Entre los videos más vistos la semana pasada en Youtube Argentina se destacan “La agresión de Maradona a Rocío Oliva – Maradona hits girlfriend” y “peronismo para la victoria OK”. El primero expone a un dios en su intento más reciente por encontrar el escándalo mediático-familiar lo suficientemente grande como para que ni siquiera su figura pueda sortearlo. Cada vez que lo dejan solo, Maradona despliega el lado violento de las deidades y deja mal parados a quienes lo reivindican como símbolo y referente del progresismo oficialista. Al mismo tiempo que se pretende inscribirlo en el modelo político del estado como buen padre, a nadie sorprende ya que aparezcan por el mundo nuevos hijos suyos llevados por sus respectivas madres a los medios para reclamar su correspondiente cuota alimentaria y derecho en el patrimonio maradoniano. Así como parece difícil que vayamos a detener el zapping la próxima vez que veamos una prueba de ADN de un nuevo Diego Jr. bajo la forma de un video de acrobacias con pelota, tal vez a esta altura Dalma y Gianinna sólo sientan ante estos casos un fastidio que pronto se diluye en una broma entre hermanas.

En medio de idas y vueltas amorosas con las confundibles rubias Rocío Oliva y Verónica Ojeda, y de un conflicto entre Gianinna y su ex yerno Sergio Agüero en el que intervino con dureza por su nieto Benjamín, el último buen Maradona se vio en la cobertura del pasado Mundial de fútbol.

Cada vez que lo dejan solo, Maradona despliega el lado violento de las deidades y deja mal parados a quienes lo reivindican como símbolo del progresismo oficialista.

El fantasma de Telesur, que recorre Sudamérica como un espectro de televisión digital abierta, lo reforzó en su arista regional, surgida del facilismo de ciertas consignas y avivada por los fuelles de una citadina izquierda soft para subir, mediante la escalera de la identificación, al carro de una victoria real. Allí lo veíamos, noche tras noche, conducir el programa De zurda junto al verdadero conductor y acompañante terapéutico Víctor Hugo Morales, con quien comentaba la fecha jugada, entrevistaba a diversas personalidades (entre ellas, presidentes latinoamericanos) con las que hablaba de fútbol desde un enfoque político-social, y no se privaba de emitir juicios y pronósticos en su mayoría acertados con un aletargado tono de oráculo.

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Cuando el piadoso viento del discurso inclusivo sopló a su favor, el niño entrevistado en Fiorito por un proto Rolando Graña, que un buen día cumplió su sueño de ganar la Copa del Mundo de pronto fue transformado en un self-made man villero, orgullo y palabra autorizada en tiempos de oficialización de, por llamarlo así, lo popular. A esta víctima tenaz se le perdonan y hasta festejan exabruptos, pero si las audiencias de melodías latinoamericanas con aspiraciones combativas fueran Maradona, ¿tolerarían vivir como él? ¿No encarna Maradona, acaso, la eterna tensión entre el peronismo y una izquierda que, defraudada, le reclama lo que nunca le fue prometido?

El video del que hablamos lo muestra capturado por la cámara de un celular operado por Rocío Oliva, a quien él golpea o pretende golpear o, al menos, sacarle el teléfono de las manos con un golpe. Las imágenes no son del todo claras, pero lo especial de la escena es que convoca en contradicción dos fuerzas del sentido común progresista: ¿podemos concebir que el héroe de los pobres de América sea, al mismo tiempo, un hombre que ejerce violencia de género?

¿Podemos concebir que el héroe de los pobres de América sea, al mismo tiempo, un hombre que ejerce violencia de género?

Lo cierto es que las imágenes no son inverosímiles, sino que producen el efecto de traer a la superficie de las pantallas algo que suele mantenerse en la tensa comodidad de lo olvidado. Por otra parte, tras el acotado escándalo que siguió a la publicación del video, el tema no pasó a mayores, y alcanza con recordar el caso de Carlos Monzón, de escala menor en lo mítico pero de agresiones letales, para saber cuál de las fuerzas de sentido suele terminar por imponerse.

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El segundo video presenta a Casey Wonder (o Wander, según la fuente que se consulte), un nene de once años, hijo de Nydia Nypi Lirola (militante kirchnerista) y de Chris Wonder (Wander) (empresario turístico británico), que, con dicción prodigiosa y desenvoltura, presenta su deseo de vivir toda la vida, como ya lo hace con éxito, en el marco de un gobierno kirchnerista.

Las cámaras de la televisión pública se desplazan hasta un niño rubio, politizado y comprometido, sueño húmedo de Mafalda remasterizado por el internacionalismo turístico de seres de luz, veganismo onomástico y palermidad.

Él mismo se postula como candidato presidencial para 2050 por el Peronismo para la Victoria, aunque sus habilidades retóricas llevarían a pensar en posibles demandas de postulación anticipada. Los debates suscitados fueron obvios e inconducentes, entre los que se destacan los propiciados por Jorge Lanata y Luis Majul; respectivamente: ¿debe un niño meterse con temas de política en vez de jugar a la playstation?, ¿sabe de qué habla o sólo repite lo que le dicen? Más allá de la autorizada reflexión inútil, el único interrogante de valor lo plantea el propio Casey con su indeterminable apellido, la siempre inquietante pregunta por el futuro y, al mismo tiempo, la única afirmación posible, por demás insatisfactoria: tan sólo un deambular.

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Ante la momentánea caída de imagen de un ya entrecano Diego Maradona, las cámaras de la televisión pública se desplazan hasta enfocar a un niño rubio, politizado y comprometido, sueño húmedo de Mafalda remasterizado por el internacionalismo turístico de seres de luz, veganismo onomástico y palermidad. En el ocaso de los ídolos de la Década Ganada, en la ácida tibieza de sus flujos en otro momento frescos y efervescentes, Wonder (Wander) da pie a las reproducciones de Youtube, que crecen seducidas por escuchar acerca de la eternización del peronismo, perverso polimorfo de la historia argentina que jamás demora en encontrar nuevas figuras para satisfacer su existencia. En cualquier caso, no sería inteligente desestimar las palabras de Casey. Diego ya nos enseñó acerca del poder de las fantasías de un niño enunciadas frente a las cámaras de televisión/////PACO