1.¡Más mujeres en política!
“Esta noche hicimos posible lo imposible. Cambiamos resignación por esperanza. Cambiamos tristeza por entusiasmo y alegría. Cambiamos pasado por futuro. Esta noche solamente quiero decirles gracias, un gracias enorme, un gracias gigante por tanto amor […] Y quiero que sepan que los escuché, que escuché su mensaje de hoy y que sé que ese mensaje es de diálogo, no es de soberbia: es de humildad, es de escuchar, es de estar cerca, es de trabajar mucho. Y quiero que sepan que mañana voy a estar ahí, porque así soy yo: porque le voy a poner cuerpo y alma para la vida que te mereces”, gritaba María Eugenia Vidal desde el escenario del bunker de Cambiemos, rodeada por un equipo que no salía de su asombro. “¿Saben lo que dicen los millones de votos que nos encontramos esta noche? Se puede. Sí, se puede”. Así aceptaba públicamente la victoria en la provincia de Buenos Aires el 25 de octubre del 2015. En privado, según el periodista Ezequiel Spillman —autor de la biografía La otra hechicera (Margen izquierdo, 2016), que entre lo laudatorio y lo propagandístico apela a todos los lugares comunes de la vieja literatura infantil—, la flamante gobernadora le decía a sus compañeros “este quilombo lo quiero yo”. Con el 39,49% de los votos, María Eugenia Vidal, la Million dollar baby del ecuatoriano Jaime Durán Barba, le ganó la gobernación al peso pesado de Aníbal Fernández, el delfín de Cristina Fernández de Kirchner en la provincia. La lógica de la historia política de la provincia más poblada de la Argentina quedó partida en dos: la joven licenciada en Ciencias Políticas no sólo irrumpió en la continuidad de más de cinco lustros de hegemonía peronista en el territorio sino que además se impuso como la primera gobernadora de la Provincia de Buenos Aires. Se alzó con 5 puntos de diferencia sobre Fernández y a la vez le sacó 400 mil votos al propio Macri. La fantasía narcisista de Mauricio de traccionar votos para “ayudar” a Vidal había quedado destrozada luego de las PASO: fue la candidata más votada a nivel individual y, gracias al corte de boleta afanoso, superó los 30 puntos. Esos resultados le sirvieron a Cambiemos como encuesta real, y entre las PASO y las generales, tuvieron tiempo para rediseñar las boletas con el objetivo de darle más espacio y visibilidad a “la cara de María Eugenia”. “Era Macri quien ahora buscaba potenciar la figura de ella para su beneficio en las urnas”, sintetiza la periodista y economista Mara Laudonia en La Gobernadora (Sudamericana, 2016), una biografía que se empeña en hacer un relato del vidalismo en su propio lenguaje, donde la política se emparda con la vocación de servicio y la cultura del sacrificio. De ser una cara prácticamente desconocida en 2013, María Eugenia Vidal pasó a ganar la gobernación más reñida del país y, luego, a convertirse en la figura empática y ganadora del Pro. “Es la ‘Mamá Leona’ que dejó en el camino a una generación de políticos peronistas del conurbano bonaerense”, celebra Spillman. “Le arrebató los primeros puestos en imagen política a todos, sin distinción de partidos. A los cien días de su gobierno, alcanzó el 71% de imagen positiva, aun por encima de Macri”, afirma Laudonia.
La lógica de la historia política de la provincia más poblada quedó partida en dos: la joven licenciada en Ciencias Políticas no sólo irrumpió en la continuidad de más de cinco lustros de hegemonía peronista sino que se impuso como la primera gobernadora.
2. ¡Más periodismo de género!
