La noticia del embarazo múltiple de Cinthia Fernández vino a sumarse a la cada vez más extensa lista de chicas mediáticas que se «enganchan» con un futbolista, se casan, se embarazan y guardan el culo y las tetas puertas adentro, privando a la ávida audiencia del disfrute de sus esculturales cuerpos.

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La fórmula parece funcionar a la perfección: jóvenes futbolistas con dinero y bastantes pocas luces para dar entrevistas en los programas deportivos sumado a chicas mediáticas-veddettes-modelos-conductoras asiduas de los programas de chimentos. Podemos citar casos renombrados allá lejos y hace tiempo, como Eliana Guercio y el arquero Sergio Romero; Wanda Nara y Maxi López; Evangelina Anderson y Martín Demichelis. Y otros más actuales como Chechu Bonelli y Darío Cvitanich y Cinthia Fernández y Matías Defederico.

El modus operandi se parece bastante a la cacería de una presa indefensa, salvo que en este caso las presas se dejan cazar (y casar). Ellas se definen como «chicas de hogar», familieras, sencillas, que sólo trabajan de lo que les gusta, que les gusta cocinar y el contacto con la naturaleza pero que se cuidan porque les gusta «verse bien para sus novios», pero nada del otro mundo, eh: «soy flaca por naturaleza», es el remate preferido.

Ellos, por su parte, aman la ropa de marcas conocidas, tienen una cuenta bancaria mucho más abultada de lo que alguna vez imaginaron (de cualquier modo, muchos se niegan a pasar cuota alimentaria a sus hijos, como ocurrió con el «Ogro» Fabbiani) y desilusionan a la audiencia cuando aparecen con su presencia imponente y un discursito futbolero que hasta la persona menos interesada en el deporte nacional se sabe de memoria.

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Se dice que los futbolistas se casan jóvenes debido a la vida ajetreada que tienen y que necesitan una familia que los “banque”. Ellos mantienen el hogar. Las mujeres se dedican a los hijos. Pero que no les falte tiempo para ir al gimnasio, eh. Una familia numerosa, hijos de propaganda con nombres difíciles de recordar, notas en las revistas de la créme local y el culo de la esposa siempre bien arriba.

Cinthia Fernández se hizo conocida gracias a un relato insignificante que contó en el programa de Jorge Rial. Dijo que el cómico estrábico Tristán le había dado un cachetazo al terminar una función. A Cinthia le dieron una historia mínima y ella puso lo que hay que poner: desafió a Lisa de Bandana con un tijera en Gran Hermano Famosos, cada vez que puede manda a sus competidoras a «chuparle la concha» cuando se pelean tras bastidores en el teatro de revista, amenaza con cagarse a trompadas con el que se atreva a hablar mal de ella, se sube a la mesa que simula pasarela en «El programa de Fantino» y muestra sus dotes sin ningún pudor; no tiene pelos en la lengua, se deja cortar la pollerita por Tinelli y se abre de piernas sin bombacha en el baile del caño. Vino antes que Andrea Rincón a mostrar que es una chica de barrio, que tiene las mejores tetas del país, pero que -antes que ser una mina linda- prefiere que la reconozcan por tener los ovarios bien puestos.

Se la acusa de ejercer la prostitución, de tener su propio video porno circulando en internet y de ir a «gatear» a Esperanto, que más que boliche ya parece la zona roja de Amsterdam, donde los jóvenes deportistas ya no eligen una puta para pasar la noche sino una esposa para toda la vida. Y parece que Cinthia, con su suculento anzuelo, hizo picar un pez gordo y pronto va a convertirse en la mamá de los mellizos Defederico.

¿Toda esa montaña rusa para terminar encerrada en una casa lujosa criando hijos? No te escondas Cinthia, no hagas como Wanda, como Eliana, como Evangelina, como Chechu. ¿Tanto destape, tanta osadía, para terminar siendo la esposa de un tipo que te quiere tonificada y sonriente, pero en casa, bien guardada? No me confudas. Yo creí que eras una transgresora. No hagas como la bella Luciana García Pena que dejó su trabajo en los medios porque Matías Almeyda, su esposo, dijo que «la mujer está para criar los hijos. ¿Para qué va a trabajar? ¿Para que los cuide una niñera?» y la sacó de un plumazo del programa de Guinzburg hace más de 10 años. No hagas como Wanda, que cuenta con total desparpajo que su marido «le compra lo que ella quiere» como si fuera una nena de 5 años. O como Chechu, que después de impresionarnos haciendo jueguitos con la pelota en un programa deportivo, le mendigó a su esposo una joya de Cartier por twitter. Cómo dice la conocida frase: «mujer, ni sumisa ni devota. Te quiero libre, linda y loca».///Paco

*AGC administra el blog Libertad Condicional