Una chica refiere que estuvo enamorada de un muchacho arumano (y sus recuerdos: tomados de la mano en las orillas y en el boulevard del Portul Constanza, en el Mar Negro). Se querían mucho. Pero llegado el momento de formalizar la relación, el momento de la verdad, la madre del muchacho le hizo saber que su hijo ya estaba prometido para otra chica de su misma clase y comunidad. Los arumanos, en términos sencillos, vendrían a ser “los rumanos antiguos”. Según las fuentes bizantinas, serían los dacios que Kekoumenos describe, que no serían otros que los valacos de los Balcanes, descendientes de los dacios derrotados por el emperador romano Trajano y que se refugiaron en Epiro, Macedonia, Bulgaria, Grecia y Albania. Eran trashumantes dedicados al comercio y Kekoumenos, un dignatario bizantino de origen armenio, no se refería en buenos términos sobre ellos: “La nación de los valacos es completamente infiel y corrupta, no tiene fe correcta ni en Dios, ni en el rey, ni en un pariente o amigo… porque nunca ha mantenido la fe”.
En los tiempos actuales, los más bromistas rumanos los ven como gnomos (en general son pequeños) muy cerrados y egoístas, y “malitos” de carácter. Lo cierto es que son personas cerradas en su comunidad, con su propia lengua (el arumano), sus costumbres, sus bailes, su música, su vestimenta. Y claro, son productivos y muy emparentados con el dinero. Los estudiosos rumanos aducen que tienen un problema de identidad: criză identitară fără ieşire, “crisis de identidad sin salida”, sobre todo su experiencia como trashumantes en distintos países. Los otomanos los consideraron una minoría y los griegos los consideran helenos valacoparlantes. Pero también fueron vandalizados por algunos griegos, al punto tal que el Estado rumano tuvo una sima diplomática con los griegos para tratar el asunto.
En Rumania, después de la revolución de 1989, los rumanos siguen considerando a los arumanos como personas con “crisis de identidad”. Pero los arumanos, a pesar de ser una minoría, han dado al país muchos intelectuales, y son ellos quienes reclaman su origen rumano. Cuando se habla de ellos el tema queda zanjado, pues la lengua arumana (o aromuna) es muy parecida al rumano actual, e incluso existe una película arumana, Nu sunt faimos, dar sunt aromân (“No somos famosos pero somos arumanos”), una comedia y drama romántico. La mayoría habita en la zona de Drobogea, en Rumania, y muy pocos en las diferentes regiones del país. Los arumanos más conocidos a nivel mundial serían Michael Dukakis, excandidato presidencial en los Estados Unidos, el futbolista Gheorge Hagi, la madre Teresa de Calcuta, y claro, Simona Halep, la actual número dos del tenis mundial.
Todos vuelven al rincón donde vivieron
Muchos arumanos regresaron a la “patria” de sus ancestros como gente de negocios. La mayoría son prósperos, y el más próspero y conocido es Gigi Becali, dueño del equipo de fútbol Steaua Bucuresti, el más grande de la liga rumana, que fue campeón de la copa equivalente a la Champions y perdió ante River Plate en la final de la Copa Intercontinental. De esa prosperidad ha salido también Simona Halep. Su padre, Stere Halep, posee (o poseía) una planta lechera. Aunque se sabe que no todo fue fácil y en algún momento de su carrera fue ayudada por algunos otros compatriotas. Dicen que por el futbolista Hagi, aunque la misma Halep lo niega. Quizá es posible, inconscientemente, que en un comienzo ella no fuera reconocida por los rumanos como una deportista amada. Estaba ahí, jugaba o juega por los colores de la bandera rumana, pero en el ambiente se olía cierta frialdad. Quizá para un ojo sudamericano era insano ver el poco entusiasmo de sus propios paisanos por la tenista de talla mundial.
