Lo que sigue son diez momentos del porno. Podrían ser diez entradas de una enciclopedia arbitraria y nunca escrita sobre los modos en que la pornografía se manifiesta a nuestro alrededor. Actores, actrices, directores, películas, escenas sueltas, fetiches, sitios web, imágenes no filmadas todavía, situaciones imaginarias, derivas del sexo.
Mario Salieri
Las películas del director italiano se identifican con facilidad. Es algo que salta a la vista y se siente casi de inmediato: en todas se mueve subterráneamente una morbosidad que va a estallar en cualquier momento. Pero no es el fetiche alegre de -por ejemplo- la mujer yendo al doctor, como tantas veces se muestra esa fantasía desde el ridículo del porno americano mainstream.
En escenarios donde predominan las sombras uno va a encontrarse a mujeres con proporciones casi siempre generosas y que nunca sonríen, algo lógico si se piensa en el tipo de intensidad que le pone Salieri a cada film.
Sus títulos son siempre oscuros, con un clima opresivo y sórdido (Faust, Eros e Tanatos, Discesa all’inferno), y las historias son bastante densas: hay pobreza, incesto, guerras, traiciones por ascenso social. En escenarios donde predominan las sombras uno va a encontrarse a mujeres con proporciones casi siempre generosas y que nunca sonríen, algo lógico si se piensa en el tipo de intensidad que le pone Salieri a cada film. No es un porno de fantasía liviana sino que cada polvo pareciera tener un costo o dejar una marca en los personajes, en ese tipo de densidad psicológica es el registro. Antítesis civilizatoria del porno gonzo y del guión como mera excusa, Salieri logra evitar el opuesto: la solemnidad visual de sus puestas en escena siempre está subordinada a sacar el máximo provecho erótico. El artificio decadentista, cargado de inmoralidad, impregna sus películas de un aire romano, renacentista, imposiblemente europeo, donde las orgías en palacios o en callejones mugrientos se suceden bajo las noches italianas.
Rubias
Son casi siempre jovencísimas y vienen a robar parte de la atención que tenían las rubias de la generación anterior. Cambian la silicona y el colágeno por una naturalidad sin quirófano. ¿Quién dijo que, para calentar, las tetas tienen que ser globos? Estas chicas son producto de un porno que apunta a un nuevo target: gente joven y normal -es decir con una vida sexual más o menos satisfactoria- que también se excita con besos, no sólo con dobles penetraciones anales. Gente que coge con gente no tan alejada de lo que muestra la pantalla. Uno puede hacer una pequeña selección y ordenarlas de menos a más exuberantes sin que eso signifique ir de menor a mayor belleza: Anjelica Ebbi, Mia Malkova, Anikka Albrite, Dakota James, Jillian Janson, Katerina Hartlova. Todas dueñas de una belleza conmovedora.
Xhamster.com
Probablemente en unos años los motores de Internet puedan interpretar correctamente nuestras búsquedas aun antes de que tengamos que formularlas por escrito. Un algoritmo más sofisticado y poderoso que el que gobierna hoy Google podrá sugerir opciones ajustadas a nuestros deseos de un momento y lugar preciso en base a todo el historial de nuestra vida digital. Hasta entonces el orden dentro del caos de la proliferación pornográfica le corresponde a sitios como Xvideos, RedTube o Xhamster, que compilan cientos de miles de videos de diferente duración, calidad y tipo de contenido. Desde videos caseros de menos de un minuto de duración y baja definición donde una pareja se filma incómodamente con un celular que no para de moverse, a viejos films escandinavos de los años 70 (la época heroica del porno en fílmico), pasando por escenas sueltas de las últimas producciones americanas protagonizadas por ganadores o nominados a los premios AVN, en estos sitios todo el porno se encuentra debidamente categorizado con las diferentes etiquetas que se utilizan en el medio: lesbians, shemales, cream pies, cumshots, teens, bdsm, vintage, threesome, femdom, milfs, y el etcétera nunca fue más obligatorio. Funcionan como una red social que se nutre de las subidas que sus usuarios hagan de nuevo material y con los intercambios que establecen en los comments a los videos. Pasear por esas entradas no es muy diferente a la experiencia corriente que se puede lograr en YouTube (son, después de todo plataformas idénticas, separadas nada más que por el objeto que despierta la atención), entre los comentarios siempre es posible detectar al onanista monosilábico (she’s sooooo hot!!!), al pornógrafo con ínfulas de crítico que escribe una breve reseña del video y señala la casi siempre pobre dirección de cámaras o el escaso talento de la actriz que está siendo sodomizada; al egocéntrico que no puede contener las ganas de contar que la profesora que abusa de su alumna después de clase le recuerda a una antigua novia o a su exmujer o a una profesora de matemática exactamente igual que tuvo en sus lejanos días de secundaria allá en su pequeño pueblo de Nebraska o donde sea.
