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Tuve un editor que me decía: “La política es sorpresa”. Y agregaba: “Cuando parece que está todo dicho no hay política, sólo hay cuando existe la sorpresa”. Ayer al mediodía todo parecía como uno de esos momentos en que todo está dicho. Mauricio Macri había dado un discurso pregrabado en el que intentaba convertir a la votación del Senado por una ley para retrotraer las tarifas de servicios en una movida del “kerenerismo”, una vez más usando la gastada y devaluada “grieta” para salvar su devaluada imagen. Cristina Kirchner, a su vez, dio una respuesta por Twitter que no logró ir más allá del acotado y decadente “Mundo Twitter Argentina”. Una cripple-fight que los argentinos recibimos como un gesto político a falta de verdaderos gestos políticos. Macri, en su peor momento, intenta salvarse apelando al miedo espectral de una Cristina que se desvanece. Pero nadie contaba con la sorpresa que puso a todos en alerta tirando a la noche. Hacía unos días que se anunciaba: algunos artículos en páginas impares contaban que Marcelo Tinelli se reunía con políticos y que había hecho un viaje a Jujuy, una especie de globo de ensayo para cumplir el viejo anhelo del conductor y productor más importante de la Argentina: una campaña presidencial. A pocas horas de que el Senado apruebe la ley que baja las tarifas, y que la pelea mediática del presidente con la expresidenta reavive el maxikiosco de La Grieta, la imagen del joven periodista deportivo de Bolívar se convierte en la sorpresa que vuelve a interesarnos en la política.
Hacía unos días que se anunciaba: algunos artículos en páginas impares contaban que Marcelo Tinelli se reunía con políticos y que había hecho un viaje a Jujuy, una especie de globo de ensayo para cumplir el viejo anhelo del conductor y productor más importante de la Argentina.
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¿Es posible un Tinelli presidente 2019? Es una pregunta cuya respuesta excede mucho este espacio. Si la política es sorpresa, debemos decir que no lo sabemos. Pero existe una devaluación que va mucho más allá de la del peso argentino: hay un gobierno devaluado, hay una oposición desvanecida, hay un ambiente político que se debilita a cada momento en que se acerca el Mundial de Rusia. Hay un cansancio y un agotamiento de quienes gobiernan y quienes son gobernados. Hay un FMI al acecho y un déficit fiscal que está lejos de solucionarse. Hay una crisis inminente, hay una recesión en la puerta, hay manifestaciones de actores, políticos y opositores duros, hay una resignación de la gente a pagar altísimas tarifas que destrozan los bolsillos, hay sindicalistas rabiosos por paritarias que devalúan el poder adquisitivo como en los peores tiempos de la Alianza , hay empresas pyme que cierran, hay grandes empresas que dudan, hay formadores de precios que aumentan, hay bonos a 100 años y vencimientos mensuales, hay tasas de interés que destruyen el crédito y hay un antiperonismo mental que sostiene a un gobierno elegido por espanto y no por amor, hay funcionarios que no saben más cómo dibujar la crisis, hay un presidente que no sabe qué nueva mentira decir, hay periodistas que no saben en qué bote está el salvavidas y hay un Titanic que siempre está llegando al iceberg, todos los días.
La aparición de Tinelli como posible candidato abre una puerta a la incógnita, algo que falta en un clima político acosado por certezas: la certeza de un oficialismo gastado y de una oposición que no encuentra líder.
En ese sentido, la aparición de Tinelli como posible candidato abre una puerta a la incógnita, algo que falta en un clima político acosado por certezas: la certeza de un oficialismo gastado y de una oposición que no encuentra líder, la certeza de una economía que se resquebraja a nivel micro y macro, la certeza de un FMI que está listo para dar el golpe de gracia, como lo hizo muchas veces en la historia reciente. La necesidad de Argentina por conseguir un liderazgo fuerte y claro es cada vez más resonante, y Tinelli llega para representar esa ilusión tan argentina de un político que no sea político, un político que comprenda “los problemas de la gente”, que haya sido parte del pueblo, que haya estado en lo más bajo pero que ahora esté en lo más alto, que represente las aspiraciones de clase alta pero con un bagaje y un lenguaje que lo acerque a las clases medias y bajas. Tinelli, en ese sentido, lo tiene todo. ¿Es suficiente? La política es sorpresa.
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La entrevista que le hizo Luis Novaresio tiene todos los componentes para convertirse en el lanzamiento de campaña perfecto. Hace unos días, Tinelli lanzó un tuit que explotó en las redes sobre el precio de la lechuga, reproduciendo un reportaje que en ese momento estaba haciendo Novaresio en la radio. El tuit le valió el odio de los troll de Cambiemos y, precisamente después del incidente, Tinelli emprendió su viaje de campaña a Jujuy, donde dicen que se reunió con un gurú español de la imagen política. Ayer Novaresio volvió a ser su alfil en una escenografía que remite a los lugares típicos del encuentro argentinos: la peluquería, que tiene un nombre moderno e informal, a tono con lo aspiracional: la barbería.
En los cincuenta minutos que duró la charla, Tinelli recuperó cierta porción del discurso social del peronismo que ya muchos creían perdido.
