Hace un tiempo entrevisté a Marcos (@lunesfelices) y Martiniano Zurita. Ambos editaron Pinkmoon, el primer fanzine argentino sobre música colgado de internet. Esto fue durante los últimos años del siglo XX y los primeros del XXI, cuando todavía no existían los blogs, ni la banda ancha, ni las redes sociales. Todos leímos Pinkmoon por esos años, aunque solo lo fuimos descubriendo con los años. Hoy esa experiencia vanguardista y basurera pervive en Pinkmoon Radio. Por Diego Vecino.
Siempre lo que decimos es que a nosotros nos gustaba mucho la revista Revolver y dejó de salir y no había esa cosa por ahí de humor con crítica, como que siempre a la música se la tomaba desde un lado serio, en esa época hablar de Velvet Underground era como hablar de “ee bueno, Velvet Underground” (Martiniano)
Esa época ibamos mucho al parque Rivadavia, todos los domingos, y era un poco como que las charlas que se armaban ahí, que estaban buenas, que nos cagábamos de risa hablando de música, no existían en la prensa. Y nos cagábamos de risa, no era hablar de música para ver quién sabe más, quien tiene una opinión más interesante y todo. Y dijimos, buen, esto hay que ponerlo en una revista. Pero digo, el rasgo de la Revolver que tomamos fue la última página, donde venían las críticas a discos en una línea, y ahí era cuando más ácidos eran, y era como lo más divertido. (Marcos)
Hay una cosa loca con Pinkmoon que es que en el momento no nos dábamos mucha cuenta cuánta gente nos leía, porque tampoco en ese momento había forma de saber cuánta gente visitaba tu página, y tampoco había tanto feedback como permite ahora Internet, entonces era imposible saber si la gente la leía o no la leía o qué. La idea al principio era hacer un fanzine pero electrónico, porque suponíamos que así íbamos a llegar a más gente, y porque nos salía gratis. Por ahí sí nos dimos cuenta que nos leía gente porque de repente empezaron a llegarnos mails. Entre el 2000 y el 2004 fue terrible. Ahí te enterabas que los músicos se enojaban por lo que escribíamos y esas cosas. (Marcos)
Las veces que apareció la idea de pasarla al papel nos dimos cuenta que era un quilombo, porque ya aparecían cosas legales, etc. Y además el tema de la publicidad, porque para bancar una revista en papel necesitás publicidad y eso implica caerle bien a un montón de marcas que, no se, no creo que le caigamos bien, pero no por una cuestión de que somos rebeldes ni nada, sino porque no tienen esa voluntad de embarrarse. Dicen, por ahí, “no, mirá, esto por las dudas mejor no”. (Martiniano)
Se generó también una cosa de que nosotros matábamos a todos, y la verdad es que no era así. Digamos, tenías las críticas pero también tenías lo otro, las bandas que nos gustaban. En eso también por ahí seguimos el espíritu de las revistas inglesas, tipo el New Musical Express, en donde si les gustaba una banda no importa si no la conocía nadie o si no tenía nada editado, o si era la primera vez que tocaban; ellos le daban manija, por una cuestión de generar algo. Y nosotros estábamos a full con Victoria Abril, en esa época, que llevaba diez personas, y nosotros decíamos que era la banda más grande del mundo, exagerando, a propósito, pero también por una cuestión de lograr una escena nueva. Sino, digamos, siempre se hablaba bien de lo mismo (Martiniano)
No pasó nada de tiempo, si te ponés a pensar, pero claramente hubo un cambio de paradigma. En ese momento casi que había que animarse a escribir de música sin ser periodista. O sea, porque en algún punto hacíamos periodismo, hoy se podría leer que hacíamos periodismo, hoy mucho más, después de los blogs. Pero en ese momento no era común ver a alguien que no era periodista haciendo periodismo de música y a veces hasta diciendo cosas mucho más interesantes que las que decían los periodistas especializados. Y lo loco fue que como ninguno de los dos estudiaba periodismo ni quería ser periodista, no nos conocían, y eso los ponía locos. Y el periodismo escrito, aún al día de hoy, ningunea lo electrónico, digamos, Internet. Lo ningunean como si fuera que algo impreso en papel tiene más valor que lo que está en la red. (Marcos)