Stoya y James Deen
Ella tiene la belleza suficiente como para sostenerse como pornstar con su propio brillo; sin grandes tetas ni demasiado culo, pero con una carita perfecta y un cuerpo blanquísimo con mucho más aguante de lo que parece: esa es su carta de presentación, la de una chica que viene a ocupar el lugar de una novia porno. Él es un hombre también bello, con un cuerpo igual de promedio para la industria pero con la tremenda virtud de ser un actor que lleva adelante sus performances sin recurrir nunca a la ayuda farmacológica (o al menos eso cuenta la leyenda). Verlos conectar en escena, con él mirándola a los ojos siempre, es algo intenso. Él la mira atento, parece cuidarla cada vez que se la mete un poco más profundo.Y ella no para de sonreírle, con una sonrisa tan infinita como su elasticidad. Esa devoción mutua es, sin dudas, amor. Ese amor, en cámaras y fuera del set, los popularizó dentro de la industria pero también afuera, en el mundo del consumidor menos frecuente, alguien convencional que necesita vestir a la crudeza corporal del porno de un sentido compatible con las otras esferas de la vida real. Y ahí aparece el viejo amor, sea lo que sea que signifique, ese bálsamo para aplicar sobre toda angustia.
Blacked
Un cambio en el refrán. Es un «poner negro sobre blanco». La serie múltiplemente premiada en las entregas de AVN (premios de la industria) es para los fans del contraste. Con hombres de proporciones monstruosas como Prince Yahshua y Flash Brown, Blacked tiene su originalidad en el registro en el cual los actores penetran a white chicks rosaditas y diminutas. No hay violencia, no hay fantasías de violación, no es un festival por conocer los límites corporales de chicas de belleza apolínea como August James o Dani Daniels. Es una estética softporn con besos, pero hard hasta con dobles penetraciones. Monstruos enamorados y chicas que dejan que ese amor les llegue a fondo.
Nina Hartley
Todo podría haber salido horriblemente mal en la vida de Nina Hartley a juzgar por su biografía. Nacida en 1959 en Berkeley, California, sus primeros años coinciden con la gran transformación contracultural de los sesentas, lo que eufemísticamente se conoció como el “verano del amor” y que terminó de manera abrupta con el anticlímax de los asesinatos del clan Manson y el hundimiento en la desolación americana de los años setenta.
Ella tiene la belleza suficiente como para sostenerse como pornstar con su propio brillo; sin grandes tetas ni demasiado culo, pero con una carita perfecta y un cuerpo blanquísimo con mucho más aguante de lo que parece: esa es su carta de presentación, la de una chica que viene a ocupar el lugar de una novia porno.
Nina, hija de padre luterano y madre judía, ambos convertidos en aquellos años revolucionarios al budismo y al comunismo, podría haber derivado a un destino de militante hippie, o de profesora desgreñada de teoría política en algún college del área de la Bahía, o, probablemente, como amargada propietaria de una pequeña tienda de productos macrobióticos y souvenires new age. Por suerte, el camino de la señora Hartley (su nombre original es Marie Louise Hartman) se bifurcó un día de 1982 en el que, mientras estudiaba la carrera de enfermería, debutó como bailarina de strip tease en un bar de San Francisco. Eligió Nina como nom de guerre porque “resultaba más fácil de pronunciar para los clientes japoneses”, y en 1984 inició su carrera en el porno con una película llamada Educating Nina. Hay en ese título algo que cifra toda su trayectoria posterior: Nina Hartley es una consumada defensora del rol de la mujer en la industria pornográfica y durante años trajinó los sets de televisión como invitada y experta en la temática, debatiendo con las posturas del feminismo que ve en la pornografía solo una nueva forma de explotación de género. Además de actuar en más de mil películas, Hartley es, esencialmente, una educadora: escribió el libro Nina Hartley’s Guide to Total Sex (2006) y produjo una serie de videos en los que introduce a hombres y mujeres en las técnicas del sexo anal, oral y del sadomasoquismo light. Todavía en actividad, especie de matriarca milf (aunque no tiene hijos) Nina Hartley se especializa actualmente en películas donde comparte escenas con chicas que, según sus propias palabras, son más jóvenes que los implantes de sus tetas.
