Después de los tumultuosos años 70, la década de los 80 se presentaba como un momento de redefinición cultural. La modernidad exigía una nueva narrativa, y la televisión, principal medio de entretenimiento masivo, se posicionaba como el escenario ideal. El responsable de la programación de la NBC, Brandon Tartikoff, comenzó a darle forma a lo que luego sería Miami Vice y tiempo más tarde le presentó sus primeros bocetos a Anthony Yerkovich, el definitivo creador de la serie. Desde sus inicios, el equipo creativo de Miami Vice adoptó una estrategia revolucionaria: priorizar el tratamiento visual sobre la narrativa. Esta decisión permitió que la serie se convirtiera en un referente estético, donde la cinematografía, la iluminación y el diseño de producción se convirtieron en protagonistas. Eran dos detectives interpretados por Don Johnson (Sonny Crockett) y Philip Michael Thomas (Ricardo Tubbs), más un grupo de colaboradores; Saundra Santiago (Gina Calabrese), Michael Talbott (Stan Switek), John Dieli (Larry Zito) Olivia Brown (Trudy Joplin) y el brillante papel del jefe, el enigmático Teniente Castillo, un ser rudo y misterioso interpretado por Edward James Olmos. Juntos conformaban el conjunto ideal para combatir el narcotráfico. Básicamente, la premisa era convencer a los narcos de que ellos eran compradores y en el momento de hacer la operación meterlos en prisión, aunque no siempre salía bien.
El personaje de Don Johnson era un ex jugador de fútbol americano de la Universidad de Florida que, tras una lesión en la rodilla, fue llamado para servir en Vietnam. Ya como policía, regresó a Miami donde primero recorría las calles y posteriormente empezó a trabajar como agente encubierto. Lo más llamativo de este personaje, además de su estética a la cual trató de imitar todo el mundo mientras duró la serie, fue que vivía en un yate junto a su caimán llamado Elvis. James Sonny Crockett tenía un alter ego en el cual utilizaba cuando intentaba de infiltrarse en organizaciones mafiosas que era Sonny Burnett. Tubbs era un policía encubierto del departamento de robos de la policía de New York en el cual trabajaba con su hermano Rafael persiguiendo a un traficante de drogas que estaba perpetuando robos por toda la ciudad. Ya en Miami se encontró con Sonny Crockett, y así terminaron trabajando juntos.
La serie se emitió durante cinco temporadas en la NBC, desde septiembre de 1984 hasta diciembre de 1989 con un total de 111 capítulos, más un remanente de tres episodios emitidos al mes siguiente. La angustia perseguía a Sonny Crockett, a veces lo vivido en Vietnam estaba demasiado cerca y los demonios lo hacían todo más intenso. Con Crockett supimos que lo había perdido todo debido a su trabajo. Miami Vice mostró al mundo que a veces los buenos tienen que tomar decisiones difíciles y muchas veces toman la decisión equivocada.
En un principio, Michael Mann, el productor de la serie, tenía la intensión, para abaratar costos, de rodar la serie en Los Ángeles y hacer pasar esta localización como Miami para los espectadores, pero finalmente se optó por la ciudad de Florida buscando así un mayor realismo y verosimilitud en relación a las ambientaciones y locaciones que fueron elegidas a lo largo de los capítulos. Un aspecto destacable fue la moda, que hasta ese momento era un punto que no se llegaba a desarrollar del todo en otras series, y Miami Vice en ese sentido abrió una forma de vestir que traspasó la pantalla y conquistó al público. Un reflejo de lo que era la moda italiana de ese momento. La serie supo diseñar su propio manual de estilo a partir de la televisión en color, y esto estuvo íntimamente ligado al suceso que fue en esos años el canal de música MTV. Esto tiene sentido en cómo se hacía la televisión hasta ese entonces ya que en la mayoría de las series nos encontrábamos con un aspecto más bien teatral, una uniformidad de iluminación y colores y una acción muy resentida hacia otros lugares. Michael Mann rompió con estos conceptos brindándole al espectador un espacio plagado de efectos, dinamismo, persecuciones por la ciudad y se utilizó la música de manera excepcional. Todo con una impronta new wave, muy representativa de la época. Otro elemento de gran importancia en la serie fueron los autos. Al principio esa Ferrari Daytona color negro que conducía Sonny Crockett circulando por la noche de la ciudad era un clásico y que con el correr de los capítulos terminó siendo una Ferrari Testarossa color blanco. Este último terminó formando parte de un video juego donde se podía tener la ilusión de estar manejando una por las calles de Miami.