Lo que ocurrió con el periodismo de género de mayor circulación y pregnancia tras la victoria de María Eugenia Vidal no fue sorpresivo: le cerraron las puertas a la primera gobernadora de la provincia de Buenos Aires. Aquel tweet divertido y memorable de Marta Dillon —en el que se negaba a dedicarle una tapa en Las 12— condensó las contradicciones y el estado de ánimo de la comunicación de género actual. El caso de Vidal es emblemático en tanto expone esas fisuras entre un relato envalentonado durante la promesa de gestión feminista de los últimos años de cristinismo y sus propios sesgos e inclinaciones. Ahora bien, ¿en qué posición queda un periodismo de género que demanda más presencia de mujeres en los medios de comunicación y en la función pública pero queda obturado en su propio claustro ideológico y en su emocionalidad? Y desde ese lugar, donde los cupos y la pluralidad de voces se vuelven espejismos de la realidad, ¿se le puede exigir a las damas de la política un ejercicio de poder que sea feminista antes que partidario? ¿Cuáles son los motivos del periodismo de género para minimizar —e incluso invisibilizar— la figura de la mujer que “quebró la lógica del poder de los barones del conurbano”? El tractor del periodismo de género sólo parece buscar, reconocer y admitir a las réplicas de sí mismo y es en esa voz monocorde y unificante donde canibaliza sus postulaciones de mayor participación y diversidad.
Lo que ocurrió con el periodismo de género de mayor circulación y pregnancia en los medios tras la victoria de María Eugenia Vidal no fue sorpresivo: le cerraron las puertas a la primera gobernadora de la provincia de Buenos Aires.
En esos términos, no es la primera vez que María Eugenia Vidal queda expuesta como mujer incomodante. Ya durante su campaña fue objetivo de comentarios machistas de parte de sus adversarios. Felipe Solá la bautizó Heidi y dijo que “quieren hacer pasar por ‘buena’ a alguien en lugar de demostrar que sabe”. José Pablo Feinmann la ninguneó y terminó balbuceando que por ser linda Vidal podría “terminar en una trata de blancas”. Dentro del PRO, los vínculos paternalistas con Horacio Rodríguez Larreta y Mauricio Macri resultaron siempre ambiguos en tanto capitalizaron su figura casi tantas veces como subestimaron su capacidad. “Cualquier mujer que quiera ocupar un espacio de decisión en la Argentina, no sólo en la política, enfrenta el machismo. Pero no me victimizo por eso, sé que es así y estoy dispuesta a pelear contra eso y a generar espacios para que a otras que vienen detrás de mí les sea menos difícil”, dijo alguna vez Vidal a Radio Vorterix. Al menos dos años tarde, y sólo tras otra elección ajustada entre un oficialismo musculado y los estertores kirchneristas en las últimas PASO, el rol de María Eugenia Vidal dejó de ser considerado el producto de un golpe de suerte para comenzar a ser advertido, dentro y fuera de Cambiemos, como la posibilidad de futuro. Con una imagen positiva que no para de crecer —incluso y sobre todo entre mujeres peronistas sin distinción de clase—, las preguntas que fueron negadas a ser formuladas y contestadas en 2015 vuelven a surgir con una fuerza amenazante de cara a las elecciones del próximo domingo. La figura de la primera gobernadora de la Provincia de Buenos Aires no merece ser ignorada: en su observación y reconocimiento se entienden los mecanismos políticos, sociales y discursivos que, en virtud o a pesar, la enmarcan como una figura femenina de poder y la proyectan a nivel nacional. Ahora bien, ¿por qué le duele tanto María Eugenia Vidal al feminismo? ¿Le interesa a la gobernadora ocupar ese trono vacante y lidiar con el think tank feminista?
Ahora bien, ¿por qué le duele tanto María Eugenia Vidal al feminismo? ¿Le interesa a la gobernadora ocupar ese trono vacante y lidiar con el think tank feminista?
