Neo Genesis Evangelion,13 Reasons Why, Baby, Elite, Stranger Things, Patriot Act. Además de que pueden verse en Netflix, estas series tienen en común que todas, de cierta forma, coquetearon con la censura.
Sería ridículo pretender que la plataforma de streaming más usada, aun en estos momento de competencia fuerte con Amazon Prime Video y Disney +, no se vea obligada a sacar cierto contenido. Pero ¿cuál es la lógica que cumple a la hora de decir qué entra y qué sale? ¿Podemos confiar en que ellos censuran para nuestro beneficio? ¿No nos conviene disfrutar de una serie maravillosa a la que le sacaron partes de capítulos? ¿O sería mejor darnos de baja gritando que estos pacatos se niegan a darnos el placer audiovisual que necesitamos en televisores, tablets y celulares?
De entre todas las censuradas, podemos elegir dos que se estrenaron el mismo año, fueron producidas por la misma empresa y, aunque de distinta forma, tratan problemas sociales muy contemporáneos. De un lado, tenemos a Baby, serie italiana, basada en hechos reales, que cuenta la historia de dos adolescentes que van a un colegio privado prestigioso y terminan armando una red de prostitución de menores que comercian sus propios cuerpos con importantes personalidades de Roma; del otro lado, vemos a Patriot Act, mal traducido como Patriota no deseado, protagonizada por el cómico Hasan Minhaj, uno de esos shows de comentario humorístico semanales con público que ríe en vivo, pero que tiene el ingrediente especial de estar conducido por una persona de ascendencia india y religión musulmana.
Baby se estrenó poco tiempo después de que Kevin Spacey fuera cancelado de House of Cards. Y aunque cincuenta y cinco personas víctimas de tráfico sexual pidieron que la dieran de baja, manifestando que glamorizar la prostitución infantil es un peligro, que la romantización del abuso sexual es claramente un atraso, que según el Centro Nacional de Explotación Sexual de los Estados Unidos (NCOSE, por sus siglas en inglés) promovía el tráfico sexual, los dirigentes del gigante del streaming no cedieron. Usaron argumentos no demasiado complejos: entre otras cosas, respondieron que la serie entra en la categoría “Edgy”. Quienes entran y salen a lo pavote de blogs de animé puede que sepan que edgy no solamente significa “nervioso”, la traducción literal de la palabra en inglés, sino que es una categoría que se usa para describir a personajes que son a la vez oscuros y siniestros, pero que llevan ese costado oscuro con mucho glamour y estilo. La respuesta del CEO de la empresa podría interpretarse como que la serie no normaliza el tráfico sexual de menores, por tener personajes que son una especie de exageración ridícula, una caricatura de la prostitución; que al estar todo tan alterado, escapa de la realidad. No solo se estrenó la primera temporada, sino que recientemente salió una segunda que termina con un final abierto que da a entender que va a haber una tercera.
Ahora vamos con Patriot Act. Lo que Hasan Minhaj hace es uno de esos late night show de sátira política que a los estadounidenses les gustan tanto. En uno de sus capítulos –están organizados según los temas de los que Hasan hace monólogos–, el comediante habla de Arabia Saudita y decide burlarse de algo poco feliz: la misteriosa muerte del periodista Jamal Kahshoggi. Según la versión oficial, ese periodista, opositor al régimen saudita, habría muerto en una pelea callejera contra quince personas; según fuentes anónimas, agentes misteriosas amenazaron con detenerlo, pero, al notar que se resistía y gritaba, se vieron forzados a estrangularlo hasta morir. Esto pasó dentro del consulado de Arabia Saudita en Estambul, Turquía. Hasan Minahj hace chistes sobre este tema incómodo, señala que el príncipe Mohammad bin Salmán tiene que ver con esa muerte poco clara, hace hincapié en la relación entre ese príncipe y Donald Trump… La empresa recibe un llamado del príncipe acusado y deciden que en el Netflix de Arabia Saudita no pueda verse el capítulo en el que se habla de ese país, de su príncipe, de su periodista asesinado. En el momento, no justifican de ninguna forma la decisión, hacen omisión total, no les importa que los ataquen en las redes sociales ni que salgan artículos en todo tipo de revistas. Un año después, cuando el tema ya está olvidado, uno de los CEO aparece todo contento, con una sonrisa en su cara impecable, en traje y afeitado hasta más no poder, diciendo que su empresa no es otra cadena de noticias, que no están en el negocio de plantarle la cara al poder, que el suyo es el negocio del entretenimiento.
Si la serie italiana que está basada en el caso de Baby Squillo no mostrara a políticos, empresarios con poder y, la frutilla del postre, un comisario casado con Alessandra Mussolini (sí, nieta del líder fascista y diputada en el Congreso italiano) como consumidores de prostitución infantil, entonces podríamos aventurarnos a decir que la lógica de censura del coloso del streaming se basa en solo producir contenido que no se sumerja profundamente en conflictos políticos. Pero no, las dos series de las que hablamos juegan con material delicado. ¿Qué hace que una haya sido censurada y la otra no? ¿Que los empresarios acusados en Baby hayan sido condenados antes de que actores profesionales interpretaran la historia en la que ellos jugaban papeles importantes? ¿Que el poder de bin Salmán puede destruir a la plataforma con un soplido de su boca adoradora de Mahoma? ¿Qué hace que Netflix funcione como funciona?
A principios de 2020, los medios de comunicación se plagaron de noticias sobre el hackeo que sufrió el iPhone X de Jeff Bezos, dueño y señor de Amazon y The New York Times. Se sospecha que Jeff Bezos, un señor peleado, siempre en traje y corbata para la foto, que tranquilamente podría ser uno de esos CEO de la empresa de la que venimos hablando, fue hackeado por orden de bin Salmán debido a las notas que su diario publicaba sobre el caso de Kahshoggi. Del celular de Bezos se robaron unas fotos donde se lo ve muy cariñoso con una amante que tenía antes de cerrar el divorcio multimillonario con su exmujer. Es difícil evitar pensar que de esto escapaba Netflix, que así funciona su censura, que temían que esto les pasara a ellos si al programa de Hasan Minhaj no le recortaban lo que convenía recortar////PACO
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