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Alexandre Kassin es bajista, productor, cantante, DJ y generador de tendencias en la música brasilera. Durante 2011, en un estudio de Copacabana grabó “Sonhando devagar”, su primer álbum sin sus compañeros del trío +2. Ahí profundiza el modelo que con la banda trazaron hace diez años, cuando junto a Moreno Veloso y Domenico Lancelotti abordaron los géneros tradicionales de la canción brasilera desde la electrónica, el acid jazz y el hip hop. El resultado es un samba bossa easy listening con letras y espíritu baggy tropical. En ese tiempo Kassin también produjo a algunas de las principales estrellas de la música de su país, del mismo modo que trabajó con bandas nuevas que siguieron un camino parecido, como Los Hermanos. Su último disco se llama Sonhando Remixes», y como es obvio trae mezclas nuevas de los mismos temas. Probablemente la más lograda del disco es “Calça de ginástica 808”, donde utiliza la mítica máquina de ritmos Roland 808 para las bases y motivos del nuevo ropaje.
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El primer disco argentino en el que sonaba una máquina fue Clics Modernos. García escuchó una Roland 808 durante las primeras reuniones de grabación y Joe Blaney le propuso no contratar al sesionista norteamericano de prestigio que trabajaba para la discográfica. Charly García cuenta cómo puso el dinero sobre la mesa de un despacho newyorkino de Electric lady, le sirvieron un café y le trajeron al productor de The Clash, quien seguramente dijo “a job is a job” y lideró la producción de un disco de esos que nunca envejecen, que siempre parecen grabados ayer. O mañana.
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La Roland 808 fue fabricada por la Roland Corporation desde 1980 a 1983. Los sonidos principales son producto del trabajo de Mr Nakamura y Mr Matsuoka. Nakamura hizo los circuitos de voz análogos y Matsuoka programó el software. Como dijo Marty Mc Fly: “lo mejor se fabrica en Japón”. ¿Su secreto? Calidad, eficiencia, versatilidad y un sonido extraño que nadie sabía bien cómo se llamaba y que después tendría muchos nombres. Salía unos 1100 dólares, la quinta parte que su competidora directa. Hubo un total de 12 mil unidades vendidas.
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En 1986, los Beastie Boys graban su segundo disco Licensed to Ill íntegramente con esta económica joya japonesa. La capacidad de la 808 brilla en “The New Style”, donde programan 10 o 12 partes (me pierdo durante la audición) explorando diferentes tipos de hip hop que llegan desde inicios de la década, desde el baggy londinense hasta el rap negro del lado Este.
And on the cool check in
Center stage on the mic
And we’re puttin’ it on wax
It’s the new style.
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La leyenda cuenta que la máquina viajó hasta Argentina, ingresada por un joven y curioso Pedro Aznar que la había visto en acción allá en EEUU donde pasó una temporada más con Charly García. Pedro venía del Berkley College y con una pequeña fortuna familiar pudo financiar una vida de músico inquieto que en su primer disco de 1982 se había animado a combinar largos años de conservatorio con la música que escuchaba en los camarines de Serú Girán, creando canciones extrañas y bellas como “New Wave Bop” y “Boston”. Su disco, recibido con perpleja frialdad por la crítica de rock ochentera, fue olvidado hasta 1994, cuando pudo disfrutar cierta reivindicación por parte de la juventud de los 90s, ávida de sonidos livianos que contrasten con la solemnidad del rock que recibían de sus mayores.
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Pedro Aznar pasó a tomar unos mates por lo de Spinetta. Y llevó la máquina. El Flaco tocaba con Pomo, que lo acompañó en toda la etapa de Jade, un momento donde el jazz rock empezó a agotarse más rápido que la Coca Cola Cherry y el regreso de Almendra lo había –tal vez- saturado del pasado. Venía tratando de descubrir algún sonido nuevo, hacer lo mismo que había hecho diez años antes cuando vio a Pappo´s y abandonó Almendra para crear Pescado Rabioso. Los 70s habían terminado, en las radios las bandas internacionales sonaban a otra cosa. Y ahí es donde aparece el joven Pedro, con la piedra fundacional de una nueva iglesia para guardar la Fe.
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El disco se llamó “Madre en Años Luz”. Aznar programó Ludmila –que como bien definió el Dj @pablo_brega “es una programación bien primaria, una batería de rock cuadrado ideal para la máquina”- y “Díganlé”, una especie de poema de los dones en clave beat de Charly García –ese de cinco golpes que es ya su marca registrada- que a su vez vislumbraba el sonido del futuro. En Camafeo, el primer tema del disco la máquina suena como una chapa a tempo perfecto mientras la suave brisa spinetteana anuncia que se galvanizará, se galvanizará la historia. Ya el Flaco había grabado “Mondo Di Cromo”, y aunque todavía atravesado por el jazz rock, desde el concepto anunciaba la cromización de la realidad. En su tapa, una aspiradora futurista y un anciano que no quiere morder el polvo.
