Mario Volpe fue movilizado a las Islas Malvinas durante el conflicto del Atlántico Sur de 1982. Peleó en el Regimiento de Infantería Mecanizada número 7 de La Plata que ocupo posiciones en Monte Longdon. Herido en combate, regresó de la guerra y comenzó a militar la Causa Malvinas. Hoy es un referente en Derechos Humanos y geopolítica. Hace dos años lo entrevistamos en el Museo Malvinas e Islas de Atlántico Sur, donde trabaja desde su fundación en el 2014.
Vos volvés de la guerra y empezás a militar el tema Malvinas y hay un momento en el cual dejás de hablar solo de la guerra y empezás a hablar del Atlántico Sur, de la Antártida. Se amplía la mirada. ¿Cuándo fue ese momento?
Eso ya está en la fundación, nace con la fundación del CECIM. El CECIM nace con la idea de ocuparse del tema de los soldados, de la recuperación de los soldados. Después entramos en un período gremial en el cual entendimos que necesitábamos pensiones. Al principio no estábamos de acuerdo con las pensiones. Pensábamos que era algo que habíamos hecho por la Patria y, en todo caso, lo que necesitábamos era una obra social. Pero esa era una mirada desde el centro, desde Buenos Aires, desde La Plata. En esos lugares centrales los ex combatientes teníamos dificultades pero no las mismas dificultades que podíamos ver en ex combatientes del interior del país, o en el conurbano y el Gran Buenos Aires. En esos lugares había cuestiones básicas que no estaban cubiertas para los ex-combatientes. Así que se empezó a pelear por las pensiones. Una vez que se lograron la obra social y las pensiones, y esto lo sintetizo mucho, nuestro estatuto dice “reivindicar la memoria de los soldados”, ocuparse del bienestar de los soldados que volvieron, y de hecho el CECIM es un organismo de Derechos Humanos, pero también dice que el CECIM va a reivindicar permanentemente la soberanía de Malvinas, Atlántico Sur y Antártida. Pero esto ya está en un documento que se llevó a Moscú en el año `86. Ahí ya aparece la necesidad de entender el Atlántico Sur. Y la persona que más nos ayudó a elaborar esta visión que, de alguna manera, nos despertó esa visión, fue el General Leal. Charlábamos con él y con gente del CEMIDA y por primera vez vimos con Leal lo que era el mapa bicontinental, si bien en ese momento no se llamaba Bicontinental, sino que era “el mapa completo de la República Argentina”. Revisando la historia fuimos viendo que eso venía desde el peronismo que había apoyado a Pujato que ya tenía estas ideas. Así que es importante que ya en el año `46, con los decretos de Perón, la Argentina empieza a verse de esta manera, a verse en esa región completa que es el Atlántico Sur.
Siguiendo esas ideas, ¿podríamos hablar de la plataforma submarina?
El tema de la plataforma es bastante desconocido. La plataforma es una lucha de los pueblos de Latinoamérica. Hagamos un poco de historia. A ver, desde un punto de vista imperial lo que valía eran las tres millas. Desde el imperio, la concepción del territorio era el continente y tres millas. Siglos XVI, XVII, XVIII se usaban las tres millas contadas desde la costa, después, no había soberanía. Así ellos podían explotar el mal libremente, como era el mare liberum romano. Pero eso siempre trae conflictos. Cuando decaen los ingleses, los holandeses declaran mar libre hacia Gran Bretaña y los británicos le responden con un mare clausum alrededor de las islas. Pero lo que importa era que se trataba de una cuestión de poder, de discutir quién podía pescar o transitar, en definitiva, explotar esas aguas. Les interesaba especialmente el aceite de ballena. Y por eso no tenían ningún interés en que los países reclamaran soberanía marítima. Pero entonces Estados Unidos habla de los doscientos metros de profundidad. O sea, hasta los doscientos metros de profundidad es mar propio de la Nación continental. Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos empieza a ver que el petróleo es importante y se empieza a hablar de un mar epicontinental. Pero ¿qué pasaba? En los países latinoamericanos del Pacífico como Chile, Perú, Ecuador, México la plataforma es muy corta. Llegaban enseguida a los doscientos metros. Entonces propusieron las doscientas millas. Y ahí nacen las doscientas millas, impulsadas por los países del Pacífico. Las doscientas millas, que luego Argentina también adopta e impulsa, servía para consolidar la explotación de esa parte del mar. Si las tres millas son el disparo de un cañón, y por eso se tomaba esa distancia, las doscientas millas tampoco es una casualidad o una medida arbitraria. Se trata de la distancia que hay desde la costa de los países del Pacífico hasta la Corriente de Humboldt, que es una corriente rica en pesca. África también empieza a pelear por las doscientas millas. Y cuando se aceptan, los países de América Latina hacen un cambio fundamental. Pasan de 1% de explotación pesquera a más de 30%. O sea, Perú y Chile pasan a ser países pesqueros en los años `50 y `60 a partir de este cambio. Es cierto que la pesca en estos países no pasa de ser una explotación muy primaria, porque el 70% es para harina de pescado. Pero de todas maneras se desarrolla la idea del mar territorial y eso impulsa una conciencia marítima, la idea de que la soberanía no termina en el continente.
