La fábula de Sade dice que mediante el crimen el hombre colabora con las nuevas creaciones de la naturaleza. Sade propone que vaciemos todo para recomenzar y volver a partir con un nuevo impulso. Entonces reina la pulsión de muerte, la pulsión de destrucción, es la voluntad de comenzar de cero, la voluntad de Otra-cosa, voluntad de creación a partir de nada, voluntad de recomienzo.
Se trata de la pulsión de muerte como una sublimación creacionista, más allá de la cadena significante, ex-nihilo. El sujeto más allá del principio del placer no sabe. Punto último de la ignorancia. Las cosa ya no tienen sentido. La pulsión de muerte en Freud no es ni verdadera ni falsa.
La perspectiva creacionista sadeana elimina radicalmente al Otro. Es el acto mismo, el puro acto de eliminación más absoluto.
Sade no consultaba a sus víctimas, no les pedía su consentimiento, ni los convencía acerca de la necesidad de su sacrificio en pos de un mundo nuevo.
¿Por qué habría sujetos que aplauden el procedimiento de la autodestrucción total como la vía del cambio?
Hay muchas respuestas a esa pregunta, una es la consecuencia de la desaparición del Otro y por lo tanto de la pérdida del valor de verdad de las palabras, que dice “no va a hacer todo lo que dice”, “no va a poder.”
Otra respuesta, es la de aquellos que con simpatía ven la destrucción de todo lo que consideran la fuente del mal y la causa de todos los padecimientos. Supone una destrucción quirúrgica de la cual ellos quedan indemnes. Verán la explosión desde el balcón. Esta ilusión es consecuencia de la infatuación yoica de la época y de la agresión suicida que el narcisismo encubre.
Otra respuesta, evoca la frase del delincuente que no puede frenar su raid delictivo y se precipita sobre un final anunciado y dice “Ya estoy jugado.” “¡Ma sí! que explote todo”, “peor no podemos estar.”
Alcanza con esto para constatar que el inconsciente es la política. La desaparición del Otro como instancia de verdad, la instalación del yo en el lugar vacío del Otro, el goce desatado que exhibe impunemente la pulsión de muerte en una agresión suicida.
El individualismo moderno puede hacernos olvidar el hecho de que formamos parte de un conjunto colectivo. Todo el mundo es loco, hoy hay un delirio de libertad. Esta libertad es la evidencia de la estructura general del desconocimiento yoico que desemboca en la locura, al pretender un ser liberado de las marcas del Otro.////PACO