Hace unos años, cuando en las redes sociales comentaban sobre ella mucho, antes de que ganara los Grand Slams, por supuesto, le criticaban precisamente eso: que no ganara ni fuera tan guapa como la Sharapova u otras jugadoras del circuito. ¿Pero estaban hablando de una modelo de pasarela o de una deportista de elite? Su rumanidad, por supuesto, no estaba en tela de juicio; el problema era la ausencia de belleza (y la vara es alta para la belleza femenina en Rumania: los rumanos piensan que cualquiera de sus mujeres es más bella que Kate Middelton). Pero Halep siguió dedicada al tenis gracias a la fortuna del padre arumano. Se sabe que entre la comunidad arumana se apoyan mutuamente. La gente de a pie, en Constanza, donde Halep nació, no la considera rumana sino macedonia, de la comunidad arumana. Pero los rumanos que viven fuera del país sí la aprecian muchísimo. Entonces, ¿qué hace que en el inconsciente colectivo de los rumanos brote esa mezcla de mezquindad y frialdad ante la heroína? Acá habría que volver a Kekoumenos, el dignatario albano, cuando se refiere a los que huyeron luego de la derrota ante Trajano, calificados con acres opiniones. Los arumanos recorrieron otros países, fueron diáspora y valoraron y añoraron su lugar de origen, pero los que se quedaron en la tierra mantienen mucho de lo que opina Kekoumenos de los valacos.
Los rumanos añoraron a los arumanos y el Estado rumano les facilitó becas para que pudieran volver algunos jóvenes a la tierra de sus ancestros. Pero los hermanos del hijo prodigo no terminan de sentirlos como suyos, mas no pueden acusarles de que no sean su hermanos. ¿Y qué del orgullo de la familia? Es decir, el orgullo nacional, pues los arumanos se integraron con inteligencia a Rumania, aunque siguen conservando su lengua y sus costumbres, incluidas las uniones en matrimonios entre ellos. Pero volvamos a la campeona de Roland Garros y Wimbledon. Es sabido que para ingresar al circuito mundial, como mínimo, se requiere medio millón de euros, como declaro la extenista y ganadora del Roland Garros Ana Ivanovic. Ivanovic tuvo que escapar de Serbia en guerra y alguien, ya fuera de Serbia o no, creyó en ella y puso la cantidad suficiente para que iniciara su carrera profesional. Es decir que en el tenis, como en muchas otras cosas, no solo hace falta talento sino también dinero para entrar en carrera. La familia de Simona Halep volvió de Macedonia y se asentaron en Constanza, la ciudad puerto del Mar Negro en Rumania. Puede que ese divorcio entra la población rumana y la importancia de Halep en el exterior se deba a ello: no la sienten como rumana.
Esto no quiere decir que Simona Halep no sea rumana: ni los rumanos más nacionalistas pueden negarlo. Solo sea, quizá, el inconsciente colectivo. Pero, ¿qué significa la rumanidad? Con todas las tragedias que la rumanidad carga en sus espaldas, con el orgullo nacional destruido por muchos motivos, quizá el primer gran desastre nacional se remonte a cuando Decebal, el último rey dacio, cayó a manos de Trajano. Gracias al exilio, los arumanos no sufrieron los otros grandes desastres nacionales, como ver a Vlad Tepes convertido en Drácula, el más grande golpe al orgullo nacional, o la derrota de sus reyes ante los sultanes del Imperio Otomano y la traición de Occidente al no enviar refuerzos y detener su avance, que terminaría con el secuestro de muchas de las mujeres rumanas. También están el asesinato de Brâncoveanu y su familia en el siglo XVIII, la apuesta a Hitler en el siglo XX (ya sabemos cómo terminó todo), y por supuesto, el comunismo. En la actualidad, la rumanidad enfrenta la mala reputación de sus mujeres y sus hombres, calificados de habitar un país corrupto y dedicarse a la prostitución y el robo. No, los rumanos no la tuvieron ni la tienen fácil. ¿Solo eso? Ya sabemos que ser rumano es tener origen valaco, como los arumanos, pero con la diferencia que se “quedaron” en la tierra, que toman el nombre de rumano, porque fueron conquistados por los romanos. Otra teoría es que la palabra provenga del latinista Dimitrie Philippide, que en 1816 escribe su Istoria Romaniei, y cómo no, tienen origen valaco. Pero muy aparte del origen de la palabra rumano, ¿solo basta con lo dicho lineas arriba sobre la rumaninad?
Constantin Brancusi, padre de la escultura moderna, pero despreciado en su pais, dice: «Cuando me fui del país los dejé pobres y tontos; ahora que he vuelto, los encuentro más pobres y más tontos”. Cioran dijo que el pueblo rumano, de alguna manera, tiene una historia negativa y la vision de una vida inactiva, resignada, insegura y vacilante. Es un pueblo inteligente, pero le falta algo… le falta pasión”. El violinista y compositor George Enescu refiere que un amigo suyo extranjero le dijo: «Al escuchar tu pieza, es como si algo no se puede cumplir. El anhelo me parece la unica caracteristica original de las canciones rumanas”.