De Perón se decía que era más antártico que malvinero. Pero para apoyar a Pujato y su idea de fundar pueblos de doscientos habitantes en la Antártida, para poder diseñar el triángulo Antártico, se basa en la concepción soberana de la plataforma. Hacia el oriente, nuestra soberanía marítima termina en las Islas Cook, en la Bahía Tendida, ese es nuestro territorio oriental máximo. Entonces Perón toma lo que se hizo en el Ártico, la teoría del sector. Y así diseña lo que sería la Antártida Argentina que queda enmarcada entre los 25 y los 74 grados. Por eso cuando hablamos del conflicto de Malvinas, hablamos de Malvinas, de Georgias, Sandwich del sur y Antártida. Y por eso decimos que es el conflicto geopolítico más grande en kilómetros del mundo.
Los británicos al ocupar Malvinas, Georgias y Sandwich del sur están ocupando lo que nosotros consideramos nuestra proyección atlántica. Las Islas Malvinas están pobladas y funcionan como puerta de entrada a la Antártida. Y por eso está ahí la base de Mont Pleasant o Monte Agradable. Por eso y porque se trata del paso bioceánico. Por mucho tiempo, ese paso fue fundamental para la geopolítica del mundo. Con la creación del Canal de Panamá su importancia se relativiza pero no tanto, porque con el crecimiento del calado y el tamaño de los barcos petroleros le da una vigencia total. Pero aparte es una zona que, pese al canal de Panamá, es sensible porque el Canal de Panamá se anula con dos misiles. Siempre vas a tener que pasar por esa zona. Incluso si los chinos hiciera el Canal de Nicaragua.
Entonces el Atlántico Sur tiene una importancia fundamental en la economía del mundo.
Tendríamos que hablar diez horas de esto. Tendríamos que hablar de la doctrina Monroe y “américa para los americanos”. Es a partir de ese momento que Estados Unidos ve los recursos de América del Sur y empieza a considerarlos. Por eso Malvinas debe ser entendido en su región, y esa región es Latinoamérica, donde están los recursos de la Amazonia, el petróleo de Venezuela, el agua del Acuífero Guaraní, los recursos pesqueros. Los cinco ítems necesarios para la vida humana están en el Atlántico Sur; uno: energía, gas y petróleo, dos: metales para la industria de alta complejidad, como los nodos polimetálicos de la plataforma continental argentina, litio, zinc, niobio, magnesio; tres: el alimento, la pesca, el krill, las proteínas, cuatro: la biodiversidad. ¿Qué es la biodiversidad? Es la vida en toda su forma, incluidas las bacterias, que en muchos casos son extremófilos. Estas formas de vida se adaptaron durante miles de años a temperaturas extremas, entonces tienen un gran interés para los investigadores de, entre otras, la industria farmacéutica. Por ejemplo, el famoso pez de hielo se adapta a temperaturas muy bajas y de sus vísceras se extrae una sustancia que se patentó que ahora sirve para mantener los órganos para los trasplantes. La Biosinia Argentinensis es una bacteria, por ejemplo, que ayuda a contener y limpiar los derrames de petróleo. Y se pueden fabricar enzimas que hacen que los jabones de la ropa trabajen a temperatura ambiente y no hace falta poner el agua del lavarropas a setenta grados. Hay un pasto antártico que desarrolló una facultad que le permite crecer en zonas donde no hay casi capa de ozono y eso se utiliza en la industria cosmética para la regeneración. Y hoy sabemos que la industria farmacéutica es una de las más importantes del mundo. Entonces hay muchos descubrimientos en la Antártida que se patentan, en relación a la biotecnología.