La recepción de la crítica en su momento tuvo diferentes opiniones. Por un lado se la trababa de muy violenta adornada con bonitos colores y que a su vez le estaba vendiendo esa violencia a un público juvenil ávido de vivir nuevas experiencias sin tener en cuenta el daño que esto podía ocasionar. Otra porción de críticos estuvieron bastante en contra porque decían que la serie no tenía un argumento claro y que simplemente se perdía en la estética del momento y en intentar que todo pareciera mucho más agradable. Sin embargo, las principales críticas negativas de la serie llegaron desde la propia policía porque ellos decían que se estaba engañando a la gente con esa clase de detectives. Nadie perseguía a delincuentes manejando una Ferrari y en trajes de alta costura. Así y todo la fórmula no sólo funcionó sino que revolucionó la forma de mostrar un producto y saber diferenciarse del resto.
Pero seguramente la identidad visual en la que era identificada Miami Vice sea gracias a la mirada de su productor Michael Mann. Con un presupuesto de más de un millón de dólares por episodio, la serie podía lograr un aspecto cinematográfico sin precedentes para la época. Él mismo hizo una declaración al Washington Post en 1985: “Era algo que hacía tiempo tenía interés en hacer: Inyectar una sensibilidad del rock and roll en el género policial.” Trasladar el espíritu que abordaba MTV y llevarla a la pantalla chica. El productor abarcó todos los aspectos de la serie, desde los colores pastel, hasta las locaciones, pasando por la fotografía, el vestuario, la escenografía y los invitados estrellas, como Bruce Willys, Frank Zappa, Ben Stiller o Viggo Mortensen, entre otros y por sobre todas las cosas, la música. Además de la brillante banda de sonido realizada por Jan Hammer, con una introducción e imágenes que impactaron de inmediato, el productor pagaba cuantiosas sumas para conseguir las versiones originales de las canciones de artistas de la talla de Phil Collins, Depeche Mode, Tina Turner o Dire Straits, entre muchos otros. Difícil es olvidar el primer episodio con el tema “In The Air Tonight” de Phil Collins, mientras Crockett y Tubbs recorren la ciudad nocturna en su Ferrari Daytona negra.
Miami Vice fue influenciada por la puesta en escena de los policiales del cine de la época. Particularmente en películas como Scarface o Arma Mortal. Este aspecto, ligado estratégicamente a la evolución tecnológica, también se reflejó en la disposición de cámaras, que permitieron realizar tomas más propias del cine como son los travellings y acciones puntuales con seguimientos de personajes. La serie creada por el guionista Anthony Yerkovich marcó los primeros pasos por sumar imágenes más amplias (con mayor apertura y profundidad de campo), planos abiertos con locaciones reales y no en sets artificiales diseñados para grabación.
En términos narrativos Miami Vice desarrolló como característica una estructura de relato que privilegiaba los capítulos unitarios pero con una mitología en unificar toda la serie. Lejos de los compartimientos estancos de series clásicas como Bonanza o Combate o la contemporánea Brigada A, la cotidianeidad de los agentes Sonny Crockett y Ricardo Tubbs se mostraba uniforme mientras intentaban resolver casos a punta de pistola por la colorida ciudad del estado de Florida. En el recorrido de las cinco temporadas podemos encontrar un campo semántico en la línea argumental, una continuidad que rompe con esa uniformidad donde no había conexión entre los capítulos unitarios y en cierta forma autoconclusivos. Esta herramienta consistió en lograr una secuencia con peso propio que debía encerrar una pequeña historia que funcionara como preludio de lo que vendría más adelante. Para el espectador, era llegar al relato e ingresar en él con alto impacto. El hecho de que lograra tener familiaridad con los personajes de la serie hacía que mantuviera no sólo atrapado al espectador sino interesado y dejarlo con ganas de más.
