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Desde el punto de vista social, el año 1966 en Argentina tuvo algunos hechos que, por la reverberación de su influencia en el futuro cercano y no tanto, podríamos calificar de trascendentes. El primero es el episodio conocido como “la noche de los bastones largos”, el 29 de julio de aquel año. Un mes antes, las Fuerzas Armadas habían derrocado al gobierno del Dr. Illia (gobierno, vale decir, que contaba con una falla de origen en cuanto a su legitimidad al haber sido electo bajo un sistema que proscribía la participación del movimiento mayoritario del pueblo). El malestar y la indignación que causaron en los sectores medios aquellas imágenes de profesores, estudiantes y graduados siendo desalojados brutalmente de los templos laicos del conocimiento moderno por la policía federal mientras defendían la sagrada autonomía universitaria, tras la decisión del gobierno militar de intervenirla, fueron, probablemente, el origen de otro fenómeno, posterior, que sí va a tener repercusiones políticas bastante menos difusas: la radicalización política de la juventud de los sectores medio urbanos a través del cuestionamiento de los hijos al modo de vida de sus padres, metabolizado en forma de rechazo al gorilismo familiar; su progresiva adhesión al peronismo y, finalmente, su incorporación o simpatía a las organizaciones armadas. No deberíamos soslayar esta tendencia, también, bajo el influjo de tres hechos mundiales de indisimulable influencia en el proceso de la juventud política argentina de la década del setenta: la revolución cubana (1959), el concilio vaticano II (1965), y el mayo francés (1968). 

El segundo hecho trascendente del año 1966 es el operativo Cóndor. Los días 28 y 29 de septiembre, un grupo de jóvenes obreros nacionalistas, católicos y peronistas secuestraron un avión de línea que se dirigía a Río Gallegos y lo obligaron a aterrizar en la Isla Soledad de nuestras Malvinas. Allí, redujeron a la guardia real que custodiaba el lugar, desplegaron siete banderas argentinas y cantaron el himno nacional, generando un acto de afirmación soberana sobre los territorios usurpados por la potencia colonial. Este episodio tuvo amplia difusión nacional y fue celebrado vivamente por el movimiento popular argentino. La acción despertó manifestaciones de apoyo en las principales ciudades del país y una campaña de propaganda por la libertad de los militantes cóndores encarcelados tras el hecho. Además, podemos convenir en que, probablemente de manera involuntaria, la acción sirvió de envión anímico y de catalizador para la perseguida y en buena medida disgregada militancia peronista de aquellos días.  

El tercer hecho se dio ya terminando aquel 1966, los días 7, 14 y 21 de diciembre. El poeta y activista cultural Miguel Grinberg va a organizar el ahora mítico festival de música y poesía Aquí, allá y en todas partes (AAYETP). En ese festival, que se hizo en el Teatro de la Fábula, ubicado en Agüero 444 del barrio del Abasto, entre otros tocarían: Tanguito, Moris y Los Seasons (de Alejandro Medina y Carlos Mellino). Ese encuentro es considerado como el germen del movimiento que, apenas unos años después, va a conformarse como el primer rock en español en el mundo, con la tríada iniciática de Los Gatos, Manal y Almendra. Después su explosión y deriva hasta nuestros días y su influencia cultural y emocional en varias generaciones.  

Aquí allá y en todas partes

Juan Ravioli es músico y productor, y dedica buena parte de su trabajo y de su obra a custodiar las memorias de una de las tradiciones culturales más caras de la música popular argentina actual: el rock. Fue amigo y colaborador -hasta su reciente muerte- de Miguel Grinberg, el creador de AAYETP, y hace un tiempo ideó y llevó adelante un proyecto musical potente y deforme que evoca aquel festival fundante. Le hicimos algunas preguntas para Revista Paco.

¿Qué es, o de qué se trata el proyecto Aquí, allá y en todas partes que vos encaraste?

AAYETP es un proyecto que recopila canciones de un repertorio específico de la música argentina, ligada al rock y a su génesis. Está centrado en las composiciones de José Alberto Iglesias (Tanguito), de Mauricio Birabent (Moris) y de Los Seasons (grupo de música beat, activo a mediados de la década del sesenta). Los tres participaron a finales de 1966 de un recital de poesía y música organizado por Miguel Grinberg y Susana Salzamendi, cuyo título fue AQUÍ, ALLÁ Y EN TODAS PARTES. Por ende, este proyecto está inspirado en aquel recital germinal. Y a la vez intenta poner en valor y celebrar a los primeros trovadores del rock argentino.

¿Cuál es el formato del proyecto, y cómo fue ese proceso?

La idea se pensó originalmente como un proyecto audiovisual que permitiera mostrar los distintos espacios en donde la música se genera. De esta manera, reforzando la idea del título, comenzamos a registrar las versiones en diferentes locaciones: estudios de grabación, salas de ensayo, casas particulares, bares, librerías, patios y terrazas. En su gran mayoría los números son grabaciones en vivo.

Yo provengo del mundo de la música, en particular de la grabación y la producción musical. Desde hace mucho que trabajo en ese rubro junto a mi socio Mauro Taranto. Los equipos de grabación son nuestros y un espacio recurrente es La cocina de Beti, nuestro laboratorio sonoro ubicado en Villa Santa Rita, ciudad de Buenos Aires.