Ahí es donde se cae la idea de cooperación en la Antártida. Porque si hoy un científico estadounidense está patentando una investigación, un descubrimiento o un producto, y nosotros no lo podemos patentar porque no tenemos la misma capacidad científica, se acabó la cooperación.
Habría que entender que ahí hay una asimetría. Una asimetría desde el punto de vista económico, una asimetría desde el punto de vista militar, y una asimetría desde el punto de vista de la inversión científica. Y ahí se abre otra cuestión: cuando se llevan un recurso, no solo se llevan el recurso, también se llevan el conocimiento sobre ese recurso, cómo extraerlo, cómo tratarlos, cómo manipularlo. Cuando se llevan la soja de acá, que es muy buena, no se llevan solo el producto. Estudian la soja, reproducen la semilla, desarrollan el fertilizante, y van acumulando conocimiento y luego te lo venden. O sea que ahí hay una geopolítica del conocimiento. O sea, van a Vaca Muerta y por ahí no les interesa el petróleo, sino cómo se hace para sacarlo, hacerlo rendir más, etcétera. Durante años y años, van acumulando conocimiento. Y eso va generando una asimetría.
Los ingleses dicen: “Un millón de kilómetros alrededor de las Georgias lo declaramos área protegida”. Alrededor de las Sandwich, lo mismo, con la Isla Ascensión, lo mismo. Y ahí no se puede pescar, no se puede hacer nada. Las áreas protegidas van preservando los recursos. En la Argentina hay áreas protegidas. Las áreas protegidas son buenas o malas depende de quién las maneje. Si las áreas protegidas no las maneja el Estado argentino, ¿quién las maneja? Si las manejan las grandes potencias es una cosas, y otra es si las manejan las ONGs, como Greenpeace o WWF. La ONGs que trabajan hoy en el Atlántico Sur son dependientes del Reino Unido y de Estados Unidos. El Reino Unido quieren hacer un área protegida alrededor de la península Antártica. Y ellos le destinan a ese proyecto tanto en recursos. Como es un área que está bajo el Tratado Antártico, nos dicen: “si ustedes no tienen esos recursos, lo ponemos nosotros o una ONG”. Pero todas las ONGs son de origen anglosajón.
Hay algunos sectores que ya empiezan con la minería extractiva de los fondos marinos. Hay un proyecto que se llama Nautilus cuyo objetivo es la extracción de muestras. Hay todavía una preservación de los fondos marinos. Pero ya se está explotando. Ahora, en tema petróleo, prefieren seguir presionando a Venezuela, que es la mayor reserva del mundo. En un momento se explotó el Mar del Norte y en un momento se volvieron obsoletas esas estructuras porque empezaron a agotarse las reservas. Y entonces comenzaron a venir hacia el sur en los años `70. Por ejemplo, el informe Shackleton. Y esto es lo que determina prácticamente la continuidad de la guerra. Hay una anécdota que tiene un valor simbólico, sobre todo. Se dice que cuando Margaret Thatcher decide el hundimiento del Belgrano en la mesa, al lado de ella, en Londres, estaba Colin Phipps, que era el geólogo de la Universidad de Birmingham. Y parece que le preguntaron: ¿hay petroleo o no hay petroleo? Y como dijo que sí, hundieron el Belgrano y empezaron la guerra. Y no es casualidad que después Colin Phipps comprara una compañía en Malvinas.
Entonces Malvinas tiene una importancia geopolítica y una importancia en recursos. Pero, al mismo tiempo, no es sólo Malvinas sino toda la región. El tema Malvinas no es sólo Malvinas. Es aparte Malvinas. Además es Malvinas. ¿Por qué? Porque los británicos a la Antártida la consideran británica. Y es más, no de los 25 a los 74, sino de los 20 hasta los 80. Y las Shetland y las Orcadas que son sub-antárticas también las consideran británicas. Y el Reino Unido tiene una pretensión de cuatrocientos mil kilómetros más que nuestra pretensión. Entonces hay un problema invisibilizado.
