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El verano trae, indefectiblemente, hermosas melancolías burguesas. El aroma a cloro de una pileta con agua recién cambiada, una hermosa prima al sol recostada en el borde, los árboles que se mecen con el viento suave de la mañana, las bebidas de vistosas etiquetas en otros idiomas, una chanchita dando lo mejor de sí con algún compact viejo del dueño de casa. Nada es más relajante que un buen estío burgués. PACO releva cinco discos que no podés perderte este diciembre, enero y febrero para acompañarte en momentos de sol y charla, de silencios prolongados y lecturas en la reposera, de noches de amigos y caravana, de la vida misma que es eso que pasa cuando estás escuchando música.
Adhesivo de contacto espacial
Fonez es una banda que tiene su base en Córdoba y hacen ese post-rock espacial que tanto ha seducido masas de indies. Separados los Go Neko!, míticos players de esta movida, Fonez asoma como una promesa de recambio que refresca una música introducida en nuestro país en los primeros años del siglo XXI. No por nada se pone de moda en España ahora, cuando la reina madre vive sus días de crisis económica y desolación, adonde Fonez aterrizó hace algunas semanas haciendo ocho fechas en el circuito under y grabando videos de muy buena factura que pueden verse gratis por youtube. Adhesivo de contacto espacial es el primer EP de esta nueva formación que había soltado algunos sencillos previamente en los compilados anuales del sello autónomo Lo-Fi Records. Seis canciones y 23 minutos que inevitablemente se escuchan en repeat, disfrutando una paleta sonora que va de Kraftwerk a Spacemen 3.
Supernatural
¿Se acuerdan de Santana? En aquellos locos años 70s, Latinoamérica tuvo su propio Frank Zappa. Con toques de psicodelia y world music, este guitarrista mexicano conquistó EEUU y, por lo tanto, el mundo, con canciones prácticamente instrumentales y virtuosismo no sólo para los solos sino también para las melodías, que tocaba con un sonido característico e inconfundible. Curiosamente, era valorado tanto por los que escuchaban música “profunda” por los que buscaban un sonido más liviano, producto tal vez de ese pastiche extraño que lo acercaba a lo que luego fue la new age. A fines de los 90s Santana se reinventó haciendo un disco mega producido con duetos junto a otros supergrupos del momento y trece productores de primera línea que construyeron un sonido sólido y perfectamente radiable. Es el clásico disco que le gusta a todos, desde la abuela en malla entera al hijo de soltera de la novia del más chico. Ideal para que suene en la pileta y después del asado mientras todos discuten de política y vos sólo querés cantar un estribillo medio borracho.
Ex Dealer
Oriundos de la desértica San Luis, con su sonido post punk y letras hípster, la banda suena muy cool para mostrarle a amigos y parientes que no te quedaste en el pasado, que en tiempo pasaron cosas que se encuentran más allá de lo evidente. Con el teléfono o la laptop vibrando en la mesa de Quilmes encontrada en un cobertizo de la quinta donde pasás las tardes, podés disfrutar de tres discos que suenan muy parecidos entre sí, características de una banda que sabe lo que quiere y lo cumple canción tras canción. Con una pátina shoegaze psicodélica y sin perder de vista estructuras pop y estribillos pegadizos, las guitarras juegan sobre bases de bajo y bata muy sólidas, dejando espacio a las melodías de Rodrigo Collado, un cantante de voz joven color madera que, además de una técnica vocal refinada, mantiene un sonido crooner que le da un toque de elegancia vintage. De todos sus álbumes, el más cerrado y efectivo es el último, grabado íntegramente en La Plata, que contiene un verdadero hit: Las chicas en rollers.
Rod Stewart
Es de esos artistas mutantes que con carreras largas y discos anuales acompañaron la evolución de la música pop-rock con simpatía, gracia, elegancia y talento. Vocalista del pretencioso y mítico Jeff Beck Group, al analizar sus principales hits como solista descubrimos un músico ecléctico que no se parece en nada a la imagen que podemos hacernos de él escuchando sus canciones ocasionalmente en FM Hit. Guitarras campesinas, una voz aguardentosa propia de un bebedor de whisky de campeonato, trajes mod y peinado desaliñado que combinan al mejor Bowie con Ron Wood, confundido tal vez con un Bryan Adams de sótano beat. Canciones compañeras que hablan de amores perdidos son infaltables para disfrutar del truco y el mate con bizcochos de la tarde, bailar ocasionalmente y reconocer estribillos bajo la sonrisa de tías y el divertido enfado de algún purista.
Simple Minds
Los años ochenta fueron un caldo de cultivo de bandas que sonaban parecido. El pop que resultó de la combinación post punk con máquinas low tempo y una industria mundial en crecimiento permitió expresiones que sólo tuvieron difusión en aquellos días y que hoy nos recuerdan tiempos mejores al escuchar los sonidos característicos y apenas repetidos por algunas bandas como Arcade Fire. En esa frecuencia se encuentra este greatest hits de Simple Minds. Quedaron para siempre en la historia por haber compuesto el main tittle de la película Breakfast Club, una canción que puede largarle una lagrimita a varios, pero al explorar sus principales hits reconocemos canciones sólidas que suenan tan agradables como cualquier otro pero sin el tedio de lo infinitamente radiado. El sonido soft y grácil se combina en canciones que, al ser escuchadas por primera vez en este verano 2015, mezclarán el asombro y la novedad con la familiaridad de un estilo que ya conocés de memoria, un mix infalible para pasarla bien sin escalas.
Cinco bandas, cinco discos, cinco formas de ver el mundo que propone la canción, la vieja estructura intro-canto-canto-estribo y vuelta a empezar. Este verano de recambios, novedades, incertidumbres, temores y, por qué no, esperanzas, aferrarse a la música como una forma de tamizar los días de tranquila burguesía propia o prestada, las vacaciones de la mente sentado frente a tu laptop o tirado en un parque extraño, disfrutando de lo mejor de la vida: hacer nada en dos y cuatro tiempos.////////PACO