¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? El dilema existencial de todos los tiempos pareciera tener su correlato en la escena teatral porteña que esta vez llega de la mano de Santiago Sanguinetti, dramaturgo, docente y director teatral uruguayo que desembarca en Buenos Aires con Sobre la teoría del eterno retorno aplicada a la revolución en el Caribe.
Ficha técnica
Elenco: Carlos Guillermo Vilarrubí, Sebastián Calderón, Lenin Gabriel Calderón y Raúl Rogelio Gracia.
Asistencia de dirección: Sebastián Calderón.
Texto y dirección general: Santiago Sanguinetti.
Funciones en Buenos Aires: sábados 20 y 27 de febrero, a las 21hs y domingos de marzo, a las 19 hs.
Teatro El Extranjero (Valentín Gómez 3378)
El autor salta el charco para presentar ocho únicas funciones de esta pieza, una de las más representativas de su obra y que ha sido reconocida por la crítica y merecedora de prestigiosos premios como el Onetti de Dramaturgia otorgado en 2012. Pero, ahora bien, volviendo al interrogante inicial ¿qué puede relacionar esta cuestión al conflicto que Sanguinetti desarrolla en esta obra de teatro político? En la antigüedad la filosofía se ocupó de desentrañar el dilema huevo vs gallina avanzando en respuestas metafísicas e incluso derivando en teorías sobre la evolución de las especies. Las conclusiones han sido tan disímiles como cuestionables dando por sentado que nadie tiene la respuesta, aún. Sanguinetti –sin importar la intencionalidad o no- retoma algo de esto al preguntarse por la revolución o ¿la re-evolución? El autor posibilita preguntas, no respuestas. Retoma dilemas ancestrales y los vuelve actuales en torno a los acontecimientos sociales que todavía discutimos ¿Qué es la revolución? ¿Qué cambios reales produjo en las sociedades? ¿Cuánto hemos evolucionado tras estos procesos? O ¿será que seguimos siendo los mismos? Abel González Melo, dramaturgo cubano, mencionó respecto de esta obra que lo que más lo une a ella “es la epopeya de la utopía que levanta, ese grito hacia la zona del imposible revolucionario que vuelve a morderse la cola como si en medio de esta época estafada”; cuestión que tiene un correlato con el estado de caos de la sociedad latinoamericana que parece “haber leído mal” a los padres del socialismo. Marx, Engels, Hegel y hasta Nietzsche son citados por Sanguinetti para cuestionar ¿Qué pasó con la revolución?
El autor salta el charco para presentar ocho únicas funciones de esta pieza, una de las más representativas de su obra y que ha sido reconocida por la crítica y merecedora de prestigiosos premios.
El argumento es sólido. Cuatro cascos azules de la ONU están sitiados en una base militar en Puerto Príncipe, Haití. La revolución acaba de estallar en la isla y el caos gana las calles. Cada uno de estos personajes sufre de un trastorno que lo hace parte de una situación de patología colectiva en la que reina el desanimo, la violencia y la imposibilidad de comprensión de lo que sucede allá afuera. En el caos la razón es clausurada y la locura gana terreno durante la hora en que se desarrolla esta pieza. Carlos decide cantar para calmar el miedo, Ernesto intenta lucubrar teorías y dar explicaciones mientras que Lenin se convierte en la expresión de la incredulidad, de la ignorancia y la violencia desatada sobre el otro, lo desconocido, extraño y, por lo tanto, peligroso. Pero, llego un cuarto que clarifica la situación. Es Raúl que intenta explicar la teoría hegeliana pero como “es difícil” no se supera el estado de incomprensión. Sin embargo, deja en claro una cuestión fundamental. Él explicó antes el comunismo a los haitianos y eso parece ser razón suficiente para pensar que ese acercamiento a la teoría posibilitó su puesta en práctica. Por eso se pregunta “¿estuve mal, Ernesto?” mientras que Lenin dice “Me hiciste pensar, Raúl”. Entonces en este punto Sanguinetti posibilita una vuelta más a la cuestión de la revolución ¿qué está primero la teoría o la práctica? ¿El huevo o la gallina?
La energía colectiva resulta un tanto exacerbada hasta que entra en escena Gracia otorgando cierta calma a la tensión predominante.
Este texto no se puede comprender por fuera de la tesis argumental que lo sostiene y que se completa en La Trilogía de la Revolución. Argumento contra la existencia de vida inteligente en el Cono Sur y Breve apología del caos por exceso de testosterona en las calles de Manhattan, son las otras dos piezas que dan unidad a un desarrollo estético y político en la dramaturgia del uruguayo. Carlos Guillermo Vilarrubí, Sebastián Calderón, Lenin Gabriel Calderón y Raúl Rogelio Gracia interpretan a estos cascos azules -gobernados por el miedo- con un devenir dramático acelerado. El conflicto interno de cada personaje aparece en su máxima expresión desde el primer minuto. Lo cual, por momentos, borra de matices a las interpretaciones. De esta manera, las actuaciones parecen correrse de los márgenes de contención que supone la mano del director. La energía colectiva resulta un tanto exacerbada hasta que entra en escena Gracia otorgando cierta calma a la tensión predominante y el resultado es mucho más interesante en la escalada dramática. Por otro lado, los caracteres de los personajes están sumamente estudiados por los actores que desarrollan con frescura cada rol. En cuanto a la puesta en escena la propuesta estética de Sanguinetti otorga a la iluminación un lugar preponderante creando momentos de gran dramatismo. Las cajas con ayuda humanitaria y la ridiculización de las mismas al develar el interior de cada una otorga el grado de cinismo necesario para completar esta obra en la cual el humor negro es protagonista y posibilita el distanciamiento que supone el teatro político. La conmoción no se presenta en términos melodramáticos sino en una clave cómica resultando por demás interesante para la pregunta mayúscula ¿evolucionamos tras revoluciones?//////PACO