¿Cuál sería?
Todos estamos confiados en el Tratado Antártico porque, en teoría, por ahora el tratado Antártico mantiene congelado el reclamo de soberanía. Hablo muy en general porque esto es muy largo. ¿Qué ocurre? Si se rompiera el Tratado Antártico la disputa de soberanía va a ser con el Reino Unido y con Chile. Pero las grandes potencias no se van a quedar atrás y van a decir “nosotros necesitamos los recursos naturales”.
Me parece necesario ver el Tratado Antártico no como un éxito de la política de los países del mundo, si no historizarlo. Y ahí el libro La pugna Antártica, de Pablo Fontana, es fundamental. Ahí se ve bien que con Perón en el poder la firma del Tratado Antártico habría sido muy difícil, o directamente imposible.
También Estados Unidos plantea, anticipando la guerra fría, que la Unión Soviética no debe operar en la Antártida. Y también está el TIAR, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, que dice que un país americano atacado por una potencia extranjera va a ser defendido por todos, algo que no ocurrió en Malvinas. El TIAR nace antes de la Guerra Fría pero ya incluye la Antártida. Lo importante es que, en todo caso, esas ideas tienen historia. ¿Esto qué significa? Estados Unidos, desde un punto de vista político, nunca consideró importante a América Latina, tampoco somos el “patio trasero”. Somos el “patio trasero” desde un punto de vista de dominación imperial, pero, en realidad, somos la reserva de recursos naturales. Y Estados Unidos siempre nos pensó así.
Desde un punto de vista geográfico, la península Antártica es clave porque es la única parte del continente a la que se puede acceder en todo momento, indiferentemente si es verano o invierno. Por la península, y por el embudo que hace. Podés llegar a un corredor que ingresa. Eso geopolíticamente es muy importante.
En la Antártida hay dos Argentinas más. Tenés el territorio y después, en el Atlántico, hay en superficie dos Argentinas más. Hay dos Argentinas continentales dentro del mar. Eso debería hacernos pensar en qué país tenemos. ¿Qué es para nosotros el mar? ¿Mar del Plata? ¿La costa bonaerense? La Argentina es muy grande, enorme, pero en el mar hay dos Argentinas más. Y una buena parte de esas dos Argentinas más que son de los argentinos están en dominio británico.
Antes de la guerra, Prefectura dominaba el mar circundante de Malvinas. Ellos solo tenían tres millas. Y no pescaban. La pesca que hacían era muy menor, doméstica. Nosotros dominábamos el mar hasta las tres millas de Malvinas. En el `86 declaran la ampliación de esas tres millas a las doscientas millas alrededor de las islas. Y ahí empieza el tema de la pesca y la venta de licencias de pesca. Entonces ahí perdemos una superficie de veintitrés veces el tamaño de las islas.
Toda esta toma de conciencia en relación al Atlántico Sur, en término de políticas públicas y aprovechamiento soberano de eso, ¿qué implicaría? ¿En qué redundaría o debería redundar esta toma de conciencia?
Implica un cambio fundamental. No tenemos conciencia marítima pero aparte no pensamos en prospectiva. Para sintetizarlo, el futuro también se construye. No hay azar ahí. Los países dominantes lo hacen, programan de acá a cincuenta años, de acá a veinte años, a treinta años. Nosotros tuvimos un gobierno, el que fue el gobierno anterior (Presidencia de CFK 2007-2015) a este (Cambiemos y Mauricio Macri 2015-2019), que armó Pampa Azul y Pampa Azul II, hacer una reserva en el Banco Namuncurá Wood Bow. Como los barcos que se mandaban eran barcos científicos, no se les puede negar el acceso. Esa estrategia era buena.
