El procedimiento es simple y delicado. Vas por la vida muy en la tuya hasta que algo capta tu atención. Te desagrada. Primero no sabés bien por qué, y después te das cuenta que es un atuendo que desentona no tanto con tus gustos como con una básica noción de buen gusto.

He creado un monstruo con vida propia. Nunca fue mi intención, pero ya nada puedo hacer al respecto.

Sacás el celular, controlás que esté en vibrador, no querés que te delate el sonido, prendés la cámara, le sacás el flash y apuntás, tratando de no ser notada. Espías deben tener menos cuidados que los que tengo al momento mágico de obtener las fotografías. Una vez logrado el trofeo, lo distribuís en la red social de tu preferencia, buscando desesperadamente que compartan tu punto de vista. Es hora de reconocerlo, somos seres sociales y, como tales, infantiles e inseguros que pululamos por el mundo tratando de encontrar un punto de acuerdo o reunión. Y la maldad aúna como pocas cosas.

Confieso que nunca imaginé que estas imágenes podían llegar a viralizarse. Mucho menos que serían objeto de controversia. Sólo sé que en algún momento intenté contener mi cámara, que había ganado a esta altura del partido cierta autonomía. Pero quienes festejaban mis fotos aprendieron mi técnica y empezaron a aplicarla. Diariamente me llegan imágenes comprometedoras en cantidades.

Algunos temen cruzarme en la fila del Pago Fácil.

Trato de filtrarlas, pero es dura la vida del censor. He creado un monstruo que ha tomado vida propia. Nunca fue mi intención, pero ya nada puedo hacer al respecto. Hoy despierto debates irrelevantes sobre temas que no le importan a nadie, mientras algunos temen cruzarse conmigo en la fila del Pago Fácil, con pánico de verse retratados públicamente. Es importante fijar pautas de vida, respetar al prójimo y recordar, ante todo, calzas no//////PACO