Un Macri con cola de gato. Un Donald Trump musulmán. Un Jesús abortero. Un Jorge Bergoglio devenido DJ Francis. Un Kim Jong-un bélico pero enamorado. Un Žižek playero de una estación de servicio. Del Conicet a la Casa Blanca, de Corea del Norte al barrio de Flores, pasando por la escollera de Mar del Plata, Aquel mundo feliz es una serie animada que conjuga, con chispas de absurdo, el humor y la tragedia de la política nacional e internacional. Con una mirada corrosiva sobre el periodismo, en un informativo al que llamaron “Desinformación y Caca”, los creadores del contenido proponen, entre el artesanado de bajo presupuesto y la tecnología, un tipo de consumo adaptado a los tiempos y a las plataformas de nuestras señales y días de ajuste. Con un trabajo a distancia marcado por los kilómetros entre Argentina y México, uno de los dos miembros “Messi-sexuales” confesos de Un Lio Producciones, cuenta qué es hacer animación autogestiva, cómo se inspiran y qué pasa con el humor en épocas de risas prohibidas.
¿Por qué hacer animación?
Hacemos animación porque nos divierte mucho. No te digo que nos criamos mirando animación, pero si compartimos diferentes series, momentos, que están muy relacionados con las series animadas. También por nuestra imaginación. Se nos hace mucho más fácil llevar a cabo algún contenido en cualquier formato animado que ponerse a pensar en conseguir actores y todo eso. Tenés que explotar un auto y es mucho más fácil hacer un efectito en After Effects que conseguir un auto y explotarlo de verdad, ¿no? Es un poderío de experimentación y de juego. Nosotros lo hacemos en una escala bastante precaria y bastante limitada, usamos la animación para llevar a cabo lo que queremos hacer, no estamos enamorados o somos animadores o dibujantes. Utilizamos la animación como soporte para poder mostrar lo que nos divierte, cuestionar y criticar lo que vemos mal, parodiar.
¿Cuáles son las series en las que se inspiran?
Sin dudas South Park, que es un motor enorme. Family Guy, Ren & Stimpy, por supuesto Los Simpsons. También Adult Swim, que marcó una manera de ver y pensar contenido animado.
¿Cómo nació la idea de Aquel mundo feliz?
La idea nació entre dos amigos que hacían muchos chistes y miraban muchas series animadas y nos propusimos hacer “algo parecido”. AMF se formó de una manera, con una idea atemporal que después fue mutando a esta historia más actual, de coyuntura. Le planteé a mi socio jugar con el concepto “Macri gato” y metimos a Trump y su pelo, y nos gustó. Desarrollamos y terminamos esta primera temporada de once capítulos.
¿Cómo se escribe el guión para una serie animada?
Generalmente, lo que hacemos es brainstomear un poco las ideas que tenemos. Después escribo, me encanta escribir. Se lo mando a Anik y él me da una devolución. Corregimos si hace falta. Después se graban las voces y finalmente empieza el proceso de producción y animación como tal.
¿Cómo es armar un personaje paródico con personas de tanta relevancia a nivel político? ¿Cómo hacen, por ejemplo, de la Elisa Carrió que vemos todos los días haciendo predicciones en TN a la Elisa que vemos en AMF? ¿Qué pasa en el medio?
Por un lado, hay una observación de la realidad de esas personas; y después, por el otro, está lo que nosotros queremos que sean. Exacerbamos actitudes, parodiamos los modos de hablar, reacciones y facciones de cada uno. Describimos qué le gusta a cada uno, qué tiene, qué quiere, qué le falta. En ese ida y vuelta construimos los personajes. Al ser capítulos cortos, de entre cuatro y cinco escenas de veinte o treinta segundos, no hay lugar para una riqueza super abarcativa. Son tiempos cortos y en las escenas no puede narrarse mucho más que la acción, no podemos explayarnos en el armado de un personaje que tenga un montón de cualidades, porque hay que respetar una narrativa, mantener un ritmo. No podemos contar que a Lilita le gusta jugar al golf, ir a comer, esto o aquello. Hacemos una síntesis: Lilita come medialunas, se tira pedos y frena misiles.
¿Hay discusiones de hasta dónde llegar con una escena o un personaje con tu socio?
