Calor, tarifazo, dengue, devaluación, zika, calor, despidos, cortes de luz, calor, chikungunya.
África.
O peor, como la sensación térmica: sensación de África.
De noche me refugio en los países nórdicos. Mi gesto infantil, escapista, es visitar la caverna de Platón de las series filmadas en el norte de Europa. No soy la única y mi fantasía nocturna tiene cierto anclaje real. En los últimos años, las ficciones danesas y suecas impactaron en el mercado internacional: el mundo anglosajón las emula con remakes, los personajes se convierten en íconos de culto y desde 2002, DR, la televisión pública danesa, se llevó cuatro premios Emmy y dos BAFTA a la mejor producción internacional.
El virus de Stieg Larsson y Henning Mankell llegó a la televisión cuando los países nórdicos replicaron la gran inversión en educación en el sistema de medios públicos.
La nieve es blanca y la novela es negra. El virus de Stieg Larsson y Henning Mankell con su detective Kurt Wallander llegó a la televisión cuando, a principios de los setenta, los países nórdicos replicaron la gran inversión en educación en el sistema de medios públicos. Pero los fanáticos del presupuesto deberían saber que el fenómeno supera lo estrictamente matemático. Los daneses, sorprendidos, produjeron el documental Las series que surgieron del frío para dar testimonio de una tesis: grosso modo, las series danesas y suecas se enriquecerían por el entorno de trabajo abierto entre guionistas, productores, directores y actores. Pero el éxito también responde a un motivo más automático: el cumplimiento de los Quince Dogmas que rezan, entre otras cosas, que el guionista ocupa el centro de la escena, que las historias tienen que tener contenido social y que siempre es productiva la gimnasia de cruzar el cine y la televisión.
Juguemos. Es gratis.
Tak, gracias.
køn, sexo.
Bro, puente.
Elsker, amor.
Politi, policía.
Mord, asesinato.
En materia de series, Dinamarca -un país donde un desocupado recibe por dos años el 90% de su salario anterior mientas piensa cómo seguir- es el hermano mayor de Suecia que, en cambio, adapta novelas negras en las que critica la imagen idealizada de la sociedad en el Estado de Bienestar y el crimen es, entonces, una excusa para debatir temas sociales. Tampoco es ingenua la importancia que se le da a los paisajes y a la naturaleza sino más bien un reflejo del alcance que tiene lo público ante lo privado: una ley sueca traduce algo siniestro en un tema jurídico: aunque los bosques sean de propiedad privada, cualquiera puede entrar en ellos para “coger frutos o zetas”.
Forbrydelsen está ambientada en el departamento de policía de Copenhague y gira en torno a la detective Sarah Lund y su equipo.
No se trata de relatar argumentos ni de agitar a los policías de spoilers sino más bien de experimentar la posibilidad de una isla. Forbrydelsen está ambientada en el departamento de policía de Copenhague y gira en torno a la detective Sarah Lund y su equipo, quienes en cada temporada siguen un caso de asesinato, narrado en detalle en un episodio de una hora. El culto al personaje –Lund es una policía eficaz con una vida personal tan descuidada como su aspecto físico- llegó a tal punto que Gudrun Rógvadóttir, la diseñadora que fabricó el sweater que la protagonista usó en las tres temporadas, emprendió una batalla legal contra aquellos que se animaran a copiar la prenda. El sweater operó como metonimia del fenómeno Forbrydelsen: los miembros de la familia real británica conocieron a Sofie Gråbøl, la actriz que protagoniza a Lund, y la siempre desvergonzada Camilla Parker-Bowles le robó un beso y se probó el sweater. The Kiling, la remake yanqui, suplanta el carácter imperfecto pero eficaz de Lund por una Linden más sufrida y propensa al drama amoroso. La fotografía de colores insaturados de Forbrydelsen que funciona con todos los significantes del frío deviene en The Kiling en el paisaje bucólico, nublado y lluvioso de Seattle; nada que no se pueda solucionar con la pertinente dosis de Xanax.
La detective sueca Saga y su colega danés Martin son estereotipos de lo que hay a ambos lados del puente.
Bron/Broen (El puente, en danés Broen; en sueco Bron) es una coproducción sueco-danesa que narra la investigación policial que sigue a la aparición de una mujer asesinada en el Puente de Oresund, que contecta Copenhague en Dinamarca con Malmö en Suecia. La detective sueca Saga –sin habilidades sociales ni inteligencia emocional- y su colega danés, Martin –un cariñoso pero bastante ausente padre de cinco- son estereotipos de lo que hay a ambos lados del puente. Por ejemplo, los suecos siguen las normas y lo que se espera de ellos mientras que los daneses son más relajados. La serie, plagada de gags sobre las distintas formas de entender el mundo que apenas pueden dilucidarse desde el verano africano de mi generación, apunta a una cuestión más subterránea: la vitalidad del Estado de Bienestar. ¿Esto funciona o se está rompiendo?, es la pregunta que articula los capítulos. Por supuesto que, con la única excusa del límite fronterizo, surgieron varias remakes deslucidas: The tunnel entre ingleses y franceses y The bridge para los norteamericanos y mexicanos.
Borgen es el nombre con el que se conoce el castillo de Christiansborg donde están los tres poderes del estado danés.
Borgen es el nombre común con el que se conoce el castillo de Christiansborg donde están los tres poderes del estado danés: el parlamento, la oficina del Primer Ministro y la Corte Superma. Borgen no es una suerte de House of Cards a la escandinava porque va más allá del show y logra articular la vida interna de la política danesa con la opinión pública y la vida privada de los personajes. Entonces, el-rol-de-los-medios y el-papel-de-la-mujer-en-la-política están tan transitados y ejercitados que el guión esquiva todo ese sopor con el que se suele contaminar la ficción política. Los temas son otros: cómo sostener el liderazgo en base a acuerdos parlamentarios, el costo de la energía, la prostitución o la ética en la producción de carne de cerdo. El secreto de Bogen está en un guión trabajado por tres escritores, un triángulo equilátero que deviene en un esquema muy distinto al de las series americanas que suelen tener hasta diez escritores que funcionan en una jerarquía de sala, con una dinámica de poder. El anecdotario de los años en el poder de Birgitte Nyborg, que llega al Parlamento en bici sin rictus de impostación y que parece siempre focalizada en ser decente y no traicionar ni sus principios ni los de sus votantes, son una excusa para indagar en la cuestión que cruza las tres temporadas: ¿Se puede salir indemne del poder?//////PACO