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La vieja pregunta griega, ¿por qué estamos aquí?, seguirá hot cuando seamos parte integral de la corteza terrestre. ¡Qué mal irse sin saber por qué se estuvo! ¿Pero por qué estamos aquí en Túnez, como único turista en este pequeño desierto, en el Museo del Bardo, (donde en 2015 efectivamente hubo bardo), escaneando la mochila por bombas? El museo tiene una colección de piezas púnicas y romanas impresionante, ¿pero qué hay exactamente para ver ahora, frente a murales de guerras terribles de a.C. bajo los cuales se desangraron unos 17 visitantes?
La respuesta a la segunda pregunta la relevo, por ser un tanto incoherente, pero la tercera me deja una cuarta pregunta: ¿por qué la realidad no se mira igual que un museo? En el baño, escuché un griterío que terminó simplemente en un grupo de escolares locales, y mi primera conclusión fue que este moderno museo tiene una notabilísima capacidad para reproducir ecos y mezclarlos. Pronto el quilombo de los chicos se volvió una bola de sonido que hacía su propio recorrido por las salas. Pensé en la tremenda experiencia sonora que debieron crear las Kaláshnikovas de los terroristas cuando regaron con balas este escenario de capiteles, tremendas esculturas romanas, representaciones de Aníbal cargando con elefantes y turistas del primer mundo. Me atreví a considerar el ataque de 2015 como una actualización comprimida del antiguo espectáculo superbardo Roma vs. Cartago.
En el norte de África se tiene sed en una hora o dos. Compré una latita de Coca cola y mientras me retrataba con Tanit, la diosa más importante del panteón cartaginés (consorte esfinge de Baal, lo cual instala la fuerte sospecha de que la cultura fenicia haya sido infernal, en función del cementerio de niños -tofet- de Cartago quienes, según interpretaciones, fueron sacrificados a rolete). Me tomé la coca cola, me guardé la lata en el bolsillo, porque no veía ningún tacho, y pronto me vi rodeado de policías de civil.
Túnez está esperando bardo. Haber sido el país que envió más jihadistas a Siria e Irak es un problema, sobre todo cuando ISIS haya perdido la guerra y unos seis mil lobos solitarios regresen a casa. Pero acá, ¿qué pasaba? ¿Había hecho algo mal? ¿No me podía sacar una foto junto a una manifestación de Baal con la camiseta de Túnez? ¿Qué pasa amigos policías? ¿La latita? ¿Qué hay en la latita? Nada, no hay nada, ya me tomé la Coca cola. Se me ocurrió que el mundo podría hacerse más preguntas griegas (más preguntas atenienses ppd), pero que esté haciendo algo mal. Bueno, debo conceder que eso es más que probable.///PACO