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Como cuando Truman ve caer un par de micrófonos desde el cielo justo antes de entrar a su oficina en The Truman Show, la puesta en escena del domingo en el recuento de las PASO desnudó la escenografía del PRO. En una movida que combinó recursos de gobierno con el más absoluto poder mediático, el conteo de votos se retuvo hasta que el presidente Mauricio Macri dio un discurso de victoria, coronando varias horas de vítores y autoalabanzas en las redes sociales y medios amigos. Mientras Cambiemos finalizaba una campaña que fue un verdadero teatro de operaciones, espejó sus culpas en la oposición. Para el oficialismo, la realidad es falsa: los linyeras en la calle son falsos, las facturas de servicios exorbitantes, falsas; las cuentas en el exterior de los funcionarios de gobierno, falsas; los docentes en lucha, falsos; los nuevos desempleados también falsos; los lisiados que dejaron de cobrar la pensión, insólitamente falsos. El PRO reescribió una vieja fábula, y esta vez el rey desnudo le dice a su corte que todos están desnudos menos él.
Pero ¿para quién es la puesta en escena? Las PASO son una elección “de juguete”, apenas un ensayo para la general.
Pero ¿para quién es la puesta en escena? Las PASO son una elección “de juguete”, apenas un ensayo para la general. Si bien el resultado es importante por su significado político, la visita del vicepresidente de USA, Mike Pence, precisamente un día después de la elección deja claro quién fue el invitado de honor a este montaje: una serie de omisiones y pretensiones que incluyeron simular el hallazgo del desaparecido Santiago Maldonado; el establecimiento de la gobernadora María Eugenia Vidal como cabeza de una campaña que no la llevaba como candidata; la demonización permanente de los 12 años kirchneristas y de su figura vital, Cristina Fernández de Kirchner, a quien tampoco decidieron darle el golpe de gracia judicial sino mantenerla libre para que legitimara una fuerza que tiene -por toda base- mostrarse en la vereda contraria. Cambiemos necesita a una CFK opositora como el poxirán de la alianza del espanto.
Cambiemos necesita a una CFK opositora como el poxirán de la alianza del espanto.
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Cambiemos logró un promedio del 37% de los votos en todos los distritos del país. No parece un número despreciable pero sí mucho más bajo de lo que precisa para ser una fuerza indiscutida. Cada presidente en democracia (a excepción de Fernando De la Rúa en 2001 y CFK en 2009, que tenía el mandato de NK por detrás) tuvo al menos un 40% de respaldo en sus primeras elecciones legislativas, aunque éste es el primero que enfrenta una PASO en su primer período. Claramente la alianza de gobierno planea captar los votos que fueron para Sergio Massa, tal y como pasó en la elección anterior, y con eso espera superar a CFK en provincia de Buenos Aires, y con ello ganar la madre de todas las batallas. Superar a CFK en elecciones es el principal objetivo de octubre, lo que no parece una tarea muy difícil. Pero esta meta no es más que el nuevo paisaje en el telón de Cambiemos. Lo que verdaderamente importa es si el gobierno tiene el respaldo político necesario para hacer más ajustes y profundizar el modelo que se viene implementando desde que asumieron la presidencia. Las PASO sólo revelan que el piso electoral es el mismo de siempre, la coalición no logró sumar voluntades sino reforzar las propias, los macristas están aún más convencidos que antes, pero nadie nuevo se sumó al “cambio” sino que se diluyó entre las demás alternativas en cada provincia. Los únicos distritos en los que Cambiemos tuvo una victoria rotunda (superior al 40%) son aquellos donde el electorado prefirió apoyar a la coalición del gobierno nacional para manifestarse en contra de sus propios gobiernos provinciales, que claramente precisan un recambio: CABA, Córdoba, Mendoza, Corrientes, Entre Ríos, La Pampa, San Luis y Santa Cruz. Algunos de estos distritos llevan más de treinta años de gobiernos del mismo signo y ven en Cambiemos la posibilidad de generar nuevos actores políticos. Pero esto no implica necesariamente un respaldo a las políticas presidenciales, sino más bien es otro “espanto”. Y -salvo en La Pampa- en todos los distritos Cambiemos debe su victoria a la antigua estructura de la UCR, que se ve potenciada por su renovado oficialismo. Lo mismo pasa en CABA, donde el macrismo ya no pudo generar candidatos propios y debió recurrir a la poderosamente mediática Elisa Carrió, quien desde hace tiempo atraviesa su mejor momento político y siempre fue una favorita de los porteños, que la sostuvieron en los tiempos más aciagos, incluso luego de peor elección en 2011.