Por otra parte la geopolítica ya cambió y no nos alcanza. Ahora para poder hablar bien de estos temas necesitamos una espacio-política. La geo, de geopolítica, que abarcaba la geografía, hoy ya no te alcanza. Antes lo que importaba era ocupar un lugar. Las Malvinas, por ejemplo, o el Peñón de Gibraltar. O tener islas en el mar para re abastecerte, pero después, lentamente, se va complejizando. Porque si antes era ocupar las islas y ejercer soberanía sobre ese territorio y el mar adyacente, ahora con el desarrollo técnico y científico que hay, se ven distintas capas de soberanía. Hay distintos estratos de soberanía. Hoy hay que tener una concepción sobre el fondo marino, que no es la columna de agua, sino el fondo, la plataforma continental. De las doscientas a las trescientas cincuenta millas no se puede explotar la columna de agua, pero sí el lecho marino. Y después tenés la soberanía sobre el espacio aéreo. Un avión, hoy por hoy, no puede pasar por el espacio aéreo de un país sin pedir permiso. La soberanía sobre un territorio, entonces, se replica en el aire. Pero no es solo eso. Lo que se empieza a ver es que los recursos naturales también están en el espacio. Hoy hay un recurso natural que son las ondas electromagnéticas y vos te podés preguntar: ¿de qué carajo está hablando este? Pero esas ondas son las que sirven para dominar la comunicación. Si vos no ocupás ese espacio, lo ocupa otro. Las ondas electromagnéticas son, entonces, un recurso y un recurso renovable que hay que ocupar. Y hay otro espacio más, ultra-terrestre, satelital, donde también se juega la soberanía porque hay un sector otorgado para cada país. Nosotros con el Arsat y satélites anteriores teníamos dos corredores muy importantes que eran la longitud 81 y la longitud 76, creo. Pero si uno no ocupa ese sector, esa banda la ocupa otro. Ahora están entregando soberanía satelital. Y eso es parte de la soberanía y de la economía de un país. Hoy existe una economía del espacio, es una industria que emplea mano de obra calificada y que da empleo de calidad, pero no solo eso. El satélite ¿qué es? ¿Un bicho que está dando vueltas por ahí? No, el satélite está en los teléfonos que usamos todos los días, es Netflix, Internet. Y eso se compra y se vende y genera una economía del espacio que está en la tierra. Se necesitan los ingenieros que diseñan el software pero también los que arman los paneles solares, los que los colocan, o sea trabajos no tan calificados también. Es una industria. Es como una fábrica pero que está en el espacio. Entonces es muy importante tener claro esto, y tener claro el concepto de soberanía sobre el espacio cibernético. Hoy toda la comunicación que tenemos pasa por Estados Unidos o Gran Bretaña, y si quieren te pueden escuchar. Hay casos. O sea, podrían estar escuchándonos ahora. O sea, lo que quiero decir es que la geopolítica hoy te queda corta, no te alcanza pensada como en el siglo XX. El espacio cibernético tiene una importancia fundamental. El Unasur se planteó hacer una anillo de fibra óptica en América Latina. Eso es muy importante. Todo esa vocación soberana la tuvimos en el gobierno anterior (Presidencia de CFK 2007-2015), y actualmente con este gobierno (Cambiemos y Mauricio Macri 2015-2019) la estamos perdiendo, estamos entregando toda esa soberanía.
¿Por qué no comentás un poco más qué fue Pampa Azul?
Pampa Azul es un buen programa que comenzó con una unión de ministerios: Defensa, Cancillería, Ciencia y Técnica, que parte de la idea remanida pero verdadera de que nadie puede cuidar lo que no conoce, entonces se propone llenar de científicos el Atlántico Sur para así tomar conciencia de los recursos que tenemos en el área de las Georgias, de las Sandwichs, Malvinas y Antártida, y ver qué hay. Y acá aparece un tema clave que tiene que ver con la biodiversidad; pero ¿qué es la biodiversidad en este caso? Bueno, es la vida que se desarrolla en esa zona marina, que muchas veces a esos elementos se los llama extremófilos, porque son organismos que durante cientos y miles de años se desarrollaron en condiciones extremas; eso tiene mucho interés para la ciencia, para la industria farmacéutica, como por ejemplo el pez de hielo que comentábamos al que se le extrae un producto que tiene en sus vísceras lo que lo protege del frío y eso hoy está patentado, se comercializa, se utiliza para proteger órganos para trasplantes. O la biozionia argentinensis, que es una bacteria encontrada en la Antártida que hace remediación de suelo cuando hay un derrame de petróleo por ejemplo, y eso se hace desde lo biológico no desde lo químico; o se hacen enzimas que hacen que los jabones de la ropa trabajen a temperatura ambiente por lo tanto hay un ahorro de energía enorme porque esa agua no hay que calentara. O el pasto antártico, que ha desarrollado una protección para el ataque que sufre ante la falta de ozono, y eso se usa en la industria cosmética y tenés que calcular como idea general que la Argentina aumentó mucho en el gobierno anterior su producto bruto interno en general, pero la industria farmacéutica en particular crece incluso a niveles altísimos. Hay muchísimos descubrimientos científicos en la Antártida que se patentan, aunque no deberían poder patentarse, que tiene que ver con esto, con la biotecnología; Gran Bretaña, Estados Unidos, de todo esto sacan provecho,
Entonces el Tratado Antártico pierde su sentido científico cooperativo ahí, porque si ellos son más poderosos científicamente y económicamente pueden patentar esos descubrimientos y generar recursos y nosotros no.
