El signo se convierte en la arena de lucha de clases.
Valentín Voloshinov
1. El 3 de noviembre de 2015, los usuarios de Twitter encontraron una novedad: la clásica estrella del «fav» o «favorito» había sido reemplazado por un corazón colorado y latiente. El cambio era sólo el último en una larga serie de intentos por resucitar una red social que prácticamente no tuvo usuarios nuevos en el último año. Antes vinieron las encuestas, los «destacados» (una selección editorial de mensajes supuestamente relevantes) y los «momentos». El argumento de Twitter para reemplazar la estrella, un signo de una ambigüedad polisémica innegable, por el más ubicuo y cursi corazón era que «la estrella puede ser confusa, especialmente para los nuevos usuarios». «Te pueden gustar muchas cosas, pero no todo puede ser tu favorito«, decía la empresa en su blog. «El corazón, en contraste, es un símbolo universal que resuena más allá de los idiomas, las culturas, y los husos horarios. El corazón es más expresivo, permitiendo transmitir un rango de emociones y conectar con la gente. Y, en nuestras pruebas, descubrimos que la gente lo ama», detallaban.
«El corazón es más expresivo, permitiendo transmitir un rango de emociones y conectar con la gente. Y, en nuestras pruebas, descubrimos que la gente lo ama».
2. Desde su fundación, Twitter fue un experimento de prueba y error. Fue concebido con una plataforma de podcasts que no funcionó, reformulado luego como una red de «estados». En el comienzo, en marzo de 2006, la mayoría de las características que hoy damos por sentado no existían. Fueron los usuarios quienes, a través del uso, le dieron forma. Los usuarios comenzaron a usar los hashtags. Los usuarios se pusieron de acuerdo en el arroba como forma de dirigirse a otro usuario. El retuit, hoy tan común como el tuit, tampoco existía: se hacía a mano, escribiendo «RT @usuario» y a continuación el mensaje. Hasta 2010, Twitter no permitía subir imágenes, no acortaba links automáticamente, no avisaba cuando alguien marcaba un tuit como favorito. Todas esas necesidades, y tantas otras, fueron cubiertas por aplicaciones de terceros. Pasada la fiebre de la novedad, en 2013, Twitter tuvo su Initial Public Offering (IPO), es decir, su salida a bolsa. El 7 de noviembre de ese año, sus acciones comenzaron a ofrecerse en la Bolsa de Nueva York a 26 dólares cada una. Cerraron a 44,90. La compañía quedó valuada en 31.000 millones de dólares.
Hasta 2010, Twitter no permitía subir imágenes, no acortaba links automáticamente, no avisaba cuando alguien marcaba un tuit como favorito. Todas esas necesidades, y tantas otras, fueron cubiertas por aplicaciones de terceros.
3. Muchas cosas cambiaron desde entonces. Sobre todo en la comisión directiva de Twitter, que vio ir y venir dos o tres CEOs hasta volver al original, el cofundador Jack Dorsey. Esos enroques eran para tratar de resolver varios problemas de la empresa, que se resumían en uno: Twitter estaba estancado. Había 500 millones de usuarios, 300 de ellos activos, y el engagement estaba en caída libre. Muchas cosas habían cambiado en la web en general desde 2006. En particular, los targets: los famosos «millenials» ya no eran una categoría única sino dos (o cuatro). Una, los millenials más jóvenes, o Generación Z, o «millenials puros», nacidos desde 1994, los que tuvieron acceso a la web desde que tienen conciencia. Y la otra los millenials mayores, o Generación Y, entre 1980 y 1993, más identificados con lo que se conoce como «generación X», más anfibios entre lo digital y lo analógico. El problema es que a las marcas les interesan los primeros, que son el futuro del consumo, delinean las tendencias y acceden al capital prescindible propio y de sus padres. Twitter, cuyos primeros usuarios estaban en las industrias del software y los medios, está repleto de los segundos, además del target de 30 a 49 años. Sólo el 32% de los tuiteros tiene menos de 29 años. Y sólo el 11% eran menores de 18. Ese target «no lo entiende» y apenas lo usa. La mayoría de las empresas digitales no generan ganancias: sobreviven en base a proyecciones a futuro, consiguen capital bajo la idea de que van a crecer en cantidad de usuarios, contenido, interacción. Para Twitter, las proyecciones a futuro todavía son negras.
Para Twitter, las proyecciones a futuro todavía son negras.
