El joven canadiense Alexander Hennessy tiene durante estos días sus minutos irrecuperables de visibilidad mediática por haber grabado en plano subjetivo, mientras daba un paseo en bicicleta por el barrio de La Boca con una cámara GoPro colocada en su frente, el momento en que un hombre lo intercepta y, a punta de pistola, le exige que le entregue su mochila. Hennessy parece no comprender (aunque luego diga en Reddit que sólo se hacía el “stupid gringo”), lo que, sumado al estrés de la situación (aunque luego diga que “tenía el presentimiento de que no iba a disparar”), lo lleva a repetir con torpeza la única palabra que debe conocer en castellano, que por otra parte, en el último tiempo, condensa el lazo empático, o al menos inofensivo, con la otredad virtual: amigo, amigo.
El video en cuestión, que hasta este momento supera las seis millones de reproducciones, se encuentra en un canal de Youtube llamado Global Degree, donde Hennessy y su compatriota y compañero de aventuras Mike Graziano llevan el diario audiovisual de su proyecto homónimo de recorrer «195 países en 60 meses». El primer video de la playlist (con unas más modestas siete mil reproducciones) lleva por título «Dejá todo y salí a recorrer al mundo», y en él se alternan imágenes de paisajes, animales y nativos exóticos de lugares que Graziano, según da a entender una profunda voz en off, ya visitó en un viaje similar. Ahora pretende “hacer todo otra vez”.
A Graziano, el cerebro del proyecto, no le basta con el mero hecho de viajar, sino que siente que deben tener algún tipo de objetivo que lo trascienda. Ese mismo primer video cierra con un mensaje extraño, difícil de clasificar como misterioso, sin sentido, simplemente imbécil o todas las anteriores, forzado a punta de pistola por un irresponsable ánimo rimador, que podríamos traducir así: “[Graziano] gasta poco dinero, y filma este épico viaje, va de suyo/ Para ayudarte a comprender que el mundo no es de él ni mío. El mundo es tuyo”. En un segundo video, un Graziano más prosaico dice que quiere ser el norteamericano más joven en haber recorrido todos los países del orbe. “Tan sólo quiero experimentarlo y conocer en verdad el mundo, y al mismo tiempo, internamente, conocerme a mí mismo”. La intención pedagógica vuelve a flote cuando dice a cámara: “Espero que ustedes también puedan aprender algo”. Tal vez esto se deba a la aparente dureza del aprendizaje del propio Graziano durante su primera experiencia (“Algunos de sus amigos, después de todo, lo creyeron loco/ pero esos ‘amigos’ faltaron cuando se los necesitó un poco”). Para emprender Global Dregree, con el entusiasmo proyectual que todavía puede exaltar los espíritus un 8 de enero, el canadiense dijo a sus amigos de Facebook que necesitaba un camera guy.
Así es como Hennessy se inscribió en las materias introductorias de esta carrera de grado en Mundo de la Universidad de la Experiencia Inmediata que, de la mano de Graziano, busca batir un nuevo record de excelencia académica. Sin embargo Hennessy, ya egresado de la film school, tiene expectativas más, por así decirlo, personales: “Me junté con Mike Graziano para viajar por el mundo y documentar toda la aventura porque para mí es una combinación de dos de mis pasiones más fuertes”. A pesar de suscribir a la idea de “dejarlo todo”, dice: “Llevo todo el equipo que tengo. Voy a cargar con tres pesadas mochilas […] que me permitan documentarlo de un modo que le haga justicia”. No interesa a qué refiere ese enigmático “lo”, sino esos kilos y kilos de voluntad de registro, saludable sobrepeso para la experiencia en cuestión.
En la página de Facebook de Global Degree, entre las fotos de viaje (fiestas, pulgares hacia arriba, impostadas expresiones faciales de asombro, risas, poses junto a lugareños, conciencia ambiental, etc.), destacan unos festivos desnudos de los dos amigos en medio de paisajes naturales. Esas imágenes son las que mejor condensan el espíritu del proyecto: despojarse de todo, conocer la naturaleza por medio del contacto, conocerse a sí mismo y encontrar felicidad en ello. Sin embargo, como se sabe, la memoria es frágil (en especial para los jóvenes turistas favorecidos por las tasas de cambio en los bares del tercer mundo), por lo que es necesario documentar, completar la experiencia directa a través de una mediación fotográfica que traduzca en firmes bytes el montaje que fija un cuerpo en permanente decadencia sobre un fondo de naturaleza milenaria.
Cuando, pasado el episodio del asalto, le preguntan a Hennessy qué había en la mochila que decide no entregar, él dice: “Tenía un montón de cosas de cámaras y un disco rígido con contenido invaluable”. Creámosle: si la fotografía fue temida en sus inicios por creerse que las cámaras capturaban el alma, en la era de la selfie y la GoPro (su complemento de gran angular) es, por la misma razón, defendida a muerte. Graziano y Hennessy no guardan rencores nacionales. Dicen que el resto de su estadía en Argentina fue genial, que jugaron al polo, bailaron tango, recorrieron bodegas mendocinas y se dejaron salpicar por las cataratas del Iguazú. No les gustaría dar una mala imagen del país; por el contrario, recomiendan visitarlo. Sin embargo, para ellos es tiempo de partir, de hacer amigos nuevos, de peregrinar en busca del conocimiento total de sí, de modo de enseñarnos que el mundo es nuestro. No temerán someterse otra vez a riesgos como el que acaban de vivir, porque conocer la naturaleza también es exponerse a la animalidad de lo real, y en la medida en que algo de eso pueda ser capturado y alojado por tiempo indefinido en un servidor, hacerlo valdrá la pena////PACO