3. La girl next door
Nació el 8 de septiembre del año 1973 en Flores, Capital Federal. Hija mayor del matrimonio entre José Luis y Norma; primera nieta de la familia Vidal y también de la Cascallares; hija única hasta los 7 años. Su abuela Corina, madre de su madre y a quien le dedicó parte de su discurso de asunción como gobernadora, viajaba toda la semana desde Mataderos para ocuparse de María Eugenia y su hermano Nicolás mientras sus padres trabajaban. Vidal recoge de su niñez, según Laudonia, un espíritu matriarcal: “Mi madre también, para su generación, era una mujer adelantada, porque trabajaba y mucho. Yo tomé el ejemplo de ella, siempre digo que las mujeres de mi familia, mi madre, mi abuela, son mujeres fuertes”. Accesible para el bolsillo de la clase media del barrio, Vidal completó su educación desde jardín al secundario en el Colegio Instituto Privado de la Misericordia de Flores, exclusivo para mujeres, ubicado sobre la Avenida Directorio. “Además de las actividades escolares, en el Misericordia impregnaban a sus alumnas de determinadas tareas sociales. Una de ellas era visitar un hogar de madres solteras”, cuenta Spillman. Fue buena alumna y responsable, siempre con boletines satisfactorios pero no sobresalientes. Los biógrafos de Vidal subrayan su disciplina, mencionan su dificultad para la química y las actividades físicas, y le adjudican a su formación de valores rosellanos en el Misericordia la “vocación de servicio” que influiría luego en su carrera política.
Dicen que por cuestiones de seguridad, hoy Vidal vive con sus hijos dentro del predio de la Base Aérea Militar de Morón. La casa costó 600 mil pesos en reformas.
María Eugenia había decidido seguir la carrera de Derecho en otra institución privada y religiosa. Bancada económicamente por su padre médico cardiólogo y su madre empleada del viejo Banco Mayo —recientemente vinculada a su vaciamiento y denunciada por estafas—, eligió la Pontificia Universidad Católica Argentina porque quería recibirse rápido, “no hacer el CBC”**. Pero el mismo día de la inscripción, revisó el programa de Ciencias Políticas y cambió de idea: decidió que iba a ser politóloga. En 1994, María Eugenia Vidal conoció en la universidad a Ramiro “Rama” Tagliaferro, un joven militante peronista de Morón con aspiraciones a intendente y actitud de ganador: arito, pelo largo y campera de cuero. Mariu y Rama transitaron los pasillos de la UCA primero como compañeros ocasionales de cursada, luego como amigos y después como novios. Salieron solos por primera vez al cine en 1995 —la anécdota de color es que Tagliaferro la pasó a buscar en un jeep amarillo una noche de mucho frío—y para diciembre de 1998 estaban casados. La quinta familiar de los Vidal en San Justo fue el escenario de la fiesta, a la que entraron de la mano con el hit de Fito Paez “11 y 6”. Vivieron un tiempo en Yatay y Sarmiento, en Almagro, donde fue el departamento de soltero de Tagliaferro. Con el nacimiento de su primera hija Camila, y debido a la situación económica del 2001, la pareja decidió irse a vivir a la quinta de San Justo para “ahorrarse el alquiler”. En el 2002 nació María José y, una vez María Eugenia en la función pública de la Ciudad de Buenos Aires, la pareja obtuvo un crédito hipotecario y compró un chalet en Castelar, la última casa donde viviría la familia completada con Pedro, el menor de los hijos, que llegó en el 2007. Pero las ambiciones políticas del matrimonio fueron más fuertes que el Olimpo. Ambos electos, y apenas tres meses luego de asumir como gobernadora, Vidal anunció en un acto inaugural en Villa Elisa lo que los medios hacían inminente. Fiel al estilo emotivo e intimista de Cambiemos —y ya entrenada por años bajo las tres premisas de Durán Barba de proximidad, futuro y positividad— Mariu lo admitió: “Hemos decidido con Ramiro separarnos”. Audacia y cálculo: desmarcarse de los rumores de los medios y construir la imagen de una mujer decidida y resiliente eran también parte del comienzo de la gestión. Dicen que por cuestiones de seguridad, hoy Vidal vive con sus hijos dentro del predio de la Base Aérea Militar de Morón. La casa costó 600 mil pesos en reformas.