Sí, hubo un tema sensible con el personaje de Cristina, en el momento en el que Macri tiene que seducirla, que para colmo se pone una máscara de Néstor y se le aparece en el medio de la noche. Ese fue un tema. Pero no hay demasiadas limitaciones. Tenemos un humor muy parecido. Pero quizás sí aparecen temas más ideológicos de cada uno y que joden un poco. El chiste supera la adversidad. Queremos sembrar algo lindo para después poder jugar de verdad. Si nos ponemos hiper cuidadosos o con miedo, no funciona. Queremos hacer algo disruptivo.
¿Cuál es el objetivo de Aquel mundo feliz como serie animada del indie?
Poder seguir haciéndolo. Tenemos nuevos personajes para la segunda temporada, que va a ser más bizarra, no tan narrativa o lineal. Y en algún momento estaría bueno que a alguien le guste y quiera participar para poder producir como se debe, con buena calidad de audio, con gente que sepa animar y no como yo que muevo fotitos en el After Effects.
¿Cómo se produce una serie animada sin estructura? ¿Cómo es producir sin guita? ¿Cómo afectan esas condiciones al producto final?
Es todo autogestionado. Por un lado, están las posibilidades de las redes, que permiten esa autogestión y que hasta te dejan quizás competir un poco con cosas un poco más grandes. Claro que no es lo mismo, es muy desgastante y muy a pulmón. Nos encantaría tener financiamiento de algún tipo. Pero qué sé yo…también hay una cuestión de suerte, de que por ahí con dos fotitos y un chistecito, te viralizás y de repente te volviste competitivo. Por supuesto que nuestras limitaciones son de horarios, de conocimientos, de herramientas, de desconocimientos técnicos. La plata incide sin dudas en todos los sentidos. Hoy en día al menos hay herramientas para poder mostrarse, para decir “acá estamos nosotros, esto es lo que hacemos y lo que queremos hacer”.
¿Qué serie pensás que marcó el antes y el después en la historia de la animación?
Cada uno tiene la suya. Los Simpsons tuvieron unas primeras diez temporadas que nos marcaron a todos, son brillantes. Después se fueron voces, se pelearon no sé quiénes, etcétera. A mí me cambió la cabeza South Park, que con sus veintidós o veintitrés temporadas, mantuvo su nivel de crítica, construcción y guión alucinante. Ahora hay mucha gente contenta con Rick & Morty. Si ves el piloto en YouTube te das cuenta de que es bastante rústico, pero hecho con Flash. Ahí se nota que también ellos arrancaron de abajo.
¿Qué pasa con el humor en el contexto de la corrección política?
Sinceramente no le prestamos mucha atención. Creo que también es porque estamos en un proceso de desarrollo, de contar quiénes somos y cuáles son nuestras ideas. Si estuviésemos haciendo cosas a una gran escala, por ahí sí se podría llegar a debatir. Pero no nos cuestionamos esa problemática ahora. Contamos lo que tenemos ganas de contar, y al que le gusta, le gusta y al que no, no. No nos sometemos a ninguna bajada de línea.
¿Y más allá de lo que hacen ustedes?
La censura no es provechosa, menos en el humor. El humor no debe pedir permiso ni perdón.
¿Consideras entonces que la corrección política es una forma de censura?
Sí, creo que sí. Me parece negativa. También lo que depende mucho hoy es de quién viene el humor, cómo se expresa, cómo se hace. Hace poco un conductor de un programa hizo un chiste de judíos, sobre Miss Holocausto. Se armó un requilombo y tuvo que salir a pedir perdón ¡siendo judío! Creo que molesta más quién quiebra las reglas de la corrección que lo que se dice en sí. En base al campo de humor que uno tiene, que uno sembró, esas reglas no afectan de la misma manera. Si en este momento una feminista super reconocida y escuchada hace chistes sobre la violencia de género o el aborto, la gente se lo va a tomar para la risa. Si lo dice cualquier otro, va a ser repudiable. Hay una valoración de potestades sobre los diferentes temas.
Para cerrar, si tuvieras que elegir un humorista nacional y otro internacional, ¿a quiénes elegís?
A Bill Hicks, que se murió muy joven. Ese tenía huevos, en 1992 habló a favor del aborto. Un tipo de avanzada, de un nivel brillante, un flaco que puteaba a quien tenía que putear cuando nadie se animaba a putearlo. Nacional, creo que sigue siendo Diego Capusotto/////PACO