El 31 de julio de 1995, en Argentina, Río Negro, Bariloche, se da lo que es considerado por muchos como uno de los fenómenos anómalos más importantes tanto a nivel nacional como internacional. Un avión de Aerolíneas Argentinas, en el momento en que estaba por aterrizar, fue interceptado por un objeto que obligó al piloto a hacer una maniobra de escape de alto riesgo. Todos los documentos relacionados con este suceso tan particular, que cuenta con testimonios de varios pilotos especialistas y operadores, fueron apartados por la Fuerza Aérea hasta que este año, gracias a los reiterados pedidos de acceder a esa información, se liberaron y se puede acceder a ellos. Andrea Pérez Simondini, directora de la Comisión de Estudios del Fenómeno Ovni República Argentina (CEFORA), nos respondió algunas preguntas sobre este tema.
¿Por qué el caso Bariloche es considerado como uno de los diez incidentes ovni más importantes del mundo?
Lo que pasa con el caso Bariloche es que tiene como testigos a una serie de personas especialistas: pilotos de dos aviones, quienes estaban en la torre de control y todos los operadores de pista. A eso hay que sumarle el corte de luz en la ciudad, que en su momento terminó siendo reducido como un error humano, pero también hay un corte en el generador eléctrico del aeropuerto, donde también quedan signos de que estuvo magnetizado. Después también están las maniobras de escape que tuvo que hacer Jorge Polanco, el piloto de uno de los aviones. Todo eso junto lo construye como uno de los casos más importantes del mundo.
¿Por qué entonces, aún hoy en día, se lo reconoce como muchas cosas y no como un fenómeno no identificado?
Es importante mencionar que un fenómeno no identificado no quiere decir que sea extraterrestre. El Departamento de Defensa de Estados Unidos está reconociendo que existe la categoría de fenómeno no identificado y eso permite que estos fenómenos sean evaluados con la Fuerza Aérea. En su momento, al caso Bariloche lo descartaron con un montón de hipótesis distintas: primero, dijeron que era el reflejo de una de esas máquinas que alisa el hielo; segundo, que había sido la luna llena; tercero, la incursión de un avión chileno que hacía fotografías de objetivos que se estaba desarrollando por la Cumbre de las Américas, que ese año se hacía en Bariloche; cuarto, el reflector de unas luces de un boliche bailable. Esa fue la última hipótesis que aceptó el Centro de Identificación Aeroespacial (CEFAE), que era el organismo que estudiaba antes los fenómenos aeroespaciales y hoy ya no existe.
Todo lo posible por no reconocerlo como un fenómeno extraño…
Es que el caso Bariloche pasó hace veinticinco años, y en su momento muchas personas creían que hablar de estos temas era algo que no se debía hacer, le tenían miedo a lo que dirían los demás. Esto se fue perdiendo en los últimos años de manera estrepitosa, hoy te cuentan con más libertad sus experiencias, y yo creo que tiene que ver con todo lo que está asomando. Desde lo institucional también, este año el ministro de defensa japonés instó a sus pilotos con un protocolo para denunciar casos particulares con fotografía y video desde las aeronaves. Cada vez es más contundente, y a partir de estas declaraciones los medios de comunicación más importantes del planeta lo han expuesto y las respuestas se ven obligadas a ser otras. Y, por mala suerte, en este momento en Argentina no hay un organismo que investigue con seriedad fenómenos extraños, que profundice la investigación. Si yo quiero tener información de un fenómeno lumínico extraño, hablo con el Servicio Meteorológico Nacional; si quiero saber si es chatarra espacial, entro a la consulta que te da la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) para saber qué chatarra espacial está entrando a la atmósfera… y así todo. El objetivo de tener un organismo que investigue fenómenos extraños es que profundice la investigación. Eso en Argentina no existe, no se hace, y es muy perjudicial, hay algo que se está perdiendo.
¿Y eso tiene que ver con el pedido de CEFORA por la desclasificación?
CEFORA es un organismo de desclasificación y no da opinión sobre los documentos que consigue. No tomamos un diagnóstico, lo ponemos a disposición para que cada uno haga lo que quiera con eso. Ahora estamos en una segunda instancia, en la que con todo lo que vamos desclasificando, además de colgarlo en nuestra web, vamos a acordar un proyecto con el Archivo Nacional, con la Biblioteca Nacional y con la Biblioteca del Congreso Nacional para que todo ese archivo quede como material de consulta de acceso público.
Si no ocurre eso, ¿en casos como el de Bariloche no hay material de archivo? ¿No queda nada?
No hay material de archivo. Por ejemplo, en Argentina muchos archivos se destruyeron a granel, entre los que entraban los de temática de avistaje, en la época de la dictadura. Es una lástima porque en esos años se dieron grandes avistamientos que hoy en día se nos complica muchísimo reconstruir. Nosotros estamos intentando incorporar a los archivos ese material que recuperamos desde las personas que, por equis motivo, denunciaron avistamientos y se quedaron con copias de esos expedientes. O la reconstrucción a partir de investigadores que tuvieron relación con las comisiones oficiales y también se quedaron con copias de expedientes. Desde CEFORA estamos en relación constante con Gendarmería y la Fuerza Armada para reconstruir esos expedientes.
¿Hay oficiales militares a los que les interese jugar a favor de este tipo de hechos?
La Fuerza Aérea está dividida. Están los que confiesan haber tenido experiencias y creen en el tema, que son el cincuenta por ciento, o hasta yo te diría que un poco más, y los que no les interesa y creen que es una tontería. Cuando digo que hay personas que tuvieron experiencias, estoy hablando de experiencias valederas, gente que ha sido controladora aérea y ha visto en los radares, gente que ha sido piloto y ha sido interceptada por un ovni y demás. ¿En otros países hay organismos nacionales que se dediquen con seriedad a este tipo de estudios aeroespaciales no identificados? Sí, claro que los hay. Tenemos la CRIDOVNI (Comisión Receptora e Investigadora de Denuncias de Objetos Voladores No Identificados) en Uruguay, que ahora cumplió cuarenta años, donde hacen un tratamiento objetivo del tema superinteresante. Ellos interactúan con los investigadores civiles, nosotros con ellos tenemos un ida y vuelta de información fluctuante. Y, por otro lado, está el modelo de la Fuerza Aérea chilena, la CEFAA (Comité de Estudios de Fenómenos Aéreos Anómalos). Vos podés entrar a la página de este organismo y encontrás información valiosa, cuelgan las conversaciones de la torre de control cuando hay avistamientos. Ninguna de las dos organizaciones habla de enanitos verdes, dicen “Esto tiene explicación y esto no”; hacen un trabajo objetivo.
Para terminar, ¿viste el documental John buscaba un contacto extraterrestre, que hace poco subieron a Netflix?
Una decepción. Conozco bien el caso y podría haber sido capitalizado desde un ángulo mucho mejor. Ese hombre dedicó su vida a la investigación y solo destacaron su preferencia sexual. Me pareció patético. Desperfilan lo que quieren comunicar, no pusieron lo más importante, las dos señales que captó. No es que no quieran contar, es que las producciones son jodidas. Te doy un ejemplo: nosotros desde CEFORA trabajamos con History Channel y National Geographic, y antes les dejábamos el control total a ellos. Ahora, cuando participamos en producciones internacionales, aprovechamos que hay una ley que dice que tienen que poner a una persona del país y ponemos a una directora audiovisual nuestra con la intención de cuidar qué contenidos vamos a terminar mostrando////PACO
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