Carácter nacional
El porno japonés es el infierno. Un infierno aniñado donde aparece lo más demente de la imaginación porno. Revistas hentai de tiradas astronómicas. Máquinas expendedoras de bombachas usadas por colegialas, más caras cuanto más sucias. Películas de sexo con picaportes. Con moluscos (en la mejor tradición pictórica nipona). Con hombres disfrazados como bebés gigantes. El fetiche omnipresente de la estudiante de uniforme, la ninfa con peluca colorida, la indefensa adolescente a merced del adulto poderoso.
En Alemania predomina una tendencia hacia lo escatológico: lluvias doradas, fist fucking, inserciones de vegetales. En Inglaterra, la escenas de nalgadas y varones sumisos ante la vara de una profesora o institutriz, en la línea de las historias de internados de la aristocracia británica.
Todo conviviendo con la normativa estatal que obliga a difuminar los genitales, un incentivo para la agudización de la imaginación erótica. ¿Y qué pasa en otros países? En Europa, por ejemplo, donde la fragmentación geográfica da lugar a estilos nacionales diferenciados, un rompecabezas de identidades pornográficas ancladas a tradiciones locales.En Alemania predomina una tendencia hacia lo escatológico: lluvias doradas, fist fucking, inserciones de vegetales. En Inglaterra, la escenas de nalgadas y varones sumisos ante la vara de una profesora o institutriz, en la línea de las historias de internados de la aristocracia británica. En Italia, las formas generosas de las mujeres prototípicamente italianas, neorrealistas, suelen asumir el rol de la mamma idealizada que sucumbe a la tentación o de la hermana superiora que se derrite ante la llegada al convento de una joven novicia. En Rusia, por otro lado, abunda el porno amateur filmado con cámaras de baja definición en habitaciones pequeñas de empapelado anticuado y con muebles ordinarios que tuvieron su mejor hora bajo el gobierno del camarada Brezhnev. Muchas veces en estos videos la actriz parece realmente cansada, como si volviera de todo un día haciendo colas para comprar los víveres del hogar y la demanda sexual que tiene que afrontar en la grabación fuera el último de los sacrificios de la jornada. ¿Y en Estados Unidos? Estados Unidos es el mundo, y en su producción entra todo. La multiplicidad infinita de su ficción pornográfica impide encontrar algún rasgo genuinamente nacional, más bien lo que se puede sacar en limpio es su vocación imperial, y acá imperial se utiliza en el sentido de universal.
Anita Dark & Anita Blond
Budapest después de la caída del muro se convirtió en una de las capitales de la producción mundial del porno. A mediados de lo 90 en Hungría, en mitad del festival de privatizaciones y desregulación general de una sociedad tardoestalinista, las productoras de cine para adultos del occidente europeo tomaron Budapest como escenario preferido para filmar sus películas, una ciudad donde los costos bajos facilitados por el tipo de cambio se compensaban con una provisión de actrices que estaba al mismo nivel o un poco por encima, incluso, de la que podían conseguir en sus lugares de origen. Anita Dark (neé Anita Meinicoff) y Anita Blond (neé Anita Hudacek) se convierten en estrellas en esa época. Las dos tienen un pasado como modelos publicitarias (Dark es Miss Budapest 94) y son amigas. Dan el paso al porno juntas, a las películas de los productores italianos y franceses que poblaban la ciudad, probablemente tentadas con la diferencia económica que representaban esas monedas – pre euro – duras. En una de esas películas de los comienzos, las dos Anitas atienden una oficina pública. La cámara se abre a un plano de Anita Blond (que aún tiene el pelo oscuro) con los pies apoyados en el escritorio leyendo una revista. Anita Dark, aburrida, se le acerca y la acción empieza cuando le propone coger ya que la oficina está tan desierta y nadie va a aparecer para hacer un trámite. Obviamente, a mitad del metraje aparece un ciudadano honesto que tiene que hacer una diligencia urgente y se encuentra con el acto in media res. La escena termina siendo, milagros del porno, un comentario jocoso sobre el clima social del momento en un país donde el estado se disolvía. Cuando Hungría quedó chica ambas Anitas enfilaron a la aventura americana. Hacia el sol de Los Ángeles. A las dos amigas les fue bien: Penthouse, Hustler, Cheri, Velvet, decenas de películas en las mejores productoras. En algún momento de su carrera paralela decidieron invertir los términos: Anita Dark volvió a su rubio natural y Anita Blond dejó las tinturas para que aflore su pelo negro. Desde entonces Dark y Blond significan lo opuesto. No hay que descartar que se trate de un chiste privado, de viejas amigas, del que entendemos nada más que una parte.