4. El cambio de estrellas a corazones funcionó, al parecer, de la misma forma que reordenar los muebles al parecer agranda una habitación. Twitter reporta que las interacciones crecieron entre 6 y 9 por ciento. ¿Será la pequeña animación que aparece cuando se corazonea un tuit? Tal vez sean las nuevas encuestas: a primera vista, se usan mucho entre menores de 20 años, precisamente el target al que Twitter quiere seducir. En cualquier caso, el cambio al corazón borra todas las sutilezas, los significados, las funciones que cada usuario aplicaba cuando faveaba un tuit. No todo tuit que se marca como favorito es un tuit que gusta. Pero la lógica del capital lo impuso: amor o nada.
El cambio de estrellas a corazones funcionó, al parecer, de la misma forma que reordenar los muebles al parecer agranda una habitación.
5. Twitter también incorporó el corazón en dos de sus servicios asociados: Vine, que permite publicar y reproducir videos cortos, y Periscope, para streamings en vivo. El primero tiene 200 millones de usuarios, 31,8% de ellos de entre 14 y 17 años, que reproducen 1.500 millones de videos de seis segundos por día. Los vines suelen replicarse en otras redes sociales, principalmente Twitter y Facebook. El segundo tiene 10 millones de usuarios, 2 millones activos todos los días, la mitad entre 25 y 34 años, que ven unas 350.000 horas de video diarias. No es casual que los dos nuevos alfiles de Twitter sean plataformas de video: con el avance de la banda ancha móvil (redes 3G y 4G), los usuarios cada vez miran más videos. La pregunta es dónde. YouTube, propiedad de Google, tiene mil millones de usuarios pero su crecimiento está algo estancado. Y el estancamiento, como vimos, es letal para las proyecciones a futuro. Facebook ya está por los 1.500 millones de usuarios y asegura que tiene 8.000 millones de videos vistos por día, estadística manipulada mientras las marcas se roban el contenido de YouTube.
¿Qué otras redes sociales usan el corazón como símbolo de «me gusta»? Tinder, Whisper, Tumblr, Instagram, entre otras. Tinder no necesita mayor explicación a esta altura del partido.
6. ¿Qué otras redes sociales usan el corazón como símbolo de «me gusta»? Tinder, Whisper, Tumblr, Instagram, entre otras. Tinder no necesita mayor explicación a esta altura del partido. Whisper, con 10 millones de usuarios, permite publicar «secretos», una foto con un breve texto, anónimos y geolocalizados, jerarquizados por la mayor cantidad de «corazoncitos». Instagram, analizada en profundidad aquí, tiene 400 millones de usuarios que suben 80 millones de fotos y videos diarios. Tumblr, un híbrido entre red social y diario personal, tiene 420 millones de usuarios que mantienen 261 millones de blogs. El 28% de esos usuarios tienen entre 13 y 17 años. La cifra que realmente llama la atención es el tiempo de visita promedio: 28 minutos. No es poco común el fenómeno del «infinite scroll», entrar a ver un par de posts y salir una hora después sin entender cómo pasó. Tumblr es la verdadera deep web de la mente millenial. Si querés saber qué piensa un adolescente, entrá a su tumblr. «Es como una sociedad secreta donde están todos, pero de la que nadie habla», resumen. Todos los millenials tienen Facebook, sí, pero pocos lo usan de verdad: es la red social que hay que tener, porque todos la tienen, y precisamente por eso le rehuyen. En Facebook están sus padres, sus familiares, todos sus compañeros de colegio. En Facebook hay que caretear.
Si querés saber qué piensa un adolescente, entrá a su tumblr. «Es como una sociedad secreta donde están todos, pero de la que nadie habla».
7. Snapchat no tiene corazoncitos pero sí 100 millones de usuarios, de los cuáles el 45% tiene entre 18 y 24 años, y el 32% tiene menos de 17. Snapchat es nuevo (se lanzó en 2011), no tiene versión web y es la red social (¿es una red social?) más difícil de entender para los mayores de 25 años. Los usuarios pueden publicar fotos o videos de hasta 10 segundos. Si los mandan a uno o más amigos, una vez que ellos lo ven, desaparece. Se puede hacer una captura de pantalla, sí, pero Snapchat notifica de eso al usuario. El creador también puede publicarlo en su «Historia», visible para todos los contactos, se elimina cada 24 horas. Cuando su fundador, Evan Spiegel, lo mostró a su clase de la Universidad de Stanford, recibió dos reacciones generalizadas. Uno, «eso no va a funcionar, ¿quién usaría una red social que elimina su contenido?» Dos, «sólo se usaría para sextear, es decir, mandar fotos provocativas». Los adolescentes terminaron usándolo precisamente por el contenido con fecha de vencimiento: en una época donde toda tu actividad en internet queda registrada y archivada, a los jóvenes les sirve una red donde pueden experimentar, burlarse, cometer errores sin sufrir las consecuencias de que lo sepa todo el mundo, para siempre. Como Tumblr y, en menor medida Instagram, Snapchat es un mundo sin padres ni parientes, les permite ser libres. Ah, y sólo uno de cada 4 usuarios lo utiliza para sextear. Facebook quiso comprarlo en 2013 por 3.000 millones de dólares. Google ofertó 4.000 millones ese mismo año. En ambos casos, Spiegel se negó.