En CABA el macrismo ya no pudo generar candidatos propios y debió recurrir a la poderosamente mediática Elisa Carrió.
Uno de los objetivos principales del jefe de gabinete Marcos Peña para esta elección -además de ganarle a CFK- fue conseguir un crecimiento del PRO como partido. Como indicamos en otras columnas en Revista Paco, para lograrlo cerró todos los organismos “satélite” de Cambiemos y forzó a sus adherentes a afiliarse, además de tensionar la creación de listas únicas en la mayoría de los distritos, aún a costa de “importar” candidatos de otros partidos. Pero ya los resultados de las PASO muestran una clara dependencia de la UCR y de Carrió para conseguir los números mínimos y vitales. Mientras los globos caen desde los escenarios, Marcos Peña sabe en su fuero íntimo que el objetivo más importante, la permanencia que le garantice una candidatura futura, no está cumplido.
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La desvirtuación de las PASO -esa transición que las ha convertido en un mero referéndum de fuerzas- arrastró hacia atrás a los demás opositores. O mejor, dejó en evidencia el verdadero rol político de Sergio Massa y Florencio Randazzo. Dos ex funcionarios del gobierno de Cristina (¿Ya olvidamos la parodia de Massa en el programa de Tinelli, donde el imitador del ex intendente de Tigre peinaba y acicalaba a CFK como un coiffeur castrado?) que no lograron entusiasmar más que a un puñado de tapistas de diario que, como es usual en el periodismo, los usaron para generar titulares atractivos e interminables columnas de opinión especulativa. En estas elecciones Massa se aparece como una especie de Pedro Aznar de la política: técnicamente correcto (a veces excepcional), pero sin identidad, que oscila entre un estilo y otro, y ante la falta de personalidad cae cómodamente en la demagogia. Tiene el temor propio de quien se sabe falto de protagonismo y no tiene la capacidad para conseguirlo. Teme y admira a Macri y a CFK por igual, y eso lo relega al costado del interés por un liderazgo. E intenta remediarlo con un discurso republicano tibio, más propio de su socia Margarita Stolbizer que del político que hizo temblar al gobierno en 2013.
Massa se aparece como una especie de Pedro Aznar de la política: técnicamente correcto (a veces excepcional), pero sin identidad.
Randazzo, a su vez, nunca salió del personaje caprichoso que espera ser ungido. Su silencio desde que asumió Macri en 2015 hasta los armados de listas, lo relegó de la atención pública y mediática, y lo convirtió en el blanco ideal de una CFK que no quiso subirle el precio político a un jugador que apenas tiene pasta de funcionario. Lo conseguido muestra la adhesión del PJ más duro y tradicional, el voto al sello partidario. El peronismo exhibe una vez más que no está listo para convertirse en alternativa de gobierno y queda descalificado inclusive al comienzo de la carrera. Randazzo está lejos, muy lejos de ser un líder que reúna voluntades, que entusiasme, sino que sigue siendo la joven promesa que espera el permiso de los adultos para hacer lo que tiene que hacer. Precisamente lo que generan unas primarias tan intensas es la imposibilidad de cambiar de estrategia. Apenas si Massa o Randazzo pueden corregir algunos leves modismos para presentarse en las generales, pero en dos meses prácticamente no se verán cambios en estas fuerzas, que parecen relegadas del interés público. Todo indica que en esta temporada veremos una continuidad de la pelea Cambiemos Vs. CFK y, en esta polarización natural, los intendentes y gobernadores que en las primarias pudieron jugar a la tercera posición deberán optar por uno u otro. Y esa es la verdadera clave de la elección que viene.
Veremos una continuidad de la pelea Cambiemos Vs. CFK y los intendentes y gobernadores que en las primarias pudieron jugar a la tercera posición deberán optar.
