Por Hernán Panessi (@hernanpanessi)
No hay, ni hubo, ni habrá otro igual. Y la novedad llegó (¿cuándo no?) desde Internet. “Ella me pide un Paty. Un Paty con mayonesa y queso”, esputa con frescura un joven wachiturro de nombre Christian, oriundo del barrio de Villa Lugano. Desde su canal de YouTube que es, también, La Máquina de Dios de un montón de hits low-fi instantáneos, crotos y desprolijos, Christian –en complicidad con sus ¿fanáticos?- compuso –porque lo compuso, ¿no?- un personaje -¿es un personaje? ¡ay!- tan simpático como parodiable. “Yo tomo Termidor” es su desparpajo viral más conocido. (Y sus versiones tripeadas siempre provocan más goce. Sorprenden. Arremeten como tromba ante el nuevo puritanismo naif de la música tropical contemporánea.) Aquel que no se queda en el molde y (nos) apura: “Yo no soy ningún gil como vos, que vos tomás Frizzé. Vo’ so alto gato. Vo’ no sabés lo que es bueno”, sacudiendo con el dedo bien turgente a quien denominará como sus enemigos (en este mundo dual, donde todo héroe necesita su antítesis, sus antihéroes), los “altos gatos”.
Y así, a fuerza de rimas, cumbias y reggaetones improvisados –nadie debería perderse por nada del mundo, nunca, jamás, véanlo ahora, ya mismo, por favor, a: “La pibita del Facebook”-, Christian de Lugano fue acumulando viewers, nuevos videos, amenazas (“Los giles son giles, amigo”, dirá una y otra vez) más algún que otro remix o reversión (imperdible el mash up con Flema, imponderable aquella cándida versión estudio & fanmade de “Yo Tomo Termidor” –ay, re Inception esto-) convirtiéndose, de esta manera, en la nueva sensación del youtubero irónico y el caza primicias modernoso.
Si bien a veces mete alguna sorpresiva Twitcam –dicen que por allí rondan un puñado de almas cibernéticas en cada una de sus intervenciones matinales 2.0-, y pese a su incipiente fama –su canal tiene más de 100.000 reproducciones- Christian no se agranda ni se come ninguna: “Gracias a la vagancia que me sigue. Gracias a toda la vagancia de la esquina, que toman Termidor. Que no son ningunos giles que toman Frizzé. Somos los pibes que nos gusta la diversión”. Y desde allí, claro, se expulsa al infinito la autoconciencia de un cronista de la calle, del cemento, del barr(i)o, de la marginalidad y la noche.
Sin más, del conurbano profundo y para el mundo, llegó Christian de Lugano, el artista que nadie pidió, algunos disfrutan y, si algún productor sabe verla, estos quince minutos warholianos podrán catapultarlo directamente al trono vacante dejado por Gonzalito, Kaká, Leíto,Brian, Mati y DJ Memo. Aunque, esperen. Oh, la novedad. No nos digan. Uy, ¡tarde! ¿Posta? Ya hay otro igual. Que venga el siguiente. Firme aquí.///PACO