¿Será Gustavo Petro nuestro Moisés? Es la pregunta de millones de colombianos tras el acto público en el cual el candidato presidencial presentó talladas en mármol sus doce promesas para conseguir el apoyo del Partido de Verde, representado principalmente por Antanas Mockus, ex alcalde de Bogotá, y Claudia López, actual senadora y compañera de fórmula de Sergio Fajardo, un candidato que no pasó a la segunda vuelta. La puesta en escena podría ser ridícula si no fuese porque estamos hablando de política, y más aún de una campaña en un territorio tan tradicionalmente religioso como Colombia, “el país del Sagrado Corazón”. En todo caso, el teatral anuncio del acuerdo fue hecho el pasado viernes 8 de junio, a poco más de una semana de la votación que decidirá si la Casa de Nariño en Bogotá va a ser ocupada por el conservador Iván Duque o el progresista Gustavo Petro.
El primer round
Vendría bien recordar las cifras que nos dejó la primera vuelta presidencial del pasado 27 de mayo: Iván Duque ocupó el primer lugar de los escrutinios al obtener más de 7,5 millones de votos, traducidos en el 39,14%, y Gustavo Petro se posicionó segundo con 4,8 millones, el 25.09% del total; en el tercer lugar, y fuera de competencia, quedó Sergio Fajardo, candidato del Partido Verde, a solo 200 mil votos (poco más del 1%) de lo obtenido por Petro. Ante ese panorama, se puede empezar a vislumbrar la importancia crucial de los votantes de Fajardo, que representaba para sus adeptos la opción del centro. En todo caso, otro protagonista de la jornada fue el interés de los electores por acudir a las urnas: en total se involucraron más de 19 millones de colombianos en los comicios, lo cual se traduce en el 51% de los habilitados legalmente para ello. Esta resulta ser una cifra récord en una patria donde el voto no es obligatorio y la apatía suele ser el común denominador de buena porción de la población. Lo cierto es que durante esta primera vuelta el abstencionismo sufrió una goleada incluso en el caso de los ciudadanos en el exterior, puesto que desde los consulados se reportó un aumento de un 300% en los índices de votación.
En total se involucraron más de 19 millones de colombianos en los comicios, lo cual se traduce en el 51% de los habilitados para ello.
Otro de los grandes derrotados de esa primera ronda fue el voto clientelista, o de la bien llamada “maquinaria electoral”. Aquello se hizo evidente con el cuarto lugar y la bajísima votación que obtuvo Germán Vargas Lleras, candidato de Cambio Radical, conocido partido de derecha que había obtenido excelentes resultado en las elecciones legislativas del 11 de marzo, así como el aún más deprimente desempeño de Humberto De La Calle, abanderado del Partido Liberal, otra colectividad que en teoría tiene una base fiel de electores, y que es de hecho una de las organizaciones más antiguas del sistema democrático colombiano.
Aguacates vs. petróleo
Volviendo a la segunda vuelta: si en algo pueden coincidir fácilmente todos, es en que hace mucho no quedaban enfrentados un par candidatos tan diametralmente opuestos. Petro, el ex-guerrillero, economista laureado y dirigente férreo, no sólo sobrevivió a las amenazas y atentados contra su vida sino que aún despierta euforia en plazas públicas al hablar de sus propuestas. Entre ellas, la económica se puede resumir en su afirmación de que los cultivos de aguacates son más importantes para el futuro que el petróleo, premisa que basa en la experiencia de México, puesto que, según reporta la prensa, dicho Estado ya recibe más ganancias por las exportaciones de ese vegetal que por las de hidrocarburos. Un punto a destacar, y que el candidato ha sabido dejar en claro con el acuerdo firmado en mármol, es que no solo no planea expropiar, sino que no apuesta por un modelo de economía estatal.
Duque, el abogado de apenas 41 años que hace un año era un total desconocido, y blanco de burlas por teñirse canas para ganar credibilidad, logró posicionarse gracias al total apoyo del ex presidente Uribe.