Klixen
La alemana Klixen no es linda, ni jovencísima ni simpática. De hecho, quizás, su belleza esté por debajo del promedio en mujeres de su edad. Pero su virtud radica en las formas en que ejerce la Dominación. Es cierto que no es nuevo lo que ofrece en materia de fantasía, pero lo que la vuelve única es la serenidad con que actúa su rol. Su tranquilidad es desesperante porque convierte al placer en un padecimiento que no parece terminar nunca, y viceversa. El otro se vuelve loco mientras ella sigue imperturbable. Dicho con otras palabras, pensemos en una mujer mayor que su partenaire que lleva adelante un dominio indiscutido del hombre o, mejor aún, de su pija. Cosa que en definitiva terminan siendo lo mismo, porque sus modos femdom barren con el joven que se acuesta en su cama o que queda inmovilizado y momificado con papel film para rebajarlo a objeto de sus juegos, los cuales consisten en -por ejemplo- masturbar sólo su glande con un vibrador gigante hasta hacerlo acabar de una manera que debe ser menos placentera que dolorosa; o masturbarlo sólo con una yema de su dedo índice con una lentitud tortuosa, para que la eyaculación no resulte tanto una explosión como una corriente que sigue el curso lento del deseo hasta que llega al borde y simplemente cae en catarata. Hay algo de apariencia arbitraria y severa en sus maneras, un modo sin duda alemán que infunde respeto y quizás hasta miedo pero que no puede dejar de ser mirado. Klixen es una cobra que hipnotiza y excita al ratón hasta que lo aniquila en un orgasmo violento.
Nombres
Sunset Thomas. Honey Wilder. Belladona. Seymour Butts. Crystal Craft. Crystal Stone. Crystal Waters. Diamond Foxxx. Danielle Foxxx. Lisa Sparxxx. Rachel Roxxx.Rozanna Lorca. Rachel Wagner. Yvette Faulkner. Stevi Conrad. Madison Dylan. Tracy Dali. Kate Frost. t.j. cummings. Nicolette Scorsese. Linda Paris. Victoria Paris. Beverly Lynne. Brooklyn Bailey. Alexis Texas. Persia Monir. Jordan Capri. Capri Anderson. Capri Cavalli. Sunny Lane. Angel Dark. Jennifer White. Jasmine Black. Heather Night. Kimber Day. Lexi Diamond. Savannah Gold. Eve Angel. Constance Devil. Aurora Snow. Jada Fire. Vanessa Blue. Ashley Blue. Alektra Blue. Isabella Sky. Reena Sky. Dahlilah Skye. Marylin Star. Emma Starr. Autumn Sky. Autumn Moon. Summer Cummings. Summer Fields. June Summers. Mason Storm. Stormy Daniels. Crystal Storm. Samantha Saint. Jasmin Saint Claire. Olivia Saint. Magadelene St Michaels. Andy San Dimas. Claire St. Patrick. Traci Lords. Cindy Hope. Kendra Lust. Lacie Heart. Molly Heartbreaker. Monica Sweetheart. Linda Lovelace. Olivia Love. Alexis Love. Brianna Love. Lexi Lamour. Alexis Amore. Shy Love. Sinnamon Love. Lezley Zen.