“Empecé a hacer vídeos básicamente porque estaba aburrido. Vi la movida de los que ya estaban en esto y dije ¿por qué yo no? Así que arranque. Los hago todo yo solo: los guiones, la filmación y la edición”, dice Lucas Castelnuovo. El aburrimiento se terminó. Con 18 años y tiempo de estudio de actuación con Lito Cruz, tres años después de haber creado su cuenta en You Tube, según socialblade.com, Lucas está en el puesto número 7 de la lista de las más populares en Argentina con más de 800 mil suscriptores. El Club Media Fest, conocido simplemente como el encuentro youtuber, se realizó en el predio de La Rural y convocó masivamente a adolescentes cuya fuente de entretenimiento principal ya no es la TV sino el cauce de consumo a la carta que ofrece Internet. Nacidos entrada la década de los noventas con tecnología bajo el brazo, esta generación de nativos digitales –término acuñado por Marc Prensky– demarca los nuevos límites no solo de formas de efectivas de entretenimiento sino, con un carácter más categórico, de la noción de talento. Durante el fin de semana circularon por el lugar miles de personas –que pagaron entradas entre 350 y 1500 pesos– para verle las caras a los youtubers más populares de habla hispana: Werevertumorro, Julián Serrano, ElRubius, Mangel, Vedito, Marito Baracus.
Durante el fin de semana circularon miles de personas –que pagaron entradas entre 350 y 1500 pesos– para verle las caras a los youtubers más populares de habla hispana: Werevertumorro, Julián Serrano, ElRubius, Mangel, Vedito, Marito Baracus.
Agolpados contra las vallas y bajo el efecto viral de emociones histéricas, los millenials no disimulan su devoción, ni siquiera entre las figuras. “Disfruté mucho el encuentro, no solo porque nos reunimos entre youtubers que nos queremos mucho, sino que tener un público de 30 mil personas gritando tu nombre y alentando por vos, fue algo único”, dice Lucas Castel. ¿Pero qué hacen y quienes son estos chicos para generar semejante fanatismo púber? Mientras que históricamente la cuestión de la fama y el talento estaban íntimamente ligados –para ser “famoso” había que tener algo especial, sostenerse en un ambiente hostil donde la calidad era condición necesaria–, esta generación llegó al mundo con la herramienta de la posibilidad. Internet, trampolín democratizador, le dio a estos chicos la oportunidad no solo de comunicarse e hipercomunicarse, sino de mostrar en sus videos aptitudes individuales bajo las formas más diversas. Lucas cuenta: “En mi caso subo vídeos de humor con temas de interés adolescente. Me divierto haciéndolo y de paso divierto y le alegro el día a la gente que me mira”. Con casi 5 millones de vistas “Comprate un turro” encabeza su chart. Le siguen “Vacaciones turras” y “Cómo evitar un robo”, con 3,7 millones y 3,6 millones de views.
Entre el humor, la parodia, las múltiples personalidades de Castel –y alguna moraleja para aderezar– los videos de Lucas tienen apenas menos vistas que canales masivos como Disney Channel LA. Para los outsiders de la cultura youtuber los contenidos pueden resultar inquietantes, pero funcionan para su público a un nivel que poco espacio deja a la discusión. El video “Cómo no ser violado” llama la atención desde el título, pero cualquier padre que se anime a poner play entenderá que los temidos fantasmas informáticos como la pedofilia y los engaños a menores en las redes sociales, son temas bastante conversados entre los adolescentes que conocen la red de pies a cabeza. ¿Quién aprende de quién? Un post de casi 5 minutos de un chico de 18 años puede poner en offside la bajada de línea agorera de cualquier agencia de noticias.
¿Cuál es el secreto youtuber? Hablarle a la cámara y entablar un vínculo directo con un potencial seguidor.
¿Cuál es el secreto youtuber? Hablarle a la cámara y entablar un vínculo directo con un potencial seguidor, un posible próximo miembro del séquito de admiradores, y en la cultura youtuber son las ideas de comunidad y de cantidad las variables que se imprimen sobre la calidad. Aún no siendo condiciones excluyentes, la popularidad rige el mundo de esta nueva generación –algo que los inmigrantes digitales todavía digerimos con torpeza– y la empatía el secreto de la viralización. Productores y consumidores de sus propios productos de entretenimiento –sin el filtro que dicta qué es bueno o qué es malo, mostrable o basura digital– generaron además de una nueva fuente y forma de entretenimiento un negocio millonario. Desplazando al monolito televisivo, en este juego casero y confesional donde todos tienen “algo que mostrar”, el dinero no es algo que constituya un detalle. ¿Es posible vivir o generar ingresos como youtuber? “You Tube genera ganancias monetaria desde siempre. Pero depende de qué cantidad de gente te mire lo que al fin y al cabo ganes. Además hay beneficios secundarios: hacerse conocido es tener potencial en toda la web”, explica Lucas. Según Social Blade –sitio que mantiene registro, almacenamiento y genera análisis estadísticos de lo que sucede en You Tube, Twitch e Instagram– las ganancias no responden a un cálculo único, sino que dependen de factores como el país de origen de la cuenta, en nicho al que están dirigidos los videos, la calidad del tráfico, los avisos publicitarios y los click rates. Cada mil visitas se estima –siempre en dólares– que pueden ganarse entre 0,25 y 4 USD diarios, 7,5 a 120 USD mensuales o 90 a 1440 USD anuales. Las cifras varían y no son una mentira.
Lo que comienza como un hobby puede terminar en sustento, además de dejarlos muy bien posicionados en el mercado laboral de los medios mainstream: actores, cantantes, bailarines y bloggeros-periodistas. Son varios los casos que del video casero construyeron su carrera. Un caso emblema puede ser el de la mega estrella adolescente Justin Bieber, quien fue descubierto en You Tube tocando la batería en el año 2007. Sería difícil negar que con 200 mil seguidores en Twitter, Lucas Castel no tenga cierto poder de influencia sobre su público, alcance por el que muchas personas de la cultura offline estarían dispuestos a pisarse las cabezas. ¿Cuántos de los jóvenes escritores y periodistas trabajan desde el lobby de las tinieblas para lograr una porción de la fama que tienen los youtubers? Mientras las guerrillas de escribas denigran el oficio y juegan al periodismo independiente, Lucas Castel vive con simplicidad y autonomía los resultados del una empatía exitosa: “Cuando salgo a la calle siempre te cruzas con gente que te saluda y te pide una foto. Es algo que me pone súper contento. Estoy agradecido con cada persona que me admira, y voy a seguir haciendo esto porque realmente me encanta, estoy enamorado de mi hobby”. Estos son los chicos del futuro. Al pasado le queda creer o reventar//////PACO