Miami Vice tuvo la virtud de la historia, esa escritura minimalista para permitir que las imágenes ocuparan un lugar central pero también la configuración de lo que no se dice. La duración extendida de los planos y la extraña mezcla de sonido que deja sólo diálogos en vivo, atrapaba todos los sentidos y los ponía en concordancia casi sin darnos cuenta, pero nos tocaba de una manera especial. Miami Vice demostró desde la televisión cómo la forma del arte alcanzó su punto más alto, sosteniendo la tensión, ritmo y grandes emociones. Esto definió una era y toda esa época que hasta ese momento sólo la estaba definiendo la música y sus videos.
Miami Vice se destacó para no dirigirse hacia un final feliz en cada episodio, así es que los personajes de la serie rara vez sonreían y se movían por una ciudad muchas veces vieja y dura. Algunos de esos episodios terminaban mal, en derrota, incluso en tragedia. En aquel entonces, casi todos los demás programas de policías o detectives ataban la historia cuidadosamente en un lazo final donde los buenos eran los que siempre ganaban. Este cambio de paradigma se acercaba más a la vida real, a un mundo muchas veces injusto y cruel. Entonces el resultado era algo versátil y nostálgico a la vez. Tenían alma, esperanza e incluso en las partes violentas algo de moraleja. La serie también puede leerse como un viaje espiritual. Las eternas búsquedas y conflictos internos de sus integrantes, sus relaciones amorosas truncas, su incredulidad en el sistema y su voluntad de intentar siempre de hacer un cambio para mejor, más allá del resultado, son un claro ejemplo. Además, Miami Vice fue una de esas series en tener un fuerte arco de desarrollo de personajes a lo largo de su carrera, particularmente en lo que respecta el papel de Sonny Crockett. Incluso en las series de larga duración de la época, por ejemplo Dallas, donde la mayoría de los personajes eran básicamente estéticos e inmutables. En cambio Crockett comienza como un policía joven y enérgico, todavía optimista a pesar de haber visto el lado oscuro de su trabajo en numerosas ocasiones, y creyendo con gran idealismo que puede marcar la diferencia. Sin embargo, la ira y el dolor causados por la traición y/o la pérdida de casi todos los que le importan llevan a que su lado oscuro se apodere de él. Finalmente, tanto él como Ricardo Tubbs se dan cuenta de que no pueden crear un cambio dentro de un sistema corrupto y eligen liberarse de él.
La ciudad es prefijada y al igual que un océano, no se distingue dónde comienza ni dónde termina. Esto último puede verse como una enorme prisión, pero también como un refugio. En Miami Vice se desplaza algo expansivo, una necesidad de registrar una época; un espesor, una lengua y una arquitectura no lineal. Son ese conjunto de cosas que mantiene vigente a la serie, o dicho de otro modo, siempre será un manual de instrucciones para cuando queramos saber de qué se trataban los años ´80.
En relación a lo que marcó la serie para esa generación, comparto un comentario de un seguidor de la serie en YouTube: “Esta serie me trae un recuerdo nítido de mi infancia. La música, el espectáculo, ese silencio mientras recorrían la ciudad en auto y cómo toda una época se podía ver representada en un momento. Recuerdo cuando mi papá llegaba agotado del trabajo, se duchaba, tomaba una cerveza de la heladera y se sentaba en el sillón del living, frente al televisor. Mamá estaba preparando la cena en la cocina y entonces papá gritaba: “¡Amor! Ya empieza,” entonces mamá entraba corriendo con el plato de papá y se sentaba a su lado. Eran jóvenes, y mi papá se ponía a jugar con mí revolver de juguete, imitándolo a Sonny mientras comía un muslo de pollo. Recuerdo vagamente los episodios, pero estuve ahí con ellos. Los mejores tiempos fueron los más simples. Los amo muchachos.” Esta serie claramente traspasó la pantalla, generó un sentimiento y quedó en la retina de aquellos que pudieron vivirlo en tiempo presente, 40 años después.
Miami Vice no fue simplemente espectáculo, era una narración de época. Ahora pienso que no nos dimos cuenta de lo que teníamos hasta que la serie terminó. Crockett y Tubbs establecieron el estándar para lo que fue el pináculo de la televisión. Esto no fue sólo el final de una serie de televisión, sino que también marcó y coincidió con el final de una era. Los años 80 acababan de terminar junto con la Guerra Fría, la caída del Muro de Berlín y el levantamiento del Telón de Acero soviético. Terminaron demasiadas cosas juntas y nos costó tiempo asimilarlo. Después vendría una nueva etapa con los 90.////PACO