Duque, el abogado de apenas 41 años que hace un año era un total desconocido, y blanco de burlas por teñirse canas para ganar credibilidad, logró posicionarse gracias al total apoyo del ex presidente Uribe. Su abanico ideológico es más de lo mismo que se ha aplicado estas últimas décadas: seguir bajando impuestos a las clases altas -esperando que mágicamente decidan contratar más empleados y mejorar sus condiciones-, perpetuar el fenómeno de la centralización administrativa, aferrarse a la extracción petrolífera y de minerales como el carbón y lo que resulta más preocupantes: dar marcha atrás al acuerdo de paz firmado por la administración de Juan Manuel Santos con las FARC. Adicionalmente, Duque ha adelantado que pretende fusionar las altas cortes del país, que por mandato de la Constitución de 1991 son seis, y convertirlas en una sola, restándoles así peso, soberanía y congestionando aún más el aparato judicial que, casualmente, está investigando los nexos de su mentor Uribe con paramilitares y narcotraficantes.
La fábula de la liebre y la tortuga
¿Qué tan lejos podría llegar un caudillo de izquierda en esta contienda? Eso es lo que se preguntaron los líderes políticos de derecha (que son casi todos) en estos últimos meses. Lo más lógico era que el temor a que Petro convirtiera al país en Venezuela fuera suficientemente fuerte para mantener al electorado lejos. Sin embargo, tal y como en la fábula de la liebre y la tortuga, Petro, el candidato que tiene como lema una “Colombia Humana”, no solo consiguió pasar a segunda vuelta, sino que ha continuado escalando de manera gradual en las encuestas hasta quedar a tan solo 6 puntos, de acuerdo a sondeos como este publicado por Datexco hace un par de días.
¿Qué tan lejos podría llegar un caudillo de izquierda en esta contienda? Eso es lo que se preguntaron los líderes políticos de derecha (que son casi todos) en estos últimos meses.
Si durante la primera semana posterior a la primera vuelta Petro parecía quedarse solo tras la egoísta decisión de Fajardo de optar por el voto en blanco, hace unos días, mientras el descartado candidato se iba a la costa a relajarse y a contemplar ballenas, sus compañeros del Partido Verde le dieron su espaldarazo a Gustavo, y con ello simbólicamente le transfirieron un buen porcentaje de seguidores. De igual manera, se sumaron otros importantes apoyos a Petro como el de Thomas Piketty, reconocido economista francés que durante su paso por Colombia, en 2016, había comentado en la revista Portafolio que “este país tiene probablemente el nivel más alto de concentración de recursos en el 1% más rico de la población”, y de intelectuales internacionales que por medio de una carta abierta le dieron el visto bueno, incluyendo al esloveno Slavoj Žižek y el italiano Antonio Negri. La proeza de Petro parece aún más impresionante si tenemos en cuenta que hasta el temido J.J. Rendón, reconocido rey de las campañas sucias en América Latina y especialista en demonizar a ciertas figuras públicas, confesó estar trabajando hace meses para hundir la imagen del citado candidato sin que nadie le pague, por pura convicción y simpatía con el uribismo.
La recta final
Para quien haya leído con atención las propuestas de Gustavo Petro y las de Sergio Fajardo, no resulta sorpresivo que el Partido Verde haya optado por unirse al primero en esta fase de la contienda. Más bien es difícil entender por qué Fajardo decidió personalmente distanciarse y no aliarse con una figura con la cual compartía por lo menos el 70% de sus propuestas; entre ellas, el compromiso con la situación ecológica a nivel nacional, el fortalecimiento a la educación pública, el respeto al acuerdo de paz, la inclusión de comunidades como la LGBTIQ y la pelea en contra de la corrupción que mantiene a Colombia como el tercer país más desigual del mundo.
¿Podrá la mesiánica y reciente remontada de más de 15 puntos de Gustavo Petro traducirse en votos suficientes para superar al candidato de Álvaro Uribe?
Mientras tanto, Duque se niega a aceptar un debate frente a frente con su contrincante, a quien ahora pareciera temer. Petro, en cambio, confiado en sus dotes de oratoria y en la solidez de sus ideas, insiste en que un debate televisado es necesario para quienes aún consideran abstenerse o votar en blanco. No obstante, no podemos ignorar que la última semana de campaña coincide con el comienzo del Mundial de Fútbol, por lo que será difícil captar la atención del electorado hasta el domingo 17 de junio, día de los comicios. ¿Podrá la mesiánica y reciente remontada de más de 15 puntos de Gustavo Petro traducirse en votos suficientes para superar al candidato de Álvaro Uribe? ¿Decidirán los colombianos que es tiempo de probar con un líder que apunta a las defender las bases populares y no las mismas élites de antaño? Nos encontramos a un par de días de saber si por primera vez asumirá un mandatario de izquierda-centro en la tierra de Shakira y Maluma. O si, por el contrario, seguirá en el poder la derecha, como durante los últimos 50 años//////PACO