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El futuro de CFK después de las primarias implica una flexibilización de los términos de su campaña. Ya decíamos que Cristina optó nuevamente por un “hotel vacío”, una alianza en la que el único nombre es el de ella sostenida por un puñado de figuras progresistas de instituciones intermedias que apenas si llenan las listas. Mantuvo un perfil muy bajo durante las PASO, guardando energías para una mayor exposición en la segunda etapa, en la que -algunos medios aseguran- dará entrevistas a periodstas no tan adictos. Su único acto fue recorrer la provincia de Buenos Aires con esporádicas apariciones. Sin embargo lo más importante para la ex presidenta es fortalecer las alianzas con intendentes y caciques políticos y conseguir nuevos aliados en la batalla contra el macrismo. Me permito contar acá una anécdota de Ricardo Piglia sobre Witold Gombrowitz. Voy a ser breve: dicen que Muchnik, el editor de la mítica Fabril, le propuso al polaco reeditar Ferdydurke casi veinte años después de su primera edición a cambio de jugosos adelantos y regalías. Gombrowitz le explicó que el dinero no le importaba y propuso que, a cambio de la autorización para la edición de Ferdydurke, Muchnik debía publicar también su nuevo libro Diario Argentino. Muchnik respondió “no puedo publicar algo sin leerlo antes”, y el escritor sacó del pantalón dos hojas y se las entregó. “Me parece un texto excelente, pero no puedo garantizar la publicación de un libro que no leí completo”, explicó el editor después de que Gombrowitz lo obligara a leerlas enfrente suyo. El polaco agarro sus hojas, se levantó de la silla e insultando por lo bajo se fue de la oficina. Ferdydurke jamás fue publicada en los Libros del Mirasol.
La parte de la parte más importante de una elección son las alianzas con los caciques distritales. Este entramado permite que las boletas lleguen al cuarto oscuro.
La parte más importante de una elección son las alianzas con los caciques distritales. Precisamente este entramado es el que permite que las boletas lleguen al cuarto oscuro, que la campaña realmente se haga más allá de los medios, que se garanticen punteros en los barrios y fiscales en las mesas, que el apoyo sea verdadero y real, y no la puesta en escena mediática con fines cosmético-bursátiles. Y los jefes territoriales pueden ser, a veces, como Gombrowitz. En las PASO, que son un ensayo, una especie de juego, pactan con quien más afinidad tienen, ya sea Macri, ya sea CFK, Massa o Randazzo. Pero la general es cosa seria, y ahí juegan otros factores. Están los que priorizarán el dinero para obras, aceitar las relaciones con funcionarios y ministerios, garantizar ciertos beneficios para sus distritos a cambio de apoyo, y hay quienes serán como Gombrowitz, que ponen por encima sus objetivos políticos a largo plazo, sus afinidades, su visión del mundo. Ahí es donde cada fuerza realmente jugará sus cartas y pondrá en la mesa todo lo que tiene de política, de carisma, de seducción o de disciplinamiento. Y hago una salvedad: cualquiera diría que los pragmáticos pactarán sin ninguna duda con el gobierno. Pero, ¿qué tiene para dar este gobierno? Si promete dinero para obras, ¿de dónde va a salir ese dinero? Un gobierno que achica el Estado cada mes, que aplica retenciones cero a las producciones que más volumen de dólares traen a las arcas estatales, que planea a viva voz un ajuste en su propio gabinete, que paga los sueldos con deuda externa, ¿cómo convencerá a intendentes y gobernadores? ¿Con la lluvia de inversiones imaginarias post-Mike Pence?
El oficialismo tiene el dinero y los recursos del Estado y el 90% de los medios a su favor, que hicieron eco del triunfalismo posterior anunciando una especie de edad de oro de Cambiemos.
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Empieza la campaña para las Generales, la madre de todas las batallas continúa: el oficialismo tiene el dinero y los recursos del Estado, el 90% de los medios a su favor (desde Clarín a La Política On Line –tu quoque fili-) que no sólo lo protegieron antes de las PASO, sino que hicieron eco del triunfalismo posterior anunciando una especie de edad de oro de Cambiemos. Pero la función termina, el telón cae y la taquilla cuenta las mismas entradas para Cambiemos y para CFK. Uno armado hasta los dientes, utilizando toda clase de artificios y recursos, y la ex presidenta, en soledad y acosada por sus propias imposibilidades y miserias antiguas, consiguió el mismo piso electoral. Cristina en su hotel, Cambiemos en la fiesta de Costa Salguero. Los distritos provinciales -mal que le pese a los analistas centralistas- tienen sus propias lógicas que se cuelgan de la fuerza mayor (de su poder, de su dinero y de su apoyo) para seguir una dinámica política propia. El verdadero desafío para Cambiemos es pasar dos meses más en campaña, maquillando los ajustes, conteniendo el dólar, disimulando la ausencia de inversiones, contestando las críticas, intensificando la campaña, maniobrando políticamente, pactando con intendentes, ofreciendo sin tomar, recortando en silencio, maquillando titulares, actuando la victoria ante propios y ajenos. Para CFK el desafío parece aún más difícil; superar sus propios techos, romper sus límites y conseguir lo que podría ser una victoria histórica. Sólo el ánimo de hacer historia puede dar vuelta una elección que trajo apenas más de lo mismo, que mantuvo abierto el Maxikiosco de La Grieta///////PACO