por @soifer
End of Watch (2012) (“En la mira” se estrena el 7 de marzo en Buenos Aires) es una simple y directa alabanza al trabajo de la Policía de Los Angeles. Con formato de Buddy Movie, nos presenta a un policía blanco, Bryan Taylor, ex marine, con evidentes intenciones de autosuperarse y de dejar atrás el oficio y a su compañero, Miguel Zavala, un policía chicano que está muy a gusto como policía y quiere seguir siéndolo toda su vida.
Taylor lleva a todas partes una cámara con la que va filmando en una onda que mezcla Policías en Acción con la cámara de primera persona de un FPS lo que va sucediendo en las calles infestadas de Los Angeles (para tener una idea de la magnitud pantagruélica de la ciudad, con sus 1.302 km2 tiene poco más que seis veces el tamaño de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires). El recurso es un poco molesto a esta altura y se camufla con las mencionadas intenciones de autosuperación del buen policía Taylor: en varias ocasiones señala que filma porque está haciendo un curso de cine.
La película se centra en varias pequeñas anécdotas (incluso se permiten una referencia paródica a la famosa escena de Pulp Fiction donde se discute el nombre de las hamburguesas) del accionar cotidiano de la pareja que patrulla el distrito 13, uno de los más jodidos de la megalópolis. Así, Taylor y Zavala salvan niños (en dos ocasiones), son condecorados por su heroísmo, demuestran un envidiable olfato policial y es tan así que terminan sin querer metiéndose con los recién arribados Carteles de la droga mexicana en California.
Sin códigos (no como los negros que siempre juegan “in da game”, cualquiera que haya visto The Wire sabrá de qué se trata esto y en la película lo vuelven a remarcar) los mexicanos son unos salvajes, crueles y despreciables chacales. No así Zavala, el policía chicano. Él sí tiene códigos y una familia mexicanita hermosa con su mujer y su hijito recién nacido.
La película es interesante si nos sobreponemos a que muestra una LAPD tan limpia y sana que pareciera haber sido financiada por el mismísimo departamento. Su reestreno en los EE.UU. sería un oportuno lavado de imagen en tiempos de Christopher Dorner.
Aunque lo que más interesa de la película es el cambio de foco que pasa de “los negros son los malos a los mexicanos son los malos”. Y como sabemos el arte estadounidense es muy explícito en sus intenciones: todos los que mueren en la película (y son unos cuantos) son de origen hispánico y todos los que salvan su vida milagrosamente (un cuchillo clavado en el ojo, una brutal golpiza, un tiro en el pecho, etc.) son blancos. ¿Hace falta que ahondemos en las representaciones de fortaleza y superioridad blanca? NO LO CREO.
Luego este fin de semana también vi un documental en siete partes de Vice que me recomendó @patoerb. Se llama La guerra de los mormones mexicanos y casualmente se relaciona con End of Watch aunque no las vi casi juntas a propósito.
El tema del mormonismo me viene obsesionando desde hace unas semanas cuando empecé a leer Por mandato del cielo una excelente crónica de Jon Krakauer que editó Emecé y hasta hace unos años se conseguía en librerías de saldo.
A comienzos del siglo XX un grupo de fundamentalistas mormones (los que creen que la poligamia o “matrimonio plural” es un mandamiento divino y se oponen a lo que sienten fue una claudicación de la Iglesia mormona oficial (LDS) ante el Estado de los Estados Unidos cuando aceptaron rechazar el dogma de fe presente en la obra del fundador de la religión Joseph Smith) emigraron al norte de México para establecer sus colonias poligámicas.
Allí estuvieron un tiempo hasta que la Revolución Mexicana espantó a varios que regresaron a Utah y Salt Lake City (estado y capital de los Santos de los últimos días). Curiosamente fueron ellos los primeros importadores de la marihuana, costumbre que adquirieron en México, a los Estados Unidos lo que descadenó las primeras prohibiciones. Las relaciones entre los Santos de los últimos días y el Estado yanqui merece un capítulo aparte.
Entonces, todos los mormones volvieron de México a EE.UU. ¿Todos? No, un pequeño grupo de familias (es un decir, con esto de los matrimonios plurales cada dinastía cuenta con un promedio de 500 hermanos y primos y primos de primos, etc.) permaneció en México, principalmente en un pueblo llamado Colonia Juárez, cercano a Ciudad Juárez, que como saben es la ciudad más violenta del mundo. Una de las familias que permaneció en México es la del ex candidato presidencial republicano Mitt Romney a quien su mormonismo y en especial su relación con el mormonismo poligámico posiblemente le haya costado buena parte de sus potenciales votantes.
Uno de los primos mexicanos del ex candidato presidencial republicano Mitt Romney.
Nuevamente el tema del documental de 40 minutos aproximadamente es el peligro de la violencia anárquica de los carteles de la droga mexicana. El periodista de Vice nos muestra las costumbres de los narcos (su adoración por Jesús Malverde, santo de los narcos y por San la Muerte), lo mismo que nos muestra End of Watch, y el modo en el que los mormones fundamentalistas de México (que no tienen permitido portar armas por religión) se están defendiendo de los narcos.
Ambas obras (el documental, la película) sudan miedo y advertencia y por eso el resultado es conservador. Los pibes de Vice tenían mucho miedo de que Romney llegara a la presidencia de los Estados Unidos y el documental que hicieron intentaba, en el último episodio advertir del riesgo de tener como presidente a un mormón cuyo padre había nacido en una colonia de mormones fundamentalistas. Más que nada el problema para Vice eran las promesas anti-inmigratorias y anti-drogas que hizo en su campaña. End of Watch nos trae ya el miedo explícito de los carteles ingresando en California y la sustitución del miedo interno del negro (el vampiro: un sujeto que pertenece a nuestra misma sociedad y nos ataca por las noches) al hispano (el zombie: anárquico, se mueve en grupos, violento, impredecible y descuartizador).
Ambos productos son divertidos y recomendables pese a sus notorias falencias, sobretodo porque entretienen.
Teniendo en cuenta el crecimiento de los hispanos en los Estados Unidos, posiblemente empecemos a ver mucho más de todo esto en los próximos años.///PACO