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Ese año Charly García estaba divirtiéndose. La primavera alfonsinista lo encontró lejos de la cárcel, lejos del exilio, y con ganas de masividad. Había probado el dulce sabor de tocar ante 60 mil personas en los jardines de ATC con Serú y ahora era, oficialmente, una estrella de rock. Libre para hacer lo que quería. En 1984 grabó un maxi simple de seis temas para una obra de Antonio Gasalla que se llamaba Terapia Intensiva. En total soledad, tocó todos los instrumentos y programó las baterías. La máquina ya se convirtió en una amiga de la soledad del compositor que busca crear algo personal y único. Explorando las posibilidades que la new wave le daba, Charly compuso desde hermosos sets pianísticos hasta una ironía bailable llamada “Alicia va a la disco” remixando la melodía del viejo himno anti dictadura de Serú. No omitió, por supuesto, incluir un hit con ritmo The Police llamado “Chicas Muertas” que durante muchos años sólo se pudo escuchar en oscuros compilados en casette del sello gore Interdisc. Heredero de una tradición de discos raros y experimentales como Tango de Ramsés VII, Et Nada de Miguel Abuelo y hasta el mismo Spinettalandia y sus Amigos. Si escuchamos los demos de este disco, podemos notar que fue compuesto para una orquestación muy jazz rock, acorde con las tendencias que se arrastraban desde los 70s, una banda claramente inspirada en la ya muerta pero no enterrada Serú Girán.
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Poco tiempo después, García y Spinetta se reunirían a componer. Momento expectante en la historia del rock argento. La Pelo y la Cantarock se hacían pis al unísono. Hasta se decía que Pedrito Aznar podría ser parte de un futuro disco. La nueva democracia musical traía esperanzas a los jóvenes que descubrían masivamente el rock made in argentina. La hija de la lágrima de esa sociedad fue “Rezo por vos”, un super clásico que hace mover piecitos since 1985. En su primera versión –editada en simple- puede escucharse la misma máquina en una programación Charly classic. Ese muchacho que tocaba canciones dulces en el piano y hacía conmover a las madres ya no le quedaba. Sacando otro traje verde del placard, la batería electrónica aparece como un sesionista norteamericano que los hacían sonar parecidos a las radios. De esta versión demo se obtiene la interpretación más experimental y genuina del dúo Maradona-Francescoli, con largos solos e intermedios que después fueron cortados, y un final borroneado y abrupto. Después del minuto dos del video en youtube, podemos escuchar a Charly diciendo: “¡Bajame la batería! ¡No entiendo las partes!”. En el estribillo siguiente, cambiaría la lírica del estribillo diciendo “rezo por mí”.
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La historia fugaz de nuestros Lennon-McCartney dejó dos discos que grabaron sin el otro, pero pensando en el otro. Ambos incluyeron Rezo por vos en sus álbumes, pero en versiones muy diferentes. Esta vez fue el Flaco que se animó a ir más allá y grabó todo su Privé con baterías electrónicas. Lejos habían quedado las peleas con Pomo porque se negaba a tocar “arriba” de una máquina. Ahora la máquina era parte central de la textura de un disco que suena tan ochentoso como el bigote de Berugo Carámbula. Al igual que Charly en su adelantado Clics Modernos, se anima a experimentar con samples. Pero en cambio de samplear a James Brown, Spinetta samplea el kohi knorr centrifugando, un gol de Boca y los ya remanidos pajaritos en la mañana. Y precisamente donde más samples usó es en el intermedio de Rezo por vos. Ahí donde Charly pone esas voces y un correcto grand piano arpegiado, el Flaco le mete unos chirimbolos sonoros que nadie entendía bien qué eran. La versión de Charly se convirtió rápidamente en la oficial, y la del Flaco, una contraseña de fanáticos.
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Desde Córdoba venía acercándose Luca Prodan. Primero en las sierras, después en la bonaerense Hurlingham, y finalmente en Capital Federal, Sumo se abrió paso portando una máquina de ritmos que Prodan llamaba “caja de ritmos”, en una precaria traducción de “beat box”. El mítico Corpiños en la Madrugada, grabado entre 1983 y 1984, ya tenía varias programaciones con un estilo Joy Division muy refinado. En los 90s conoceríamos las grabaciones de aquellas primeras canciones de Sumo compuestas en un garaje con un bajo hoffner y la beat box. Su sonido era algo único en aquellos días del rock argentino. Cuando Diego Arnedo, un adolescente de Hurlingham que escuchó a Luca en un ensayo de Sumo, le contó a su mejor amigo Ricardo Mollo sobre la experiencia, le dijo: “hace como un tecno pero que no viene del cerebro, viene de los huevos”. En 1985 el sonido particular que mezcla baterías electrónicas y una pos producción donde los intereses de la Sony y los de la banda chocaban constantemente, se hizo realidad en “Divididos por la felicidad”, un álbum que abriría muchas puertas sonoras en el país, y que sería reivindicado en los 90s como un antecedente de la movida sónica, a través del cover que Juana La Loca realizó de “No duermás más”, incluído en un olvidable disco de homenaje a la banda.