Una entrevista esclarecedora
La tenista da muy pocas entrevistas extensas en general. Pero hay una que dio al programa Garantat, suta la suta (“Garantizado cien por ciento”) en la que el entrevistador inicia la conversación con un saludo en lengua arumana y la Halep sonríe y le responde en arumano, por supuesto. En un pasaje, el periodista pregunta cuánto cuesta avanzar en una posición alta de jerarquía mundial. “No quiero dar una imagen triste de nuestro país, porque no es el caso ahora, ni quiero llegar a ese tema. Un país que no puede compararse en reputación con otros países que producen y envían jugadores al top mundial. ¿Cómo es Rumania para ti en ese escenario?” La Halep responde: “Creo que lo rumanos somos talentosos en muchos campos, somos muy capaces, pero tenemos un problema: no creemos en nosotros mismos, en lo que podemos hacer. Esto es un poquito difícil para nosotros porque no somos un país respetado en el mundo, tenemos mala imagen. Pero yo siempre saco pecho y digo que estoy orgullosa de ser rumana. Los rumanos no somos así como nos ven desde afuera. Somos personas OK. De buen corazón. Que solo necesitamos creérnosla. Creer en que podemos hacer las cosas. Pero nos ponemos limites todo el tiempo”.
El entrevistador rápidamente repregunta: “Cuándo te refieres a ponerse límites todo el tiempo, ¿hablas también de ti?”. La número dos mundial responde: “Sí. Me ponía límites. Era muy tímida en el pasado. Creo que a todos nos pasa, pues no somos de un país rico, de un país conocido. Quizá por eso era tímida. Ahora ya no más y creo que por eso mejoré mi nivel en el tenis, pues boté mis límites y que todo es posible”. La siguiente pregunta es significativa. “Simona, ¿cómo es cuando te encuentras con los comentarios de ambas partes? Tú dijiste en muchas ocasiones que juegas para tu país, para tu pueblo, para tus compatriotas. Quiero decirte cuando te veo en la tele, digo: “Juega para ti misma”. Porque nos encontramos con esta situación, sin hablar mal de nuestros compatriotas; cuando ganas todos se sienten Simona Halep, más cuando pierdes, pierde Simona Halep y te critican. Se desentienden de ti. Pero cuando ganas, están en primera línea, levantando el pecho. ¿Cómo tomas este fenómeno?”. La exnúmero uno del mundo responde: “Creo que es una característica de los rumanos; te alaban mucho y cuando pierdo son muy críticos conmigo. Creo desde un punto de vista es normal. No saben lo que ocurre dentro de uno. Me afecta mucho a veces. Sobre todo en la Fed Cup (la equivalente a la Copa Davis masculina), estuve muy cansada y acabada para el torneo”.
Por su estirpe arumana pudo hacer la carrera. Ella es tenista por su arumanidad. Eso está claro. Por el otro, su rumanidad va por la cuestión de representar al país, cuando los viejos fantasmas negativos de los grandes desastres nacionales se apoderan de su mente. Esta entrevista se realizó en 2016, antes de que ganara los Grand Slams, de manera que ya sabemos qué pasaba por su cabeza en esa final que perdió en Melbourne, cuando tenía el servicio para el partido y se hace quebrar el servicio y pierde ante la Wozniacki. Sus palabras en esta entrevista fueron premonitorias: “No creemos en nosotros mismos, nos ponemos límites”. Después de esa final, mucha gente creyó que no se recuperaría. El público en general cayó en la tristeza por esa derrota. Solo hay que ver el video de la final en el Australian Open, cuando la Halep tenía el servicio para el campeonato y simplemente lo deja ir y pierde de una manera tonta. Esto produjo mucha vergüenza a ella y a su entrenador. Se había rumanizado.
¿Grand Slams para los rumanos o los arumanos?