4.Buenos Aires – La Plata
Si a María Eugenia Vidal le preguntan quién es su modelo político, ella elige a Alicia Moreau de Justo porque “peleó toda su vida por los derechos”. Si a María Eugenia Vidal se le piden impresiones sobre Evita, ella contesta que “Eva es mucho más que peronismo”*. Si a María Eugenia Vidal la interrogan sobre qué es el poder, ella dice que es un medio “para hacer por los demás”**. La gobernadora que gestiona como ministra dijo nunca haberse preocupado por identificarse con un partido y admite que eso fue clave a la hora de involucrarse con el PRO. ¿Cómo fue el trance de la joven despolitizada a la gobernadora? Sus primeros trabajos fueron para encuestadoras. Luego hizo pasantías en el Senado y en el Ministerio de Relaciones Exteriores. No conforme con esas áreas, en 1997 Vidal realizó una pasantía en el ANSES, lugar donde conoció a su mentor político Horacio Rodríguez Larreta. Con él hubo una sincronización inmediata por la adicción de ambos al trabajo y es por eso que de la Vidal de ese entonces se decía que era “Larreta con peluca”. Al mismo tiempo, fue invitada a formar coordinar el área social del Grupo Sophia —fundación creada en 1994 por el propio Horario, donde se pergeñan proyectos de interés público en las áreas de educación, seguridad, política social y finanzas y opera como mayor semillero del PRO. Hacia 1998 y con un perfil estrictamente técnico, María Eugenia fue convocada nuevamente por Rodríguez Larreta como asesora en la Subsecretaría de Políticas Sociales en el Ministerio de Desarrollo de la Nación. Sin abandonar la fundación, participó en el armado de algunos libros de pertinencia social y poca resonancia.
La gobernadora que gestiona como ministra dijo nunca haberse preocupado por identificarse con un partido y admite que eso fue clave a la hora de involucrarse con el PRO. ¿Cómo fue el trance de la joven despolitizada a la gobernadora?
En el año 2000, Larreta fue convocado para ser interventor en el PAMI y Vidal fue integrada al equipo como asesora de Recursos Humanos. Ese mismo año, embarazada de Camila y consagrada mano derecha de su padrino político, quedó al frente de Sophia como directora ejecutiva. “Somos gente joven, profesionales con vocación por lo público y ganas de cambiar el Estado desde adentro”, decía Vidal el mismo diciembre que despegó del techo de la Casa Rosada el helicóptero delarruista. Vidal conoció a Macri en el año 2002, cuando él era aún presidente de Boca y se quedaba con la Fundación Creer y Crecer, dejando de lado a Franciso De Narváez. A ella le tocaba hacer una presentación sobre la situación social de la Ciudad. Él la escuchó y a la semana la convocó a su equipo técnico. En el 2003, con la fórmula Macri – Larreta derrotada, María Eugenia se desempeñó como directora de la Comisión de Mujer, Infancia, Adolescencia y Juventud en la Legislatura Porteña. También fue convocada por Mauricio a armar y ejecutar un programa social en su club de fútbol. “Boca por los chicos” buscaba darle contención a los jóvenes del barrio y para mancomunar ideas Vidal convocó a su colega y amiga de larga data Carolina Stanley, la actual ministra de Desarrollo Social de la ciudad.
Los tecnócratas del gobierno lograban poner de su lado a los sectores más postergados de la mano de la ministra Vidal y su inagotable “voluntad de diálogo”.