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En 1986, tres músicos platenses deciden que su banda debe salir del under porteño, ámbito que habían conquistado con su primer disco Gulp! y que ya había marcado un techo. Con hambre de profesionalismo y abandonando los ropajes viejos del hipismo, cambian el dadá por el futurismo y graban “Oktubre”, un disco oscuro en su textura, donde un perplejo Daniel Melero imprimiría un sonido electrónico a dos canciones metiendo unos teclados y programación, en un crossroad que nadie preveía pero que preanuncia la búsqueda que la misma banda y luego el Indio Solari profundizarían a mediados de los 90s, en otro de los imprevisibles cambios de este Señor Burns mezclado con Jagger que es el Indio. La primera canción arranca con una batería electrónica repitiendo obstinadamente un beat medio disco con aire carioca y tempo brit, al que Skay le mete unas violas heróicas, comoniendo la música caricaturesca de la revolución. El mismo Indio reconoce en alguna entrevista que en la noche de presentación, encendieron la máquina pero el tema terminó y nadie sabía cómo apagarla.
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El periodista José Luis Banchio, que vivió su juventud en los 80s, nos cuenta por inbox. «Lo voy a decir claramente porque después de 30 años ya no importa demasiado. Clics Modernos para mi fue una traición de Charly. Bueno, el disco en sí no. Cometí el error de quedar demasiado enganchado con «No me dejan salir» obviando demasiado al resto. Acostumbrado al otro Charly, me costó aceptar hasta que se había cortado el pelo. Por supuesto, es un discazo, adelantado a su tiempo, en donde Charly nos marca la época que se venía: basta de oscuridad, salgamos a la nueva era democrática. No nos quedemos encerrados como gasta ahora. Como Charly es Charly y yo soy yo, recién lo pude notar con el paso de los años, tal vez cuando había que volver a encerrarse. Debo decir, quizás en mi defensa, que la crítica lo recibió casi como yo al disco. O sea: sin entender. Cuando Charly presenta «Clics…» en el Luna Park con Fito, Fabi Cantilo, el Gonzo y Melingo en saxos, y los futuros GIT, lo hace en blanco y negro, incluída las luces. Gloria Guerrero dice en «Humor»algo así: «Ni una palabra en contra del sonido, las luces y el show. Pero…¿y la emoción?. Será que el plástico inunda Buenos Aires?». Charly mismo, dijo que dudó de incluir «No me dejan salir», pero lo bien que hizo. Es el tema clave del LP. También estaba «Los dinosaurios» que como «José Mercado» que salió en «Peperina» y no en «Bicicleta» de Serú, debería haber salido en «Yendo de la cama al living» y no en «Clics…». El disco se divide en pequeños bloques para mi: «No soy un extraño» y Nuevos trapos» es uno. «No me dejan salir» siempre lo relacioné con «Nos siguen pegando abajo». «Bancate ese defecto» es un temazo igual que «Ojos de video tape» y «Huellas en el mar». «Dos cero uno (Transas)» está descolgado tal como Charly lo pretendía seguramente teniendo en cuenta que se había vendido a Fiorucci. Y «Cretinos» quedó afuera pero lo podemos escuchar en youtube«.
¿Una máquina puede hacer música? Ya no necesitamos hacernos esta pregunta. Pero en la década del 80 éste era un debate que ocupaba mucho tiempo en las redes sociales de ese entonces que eran los correos de lectores de las revistas especializadas. El que escribe en las páginas de una revista (le paguen o no), como el que comenta en un blog o insulta en twitter, rara vez se lo tiene en cuenta desde los lugares que toman las decisiones. La tendencia traía el pop anglosajón donde la máquina reinaba cómodamente, y los contratos discográficos que le permitieron a Charly grabar en Los Ángeles o a Spinetta hacer esos discos de culto que tanto apreciaron sus fans más extremistas, se conseguían sólo adaptando el mensaje que arrastraban desde el under porteño hippoide setentoso con los sonidos nuevos que traían bandas como Soda Stereo en Argentina, que a fines de 1985 editaba su Nada Personal que largaba con una máquina de ritmos haciendo un carnavalito jujeño. ///PACO