8. Volvamos a los corazones. El símbolo del corazón, tal como lo conocemos hoy, comenzó a usarse alrededor del siglo XIII. El ícono del corazón no se parece en nada a un corazón real. ¿A qué se parece? ¿Por qué esa forma? Algunos estudiosos sostienen que representaba el Silfio, la planta que los romanos usaban como anticonceptivo; tanto que la llevaron a la extinción total. Otros, más lúdicos, lo relacionan con partes de la anatomía femenina, en especial los cuartos traseros. En el siglo XIX pasó a simbolizar el amor romántico, que justo por esa época se ponía de moda. El logo «❤» fue masivo con la famosa remera de «I ❤ NY» en 1979. Y en las décadas siguientes se transformó en el ícono de «vida» o «salud» en videojuegos, gracias al Super Mario Bros. y sucesores. Hoy es uno de los símbolos más reconocidos alrededor del mundo y a través de todos los idiomas, como argumenta Twitter. Y se usa, principalmente, a través de emojis.
El ícono del corazón no se parece en nada a un corazón real. ¿A qué se parece? ¿Por qué esa forma?
9. Los emoji fueron creados en 1998 por Shigetaka Kurita, para el programa de internet de NTT DoCoMo, una empresa japonesa de telefonía. «E» (絵) significa «dibujo» y «moji» (文字) es «caracter». En 2010 fueron incorporados a Unicode, el estándar común que permite representar un mismo texto con los mismos caracteres en diversos sistemas digitales de escritura, desde computadoras hasta celulares. Ese mismo año, los emojis aparecieron en los sistemas operativos de Apple y tres años después lo hicieron en los de Android. Desde entonces, su uso explotó. Llegar a cifras reales es complicado, pero se calcula que se mandan unos 6.000 millones de emojis por día alrededor del mundo. Los emojis tienen una idiosincracia japonesa, gracias a sus creadores: hay más comidas orientales que occidentales, distintos modelos de trenes, un hombre que se inclina para saludar. Pero se volvieron globales gracias a sus significantes abiertos: cada uno de los 722 símbolos puede representar algo distinto para cada persona. El uso también llevó a consensos: el ícono de la berenjena ya es el símbolo universal del falo. La representatividad también es un tema político: en febrero de 2015 se incorporaron distintos tonos de color de piel a los íconos que representan personas. ¿Quién tomó esa decisión? El Consorcio Unicode, una organización sin fines de lucro que tiene por objetivo extender el estándar Unicode a todos los sistemas de caracteres digitales del mundo. Entre sus miembros con derecho a voto se cuentan varios gigantes de la tecnología: Adobe, Apple, Facebook, Google, Huawei, IBM y Microsoft, además de los gobiernos de India, Omán y Bangladesh. El consorcio se reúne cada tres meses para decidir, entre otras cosas, qué emojis pueden incorporarse a la lista y cuáles no. Cualquier persona puede pedir que se incorpore un nuevo emoji, pero los criterios de inclusión son estrictos y específicos: los íconos deben ser distintivos, cubrir una imagen no representada, y se debe prever que se usará con frecuencia. No pueden usarse logos, marcas, personas específicas o deidades.
¿Habrá una división de clases entre quienes sepan escribir y quienes no? Los audios ya se pueden traducir automáticamente a texto sin problema: ¿para qué escribir si hay audios de whatsapp?
10. Alrededor de 2.600 millones de las 7.100 millones de personas que viven en el mundo tienen un smartphone. Esa cifra treparía a 6.100 millones para el año 2020. Mientras tanto, más de 700 millones de personas son analfabetas. Son, por supuesto, los de menores ingresos, los que no tienen acceso a un teléfono. Pero ¿qué pasa con los millones de alfabetización limitada, con secundarios o primarios incompletos, no contemplados por las cifras? Ahí está la verdadera grieta que los emojis vienen a llenar. La ubicuidad de las imágenes, en redes diseñadas para albergar cada vez más imágenes y menos texto, ¿llevará a una comunicación logográfica? ¿Habrá una división de clases entre quienes sepan escribir y quienes no? Los audios ya se pueden traducir automáticamente a texto sin problema: ¿para qué escribir si hay audios de whatsapp? Cuando todo el mundo use emojis, ¿cuál será la importancia política del grupo que elije los emojis ¿Tendremos algún día una piedra de rosetta que explique los íconos cuando las palabras hayan desaparecido? Las respuestas a esas preguntas, por suerte, todavía no están escritas////PACO