En 2005, Vidal intentó incursionar en PBA como legisladora provincial pero no fue elegida. No fue sino hasta 2007 que, ya como legisladora porteña, Macri la llamó durante la campaña para proponerle el cargo de ministra de Desarrollo Social. Tras la breve licencia por maternidad después del nacimiento de su hijo Pedro en la que fue temporalmente reemplazada por Esteban Bullrich, María Eugenia asumió formalmente su cargo en junio del 2008. Una de sus primeras metas fue rediseñar el sistema de entrega de cajas alimentarias y reemplazarlo por el uso de tickets sociales y, posteriormente, con tarjetas Ciudad. Esta medida anticlientelista la enfrentó a los primeros inconvenientes de gestión con punteros, organizaciones y referentes sociales. Otra de sus iniciativas fue la creación de los Centros de Primera Infancia, lugares de acogida para niños vulnerados entre 45 días y 5 años con jornadas de 8 hs de cuidado y estimulación temprana. Dio apoyo a los comedores comunitarios y recibió la ayuda estratégica de Margarita Barrientos. Reforzó su vínculo con el arzobispado, viajó con su familia y la de los Salvai – Stanley a ver a Bergoglio y trabajó a la par de varios curas villeros. Los tecnócratas del gobierno lograban poner de su lado a los sectores más postergados de la mano de la ministra Vidal y su inagotable “voluntad de diálogo”. Fue la encargada de dar la cara a los medios cuando estalló el conflicto del Parque Indoamericano, la de manejar las tensiones entre la Policía Federal y la Metropolitana, la de sentarse a negociar con Nación. Hasta ese entonces poca gente sabía quien era.
Por recomendación de Durán Barba, que sugería un segundo mandato con “fuerte orientación social”, Macri la eligió como compañera de fórmula para las elecciones del 2011.
Por recomendación de Durán Barba, que sugería un segundo mandato con “fuerte orientación social”, Macri la eligió como compañera de fórmula para las elecciones del 2011. Coacheada por Jaime y recibiendo media training por parte de Miguel de Godoy —cuyo objetivo incluía “realzar su femineidad a partir de su rol como esposa y madre”*—, María Eugenia Vidal comenzó a ablandar su discurso y a perfilar una imagen capaz de generar mayor cercanía. Asumió como Vicefeja en diciembre del 2011 y, ya en ejercicio de su nuevo rol, contrastó de inmediato con los modos de su antecesora, Gabriela Michetti, con quien se dice que la relación era (y es) bastante más que áspera. El tornado en 2012 y las inundaciones en 2013, encontraron a Vidal al mando con Macri y Rodríguez Larreta fuera de la ciudad. La represión a pacientes y trabajadores del Hospital Borda tuvo su costo mediático pero no más. El folclore anual de los cortes de luz en diciembre de 2013 fue otra de las oportunidades para tirar leña al fuego kirchnerista. Vidal se convirtió en la vocera de las malas noticias, la que salía a culpar sistemáticamente al gobierno y funcionaba de buffer con el periodismo. La orden era que los conflictos impactaran lo menos posible en la imagen del jefe de gobierno y ella estaba ahí, incondicional, haciendo lo que los varones no se animaban y la mandaban a hacer.
Justo diez años después de haber trabajado por primera vez para Macri, el PRO necesitaba a alguien capaz de apropiarse de la provincia de Buenos Aires.
Justo diez años después de haber trabajado por primera vez para Macri, el PRO necesitaba a alguien capaz de apropiarse de la provincia de Buenos Aires. Aunque las primeras mediciones la mostraban por debajo del 10%, María Eugenia Vidal aceptó el desafío de su jefe y saltó de las comunas a los municipios sin demasiada otra alternativa que hacerse de abajo. Los larretistas le tenían fe, pero otro sector del PRO —entre ellos Marcos Peña— pedían un candidato “en serio”. Pero convencido, Durán Barba sostenía que “A María Eugenia se la conoce poco, es cierto. Pero es lo bueno, sólo puede crecer”. En una cruzada casi evangelizadora, la candidata comenzó con los timbreos marca registrada de Cambiemos para que la gente empezara a conocer. “Hola, soy María Eugenia Vidal. Quiero ser gobernadora”, dicen que decía. Mates, charla, abrazo, calle de tierra y foto. En menos de dos años, la cara bonita de Cambiemos había visitado los 135 municipios de la provincia en una campaña que, dicen, no tenía aparato comparado con las presuntas topadoras del peronismo pero sí contaba con los piropos de todos los medios. Entre las PASO y las generales, María Eugenia Vidal terminó por sorprender a todos.