Además en esa época lo que pasaba con el periodismo musical es que al no haber Internet como ahora, en cuanto a descarga de música y todo, algunos discos eran por ahí el orgullo de un periodista. El tipo se sentía que era lo más porque tenía el disco que nadie tenía de Kraut Rock, ponele, y eso le daba jerarquía. Eso después se derrumbó. Entonces es como que las cinco bandas que el tipo tenía de caballito de batalla las conoce cualquier pibe de quince años y eso los mató. Y en esa época nosotros éramos un poco ese pibe de quince años, o sea, ¿estos dos pibes qué hacen escuchando lo que yo escucho y que no conoce nadie? Y se ponían nerviosos. En esa época me acuerdo que algunos periodistas nos tiraban abajo diciéndonos “snobs”. Lo primero que salía decirnos era “snobs”, por una cuestión de que no conocían lo que nosotros reseñábamos o escuchábamos. Hablábamos de bandas que ellos no conocían. Y claramente nuestro mensaje era todo lo contrario al snob, porque toda la información de bandas que nosotros teníamos las compartíamos totalmente y, es más, nosotros no endiosábamos a algunas bandas, decíamos “no bueno, pará, esto no es tan bueno”, y el snob es lo contrario, va a tratar de ocultar y de seguir con ese mito. (Martiniano)
Sí tuviésemos que definirnos por el opuesto, en ese momento, éramos lo opuesto a la Esculpiendo Milagros, en donde había alguien que te hablaba de la escena de no se dónde, eso era el snobismo absoluto porque era “yo te hablo de discos a los que no tenés acceso, y tenés que creer lo que yo te digo de esos discos, y nunca vas a escucharlos jamás”. Y encima son todos gloriosos y “esto es escuchar música, lo que vos escuchás son boludeces, es para giles”. Y lo que nosotros hacíamos era, un poco, sí, democratizar en el sentido de pensar que estamos hablando de música, estamos hablando de discos y cómo se conecta uno con la música. O sea, a nosotros por ahí la música nos provocaba discusiones, o chistes, tenías una relación totalmente ligera con la música, super importante pero ligera. O sea, no se nos va la vida en eso, no nos identificamos con un artista toda la vida ni en todos los momentos de la vida. Y la idea era un poco transmitir eso. (Marcos)
Siempre tratamos de hablar de música. Y a veces la gente se ponía loca, cuando tocábamos a los intocables. Y es gracioso, porque la misma gente que se ponía loca por ahí después hablaba peor de otros géneros. Y ahí es gracioso porque está esa cosa de “yo tengo la música que vale y vos no”. Eso lo tratamos de borrar siempre. Si nos gusta un tema de Cristian Castro, de verdad, nos gusta, y lo ponemos de verdad, no vamos a poner nunca música en un tono irónico. Es gracioso porque la gente que le tocas a los Beatles o a Spinetta, es peor todavía con los otros géneros, los denigra más y habla peor. Porque cuando vos hablás de Spinetta a lo sumo decís “uh, que aburrido”. Los intocables son los intocables. (Martiniano)
Nosotros siempre fuimos en contra del sistema de escuchar música, por decirlo de alguna manera, de la religiosidad alrededor de la música. No era idea nuestra decir que Spinetta era una cagada para poner en el lugar de Spinetta a cualquier otro. Además también teníamos esa idea de decir “bueno, a ver qué pasa si hablás mal de esto”. Igual la idea de nuestras críticas, digamos, cuando criticábamos esos artistas, no era decir “esto es una mierda”, porque si no es El Aguante y es aburridísimo. La idea más bien era decir “a ver, este tipo acá está diciendo esto, y esta letra no es Artaud, dejemonos de joder”. O sea, ofrecer un argumento, aunque siempre hablamos de opiniones. Por ejemplo, cuando hacíamos la sección Autopsia, y agarrabamos Pet Sounds, íbamos tema por tema, y decíamos “¿y acá donde está la psicodelia? ¿acá donde está lo oscuro?”, cosas así. Pero lo hacíamos como fans de Beach Boys. (Marcos)
Ese es el tema, a veces criticábamos un disco o un artista más que nada para bajar el manto que le había puesto el periodismo mismo. Porque Pet Sounds es un invento del periodismo, eso es lo que pasa. Fue, un día, el periodismo descubrió Pet Sounds, como pasó con Velvet Underground, como pasó con Nick Drake. De repente el periodismo ABC1 descubre a tal y entonces le ponen toda la carne. (Martiniano)
Hay una idea de legitimación de las cosas, como que el periodismo lo que hace es –y lo hacen bastante bien por cierto, porque siguen funcionando- legitimar. O sea, una banda, hay alguien que dice que esa banda está buena y entonces los demás copian todo eso y queda de golpe establecido que esa banda es buena. Y entonces nosotros nos poníamos ahí a decir “bueno, no” (Marcos)