El equipo de cámaras se formó por distintos fotógrafos y fotógrafas que en su mayoría conocemos de recitales, es decir que están vinculados con la música y con la escena desde ese lugar.

Actualmente el proyecto se puede ver en youtube a través de la cuenta de Panorama Sonoro, y también se puede escuchar por medio de las plataformas de streaming de música.

¿Por qué lo ideaste y lo llevaste adelante?

En noviembre de 2007 fui convocado a participar de una segunda edición de AAYETP. A casi cuarenta años de la edición original, Miguel Grinberg -esta vez en colaboración con la Nave De Los Sueños- invitó a una nueva generación de cantautores y también a algunos pioneros. En dos jornadas realizadas en la Biblioteca Nacional se realizaron recitales y charlas. En aquel evento tomé contacto estrecho con esa historia.

Luego, a finales de 2016 se estaban por cumplir cincuenta años del recital original y no percibí que alguien estuviera poniendo en relieve un hecho que yo consideraba trascendente; así que decidí emprender la celebración por cuenta propia. 

Personalmente me encontraba en un momento de mucha actividad artística, trabajando en diversos proyectos de muy variada índole y se me ocurrió atravesar todos esos mundos (y otros más) con este denominador común. Así comencé a convocar a artistas con los que o bien estaba trabajando o bien habíamos compartido algo en el pasado, con la idea de producir nuevas versiones de las canciones de Tanguito, Moris y Los Seasons.

¿Contanos un poco qué fue el festival AAYETP de 1966 y por qué se lo considera el germen del rock nacional? 

A mediados de 1966 en Buenos Aires había una efervescencia cultural atravesada por el comienzo de una dictadura militar. Los Beatles habían conquistado el mundo y en aquel contexto el bar La Cueva se convertía en el epicentro en donde confluían músicos de jazz, poetas, intelectuales y jóvenes inquietos. Entre estas personas se encontraba Miguel Grinberg, que venía del mundo literario y también era periodista (hacía crítica de cine en la revista Panorama además de haber publicado su propia revista Eco Contemporáneo). Miguel Grinberg fue siempre un promotor cultural y en aquel momento emprendió junto a Susana Salzamendi (quien también provenía del mundo literario) la aventura de juntar a lo mejor de la Cueva en un festival de poesía y música que contara la historia del rock and roll. De esta manera, reclutaron a Tanguito para hacer la primera parte con temas de Ray Charles, Ricardito (Little Richard) y clásicos de Elvis Presley; luego Los Seasons harían la parte de Los Beatles y más tarde un joven Moris presentaría sus temas de protesta (canciones como De nada sirve y Escúchame entre el ruido habrían sido parte de la velada). También participaron del festival una chica llamada Susana que interpretaba canciones del Indio Gasparino (luego conocido como Facundo Cabral) y Bob Vincent, un argentino proveniente de EEUU que tocaba temas de Bob Dylan. Y entre acto y acto había lecturas a cargo de Salzamendi y Grinberg: poesía beat y textos sobre los derechos civiles de los afroamericanos. 

En resumidas cuentas esto habría sido el festival original, que se realizó en un pequeño teatro del barrio del Abasto. Si es considerado el germen del rock argentino es debido a que en él participaron figuras que en aquel momento eran desconocidas: Tanguito, Moris y los integrantes de Los Seasons Carlos Mellino y Alejandro Medina, quienes años más tarde encabezaron bandas importantísimas como Alma y Vida y Manal, respectivamente. 

¿Cómo ves al rock y a la cultura rock hoy en día?

Digamos que la palabra “rock” engloba múltiples sentidos que pueden diferir dependiendo de quién la utilice y para qué. Desde mi punto de vista, el rock fue parte de una oleada cultural que surgió a mediados del siglo XX y cuya razón de ser trascendió el mote de “estilo musical” para transformarse en una manifestación global que hizo visible el descontento de toda una generación respecto del sistema en el que se estaba viviendo. Con el correr de las décadas el rock en cierta medida se fue domesticando, pasando de ser algo disruptivo y rebelde a simplemente una manifestación más, o tal vez volviendo al mote de “estilo de música” con múltiples variables. Lo que veo en la actualidad es por un lado una evolución virtuosa del estilo, por lo general surgida del underground. Exponentes como Rey Bichito o Sol Bassa serían ejemplos de esto. Y por otro lado, veo la eterna utilización mercantil del término y los clichés que generalmente provienen de las compañías grandes. Estás últimas tienen una resonancia mucho mayor en el conjunto de la población mientras que los primeros están destinados a ser parte de nichos que resisten e intentan crecer en un panorama cada vez más concentrado.

Además de ser productor y colaborar como músico en muchos proyectos tenés una obra propia: ¿Estás componiendo, estás grabando, estás tocando; en qué situación está esa historia?

En 2022 volví al ruedo después de varios años de no componer ni publicar nada propio. Durante la primera parte del año estuve trabajando junto a Emilio Haro en la producción de un disco que se lanzó en la primavera y que contiene cuatro canciones y dos piezas instrumentales. Se llama Buenas Nuevas y tiene una clara influencia beatle. Se puede escuchar en todas las plataformas de streaming. No tengo pensado salir a tocarlo, más bien estoy interesado en seguir grabando y produciendo mis ideas en colaboración con otras personas////PACO

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