Su mandato en la provincia comenzó con la fuga del penal de los hermanos Lanatta y Schillaci y su respectivo papelón.
Su mandato en la provincia comenzó con la fuga del penal de los hermanos Lanatta y Schillaci y su respectivo papelón. Continuó con el descabezamiento de “la cúpula” de la policía y el servicio penitenciario. Exigió la emisión obligatoria de declaraciones juradas a quienes tenían rango dentro de las fuerzas de seguridad. También redujo a la mitad las jefaturas y superintendencias, pero duplicó el presupuesto que estaba asignado para equipamiento de los uniformados y para la adquisición de tecnología. Su gestión continuó con el conflicto de las paritarias docentes y una pulseada desgastante con Roberto Baradel. Entre ninguneos y presiones, se armaron registros con los docentes que adherían a los paros, se les ejecutó descuentos por ausentismo y, gracias a la iniciativa de algún call center, surgía en las redes sociales un movimiento de “voluntarios” para su reemplazo. Las primeras olas de despidos se hicieron masivas luego del cambio de gobierno y en la crisis con Cresta Roja se sublimó ese malestar generalizado. Continua con cruzada contra el narcotráfico y las mafias, y si bien existe una sinergia financiera entre Nación y Provincia, en un año y medio de gestión Vidal endeudó su territorio por 5.870 millones de dólares.
5. Vidal y la coyuntura feminista
Jorge Asís dice que en la Argentina se consolida la idea de la República de Mujeres. Son Cristina Fernández de Kirchner, Elisa Carrió y María Eugenia Vidal quienes manejan el centro de la escena con soltura y quienes mantienen una relación (como mínimo) sintomática con la agenda de género actual. Los “gritos” y las demandas de los colectivos feministas son transformadas en apenas un ruido de fondo por las mujeres que más poder e influencia política tienen. ¿Qué nos dice esto sobre el asunto de la representatividad? En las posiciones de la gobernadora y Cristina sobre el aborto no hay tanta distancia como la franja progresista añora. En octubre de 2016, Zulma Ortíz, la entonces Ministra de Salud bonaerense, firmó la resolución que permitía aplicar el protocolo de aborto no punible en el territorio de la Provincia. Por convicciones propias y por presiones de la Iglesia (y el Opus Dei) dentro y fuera de su Gabinete, María Eugenia Vidal frenó su implementación para “revisar” la medida. “No creo que las mujeres, por ocupar cargos públicos, estemos obligadas a despenalizar el aborto”, argumentó en ese contexto. “Contrariamente a lo que se puede pensar, no es una posición religiosa, es el resultado de ser hija de un médico que científicamente cree que hay vida desde el momento de la concepción. Como creo en eso, estoy en contra del aborto. Es una explicación sencilla y la he sostenido siempre”, se justificaba Vidal en La otra hechicera.
Jorge Asís dice que en la Argentina se consolida la idea de la República de Mujeres. Son Cristina Fernández de Kirchner, Elisa Carrió y María Eugenia Vidal quienes manejan el centro de la escena.