En los cincuenta minutos que duró la charla, Tinelli recuperó cierta porción del discurso social del peronismo que ya muchos creían perdido. En un tiempo donde el PJ intervenido se pelea por candidaturas, cargos y resistencias al embate macrista, y donde los discursos de las figuras del peronismo giran en torno a la rosca y los tecnicismos, la voz de Tinelli suena fresca, suena radiante y prometedora. Con una cuidada mezcla entre honestidad y especulación, combina anécdotas familiares y barriales de Bolívar con algunas apreciaciones livianas (aunque bastante acertadas) sobre los medios, las tarifas, el maxikiosco de La Grieta, todo esto sin criticar directamente a los actores políticos. Tinelli es cauto al no dar nombres, precisamente porque su negocio es el de la simpatía, la moderación y la solución de las diferencias. Con una mezcla de Osho y Manes, su discurso es ideal para el impacto mediático, para la televisión y los portales, un furioso lector de diarios que habla para la edición de mañana, en un ensayo de candidato que lo pone en la cartera de opciones pero no lo convierte en una opción real. Todos admiran al Tinelli empresario, todos apoyan al Tinelli que condujo a San Lorenzo, pero todos vieron la vergüenza del salto a la AFA, la derrota con Cristóbal López que prácticamente destruyó a su segundo hijo, Ideas del Sur -el primero, la productora Tinelli-McGough,está borrada de toda cronología-, y por supuesto todos saben que, a fin de cuentas, es otro empresario seducido por la política.
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Yo no puedo evitar emocionarme al ver a Tinelli tan crecido. Hoy cumplo 39 años y sigo los programas del conductor desde aquel VideoMatch de 1990. Me reí con las cámaras ocultas y los chistes sobre el “Pelado” Jacubovich, canté y bailé el “Gomazo súbete”, disfruté los sketechs humorísticos, rapié con los Raporteros. Recuerdo haberme comido una carne al horno con papas en una fonda de Once y ver a los mozos y los borrachos hipnotizados con su programa, y darme cuenta de que Tinelli vivía a no más de 20 cuadras de ahí, entendiendo de algún modo por qué todos esos lúmpenes sin oportunidades lo admiraban. Tinelli nunca dejó de trabajar y eso me impresionó siempre. Pudiendo vivir la vida de los millonarios, a principio de 2000 incluso le dio la oportunidad a mis humoristas favoritos para crear Todo por 2 pesos, un fenómeno que todavía sobrevive en YouTube. Sus historias futbolísticas las vi de lejos, sus avatares en el mundo del deporte que tanto se parece y no se parece a la política me tenían sin cuidado, porque pensé que nunca iba a dar el salto que hoy parece que quiere dar.
Recuerdo una anécdota que cuenta Jorge Rial en su autobiografía: dice que Tinelli necesitaba ayuda con Ideas del Sur y Rial asegura haberlo contactado con Aníbal Fernández, quien pidió en su nombre a Cristina una ayuda para sacarlo del pozo.
Recuerdo una anécdota que cuenta Jorge Rial en su autobiografía: dice que Tinelli necesitaba ayuda con Ideas del Sur y Rial asegura haberlo contactado con Aníbal Fernández, quien pidió en su nombre a Cristina una ayuda para sacarlo del pozo. La ayuda de Cristina fue mandarlo con Cristóbal para que compre la productora, lo que Tinelli aceptó resignado. “Lo que más odia Tinelli es poner plata de su bolsillo”, decía Rial en el libro. A los tres o cuatro meses de la venta de Ideas del Sur, los sueldos estaban atrasados y Tinelli, luego de insistir, consiguió una audiencia con el magnate López, en ese entonces un brillante empresario petrolero. Cristóbal parece que le preguntó con deferencia: “¿Cuánto necesitás para los sueldos?”, y Tinelli le dijo una cifra de varios millones, que sin embargo no pasaba de los dos dígitos. Cristóbal respondió “mañana los tenés depositados” y lo despidió. Al día siguiente, Tinelli se despierta con una sorpresa: en cambio de depositar la guita en la cuenta de la productora, lo puso en la cuenta personal de Tinelli. Esto generó una visita inesperada de la AFIP y una investigación que, si bien se resolvió, le hizo pasar un incómodo momento. Una pequeña venganza que demostró quién mandaba. Rial decía con esta anécdota ilustrativa: “Tinelli no sabe nada de política”. Hoy, Cristóbal está peleando por su vida en Tribunales, sus casinos y su petrolera están en riesgo, sus bienes embargados. Y Tinelli busca el sillón de Rivadavia, pateando el tablero de oposición y gobierno a la vez.
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Para convertirse en presidente hace falta mucho más que discursos. Las campañas presidenciales son caras, requieren apoyos de muchos frentes, acuerdos, alianzas, astucias, inteligencias. Y más difícil que ganar es gobernar. Tinelli no aparece como una de esas personas que tiran todo por la borda al primer intento. Recuerdo una frase que dijo en una entrevista hace muchos, muchísimos años: “Cuando empecé con VideoMatch tenía 10 ideas, las usaba todas en tres meses y después decía ¿y ahora qué? Este año me propuse ser más cauteloso e ir tirando de a una y si es posible guardarme dos para el año que viene”. Durante la entrevista con Novaresio, reconoció que firmó por tres años más con El Trece para hacer el Bailando, pero hasta al propio Novaresio, rápido para los mandados, se le escapó durante la conversación que “este es tu lanzamiento de campaña”. ¿Será ésta una de las diez ideas del año? Es una idea mucho más ambiciosa que las otras, porque en principio lo saca de la televisión, lo saca del lugar que conoce mejor y maneja como nadie, lo lleva a un terreno barroso y confuso, uno que ya probó en la AFA con los resultados que ya vimos. Cuando habló de aquella famosa votación del 38-38, Tinelli dijo “yo me veo y no me doy cuenta que estuve ahí”. Tinelli no se reconoce en el lugar de lo real, y eso es una debilidad mucho más grande que la fortaleza aparente de su discurso mediático, ensayado con un gurú y armado con detalle en la barbería de Don Mateo/////PACO