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La humanidad o nosotros es el octavo larga duración de Illya Kuryaki and the Valderramas que ya se puede escuchar en las principales plataformas musicales y conseguir en disquerías. Compuesto por trece canciones que llevan la firma de Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur, la casi hora de duración del disco no escatima graves funkeros, coqueteos entre el gospel y el soul, nostalgia blusera, pop sensible, riff mántricos y un catálogo de voces sacras, colándose en el mismo espíritu profano de siempre, que le aportan fuerza a su ya reconocida re-evolución poética.
“El proceso de composición es compartido”, nos cuenta Emma con quien hablamos para saber más sobre el work in progress. “Siempre estamos cayendo con cosas, ya sean canciones casi terminadas o un riff, incluso una palabra. Y ahí arranca el laburo de ir tomando lo que el otro trae, recogiendo el guante de eso y llevándolo a un lugar propio. Así han surgido muchas canciones en el disco, en donde uno tenía una idea y el otro la completaba. Una vez que tenemos la melodía de la voz, nos sentamos a decodificar qué es lo que nos está diciendo esa música”.
Grabado en los estudios La Diosa Salvaje y Avesexua, hogares musicales de ambos, los IKV se pusieron al hombro, como en los viejos tiempos, la producción de LHON, “no porque no necesitáramos a otra persona, pero empezamos a trabajar solos y seguimos así, viendo que estábamos bien”. A la base en Buenos Aires se le sumaron sesiones afuera. Los vientos son responsabilidad de Hornheads, y fueron grabados en Minneapolis con arreglos de Michael Nelson. La exquisitez de las cuerdas es obra de la Orquesta Filarmónica de Praga y el aporte infalible de Claudio Cardone. La mezcla fue en Los Ángeles, con el multipremiado ingeniero Rafa Sardina.
Una de las decisiones “perlita” que tomaron como productores, Horvilleur y Spinetta, fue el modo de grabación, analógico y a cinta abierta. Emma nos explica que “la cinta tiene emulsión, ese químico que mezcla mejor los ingrediente y sentíamos que le iba a dar un sonido más cinematográfico. De hecho, probamos la diferencia ahí mismo en el estudio entre grabar en cinta y no, y como vimos que estaba bueno lo que pasaba decidimos hacerlo”.
Lo cinematográfico no sólo lo encontramos en el sonido, también está en el arte del disco. La foto de la tapa los muestra detenidos frente a una ventana entre ruinas, lookeados de pandilleros con postura guerrera, dándonos la espalda y observando el horizonte donde se vislumbra la famosa y preciada hora mágica haciendo lo propio en el cielo. He ahí “el beat” de la cuestión en el que descansa la ambigüedad que esconde el nombre del disco y todo el big bang que ofrecerá su contenido.
“Me gusta la idea del tipo enfrentado a la inmensidad de un mundo casi vacío, a punto de terminar, y el tipo preguntándose ‘¿puedo salvar a la humanidad o a nosotros?’. Me gusta esa visión de ciencia ficción” nos comparte Emma respecto al título y al sentido que él le da, agregando que “sabemos que somos parte de la humanidad y que, salvándola, nos salvaríamos nosotros, lo que también sucede es que se han hecho tantas atrocidades en nombre de ‘la humanidad’ que es natural, parándonos afuera, no sentirnos parte. Entonces ‘la humanidad o nosotros’ tiene múltiples significados, y es una pregunta pero también una sentencia que nos interesaba dejar plasmada”.
Partiendo de esa imagen, sabe a perfecto que el álbum arranque con Aleluya, con sus aires de góspel y sus versos rebeldes, sin pecar de optimismo y desbordando creencias que tienen como máxima fe al ritmo, y el ritmo es todo lo contrario a la quietud, con todo lo que eso implica, inspira y genera. Amén.
Le sigue el hit rudo, el infaltable e irresistible hit 100% IKV. Gallo Negro jerarquiza las raíces latinas y las ensambla con sonidos universales. No es novedad que tienen la fórmula atada para generar este tipo de temas que estallan entre los primeros puestos, disfrazados de livianos, escondiendo en sus versos las claves del empoderamiento real.
Hombre Libre nos permite volver a disfrutar de sus voces más extravagantes. Swing clásico y necesario. Y acá hay que darle un aplauso aparte a los vientos.
El cuarto tema es Sigue y viene a poner una pausa baladosa a todo el groove volcánico del primer envión. Junto a Ey Dios (con el aporte “feminísimo” de Natalia Lafourcade), Los Ángeles y Estrella Fugaz (con Miguel, cantante mexicano, como invitado), bajan unos cuantos cambios rítmicos pero suben los sentimentales. Sobre el final del álbum, se suman dos canciones más con este mismo espíritu. Una es Diciembre, en la voz de un Emma enamorado en verano y viviéndolo con tal plenitud que le devuelve la buena fama al amor, esa que vamos haciéndole perder con los años. Y el otro es El Árbol Bajo el Agua, en la voz cruda de un Dante que nos regala las mejores metáforas para abrazar lo trascendental. La cursilería con estilo ninja le da sentido a ese pop que, de una manera o de otra, siempre nos calza bien a todos. ¿Quién no necesita un lento místico cada tanto?
El climax ideal lo comandan la seguidilla de Ritmo Mezcal y África. Dos funks poderosos de líricas sensuales, alimentadas por el poderío vocal y contenidas en los graves que el género exige. No se escapa de este punto alto del disco Espantapájaros, la pieza poética por excelencia, con erotismo dark, que sabe a canción de cuna apocalíptica sin perder pulsión ni disimular la barbarie interior que se nos desata cuando lo bello y lo caótico van de la mano.
Si dijimos que era perfecto que Aleluya iniciara el disco, vale lo mismo para el cierre. Mi Futuro es un himno trágico, como todo manifiesto romántico, con un final abierto que le calza el traje de héroe al pop para que le de paso al estallido épico de cuerdas. Es el tema indispensable del álbum, porque es con el que uno se animaría a saltar por esa ventana hacia la hora mágica que nos llama desde el horizonte.
Todo el collage sonoro de LHON nos devuelve un resurgimiento del sonido IKV en su máxima expresión, como si a través de cada track hiciéramos un tour por todo el camino recorrido a lo largo de sus más de 25 años de carrera y, a su vez, nos aportan las mejores referencias a los grandes clásicos de esos géneros.
Emma dice al respecto: “No hubo una búsqueda consciente de integrar nuestras diferentes etapas, de hecho no empezamos a trabajar bajo una consigna, siempre hay muchas ideas y todas empiezan a tomar forma a partir de que se termina un disco y arrancamos a pensar en el siguiente. Entiendo que ese sonido íntegro es el resultado de una fusión natural entre Dante y yo, que tal vez se siente de manera más contundente en LHON que en Chances, porque ya pasaron varios años de la vuelta a tocar juntos y en el disco anterior veníamos con los diez años de nuestras carreras solistas muy encima. Si bien ahora eso también está, existe desde otro lugar”.
Tanto Emma como Dante nos tienen acostumbrados a siempre abrir un nuevo existir desde otro lugar, y a que todo lo que tocan estando juntos lo vuelvan irremediablemente IKV. Por eso no son unos músicos más del montón, ni fueron una banda que se quedó sujeta a la nostalgia de los adolescentes que fuimos. Porque van creciendo y creyendo a la par nuestra, traduciéndolo en propuestas que marcan el camino, y eso los vuelve huellas. Huellas que posiblemente son un paso más para ellos pero sí, definitivamente sí, son un gran salto para esta humanidad.//////PACO