Eso fue antes. En la misma entrevista del 2016, se calificó como “un producto del tenis rumano” porque se formó en Constanza, Rumania. Ahora ganó Roland Garros y Wimbledon. Para Roland Garros contrató a la primera mujer rumana en ganar el Torneo Francés, Virginia Ruzici, como asesora. Lo que hace ver que trabaja mentalmente el tema. Luego vino Wimbledon. Sus victorias son harto conocidas y en Bucarest fue recibida por una multitud en la Arena Nationala como si fuera la misma Cleopatra. Se lo merecía. No solo ella, sino también todos los niños y niñas que lloraban sin consuelo cada vez que perdía una final del Grand Slam. Podemos ir un poco más allá de la tenista en lo personal. Es muy cierto cuando ella dice que fue muy tímida. Basta ver las fotos cuando, siendo niña o adolescente, andaba con ese cabello cortísimo que la hacía ver como un niño. La otra cosa saltante de su carrera fuera de la canchas de tenis fue que se operó los senos (la Halep poseía unos pechos enormes), pues sentía que le restaba energía para poder moverse en la cancha. Y sí, podemos decir que fue una buena decisión. La otra noticia fue un fuerte rumor sobre un aborto, que se dice lo hizo para no truncar su carrera. Ella lo negó rotundamente. Participa y lidera también un programa para salvar a los niños en situación de riesgo en Rumania, que se llama Salvati Copii
En líneas generales, maneja bien su imagen y no ha sido relacionada en escándalos mayores. Podríamos decir que ella encarna con buena visibilidad lo que significa ser arumano o arumana en Rumania. Hay un poco de verdad cuando los rumanos afirman que los de la comunidad arumana tienen una “crisis de identidad”. Mas no sin salida. El nacionalismo exacerbado de los rumanos hace que exageren, pues suponemos que desean de inmediato que se olviden de sus costumbres. Por otro lado, los arumanos, al mantener esa fuerte idea de sus costumbres y su lengua, ven con otro ojo el futuro. No en vano la “ven” mejor en los negocios, y su prosperidad es palpable y suficiente al ver las propiedades que ostentan. Y sobre todo, su orgullo está más o menos intacto. La mente un poco más ganadora. Otro ejemplo del arumano macedonio seria el futbolista que jugó en el Barcelona, Hagi, que por supuesto, también es de Constanza y el más grande futbolista rumano. Pero Simona Halep es el mejor ejemplo de cómo en ella, en su interior, se lidia con esos dos mundos, pues al estar en el top de un deporte de elite y de mucha resistencia mental, ha salido a la luz todo lo que en ella encarna: su arumanidad y su rumanidad. ¿Puede que ella sea la respuesta? ¿Puede que sea el aporte de los arumanos a los rumanos? ¿Que sus orígenes comunes de tragedia al caer ante Trajano también encierren una lección sobre cómo sobreponerse?
Pero volvamos a la realidad de las noticias en Rumania. Según las noticias recientes, podemos afirmar que, en efecto, Simona Halep ganó los Grand Slams para los arumanos. Ya no le pueden reclamar el que no gane un Grand Slam o que no sea lo suficientemente bonita como Sharapova. Ahora la prensa le reclama que anda de novia con Toni Iuruc, un “don nadie”. Al puro estilo payasesco bromista balcánico, se lee: “Está en brazos de un don nadie, ¿por qué no pudo ser el amor de Gael Monfils? Que está enamorado de la Svitolina de oreja a oreja, esa ucraniana que es más desagradable que Simona”. Luego hicieron bromas con otros jugadores de color, difíciles de reproducir, en relación a Simona Halep. Lo que sabemos es que el tal Toni Iuruc es otro arumano rico. Pero hay otra noticia que dice que Iuruc no es para nada un millonario, sino un arumano acomodado que vive en un apartamento simple en Bucarest con vista al club Dinamo.
Puede que sea un “don nadie” para los ojos de los siempre grandilocuentes y sedientos de grandezas rumanos, pero Iuruc, de 40 años, es de la comunidad y sí es alguien para los arumanos. Dice mucho de la regla fundamental de los arumanos y se cumple con la Halep: se casan y se mezclan entre ellos. Otro golpe duro para los rumanos, así como para aquella muchacha de los ojos tristes del Portul Constanza que estuvo enamorada de un arumano ya prometido para otra arumana. Nos imaginamos a Kekoumenos abriendo ese diario bucarestino en su departamento comunista pero decente, de escriba y dignatario, cual Melquiades de Cien años de soledad, yendo a la sección frívola y encontrando la noticia sobre la Halep. Seguramente exclamaría: “¡Estos dos enanos cobardes, lujuriosos y descendientes de valacos quieren huir, cual Trajano quisiera violentarlos! ¡Dios los crea y Drácula los junta!”////PACO
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