A mí me llama la atención que al día de hoy venga gente y diga que leía Pinkmoon, que le encantaba, etcétera, y que está bueno porque es gente que hoy por hoy está haciendo cosas interesantes con la música. Por ejemplo, los 107 Faunos, todos esos de Laptra, eran fanáticos de Pinkmoon, y yo me enteré ahora. Un día el pibe viene, me regala el disco y me dice “eh, porque yo leía Pinkmoon”. Y eso es raro. Como que todo este tiempo fue como algo silencioso Pinkmoon, nunca nos dieron una nota ni salimos en Rolling Stones. Por ahí Pinkmoon no se consolidó como revista, en papel, en los medios, pero por ahí la gente sí la leyó, y es toda gente que hizo algo o está haciendo algo ahora con la música. (Martiniano)
Hay un sistema de consumir música del que nosotros siempre nos escapamos, que tiene que ver con la legitimación de las revistas, con los sellos, con qué tenés que hacer para sonar bien, el “sonar bien”, ¿qué es “sonar bien”? Bueno, todo eso. (Marcos)
Una banda que suena así, allá, vende un millón de discos, y acá todavía está la discusión de si suena bien, si canta bien o canta mal, si la guitarra está afinada o desafinada, si la tapa está linda o está fea. Eso pasó con Suárez, Suárez tuvo que hacerse profesional, que se yo, el último disco de Suárez que ya sonaban como Man Ray más o menos, que sonaba ya re mainstreem, para que la gente lo considere como una banda. O sea, y antes por ahí cuando eran más ruidosos, así, no les gustaba, no los respetaban. Por eso te digo que es triste que hayan generaciones ahora preocupadas por estar sonando bien, están preocupados por todo menos por la música (Martiniano)
Las revistas lo que hacen es a una banda que entienden, que tiene un lenguaje que el periodista más o menos puede ser capaz de entender le dan bola, espacio, manija. Eso pasó con Banda de Turistas. Banda de Turistas salió en la tapa de la sección de críticas de discos de la Rolling Stones. Entonces claro, dicen “pibes nuevos, veinte años” y la revista sentía que entendía la escena porque había una banda nueva que sonaba como ellos entendían. Con esa reseña, Banda de Turistas fue la primer banda nacional que apareció en la primer página de la sección de críticas de discos con un primer disco. Y a eso lo pusieron dentro de la crítica del disco, como un valor del propio disco y de la banda. O sea, haber aparecido en la Rolling Stones, en la primer página, con un primer disco, era un valor del disco, era por qué el disco era bueno. La gente consume eso, la legitimación que te da la Rolling Stones. Entonces tenés, por un lado, que se acercan a la escena “under”, la escanean, identifican a los que hablan el lenguaje que ellos más o menos entienden, y a esos les dan cierta cabida, los ponen como “estos son los pibes nuevos”. Y después se acercan a algo un poco más “raro”, que ellos también tienen que saber leer como “raro”, por ejemplo alguien que haga un poquito de noise, entonces ellos lo leen como la “no-wave” o le ponen motes ridículos de ese estilo, y lo ponen siempre como “lo raro”, nunca en el mismo nivel de lo otro. Entonces se van perpetuando dos movidas, falsas, que es lo mainstreem-mainstreem con sonidos totalmente masticados, y lo mainstreem de lo raro, porque son los raros que logran captar esa atención de los periodistas. Y lo que se juega, como siempre pasa, es lo bueno, que siempre está por afuera de eso. Porque si vos te ponés a pensar, por ejemplo los Faunos, que salieron ahora en la Rolling Stones y que se yo. Para un lector de la Rolling Stones los Faunos son pibes que cantan mal y todo eso, pero en definitiva son pibes que hacen canciones, y las letras son, o sea, de amor, etc., son canciones, igual que cualquier banda, no es algo totalmente raro o loco, y sin embargo están puestos en el lugar de raro. Y sin embargo vos decís, el lenguaje que tienen es el lenguaje de la canción. (Marcos)
La salida a todo este mecanismo es generar un nuevo espacio, y la idea de Pinkmoon fue generar ese nuevo espacio, donde te chupe un huevo Rosso, te chupe un huevo la Rolling Stones, te chupe un huevo todo, y vos hacés o no hacés las cosas de acuerdo a otros parámetros. Evidentemente logramos armar una red, que no la podés poner en números, pero que de a poco se va construyendo. Una red que, si querés, opera bajo otra lógica. Y no es que queremos hacernos los “algo” con todo esto, de verdad lo hacemos, aunque suene un poco grasa, por amor a la música. Y eso es algo que solo podés hacer si te desprendés de este circo armado alrededor de la música. (Martiniano)////////PACO