sin embargo se salva por la escalofriante interpretación que Tim Curry realiza del payaso Pennywise. La nostalgia generacional por los terrores de la infancia en VHS, sumada a la siempre efectiva imagen del payaso, hicieron que en los últimos años proliferaran los memes de Pennywise en la web. En 2014 fue estrenada Clown, una copia bastante mediocre, producida por Eli Roth, uno de los secuaces de Quentin Tarantino. Es posible que este revival haya alentado a los productores de Hollywood, que anunciaron una remake para 2017 dirigida por el argentino Andrés Muschietti. Ya circula por las redes una imagen del nuevo Pennywise, interpretado por Bill Skarsgård. En la novela de King, el payaso Pennywise no es humano. En algún momento se insinúa que proviene del espacio exterior, pero da lo mismo cuál sea su origen. Pennywise es una de las manifestaciones del horror mayor, “eso”, que adopta distintas formas a lo largo de la novela, de acuerdo a cuáles sean los temores de los chicos -luego adultos- que la protagonizan: la momia, un pájaro gigante, un leproso violador. En “La jarra”, uno de sus primeros cuentos, Ray Bradbury ensaya una alternativa al tradicional cuento de terror, que luego King explotaría a fondo: aquello que nos produce miedo no puede tener una forma definida, porque el miedo está en nuestro interior. Si el terror es un género que se mide de acuerdo a su efectividad para provocar miedo -para sacarlo a la luz- desde el gótico de Horace Walpole en adelante, Pennywise emerge como una alternativa frente a la saturación de fantasmas, vampiros, momias y otro tipo de criaturas en el cine y la literatura. Su aspecto festivo contrasta con la violencia de sus apariciones: es todos y nadie a la vez. ¿Qué ven los personajes de It cuando ven al payaso? Un bufón, un asesino, un bromista, alguien sin cara ni una identidad que permita anclar sus palabras y gestos en una biografía, un prontuario o siquiera una mitología acerca de su origen o su condición. Es una entidad ambigua. Igual que la adolescencia, un territorio minado por el miedo y la ausencia de certezas que genera el desarrollo de la sexualidad. La infancia se termina, las creencias que parecían firmes dejan de existir. Quedan imágenes que alguna vez fueron familiares y ahora buscan su significado, como un payaso que saluda desde una boca de tormenta, con un globo en la mano.
7. Un antecedente concreto de los avistamientos de payasos de los últimos meses tuvo lugar en 2014, cuando el italiano Matteo Moroni comenzó a subir a su canal de YouTube videos donde un payaso de aspecto amenazante asustaba a los desprevenidos en distintas situaciones y lugares: en una estación de servicio, al costado de una ruta, en un túnel desolado. Moroni, un especialista en bromas de internet, consiguió varios de sus virales más exitosos gracias a esta serie de videos. Matteo Moroni tiene un nombre y posiblemente un futuro -y un presente- como generador de contenidos virales. Es probable que los que vengan después no vayan a tener esa misma suerte.
8. Lo que subimos a las redes deja de ser nuestro. Podemos saturar los muros de Facebook con fotos de nuestras familias y de nuestras infancias, intervenir en debates, subir poemas, videos, opiniones o declaraciones de cualquier tipo. Como los fantasmas en la literatura gótica, estas intervenciones ya no causan ningún efecto. Se vuelven indistintas y desaparecen. ¿Cuántas fotos de cumpleaños hay que subir hasta invisibilizarse a uno mismo? Su efecto es paradójico: en lugar de individualizarnos, nos deshacen. Cualquiera puede ser un payaso. Ya lo somos, en alguna medida, cada vez que opinamos, manifestamos un estado de ánimo o participamos de alguna discusión en las redes sociales. Pintarse la cara y ponerse un disfraz es sólo un paso más en esa dirección. Pero entonces, una vez borrada la identidad, las señas particulares, aquello que alguna vez nos hizo únicos y ahora flota en los desagües de internet («acá abajo todos flotamos», diría Pennywise), ¿qué es lo que queda?
A diferencia de Hop-Frog, que mata al rey y huye con Tripetta por los tejados, los payasos entran pronto en la maquinaria de la viralización.
9. Imaginemos a internet como un planeta que está siendo colonizado. Los colonos llegan con su historia y su experiencia a cuestas pero por las características propias del nuevo planeta, es imposible recrear su sociedad de procedencia en los mismos términos. Intentan algo parecido con restricciones: en el planeta nuevo, los colonos son sólo imágenes y palabras. Se establecen algunas normas de convivencia. No las impone el estado sino en principio los mismos colonos, que buscan disciplinar los discursos de los otros de acuerdo a un consenso, real o ficticio, acerca de qué es correcto y qué no. Después, también, las restricciones son impuestas por empresas cuya tendencia es, cada vez más, la eliminación del anonimato. Así, lo que parecía infinito se satura de limitaciones. Quienes no respetan estas normas son condenados a zonas cada vez más marginales donde nadie los escucha o los toma en serio. No tienen voz, imagen ni palabra. Sólo a veces, desde la oscuridad, algunos toman la escena pública por asalto. Pero a diferencia de Hop-Frog, que mata al rey y huye con Tripetta por los tejados, los payasos entran pronto en la maquinaria de la viralización, donde ser es ser consumido. De esta manera, ellos también se transforman en colonos más o menos respetados. Adquieren su carta de ciudadanía, que es al mismo tiempo su fracaso.
10. Hace poco se difundió la noticia de que por las calles de Cumbria, en el Reino Unido, circula un hombre disfrazado de Batman que combate a los “payasos asesinos”, que en realidad no son asesinos sino que se limitan a molestar a las personas, quizás para filmarlas y difundir el video por internet. El Batman de Cumbria persigue a los payasos y -según informa la BBC- lleva tranquilidad a la población, en especial a los chicos. Esta puesta en escena es una consecuencia lógica de la fiebre desatada en todo el mundo por los avistamientos de payasos. Si ya existen los villanos, ¿por qué no pueden existir también los superhéroes que se dedican a pelear contra ellos? Quien sea que se encuentre detrás de la máscara de Batman no sólo renuncia a la individuación estandarizada que le ofrecen las redes sociales, sino que también renuncia a aquella que le proporcionaría el maquillaje de payaso. No cuesta imaginar al responsable de esta travesura, cuya cara no interpela a nadie, en el ejercicio de googlear la noticia de su propia ocurrencia en medios de todo el mundo. Tanto él como los payasos que persigue son productos de una maquinaria que se come lo que hay a su alrededor. Es probable que dé a conocer su nombre en algún momento. Mientras tanto, la realidad se configura con las características inestables de la ficción, la coloniza, y vuelve como noticia a las redes sociales. Al menos por un rato/////PACO