El caso de CFK, después de dos mandatos presidenciales de políticas de inclusión y de derechos humanos, se sostiene de forma más solapada. Entrevistada por Víctor Hugo y su equipo en AM 750, y puesta en contexto por Cynthia García sobre “el debate contra el neoliberalismo dado por el colectivo Ni Una Menos”, Cristina valoró al movimiento local como modelo de exportación que resuena en Europa y el mundo. Sin embargo, sobre el aborto se limitó a decir que su postura “ya era conocida” y, narración en primera persona de por medio, agregó: “Yo creo que cuando se pueda dar esta discusión en un marco civilizado, sin estigmatizaciones, el Congreso lo va a receptar. Porque el Congreso siempre termina receptando en algún momento cuando la sociedad ya lo ha aceptado previamente. Lo que es imposible es discutirlo parlamentariamente o en ámbitos institucionales si la sociedad no lo ha procesado”. Las dos líderes políticas completan su relato con pérdidas de embarazos que les tocó atravesar en el pasado y así evitan llevar la discusión al lugar de competencia. Si el motor del feminismo es hacer públicos los asuntos privados en pos de una mejora en las condiciones de vida de todas las mujeres, la actual gobernadora y la ex mandataria utilizan sus experiencias como argumentos contrafeministas, como obstructoras para el desarrollo de políticas públicas, en una reedición victimista de la objeción de conciencia. Entre la sororidad, la decepción y las atrofias ideológicas, esta comparación se mantiene apenas en murmullos. Basta con acceder a la web oficial de la Provincia de Buenos Aires para contestar cuál es el significado de “cupo femenino” en el lenguaje del gobierno de Vidal. La gobernadora conforma su gabinete de ministros con mayoría absoluta masculina y, salvo por el caso de María Fernanda Inza en Legal y Técnica, todas las secretarías son también comandadas por hombres. Mientras la Ley de Paridad de Género sigue avanzando pese a sus inconvenientes, la realidad predica en una lengua distinta y a la mujer a la que Macri dio la oportunidad igualitaria de competir contra los machos alfa del peronismo parece no importarle. ¿Cuánto hay de “cupo femenino” en el modelo ganador de Cambiemos? Para Jaime Durán Barba la elección de María Eugenia Vidal no tenía que ver con su formación, trayectoria o militancia sino con el impacto diferencial que considera hoy tienen las mujeres en un contexto claro de feminización de la sociedad y la política. Pero más que nada, el ecuatoriano detectaba una vez más la necesidad imperiosa de colocar al lado de Mauricio Macri (y su estigma de niño rico) un sujeto humanizante como María Eugenia. El engaño de la apuesta inclusiva queda relegada a la estrategia electoral. “El hecho de ‘ser mujer’ aparecía como positividad bajo dos matrices de pensamiento: primero rompía con la imagen tradicional de un político del conurbano. En segundo lugar, también rompía con la imagen de Macri, en especial en el conurbano bonaerense”, sintetiza Spillman. En este sentido, Vidal funcionó como “la nueva Michetti” y aportó hasta la última moneda de su capital de género: la impronta social, la cara femenina, el perfil maternal y el origen clase media. Audacia y cálculo otra vez.
Según datos oficiales, durante el primer semestre del año 2016 la provincia de Buenos Aires sólo ejecutó el 2% del presupuesto asignado al Programa de “Prevención y Atención de la Violencia Familiar y de Género”.
Por supuesto que sobre el problema de los femicidios María Eugenia Vidal se pronuncia con horror. “También pienso qué es lo que podría haber hecho para evitarlos, porque tengo una responsabilidad como gobernadora y como mujer de comprometerme con este tema”*. Según datos oficiales, durante el primer semestre del año 2016 la provincia de Buenos Aires sólo ejecutó el 2% del presupuesto asignado al Programa de “Prevención y Atención de la Violencia Familiar y de Género” del Ministerio de Salud bonaerense. Los informes indican que en el territorio una mujer es víctima de femicidio cada cuatro días y, durante el año pasado, se registraron 95.000 causas por violencia doméstica y de género. Amén de los problemas financieros que arrastra la provincia que “genera el 40% de la economía del país y recibe un 18% de los recursos coparticipables”**, en esta subejecución se trasluce el desinterés de la gobernadora sobre las urgencias de las bonaerenses. Desde sus años en el Ministerio de Desarrollo Social de la ciudad, Vidal sostiene una sólida amistad con Susana Trimarco. Juntas crearon el primer refugio para las víctimas de la trata sobre la calle Arenales, lugar donde hoy es la sede porteña de la Fundación Trimarco. María Eugenia también acompañó a Susana a Tucumán los días previos a la sentencia del juicio por la desaparición de Marita. Comparten el fervor por la religión y además del deseo de luchar para erradicar la trata de personas. En esa alianza, no hay diálogo posible para dar el debate sobre el trabajo sexual que tanta resonancia ha cobrado en el último tiempo en los sectores más progresistas de mano de las trabajadoras sexuales militantes.