Exactamente, por eso creo que tenemos que hablar de asimetría de poder desde el punto de vista militar, y una asimetría de poder desde el punto de vista de la inversión científica. A este gobierno (Presidencia de Mauricio Macri 2015-2019) no le interesa entonces no le dedica recursos a esto. Y ahí me gustaría destacar algo muy importante: cuando ellos se llevan un recurso de la Antártida, no se llevan el recurso en sí, sino que lo que se llevan es el conocimiento sobre el recurso. Por ejemplo, nosotros le dimos la soja, y ellos qué hacen: desarrollan la semilla, hacen el medicamento para plantar la soja, te venden la semilla, etc. Entonces lo que ellos hacen es acumular poder propio mediante el conocimiento, lo meten en una cadena de distintos planos que unos potencian a otros, que es lo que se llama geopolítica del conocimiento; una acumulación durante años del conocimiento, que termina generando una asimetría con nosotros muy grande. Y a partir de esto, ¿cómo pensás el país? Bueno, para nosotros es desarrollar una industria nacional, una industria satelital, ya que somos uno de los ocho países a nivel mundial que hacemos satélites; tenemos desarrollada una industria nuclear, pero estamos entregando todo esto actualmente. Y así es que Pampa Azul está frisado. En el gobierno anterior se compraron los barcos, se hicieron los viajes, se iniciaron los estudios, se viajó a la Georgias por ejemplo, porque qué hacen los ingleses: ellos declaran “área protegida” un millón de kilómetros alrededor de las Georgias; un millón de kilómetros alrededor de las Sandwich; lo mismo con la Ascensión, entonces los tipos dicen “acá no se puede pescar, no se puede hacer nada”. Entonces quedan como mirá que buenos que son los británicos, cómo preservan el ambiente, pero lo que están haciendo es cuidar el recurso para ellos mismos. Las áreas protegidas son buenas siempre y cuando las maneje el Estado, porque sino las manejan directamente las grandes potencias o las ong´s como Greenpeace, o WWF, porque todas las ong´s que hoy están trabajando en el Atlántico Sur son agentes de Estados Unidos o el Reino Unido. El Reino Unido por ejemplo ahora plantea: alrededor de la península antártica vamos a hacer un área protegida; y como es un área que está bajo el Tratado Antártico cada Estado parte tiene que poner tanta cantidad de dinero para llevarlo adelante; si vos no tenés ese dinero o esos recursos como país ellos dicen “bueno dejá que eso lo aporte la ong y que ellos se encarguen de que no maten las ballenas etc”, y por eso esas campañas que vemos que la gente dice “mirá qué bueno che cómo cuidan”; y no qué bueno no, las bolas, porque lo que en realidad están haciendo es meter a esas ong´s de mierda, anglosajonas. Es un problema político entonces. Vos tenés que agarrar y desde el Estado decir acá está Pampa Azul, acá están los recursos que hacen falta. Eso se ve clarito si vos el porcentaje del PBI que los británicos le dedican a la investigación científica en la zona y el porcentaje que le invertimos nosotros y ahí tenés la cuestión; es una gran ventaja para ellos. Por eso yo te hablaba de prospectiva: planificación a diez, veinte años, es eso. El futuro se ordena, se construye. Los tipos lo hacen. Después puede pasar cualquier cosa pero vos el plan lo tenés que tener y encaminarte hacia ahí. Por eso hay que hablar de soberanía científica como concepto.
Sigue en la segunda parte ➡
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