6. Entre la negación y los mommy issues
Mamá leona. Mamá de tres soles. La chica de Macri. La simpática. Mariu. Mariú. Heidi. Caperucita. La preferida. La niña mimada de Cambiemos. La abnegada. La revelación. Construída con la ayuda del productor de moda Fabián Medina Flores, de María Eugenia lo que seduce es su imagen de chica de barrio: la cara lavada, las camisas lisas y holgadas, los jeans. Atrapa su aura de mujer de trabajo, esa con la que es fácil identificarse porque apenas tiene tiempo de pensar en su vestuario. De Vidal también cautiva la cadencia de su voz. La manera en la que agarra el micrófono e inclina la cabeza para dar un discurso. Cómo usa lenguaje “para todos”, cómo insiste con los diminutivos y los aumentativos. Habla casi como una gurú motivacional infantil porque es experta en generar ese vínculo invisible que acompaña al vecino, al laburante, a la mujer y a las mamás al cuarto oscuro. Narra todos y cada uno de los spots de campaña de una elección en la que no es candidata porque el equipo de empresarios y tecnócratas del que forma parte necesita de su carisma. El modelo de la mujer avasallante y “soberbia” es reemplazado por el de la buena e inofensiva, la perseverante, la protectora, la que (parece que) no levanta la voz. Y no importa si puertas adentro no lo es porque eso no es lo que se ve. El mismo machismo que los detractores de CFK impusieron en el apodo “La Yegua” emerge en manos de quienes celebran a Mariu para llamarla “Mamá Leona”. Pero esta vez lo peyorativo aparece tras el velo de la identificación con lo maternal, con aquella mujer que, incluso en un espacio de poder, no representa una amenaza y es factible de ser tenida bajo el control de lo doméstico. “Los bonaerenses estaban muy solos, me adoptaron y yo los adopté”, le dijo la gobernadora al empresariado hace unos días en el Coloquio IDEA. María Eugenia juega con el imaginario colectivo de su mayor commodity: la maternidad.
El feminismo y el vidalismo se dan la espalda y hace años que se alejan a paso firme como al comienzo de un duelo.
Trabajar en equipo. Dar la cara. Hacer y estar. Poner el cuerpo. Si te esforzas, vas a lograrlo. Estos mantras componen la biografía de Vidal desde el comienzo y le dan el carácter a un relato tan despolitizante como ganador. Ella está cerca, te toca el timbre, se preocupa por tus hijos; pero si le preguntan qué es el vidalismo no se hace cargo. “La Argentina tiene que dejar los ‘ismos’ y construir mirando para adelante, en el largo o en el mediano plazo. Los ‘ismos’ han sido responsables de muchas cosas”**. El feminismo y el vidalismo se dan la espalda y hace años que se alejan a paso firme como al comienzo de un duelo. Si el periodismo de género se ocupa de todas las mujeres o sólo de “las suyas” ya no es un interrogante. Mientras la primera gobernadora de la Provincia de Buenos Aires avanza sobre el territorio nacional tras la investidura de la mosquita muerta, sus enemigas de género le escriben la prosa del silencio convencidas de que así la perjudican. Pero todos los argentinos sabemos lo que pasa cuando nos entregamos al abrazo tibio de la subestimación//////PACO
*La otra hechicera. Ezequiel Spillman. Margen Izquierdo, 2016.
**La Gobernadora. Mara Laudonia. Sudamericana, 2016.